Hipertension arterial. Revision bibliografica
Autor: Dra. Yenys Góngora Ruiz | Publicado:  14/09/2009 | Cardiologia , Nefrologia , Medicina Interna , Medicina Familiar y Atencion Primaria | |
Hipertension arterial. Revision bibliografica.1

Hipertensión arterial. Revisión bibliográfica.

 

Dra. Yenys Góngora Ruiz.

Master en Urgencias Médicas en la Atención Primaria de Salud. Especialista de 1er grado en Medicina General Integral. Profesor(a) instructor.

 

Dr. Rafael Domínguez Dinza.

Master en Urgencias Médicas en la Atención Primaria de Salud. Especialista de 1er grado en Medicina General Integral. Especialista de 1er grado en Cardiología. Profesor(a) instructor.

 

Dra. Heizel Escobar Vega.

Master en Urgencias Médicas en la Atención Primaria de Salud. Especialista de Primer Grado en Cirugía Plástica y Quemados. Profesor(a) Instructor

 

Dr. Alexey Expósito Jalturin

Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral. Residente Cirugía Plástica y Quemados. Profesor Instructor

 

Lic. Enfermería Niuris Góngora Ruiz.

 

Institución: Clínica Popular “Simón Bolívar”. Municipio Diego Ibarra. Estado Carabobo. República Bolivariana de Venezuela. Misión Barrio Adentro

 

 

Introducción

 

La hipertensión arterial constituye uno de los grandes retos de la medicina moderna. Es un proceso que afecta sin distinciones a las sociedades desarrolladas y es extraordinariamente prevalente, por lo que casi uno de cada cuatro ciudadanos presenta cifras elevadas de presión arterial. (1)

 

Es una de las enfermedades más estudiadas en el mundo, no en vano ha sido denominada asesina silenciosa, ya que a veces nos percatamos de su existencia cuando es demasiado tarde. (1,2)

 

La relevancia de la hipertensión arterial (HTA) no reside en sus características como enfermedad, sino en el incremento del riesgo de padecer enfermedades vasculares, el cual es controlable con el descenso de aquella. Esta constituye junto a la hipercolesterolemia y el tabaquismo, uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de aterosclerosis y para la aparición de enfermedades vasculares. (2,3)

 

Actualmente las cifras de personas afectadas por la hipertensión arterial en el mundo – según estimados – es de 691 millones, su prevalencia en la mayoría de los países se encuentra entre el 15 y 30 por ciento (%), y después de los 50 años casi el 50% de la población está afectada por ella. (3, 4,5)

 

Esta enfermedad se relaciona con múltiples factores de índole económica, social, cultural, ambiental y étnica; la prevalencia se ha mantenido en aumento asociada a patrones dietéticos, disminución de la actividad física y otros aspectos conductuales en relación con los hábitos tóxicos. (6)

 

En el área del Caribe, la hipertensión arterial afecta al 20% de su población, siendo Jamaica una de las naciones de mayor mortalidad por esta patología. En los Estados Unidos de Norteamérica, se informa de unas 60 000 muertes anuales producidas directamente por la hipertensión arterial, muertes que hubieran podido evitarse con el solo control de la enfermedad e identificación de los factores de riesgo en la población, para evitar su aparición y/o sus complicaciones por lo que se hace vital su conocimiento para un mejor manejo de la misma. (7)

 

Desarrollo

 

La hipertensión arterial sistémica o presión alta se trata de un aumento anormal de la presión de la sangre en la gran circulación. La presión máxima se denomina sistólica (TAS), y la mínima se denomina presión diastólica (TAD). El aumento de la presión arterial puede afectar a la presión arterial máxima, la mínima o a ambas, y estos aumentos pueden ser breves o transitorios, prolongados o permanentes sin tendencia a progresar, o incrementándose poco a poco y muy gradualmente. (8)

 

Pero, ¿cómo se llegó a este concepto de la hipertensión arterial como enfermedad? ¿Cómo de un síntoma, la enfermedad funcional, pasa a convertirse en una afección?; es más, puesto que la causa del problema es por demás imprecisa, es necesario encasillarla con el ampuloso pero inequívocamente vago apelativo de esencial o primaria, aunque en ocasiones -aproximadamente un 5% del total de casos se encuentra un origen definido, ya sea, entre otros, endocrino, u obstétrico en las eclampsias, o renal, en ciertas nefropatías, o tumoral, en el feocromocitoma; en este último, el tejido cromafín de la médula adrenal o de algunos paraganglios simpáticos dan como principal síntoma una hipertensión persistente o intermitente. (9)

 

El viaje histórico en búsqueda de las primeras referencias a la hipertensión arterial precisa remontarse a la Grecia Clásica. Para los primeros griegos, las arterias eran contenedores de aire, como lo indica su nombre, aerterien de los términos aer, aire y terein, contener, pues al disecar los cadáveres las encontraban vacías, si bien parece que Aristóteles (384-322 a. de C.), enseñó que la sangre tenía su origen en el corazón y nutría el organismo.

 

Posteriormente, Bichat (1771-1802), funda la histología y la anatomía patológica, creando el concepto de tejido humano y en el siglo XIX tienen lugar importantes avances en el estudio de la fisiología y en el conocimiento más preciso del mecanismo de la contracción cardíaca, la hemodinámica y la inervación vasomotora. Las observaciones de Richard Bright (1789-1858) sobre las enfermedades del riñón sirvieron para complementar, más tarde, el conocimiento de algunas formas de hipertensión arterial. También se recibe la contribución francesa con el aporte de sabios como Claude Bernard (1813-1878) en la fisiología, que llevarían la investigación científica y los estudios en el laboratorio a planos cada vez más elevados. (10)

 

Este acerbo de datos pretéritos fue la base para que el médico contemporáneo tenga una visión en conjunto de la hipertensión arterial, enfermedad que se hace cada vez más frecuente por el aumento progresivo de la expectativa de vida, la complejidad de las actividades modernas, el crecimiento incontrolado de la población y los fenómenos que consigo trae el urbanismo. (11)

 

Se encuentran ahora nuevos casos y con mayor frecuencia de lo que en el comienzo se consideró un síntoma, que para Cohen (1877) servía para medir la capacidad funcional del corazón. (12,13) Con el paso del tiempo la evaluación de la tensión arterial por medio del esfigmomanómetro sirve de alerta al médico para controlar ciertas formas de la enfermedad, en particular los estadios II y III, en los cuales existe un alto riesgo de complicaciones cardiovasculares específicas, como la hipertrofia ventricular izquierda especialmente, que produce alta mortalidad y cuyo tratamiento con diuréticos tiene buenos resultados. (13)

 

Si las crisis no son tratadas, aumenta la incidencia de la morbilidad, incluyendo síncopes, eventos coronarios, insuficiencia cardíaca congestiva, insuficiencia renal así como aumento de incapacidad y de la mortalidad (14-16)

 

 


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