Fraternidad en la interaccion docente – estudiante
Autor: Lic. Omaira Ramírez | Publicado:  25/11/2009 | | |
Fraternidad en la interaccion docente – estudiante .6

La valorización del trabajo comienza por la estima de su función docente, a través del ejemplo, con su responsabilidad, perseverancia y dedicación a la noble tarea que libremente eligió.

 

Asimismo comentan que “en la medida que nuestros estudiantes se sienten recompensados y estimulados en el trabajo escolar realizado, se construirán los cimientos para una mayor gratificación en el desempeño laboral futuro” (16).

 

Expresan además los autores que, considerar el esfuerzo de cada alumno en el proceso de aprendizaje, es la tarea que tenemos en esta cruzada valorizadora del trabajo docente; no es suficiente la valoración cuantitativa si se procede con justicia, se estimará también el grado de atención, la disposición y agrado para responder, el esfuerzo por alcanzar el máximo rendimiento posible y señala que el educador para ser más humano y eficiente, puede y debe orientar su acción, guiado entre otros, por los siguientes principios:

 

-           Profundo respeto por la persona del alumno, con sus creencias, virtudes y valores; a actitud autoritaria y vertical del docente, respecto a sus alumnos, desnaturaliza el acto educativo e impide y obstaculiza la mejor participación de ellos. Es necesario que en el aula de clases se viva plenamente en libertad y se experimente un cálido encuentro humano.

-           Aprecio constante por la necesidad permanente de crecer personal y profesionalmente.

-           La interacción con sus alumnos y la comunidad es una fuente permanente de aprendizaje;  una realidad, el educador autentico, nunca termina El educador puede aprovechar cada episodio didáctico para su propio crecimiento y provecho.

-           Sensibilidad. El educador  esta llamado, por su rol orientador, a exteriorizar formativamente su preocupación por los problemas colectivos  que, en mayor o menor grado, afectan a sus alumnos.

-           Coherencia visible entre los valores que se predican y la conducta que se asume, en otros términos, ser ejemplo o testimonio de vida. Si bien es cierto que la palabra convence, el testimonio arrastra. Estimamos imprescindible que el educador cultive y viva valores tales como la amistad, la fraternidad, la generosidad, la sinceridad, la tolerancia y la honestidad de aprender. (16)

 

 

Toda educación significa tanto para el educador como para el educando, la recepción o transmisión de un saber social previamente existente, que mas allá de su especialidad técnica o de su utilidad práctica, viene cargado de un sentido contextual. Todo saber responde a representaciones colectivas que, en mayor o menor grado, incorporan valores sobre el mundo objetivo. Por ello, para el educando todo acto educativo implica una relación de universal heteronimia. Es un ejercicio de socialización en el que nos incorporamos al torrente de un mundo ya existente, cargado de contenidos, de jerarquías, de escalas valorativas y de evidentes y apreciables núcleos morales, normativos, unas veces represivos. 

 

En consecuencia, la educación en enfermería requiere de una combinación de conocimientos, habilidades y valores. En su centro requerirá de un llamado a la comprensión de la   conectividad de las cosas. Conectividad a Tarbes de un uso cuidadoso y sagrado del idioma, conectividad de un mundo de interdependencia en el que vivimos. Conectividad a traveseé de una visión  de grandes profesores, conectividad entre la teoría y los valores de nuestras vidas y finalmente, conectividad entre el aula y lo imperativo del servicio (Watson and Bevis).

 

7. Fraternidad  en la interacción Docente – Estudiante

 

El tema de la Fraternidad en las interacciones del docente con el estudiante es amplio, complejo y de gran relevancia considerando que la finalidad de la docencia, a través de la educación, es guían a los estudiantes en su crecimiento como seres humanos. (17). En este sentido el autor antes señalado sostiene que la educación en lo que se refiere al crecimiento de los estudiantes como seres humanos responsables, “Social, y Ecológicamente  conscientes” , consiste en la creación con ellos de las condiciones de las relaciones, basándose en la autonomía e integridad de su respeto por sí  mismo, que le permita tener en cuenta su individualidad fundamentada en el respeto y aceptación de sí,  “y no en su oposición con diferencia de otros y que, por lo tanto, pueden cooperar porque nos temen desaparecer en su relación con otros”. Es decir, el docente crea espacios de interacciones fraternas con los estudiantes cuando el ambiente de las relaciones es de apertura, flexibilidad, respeto, aceptación que los hace sentirse libres, para reflexionar, ver, corregir equivocaciones, expresarse  y de esa forma crecer como personas. De allí que hoy más que nunca, se necesitan docentes, educadores sólidamente formados, que interioricemos que la misión primordial es estimular el aprendizaje permanente y la formación humana y ciudadana de los estudiantes  la cual solo es posible si hay un compromiso en el propio aprendizaje y formación. Esto, implica, iniciar  procesos de formación permanente a partir de la reflexión, desrutinización   y renovación de la práctica. (18).  Se trata de auto evaluación de reflexión y del cuestionamiento permanente del “ser y del actuar” nos compromete como docentes a la búsqueda de la fraternidad en la interacción con los estudiantes para la humanización de los procesos de aprendizaje y de la vida.

 

Todo estos nos plantea la necesidad de “reeducar al docente”, para que adquiera la cultura del respeto, el dialogo, y asuma al otro como semejante, sujeto de conocimiento y de verdad. De ahí la necesidad de asegurar y afianzar una serie de principios pedagógicos esenciales como “actividad, convivencia, humor, comunicación, afecto”. En la educación, es imposible la efectividad sin la afectividad (18).  Nos referimos por consiguiente a querer a los estudiantes, en especial a los que presentan dificultades. Sentir afecto por los estudiantes supone creer en ellos, en sus capacidades, tener expectativas sobre sus potencialidades, disfrutar de los logros, aunque sean pocos, respetar su ritmo y modo de aprender, valorar y estimular su esfuerzo personal, su autonomía, y estar siempre dispuesto a ayudarlo y orientarlo, animándolos a que cada día crezcan y se desarrollen tanto como le sea posible.

 

El docente fraterno, es el que asume la pedagogía del afecto y la alegría lo cual implica que los docentes entiendan que su labor educativa tiene una dimensión más allá del aula, porque las actividades recreativas son más profundas que todo el trabajo del aula, sobre todo si se relacionan con las raíces culturales de la comunidad. (18). Estas actividades de convivencia, fortalecen la identidad, la pertenencia, la sensibilidad, abren el campo de la innovación, creatividad, y el servicio. Son las que penetran en el espíritu y no olvida las personas.

 

Ser docente fraterno, es más complejo sublime e importante. Lo relacionamos con las ideas de Maturana, quien narra que es “alumbrar personas autónomas, libres, y solidarias, dan la mano, ofrecen los propios ojos para que otros puedan mirar la realidad sin miedo. Es misión no solo profesión. Implica no solo dedicar horas sino el alma. Exige no solo ocupación, sino vocación. Es estar dispuesto a darse” (18). Esto implica una honda madurez y coherencia de vida y de palabra. De ahí que la vocación del docente que establecen relaciones fraternas con los estudiantes, reclama por consiguiente algo más importante que títulos, cursos, diplomas, conocimientos técnicos, se necesita el sentimiento del amor. Cuando se vive de la docencia como un servicio, sin  la ayuda al estudiante no solo al saber, es decir adquirir conocimientos y destrezas, sino que se le da sentido a la misión de educar, lo ayuda  a Ser Persona.

 

En este orden de ideas, la fraternidad en la interacción del docente y el estudiante implica, educar con amor. (19). El amor, es el origen del conocimiento y de la comunicación. Expresa el autor ante señalado. Si la actitud para con nuestro alumnos es cariñosa, el mensaje que intentamos transmitir más fácilmente llegará, porque estaremos utilizando entonces la base de la comunicación. El afecto  que siente el docente durante el proceso de enseñanza aprendizaje le facilite la expresión de palabras y el comportamiento idóneo, y por la satisfacción; felicidad que siente al dar de sí. El amor según lo enuncia Perdomo, tiene su origen en tres fuentes: En el sentimiento es la voluntad, y en el conocimiento.


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