El frenillo y más cuando es corto, constituye una molestia hasta para la adecuada higiene del glande. No hay más remedio que acudir con el urólogo para que realice la frenuloplastia; una intervención quirúrgica y unos cuidados postoperatorios bastante sencillos. El prepucio queda más suelto y una vez cicatrizado el corte, se puede bajar esa piel sin molestia alguna hasta la base del pene para dejar al glande bien descapullado, sin torcerse y sin las arrugas del frenillo.

Con el uso del bisturí eléctrico es altamente recomendable la eliminación del frenillo.