Aspectos generales sobre el infarto agudo del miocardio. Revision bibliografica.3
Al mismo tiempo se ha observado que en los pacientes que se han recuperado de un infarto del miocardio y tienen niveles elevados de colesterol total hay un incremento del riesgo de reinfarto, soportando estas observaciones la importancia del manejo de los niveles de colesterol elevados en personas que han sufrido esta enfermedad, y corroborado con varios estudios donde el manejo agresivo de la hiperlipidemia, reduce la posibilidad de eventos coronarios y la mortalidad, promoviendo la regresión de las placas ateroescleróticas, lo que también sostienen los hallazgos de Framingham. (19)
Las personas que tienen un familiar de primer grado (madre, padre, hermano) con enfermedad cardíaca prematura (45 años o menos para los hombres y 55 años o menos para las mujeres), tienen un riesgo mayor de sufrir esta; el mecanismo por el cual se produce esta agregación familiar no está totalmente dilucidado (incluso hay autores que plantean que no existen evidencias convincentes sobre esta relación), pero el incremento del riesgo para familiares con enfermedad coronaria pudiera ser consecuencia de una predisposición genética común o un efecto no genético. (17)
El stress asociado a una conducta activa y de esfuerzo mental provoca aumento de la frecuencia cardíaca, del gasto cardíaco, de la fuerza contráctil del corazón y vasodilatación periférica (respuesta de "lucha o vuelo") por descarga de catecolaminas; y el que está relacionado con sentimientos de culpa y frustración provoca activación de receptores adrenérgicos-alfa, cuyos resultados son la vasoconstricción periférica y activación del sistema hipotálamo–pituitaria–adrenocortical (respuesta de "derrota y huida"), los episodios de ira y/o disgusto condicionan aumento de catecolaminas circulantes, liberación de sustancias procoagulantes como el tromboxano A2; y por último la depresión se ha asociado a una severa reducción de la función vasodilatadora del endotelio, con sus consecuencias nefastas para el aporte de oxígeno al miocardio. (20)
Según la opinión de algunos expertos “la obesidad troncular”, medida con el diámetro de circunferencia abdominal es mejor predictor de riesgo de enfermedad coronaria que el índice de masa corporal (IMC) aislado. (21)
La guía práctica de prevención cardiovascular del programa de actividades preventivas y promoción de salud señala que el índice de masa corporal (IMC) aislado no es predictor suficiente del impacto negativo de la obesidad. La obesidad central (perímetro de la cintura) aporta una mejor estimación de la grasa abdominal, considerada un determinante principal de las complicaciones metabólicas asociadas a un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular. Son numerosos los estudios que correlacionan el diámetro de cintura abdominal con otros factores de riesgo cardiovascular y la incidencia y/o mortalidad por eventos cardiovasculares. (21)
Las guías de práctica clínica de obesidad más recientes incluyen en el estudio inicial, la medición de la cintura abdominal al predecir mejor el riesgo cardiovascular. (21)
El mejor conocimiento de la biología del tejido adiposo ha demostrado que la grasa visceral u obesidad central (obesidad tipo masculino o tipo manzana) tiene una vinculación directa con las enfermedades cardiovasculares.
La circunferencia abdominal explicó significativamente mejor que el índice de masa corporal (IMC) los factores de riesgo para la salud relacionados con la obesidad cuando el síndrome metabólico fue tomado como medida. (21)
Se ha establecido la relación directa entre la obesidad abdominal y la enfermedad coronaria, y está documentada la presencia de una relación independiente entre obesidad y enfermedad coronaria. (22)
Esta enfermedad se ha asociado a un alterado perfil de riesgo cardiovascular por la mayor prevalencia de hipertensión, dislipidemia y anormalidades de la glucemia. (21, 22)
En estudio de seguimiento realizado en gemelos se comprobó que en el caso del sexo masculino, los factores genéticos eran responsables del 46% de la varianza en la circunferencia de la cintura, mientras que en las mujeres era del 66%. La varianza restante fue atribuida a factores ambientales, en el sexo masculino 54% y en el sexo femenino 34% de manera tal que aún cuando los factores genéticos son responsables en mayor parte de la distribución de la grasa abdominal, no es menos cierto que los factores ambientales desempeñan una función importante. (23)
Los pacientes con diabetes mellitus tienen riesgo aumentado para enfermedades cardiovasculares, este incremento parece ser mediado en parte, por el aumento de la prevalencia de hipertensión y dislipidemia. En los pacientes con diabetes mellitus insulinodependiente, aproximadamente 1/3 muere de enfermedad coronaria, y entre los diabéticos no insulinodependiente aproximadamente la mitad de las muertes, son atribuibles a enfermedad vascular. (24)
Las proyecciones futuras reflejan una correlación aún mayor, entre estas dos enfermedades, teniendo en cuenta la occidentalización de los hábitos y estilos de vida, que favorecen la aparición de ambas.
En cuanto al sexo, a los hombres se les diagnostica más temprano y con más frecuencia que las mujeres esta entidad y tienen diez veces más riesgo que las mujeres; a su vez las mujeres posmenopáusicas tienen el mismo riesgo de morir por problemas cardiovasculares que los hombres diez años menores que ellas.
La edad constituye uno de los factores que hoy en día se le da real importancia teniendo en cuenta que durante la segunda mitad del siglo XX se comenzó a observar, fundamentalmente en países desarrollados un marcado envejecimiento de la población, a pesar de que en los últimos tiempos se ha observado un incremento del infarto agudo de miocardio (IAM) en individuos jóvenes. (23)
En muchos países desarrollados y subdesarrollados como consecuencia del cambio demográfico, se incrementará en los próximos años la prevalencia de la población añosa, y a los problemas de adaptación por ese motivo, habrá que sumarle la elevada mortalidad y el costo de la discapacidad de las enfermedades no transmisibles, entre ellas las cardiovasculares, por consiguiente se justificaría la elaboración de estrategias que prevengan el desarrollo de la aterosclerosis y sus manifestaciones clínicas. (24)
El riesgo absoluto para el desarrollo de la enfermedad cardíaca coronaria se incrementa con la edad tanto en hombres como en mujeres, justificado entre otras cosas por el mayor desarrollo de la enfermedad aterosclerótica en este grupo poblacional. (23, 24)
Actualmente el infarto agudo del miocardio, por su diferencia en el manejo desde el punto de vista de la estrategia de reperfusión se clasifica en:
- infarto agudo de miocardio (IAM) sin elevación del segmento ST.
- infarto agudo de miocardio (IAM) con elevación del segmento ST.