- Transporte mediado por receptores: se pueden hallar en las membranas pero no necesariamente, ya que tienen capacidad para realizar su transporte al interior de la célula a través de endosomas. El ligando, al contactar con el receptor en la membrana celular, se transporta por endocitosis junto con este al interior de la célula. Este sistema es capaz de introducir moléculas de mayor tamaño que el anterior, por lo que puede ser utilizado por los fármacos y drogas para franquear la Barrera Hemato-Encefálica (BHE).
- Endocitosis: utiliza las invaginaciones (con o sin recubrimiento) de la membrana celular. Participan además de la ptocitosis, en la regulación de señales, transporte de receptores de lipoproteínas de baja densidad y transferrina.
- Estos procesos funcionan en ambos sentidos, y algunas circunstancias y/o enfermedades pueden alterar su funcionamiento modificando la permeabilidad de la Barrera Hemato-Encefálica (BHE) y haciendo al cerebro más susceptible a las agresiones externas.
Tipos de transportador en la Barrera Hemato-Encefálica.
- p-glicoproteína: mencionada anteriormente en el apartado de transportadores de la barrera placentaria. Gracias a experimentos realizados con ratones knockout para los genes MDR (Multidrug resistance) se pudo comprobar que esta proteína es la encargada de limitar el acceso de gran cantidad de fármacos al cerebro. Debido a su actividad, los procesos terapéuticos necesitados del acceso al tejido cerebral están limitados, como por ejemplo la quimioterapia, ya sea por su presencia en la Barrera Hemato-Encefálica (BHE) o en las propias neoplasias. Para contrarrestar este fenómeno, se están desarrollando inhibidores de la acción de la p-glicoproteína, de manera que se logre aumentar las concentraciones de fármaco administrado tanto a nivel del tejido cerebral como dentro de las propias células tumorales.
Otra de las enfermedades cuyo control se ve afectado por la actividad de esta glicoproteína es la infección por VIH. Debido a que los inhibidores de la replicación vírica no pueden alcanzar el cerebro, este se convierte en una reserva re-infectante del virus. No obstante, el uso terapéutico de los inhibidores de este transportador debe tomarse con prudencia, ya que la alteración de la permeabilidad de la Barrera Hemato-Encefálica (BHE) puede volver tóxicas en el cerebro muchas drogas que en condiciones normales no alcanzan concentraciones de toxicidad para las neuronas.
- Transportadores de aniones orgánicos: al ser la membrana celular de carga negativa en sus facetas extra e intracelular, los compuestos aniónicos son repelidos. Para poder transportarlos se conocen dos familias de transportadores de aniones multiespecíficas, una para aniones orgánicos (TAO) y otra para aniones orgánicos polipeptídicos (TAOP).
- Transportador de glucosa: además de transportar el “combustible” esencial para el cerebro, estos transportadores pueden movilizar glucopéptidos.
- Sistemas de transporte de nucleótidos: los nucleótidos son necesarios en todos los tejidos para la síntesis de ADN y ARN, pero el tejido cerebral carece de capacidad de síntesis de los mismos. Estos transportadores se encargan de permitir su acceso al tejido cerebral en la Barrera Hemato-Encefálica (BHE).
- Transportadores de aminoácidos: su función es proporcionar aminoácidos de gran tamaño al cerebro. Se conoce bien su función por su participación en enfermedades como la fenilcetonuria, donde su alteración impide la llegada de fenilalanina al cerebro. Estos transportadores son útiles para mediar el acceso de drogas a través de la Barrera Hemato-Encefálica (BHE).
- Transporte de drogas mediado por receptores: Se conocen dos tipos, receptores de transferrina 1 y 2 y los receptores tipo scavenger. Los primeros también están presentes en el tejido hepático y en la médula ósea, lo que limita su especificidad a la hora de ser utilizados como vehiculizadores de fármacos a través de la Barrera Hemato-Encefálica (BHE). Del mismo modo ocurre con los receptores scavenger, que pese a su amplia especificidad de sustratos transportados, no son muy apropiados para introducir sustancias en el cerebro. Dentro de estos últimos, el tipo SR-AI se ha relacionado con enfermedades neurodegenerativas, y el tipo SR-BI juega un importante papel en el transporte de ésteres de colesterol a través de la Barrera Hemato-Encefálica (BHE).
Aparte de la influencia de los mecanismos de transporte mencionados, hay que tener en cuenta otros parámetros, especialmente farmacocinéticos, a la hora de considerar el transporte de drogas al cerebro. Incluso en las sustancias que atraviesan fácilmente la Barrera Hemato-Encefálica (BHE), son dependientes del flujo sanguíneo, su grado de unión a proteínas/fracción libre, volumen de distribución, y las reacciones metabólicas que pueda sufrir el fármaco hasta alcanzar su lugar de acción.
ALGUNAS DROGAS DE ABUSO Y SUSTANCIAS ADICTIVAS Y SU RELACIÓN CON LA GESTACIÓN.
COCAÍNA
La cocaína es una droga estimulante de gran poder adictivo. Se popularizó en las décadas de los ochenta y noventa pero su consumo se remonta a hace varios siglos (consumo de las hojas de la coca). Existen dos formas químicas, la sal de clorhidrato y los cristales de cocaína. La primera de las formas es la que se vende en la calle en forma de polvo y se puede consumir sola o mezclada con otras sustancias por vía oral, nasal, intravenosa o pulmonar. Los cristales de cocaína reciben el nombre común de “crack”, cuya vía de administración suele ser por aspiración de los vapores producidos en su combustión.
La cocaína ejerce sus efectos en una región muy profunda del cerebro denominada área ventral del tegumento (AVT). Las células nerviosas de este área forman el núcleo acumbens, región clave del cerebro en los procesos de gratificación. Estas células, ante una sensación placentera, liberan grandes cantidades de dopamina. La cocaína es capaz de bloquear la recaptación sináptica de la dopamina, consiguiendo que ésta se acumule en el espacio sináptico y generando las sensaciones eufóricas y placenteras al estimular sin interrupción los receptores dopaminérgicos de la neurona postsináptica.
Los efectos que la adicción cocaína previa al embarazo pueda producir sobre este o el futuro hijo son desconocidos, pero si existen estudios sobre el consumo de ésta sustancia durante el embarazo que lo relacionan con prematuridad y menor peso, estatura y circunferencia craneal al nacer. En los casos de mujeres consumidoras habituales de esta droga, se han descrito también anormalidades del cerebro, cráneo, cara, ojos, corazón, extremidades, intestinos, genitales y del tracto urinario del neonato. Los riesgos durante la gestación, especialmente los dos primeros trimestres, abarcan desde el aborto espontáneo hasta el desprendimiento placentario.
La cocaína atraviesa la barrera placentaria, produciendo efectos adversos en el desarrollo del feto. Se cree que el mecanismo de acción tiene que ver por la interacción de ésta droga con los transportadores monoamino-oxidasa. Dentro de estos efectos, se ha observado en las 8-10 primeras semanas posteriores al parto, irritabilidad, temblores, alteraciones visuales y del sueño. Algunos autores han atribuido esos síntomas al síndrome de abstinencia post-parto, al acompañarse en algunos casos de alteraciones gastrointestinales y convulsiones.
Hace ya tiempo, se dio en llamar “bebés crack” a los hijos de madres consumidoras de esta sustancia, vaticinándose graves complicaciones en el desarrollo funcional y cognitivo de estos niños. No ocurrió así, al menos no de forma tan catastrofista, pero si se han detectado carencias a más largo plazo en algunos aspectos del rendimiento cognitivo, del procesamiento de información y en la atención a sus tareas.
El consumo de cocaína también debe ser tenido en cuenta durante la lactancia, ya que se ha encontrado presente en la leche materna e incluso se han detectado casos de intoxicación tras la lactancia si la madre había consumido suficiente cantidad de cocaína.
OPIÁCEOS Y OPIOIDES
Los opiáceos son sustancias naturales derivadas del opio (adormidera o papaber somniferum), entre los que se encuentran la morfina, codeína, tebaína, papaverina y noscapina, que son utilizados como potentes analgésicos, antitusígenos y espasmolíticos. Aparte de su función principal como narcóticos, también son euforizantes, depresores del ritmo respiratorio y de la motilidad intestinal.