Presencia de las ciencias sociales en las facultades de Ciencias de la Salud. Reflexiones sobre su necesaria integracion para el estudio del proceso salud-enfermedad humana
Autor: Rosmel del Valle Orfila Vilera | Publicado:  26/03/2010 | Formacion en Ciencias de la Salud | |
Presencia de las ciencias sociales en las facultades de Ciencias de la Salud .4

Se está muy convencido que cada carrera universitaria cumple su cometido de suministrar a los estudiantes los conocimientos científicos y tecnológicos útiles para cumplir la misión para lo cual se prepararon. Sin embargo, para nadie es un secreto que a pesar de la gran especialización alcanzada en los estudios formales hay evidencias que permiten asegurar una escasa formación desde el punto de vista de los valores éticos y morales, tan vitales para que cada quien alcance el ideal de hombre humanizado.

Nada vale con lograr la titulación académica en la Universidad; la valía está en alcanzar la calidad humana deseada, esto es procurar la transparencia comunicativa, valorar la vida y la existencia humana, respetar la diversidad cultural, aceptar responsabilidades hacia los más necesitados, comprometerse a cuidar a la fauna y flora indefensos y que aun cuando las leyes especiales para su protección no son efectivas tener presente que forman parte exclusiva de los entornos en los que habitan los seres humanos. Aquí, de lo que se trata es de entender que el hombre es tal por cuanto formamos parte íntegra de una misma realidad y naturaleza; no es ajeno al colectivo la convivencia con los otros.

Asumiendo compromisos decisivos dirigidos a “cuidar a la Madre Naturaleza” es un propósito sublime, que dirige la mirada a cuidar a los seres humanos, la flora, la fauna, los diversos recursos con los cuales el hombre depende para la subsistencia, a contribuir al acervo del conocimiento y a la técnica apuntalados siempre a satisfacer necesidades y requerimientos del colectivo, difundir ideas que alimenten y alienten alcanzar ideales más sublimes, desarrollar el sentido por la apreciación de las bellas artes y de las humanidades. En estos aspectos, y en otros más que seguro está cada docente preocupado, se encuentra la esencia del ser, del hacer, de ejecutar y de convivir de manera directa, en el contacto “cara a cara” con los sujetos, con los otros que forman parte de la especie humana.

Trascender las coordenadas rígidas de las disciplinas científicas que la Universidad ha sabido fraguar desde las épocas pasadas en latitudes disímiles del concierto de naciones y pueblos del Mundo, es quizás una gran utopía o un sueño alcanzable para los más optimistas; una barbaridad para aquellos que apuestan por una ciencia que resuelve todo, estigmatizada con razón como la “vaca sagrada” de los hombres. Sin embargo, ya desde hace mucho tiempo se avizoran tiempos de cambios, y los mismos responden a una dinámica societal que lucha contra las viejas y antagónicas formas de pensar propios de una tradición histórica impuesta como consecuencia de múltiples hechos y fenómenos algunos de carácter local-regional y otros mundial.

Objetivos sublimes de una enseñanza y de un aprendizaje significativo de los seres humanos convergen en asegurar la convivencia sana, en paz, caracterizada por la igualdad de condiciones, que posibilite la creatividad y la inventiva de cada individuo, que fomente los valores ético y morales, que establezca normas justas y necesarias para el desarrollo de la vida en colectivo.

Ante estas reflexiones, compartidas o no por otros, es necesario advertir que las Ciencias Sociales deben enfrentar desafíos que están destinados a romper barreras de resistencia hacia proyectar en novísimos escenarios los aportes de las disciplinas que se enseñan en los recintos universitarios. Al respecto, entre algunos retos que ha de enfrentar se encuentran los siguientes:

  1. En los escenarios académicos en los que se desarrollan programas propios de las Ciencias de la Salud, es apremiante que los especialistas de dichas disciplinas tengan una actitud inteligente y diligente con respecto a valorar el papel decisivo de las Ciencias Sociales para abordar el estudio del proceso salud-enfermedad de los seres humanos.

En concordancia con este planteamiento, la Organización Panamericana de la Salud (2006), plantea claramente que,

Más allá de la asistencia sanitaria y los estilos de vida, la Carta de Ottawa (1986) definió las siguientes cinco acciones estratégicas como marco de la promoción de la salud: 1. Construir políticas públicas saludables. 2. Crear ambientes que apoyen el desarrollo de una vida saludable. 3. Fortalecer la acción comunitaria. 4. Desarrollar habilidades personales. 5. Reorientar los servicios de salud. (p. X)

  1. Los docentes e investigadores defensores de la presencia de las Ciencias Sociales en las Facultades de Ciencias de la Salud deben crear espacios discursivos y de reflexión para que los profesionales ajenos a éstas disciplinas comprendan la naturaleza y dinámica de las mismas, siempre a la luz de acompañarlas en la tarea de relacionar la salud-enfermedad con los determinantes socioculturales que en definitiva dan fisonomía.

  1. Romper esquemas rígidos propios del método biologista y mecanicista que centra su atención en observar al organismo humano como una “máquina”, es decir, cuyo funcionamiento depende exclusivamente de los órganos y sistemas que interrumpen su normal funcionamiento cuando entran en acción las bacterias y los virus.

  1. Los docentes-investigadores de las Ciencias Sociales que ejercen funciones de enseñanza en las Facultades de Ciencias de la Salud están en la obligación de ofrecer explicaciones y ópticas teorizantes que permitan a los otros profesionales no formados en las áreas de dichas ciencias tener en consideraciones que el estudio y comprensión de los seres humanos va más allá del reduccionismo ya en decadencia. Esto es, que quede entendido de una vez por todas que hay enfermedades propias de los seres humanos cuya génesis hay que buscarlas en las dimensiones sociocultural; son aquellas patología de etiología social tan nefastas como la violencia en todos sus tipos (familiar, escolar, callejera, colectiva, en el trabajo, etc.), drogadicción (desde la niñez hasta la adultez madura), explotación sexual juvenil, alcoholismo, pobreza (en todas sus manifestaciones), exclusión social, etc.

Todos estos son algunos ejemplos atribuidos a las dimensiones sociales y culturales que de una u otra manera contribuyen al desequilibrio del estado de salud de los individuos. En este sentido, las Ciencias Sociales deben enfocarse en todos los factores que condicionan el proceso salud-enfermedad, y en este sentido la Organización Panamericana de la Salud (2006) plantea que,

La promoción de la salud como proceso de protección de las personas y aumento de su control sobre los determinantes de la salud, requiere estrategias sociales de amplio espectro que abarquen no solo las acciones para fortalecer las capacidades tanto individuales como institucionales sino también los cambios sociales, económicos, ambientales y de condiciones de vida, particularmente en lo que se refiere a esos determinantes. (p. XI)

  1. Es apremiante volver al estudio del Hombre considerándolo como una totalidad y como producto histórico-social. Es, por tanto, vigencia enmarcada en las coordenadas temporales y espaciales y, de igual manera, es constructor de la cultura y del antroposistema y de todas las instituciones fundamentales para la vida en sociedad.

Habida cuenta de estos aspectos inherentes a la acción del hombre como sujeto de un proceso histórico que se ha desarrollado a la luz de una episteme fraguada en cada etapa de la vida de la humanidad en su conjunto, debe considerarse al mismo como sujeto cambiante que requiere adaptaciones fundamentales que le permita desarrollarse y crecer de manera segura.

Dentro de estos aspectos vitales para los seres humanos se encuentran precisamente aquellos que giran en torno a la generación de normas que regulen los comportamientos sociales. Así, ante la denominada “descomposición” social, familiar, política, económica, educativa, etc., es apremiante reflexionar al respecto y en este sentido proceder de manera planeada con propósitos bien definidos enmarcados dentro de los fines y objetivos de una sociedad sana y justa.

Hay evidencias sustanciales que reflejan el grado de deterioro del hombre y de sus acciones en el entorno natural y social. Desde el punto vista de la Sociología dicho fenómeno se denomina anomia, es decir, ruptura de las normas por el hombre dentro de una determinada sociedad. Esta tendencia trae consigo el advenimiento de una serie de desencadenantes que repercuten directamente en los seres humanos ocasionando las denominadas ENFERMEDADES DE ETIOLOGÍA SOCIAL, ya comentadas en otros párrafos y que forman parte de la cotidianidad social, del día a día de las comunidades y sociedades.

Aquí, de lo que se trata es de comprender el origen multicausal de las enfermedades de los seres humanos; ya no se trata de seguir con las viejas y antagónicas ideas de creer que las enfermedades del organismo humano tienen una génesis exclusivamente enmarcada en el paradigma biologista, es decir que explica que las bacterias y los virus son los únicos agentes decisivos en romper con el equilibrio biopsicosocial del hombre con el cual se denomina comúnmente la salud, ocasionando así las enfermedades de todo tipo.


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