se intenta todos los días, carlos, pero a veces no se consigue...

hoy tengo un día pletórico de ánimos. Me he tirado a la calle, con las extras puestas pero con la filosofía de: "éstas no pueden conmigo". Pero reconozco que últimamente pillo pocos días de éstos.

mi manía con la muerte se manifestó siendo muy joven, pues en mi casa era un temor que planeaba siempre en el ambiente. Mi abuelo era un hombre terriblemente hipocondríaco y así lo fueron sus hijos y sus nietos. Es increíble lo curiosa que es la herencia genética pues mi niña de 4 añitos ya apunta maneras (cosa que odio. Por dios!! que se parezca a mí en otras mil cosas, pero no en los miedos!!!). Podríamos haber heredado algo mucho más interesante, pero heredamos este temor opresivo con la muerte.

reconozco que si un día me levanto con un leve dolor en algún punto de mi cuerpo, siempre temo lo peor. Intento ser más positiva y alejar estos pensamientos pero son ya muchos años conviviendo con ellos (toda una vida) y ya no sé ser de otra manera. Ahora lo que lucho es por no transmitirselo a mis hijos. En mi casa nunca hablo de extras delante de ellos, siempre disimulo los ratos en los que estoy peor. Pero a pesar de ello, mi niña ya está empezando a temer a la muerte y a mí me asusta que herede lo que yo soy y que de mayor sea una mujer hipocondríaca y asustadiza como su madre.

en fin, que esta es mi divagación sobre el tema. Me parece interesante que abramos estos divanes de psicoanálisis. Nos ayuda a conocernos mejor y encima, sale baratísimo, jajaja...

un beso, carlos

santy