Pruebas de clinica y de laboratorio sobre el origen tumoral
Autor: Dr. P. García Férriz | Publicado:  27/04/2009 | Oncologia | |
Pruebas de clinica y de laboratorio sobre el origen tumoral.3

A continuación vamos a exponer una serie de fenómenos que se producen en el endocardio, para intentar demostrar que tiene un débil potencial eléctrico.

 

Lo iniciamos empezando por las despolarizaciones y repolarizaciones. Son fenómenos eléctricos que se producen en las células cardíacas. Las células cardíacas en reposo se encuentran cargadas o polarizadas, pero la estimulación eléctrica las despolariza y se contraen. 2,3 El interior de la célula miocárdica, que en general se encuentra cargado negativamente, se vuelve positivo cuando la célula recibe un estímulo para contraerse. 2,3 La estimulación eléctrica de estas células musculares especializadas se llama despolarización. La despolarización de la célula cardíaca se puede considerar como una onda progresiva de cargas positivas dentro de las células. 2,3

 

La onda estimulante de la despolarización comunica al interior de las células miocárdicas una carga positiva. 2 La repolarización es un fenómeno estrictamente eléctrico; y la despolarización también es otro fenómeno eléctrico. Una onda de despolarización que avanza se puede considerar equivalente a una onda progresiva de cargas positivas. 2 Cuando la onda de despolarización recorre las aurículas, produce una onda inmediata de contracción auricular. 2

 

Después, el impulso eléctrico llega al nodo aurículo-ventricular, donde aparece una pausa de una décima de segundo, lo que permite que la sangre llegue a los ventrículos. Esta onda estimulante de despolarización llega finalmente al nodo aurículo-ventricular. 2 Esta pausa de una décima de segundo permite que la sangre pase de las aurículas a los ventrículos por las válvulas aurículo-ventriculares. En este mismo momento se están relacionando los fenómenos eléctricos con la fisiología mecánica. 2

 

A continuación de la pausa de una décima de segundo, el nódulo aurículo-ventricular es estimulado y se inicia un impulso eléctrico que se dirige hacia abajo por el haz de His y las dos ramas del mismo. El impulso eléctrico que se aleja del nodo aurículo-ventricular pasa a las fibras de Purkinje y a las células de miocardio. 2

 

Como vemos, las cargas eléctricas de los ventrículos proceden de las aurículas. Los impulsos eléctricos fluyen más rápidamente en el tejido nervioso modificado que por las propias células del miocardio. 2,3 Las fibras de Purkinje trasmiten el impulso eléctrico a las células del miocardio produciendo la contracción simultánea de los ventrículos. Por tanto, el impulso trasmitido a las células del miocardio ventricular produce la contracción de los ventrículos. Los ventrículos no muestran respuesta física a la repolarización; 2,3 se trata exclusivamente de un fenómeno eléctrico registrado sobre el EKG. La actividad eléctrica nunca cambia; 2,3 el equilibrio electroiónico es continuo y armónico: así es muy difícil que se produzca ningún proceso tumoral maligno.

 

Es importante señalar que el sistema “nodo aurículo-ventricular - haz de His” está formado por tejido nervioso especializado que conduce rápidamente el impulso eléctrico. El propio músculo cardíaco conduce más lentamente las cargas bioeléctricas, lo que dificulta aún más que se produzca una patología electrobioquímica capaz de producir, por ejemplo, una radiolisis y demás efectos derivados de una intensa corriente eléctrica que, ciertamente, no existe en el endocardio. Resultaría muy peligroso si ello sucediera. Es lógico.

 

Tumores vasculares

 

Son muy raros. El sistema vascular presenta unas características similares a las del corazón como defensa ante la formación tumoral. Las arterias y las venas tienen el endotelio que es continuación del endotelio cardíaco. Y como en el corazón, las células del sistema vascular sólo tienen débiles potenciales eléctricos.

 

Así pues, vemos también como todo el sistema cardiovascular carece de terminaciones nerviosas intraendoteliales (motoras).4 Estas son las únicas causas que conocemos y que consideramos como una fuerte barrera para la formación de cualquier tipo de tumor.

 

Diafragma: su inervación

 

En cuanto al diafragma, vamos a exponer unas consideraciones neuroanatómicas que creemos imprescindibles para esclarecer al máximo que nos sea posible el porqué es muy difícil que se presente un proceso tumoral en dicha parte orgánica.

 

Empecemos por decir que no existe automatismo propio del músculo diafragmático. El automatismo aquí es por impulso nervioso.

 

La cara inferior del diafragma está cubierta por el peritoneo, excepto en algunos puntos en los que se adhiere a las vísceras. A esta parte del diafragma la inerva la rama terminal posterior del nervio frénico correspondiente. 1 El hecho importante es que este músculo recibe dos nervios: los nervios frénicos. El diafragma tampoco recibe inervación motora procedente del pericardio fibroso, ni del endotelio cardíaco, porque no existen terminaciones nerviosas intraendoteliales (TESTUT). El parénquima diafragmático no recibe corriente eléctrica por la vía cardíaca ni a través de los nervios frénicos. De aquí su resistencia a padecer de cáncer, aún mayor que en el corazón.

 

Los ramos simpáticos llegan al diafragma no sólo por los nervios frénicos, sino también por los plexos periarteriales, concretamente por los plexos de la arteria pericardiofrénica. 1 Los finos nervios que emergen de dichos plexos ejercen una doble función trófica y tónica sobre el diafragma y se extienden por la superficie del músculo diafragmático. 1 Esta neuroanatomía, como vemos, es similar a la correspondiente al corazón, al yeyuno e íleo y al ciego, como más adelante veremos. Esta similitud nos hace pensar y creer que esta realidad neuroanatómica puede ser la causa principal de que los procesos tumorales se presenten con acusada rareza. No visualizamos otras etiopatogenias que sean distintas al sistema nervioso.

 

El origen de los nervios frénicos produce dos ramas ventrales de los nervios cervicales. Su raíz principal se origina en el 4° nervio cervical y sus raíces accesorias del 3º y 5° penetran en el tórax para alcanzar el diafragma, donde terminan. 1

 

De acuerdo con Thevenet y Prieton se pueden describir tres ramas terminales (Fig. 5), tanto a la derecha como a la izquierda, que son: anterior, lateral y posterior, que se separan un poco por encima del músculo. Las dos primeras ramas (anterior y lateral) se insinúan en el espesor de las fibras musculares. 1 La posterior termina en la cara inferior del diafragma. 1 Pero no existen terminaciones nerviosas motoras en el seno del parénquima. El diafragma está unido a los ventrículos por medio de la porción tendinosa (centro frénico) (Fig. 1), lo que nos ayuda al esclarecimiento del porqué de su rareza tumoral.

 

Yeyuno e íleon y polo inicial del intestino grueso (ciego)

 

Las vías digestivas se disponen frecuentemente en plexos con ganglios nerviosos situados en su trayecto. Siguen normalmente a las arterias desde su origen hasta sus ramas terminales. 1,4

 

El músculo liso del tubo digestivo es músculo liso unitario, cuyas células están eléctricamente acopladas a través de las vías de baja resistencia denominadas uniones de brecha. 6,7 Al igual que en todos los músculos, en el músculo liso gastrointestinal, la contracción va precedida de actividad eléctrica, que son los llamados potenciales de acción.

 

Las fases de despolarización y repolarización en el yeyuno e íleon y en el ciego se hacen con mayor lentitud que en el tramo gastrointestinal. 7 El potencial eléctrico en dichas zonas del intestino delgado es débil. Sus ondas lentas proceden de las células intersticiales de Cajal, que son abundantes en el plexo mientérico. 7 Este plexo es parte del plexo entérico que está entre las capas musculares. Del mismo modo que el nodo sinoauricular es el marcapaso del corazón, las células intersticiales de Cajal pueden considerarse el marcapaso del músculo gastrointestinal. 7 Dicho marcapaso establece la frecuencia de potenciales de acción y contracciones. 7 Y como en las células auriculares y ventriculares cardíacas, también tienen las células del yeyuno e íleon y ciego esencialmente cargas eléctricas positivas. Con esta electricidad no es posible que en el yeyuno e íleon y en el ciego se puedan producir radicales libres, radiaciones ionizantes, radiolisis y otros efectos que se producen con la acción de elevados potenciales eléctricos. Estas intensidades eléctricas no aparecen en el yeyuno e íleon, ni en el ciego. Lo mismo sucede en el músculo cardíaco.

 

Resulta curioso y sorprendente que en la faringe, en el esófago y en el duodeno se produce neoplasia con variable frecuencia, a pesar de que la ingesta no se detiene durante todo su trayecto. Y al no detenerse, el bolo alimenticio no provoca excitabilidad celular en sus respectivas paredes internas. En cambio, el quimo atraviesa todo el intestino delgado en 3-5 horas (aunque en determinadas circunstancias puede tardar más). 6,7 La velocidad de este movimiento es tal, que la última parte de la ingesta suele estar saliendo del íleon cuando la siguiente entra en el estómago. 6 Y a pesar de permanecer

la ingesta tanto tiempo en contacto con la túnica interna intestinal, no se produce excitación en sus células, especialmente en las células intersticiales de Cajal. Pero a diferencia de la faringe, esófago y duodeno, el yeyuno e íleon y ciego no reciben corriente eléctrica intensa. La ingesta en el yeyuno e íleon y ciego no puede producir excitabilidad en sus células, en dichas condiciones electroquímicas.

 

El intestino delgado, por otra parte, tiene un ciclo de recambio celular muy rápido; todo el epitelio se renueva en un plazo de 6 días aproximadamente. 6,7 Este ciclo de recambio es muy importante, ya que las células epiteliales son sensibles a la hipoxia y a otros irritantes. 6 Si a este constante intercambio celular le unimos la disminución de electrones (carga negativa) en sus células, no es posible que se produzca la excitación celular.

 

La excitabilidad celular es el inicio de todo proceso tumoral. Así pues, la rara aparición del cáncer en el yeyuno e íleon y en el polo proximal del intestino grueso se debe esencialmente al recambio constante de sus células.

 

En el músculo cardíaco la electricidad parte de los plexos preaórtico, retroaórtico y subaórtico (Fig. 1). Lo mismo sucede con la arteria mesentérica superior, en la que existen los plexos prearterial y retroarterial (Fig. 4), de donde emergen numerosos finos nervios que conectan con el mesenterio; y este, al insertarse en el yeyuno e íleon, le provoca contracciones intestinales, pero nada más: no provoca excitabilidad celular. Existe una clara y contundente semejanza entre ambas partes de nuestro cuerpo, desde el punto de vista eléctrico.

 

En la figura número 1, vemos como parten del plexo subaórtico unos finos nervios con sus células ganglionares en su trayecto. Estos nervios con sus cargas eléctricas débiles se dirigen hacia la parte posterior de la aurícula derecha. Y como sólo llevan electricidad positiva, todas las células del músculo cardíaco tienen principalmente cargas eléctricas positivas. 2,3

 

En la figura número 4 nos encontramos con una situación neuroanatómica similar a la anterior. En ella, insistimos, vemos también una arteria (mesentérica superior) y sus respectivos plexos (prearterial y retroarterial) de donde parten numerosos y finos nervios que se ponen en contacto con el mesenterio. Estos nervios, como los que recibe el corazón, tienen únicamente cargas eléctricas de signo positivo. ¿Existen otras causas? ¿Estamos en un error? Sinceramente, creemos que no.

 


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