Fraternidad en la interaccion docente – estudiante
Autor: Lic. Omaira Ramírez | Publicado:  25/11/2009 | | |
Fraternidad en la interaccion docente – estudiante .5

Sintetizando,  se considera que socialización, cultura y desarrollo personal son los tres ejes vertebrales de la relación educativa. Desde esta posición se concluye que no es posible realizar una intervención sobre estos tres ámbitos que sea propiamente educativa, si no se potencia el componente axiológico o moral que les es inherente. La misma actividad de conocimiento o saber no está completa si no ha sido precedida de interrogación, relación y valoración de la misma manera que sólo el saber no garantiza su ejemplificación en la acción correcta, entendida tanto en su acepción instrumental como en su significado axiológico. Se puede conocer la técnica de pintura al óleo, pero ser incapaz de expresar pintando un cuadro, de la misma forma que se puede desdeñar ciertas creaciones pictóricas porque sobrepasan, los conocimientos sobre la materia, o parecen estéticamente inferiores a otras. Igualmente se puede conocer perfectamente la manera de disculparse o de pedir que expliquen las razones de tal postura o comentario, y ser incluso capaz de desplegarlas en situaciones de simulación o de la vida real, pero lo anterior no garantiza que se valore como buenas, como correctas o como deseables:

 

Al efecto,

 

El desarrollo de la ciencia no puede ser pensado más en función del sólo saber, sino que debe ser contemplado desde su ineludible vertiente de responsabilidad desde el compromiso ético. La educación en valores, a la vez que la formación de actitudes positivas hacia esos  mismos  valores,  son  contenidos irrenunciables en la tarea educativa. Ambos (actitudes y valores) se convierten, de hecho, en el motor del proceso educativo y en aquello que da coherencia y sentido dinamizador a los diversos elementos que configuran dicho proceso (12).

 

En tal sentido, el problema surge cuando se comparan valoraciones y estimativas diferentes y, en ocasiones, altamente divergentes. Lo cierto es que los valores son fuentes de conflicto en la vida cotidiana tanto personal como colectiva. Saldar esas polémicas, controversias o discusiones con la conocida máxima “sobre gustos no hay disputas”, no resulta un proceder muy adecuado, por los inconvenientes ya reseñados del crudo relativismo al que nos aboca y porque la “lógica del corazón” se enardece ante tal conclusión. Pero es que, además, se está negando, ya de entrada, el llegar a un acuerdo, y se cree que se debe educar en la posibilidad de acuerdo, entendida de manera similar a como entendía Freire la utopía: la expresión de lo que será. Es ésta una tarea de la educación, y en su enfoque subyace ya una opción valorativa determinada: la que cree en la convivencia entre las personas, en el respeto entre las personas como la forma de relación que es propia.

 

Los valores, son expresiones de la vida, son los que mueven al corazón a obrar, dan sentido a la existencia y configuran la personalidad. En la educación como en cualquier otro acompañamiento, el verdadero educador, “no es el que dice cómo debo ser, ni el que me remite a que observe como es el y le imita, sino el que con el testimonio de sus valores, de su propia vida me enseña a descubrir el universo axiológico”. (13)

 

6. El docente y la educación en valores

 

En una sociedad democrática como la nuestra, educar en valores significa encontrar espacios de reflexión tanto individual como colectiva, para que el alumnado sea capaz de elaborar de forma racional y autónoma los principios de valor, principios que le van a permitir enfrentarse críticamente a la realidad. Además, deberá aproximarles a conductas y hábitos coherentes con los principios y normas que hayan hecho suyos, de forma que las relaciones con los demás estén orientadas por valores como la justicia, la solidaridad, el respeto y la cooperación.

 

Educar en valores consiste en crear las condiciones necesarias para que, cada persona, descubra y realice la elección libre y lúcida entre aquellos modelos y aspiraciones que le puedan conducir a la felicidad.

 

Es así que "desde la concepción constructivista, la escuela hace accesible al alumnado aspectos de la cultura fundamentales para su desarrollo personal, es decir, no sólo a nivel cognitivo sino también a nivel social" (15). Así, se aprende cuando se es capaz de elaborar una representación personal sobre un objeto de la realidad o contenido. Además, aprender significativamente supone construir un significado propio y personal para un objeto de conocimiento. Por lo tanto se piensa que la educación en valores va en esa dirección. Se trata de que el alumnado construya sus propios valores y criterios a partir de experiencias interesantes y conocimientos previos que el profesorado proporcionará. El profesor se convierte en mediador de los procesos de aprendizajes, en una ayuda para la construcción de esta forma de vivir y de ver las cosas que suceden a su alrededor.

 

El autor en referencia sostiene que muchas veces, se habla de educación en valores y educación moral como si fueran sinónimos y tal concepción, no es así. Se parte de la premisa, aceptada por todos, de que es imposible educar sin valores, porque éstos constituyen la esencia misma de la educación, afectan a su finalidad, a su contenido y a su forma de llevarla a cabo.

 

En este sentido, el basamento está en la axiología, una disciplina que se ocupa de la naturaleza, esencia y juicios de valor, y que tienen un origen polémico, de conflicto entre el subjetivismo y el objetivismo axiológico, es decir, quién está primero, el ser humano, o el valor.

 

Existen dos tendencias filosóficas que pretenden explicar el origen del valor:

 

Subjetivismo el hombre crea el valor según sus deseos, intereses, o ideas. El valor sólo existe en las reacciones fisiológicas y psicológicas del sujeto. Valor y valoración son una misma realidad. El valor se identifica con un hecho o estado psicológico. Objetivismo los valores existen fuera del hombre, éste sólo los descubre. (15).

 

Hoy en día se han superado estas concepciones y se sostiene que ambas tienen una parte del valor y no la totalidad del mismo. Las actuales interpretaciones de la Psicología Cognitiva se situarían en él polo del constructivismo: el valor es un aspecto elaborado e ideado por el sujeto para entender, codificar y representar al mundo.

 

De allí que el valor tiene múltiples caras y puede contemplarse desde variados ángulos. Desde una visión metafísica, los valores son importantes por sí mismos; desde una visión psicológica son subjetivos y vale si el sujeto lo establece así. Pero también son circunstanciales y dependen del momento histórico, cultural y la situación física donde surgen.

 

El valor es lo bueno, real o ideal, deseado o deseable para una persona o colectividad. Lo opuesto o contrario al valor se le llama contravalor, por lo que se tiene que entre los Valores se señalan el amor, la salud, la riqueza, la justicia, la libertad, la solidaridad, entre otros, y entre los Contravalores el odio, la enfermedad, la pobreza, la injusticia, entre otros.

 

La educación y los educadores tienen una ineludible responsabilidad y mucho que aportar en este despertar de conciencia colectiva y en la preparación del país para un nuevo tiempo y un mundo de esperanza en este siglo XXI, con la expectativa y el desafió que trae consigo.

 

Sobre el particular, el educador ejerce una profesión que promueve la interacción y el desarrollo humano. Si está consciente de su rol, podrá satisfacer sus necesidades personales y familiares, servir a la sociedad y perfeccionare en un continuo crecimiento personal académico. (16).

 

De esta manera, podrá rescatar la mística y ética del docente, estará llamado a dar más de si mismo, en la enaltecedora misión de formar integralmente (cuerpo, mente, emociones, espíritu) los seres a quienes tiene el privilegio de enseñar.


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