El programa nacional de formacion de Medicina Integral Comunitaria desde una perspectiva compleja y transdisciplinaria
Autor: MSc. Dr. Carlos Enrique Hernández Borroto | Publicado:  7/05/2010 | Formacion en Ciencias de la Salud | |
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El programa nacional de formación de Medicina Integral Comunitaria desde una perspectiva compleja y transdisciplinaria.

MSc. Dr. Carlos Enrique Hernández Borroto. Especialista de II Grado en Medicina General Integral. Máster en Educación Médica. Máster en Urgencias Médicas.
Br. Orquidia Reyes Chacón. Estudiante de 5º año del Programa Nacional de Formación de Medicina Integral Comunitaria.

Universidad Bolivariana de Venezuela. Ave. Leonardo de Vinci. Los Chaguaramos. Caracas.

RESUMEN

Se describen algunos elementos de la evolución histórica de los paradigmas de la simplificación y de la complejidad a lo largo de la historia de la ciencia, y particularmente de la educación y la práctica médica. A partir de estos se valoran particularidades del proceso enseñanza aprendizaje en el Programa Nacional de Formación en Medicina Integral Comunitaria que se desarrolla en Venezuela desde el año 2005, a punto de partida de la experiencia cubana en la Educación Médica. Se retoman las declaraciones y postulados de algunos eventos internacionales sobre este tema, como la Declaración de Locarno y el Proceso de Bolonia.

Palabras Clave: Educación médica; Integración transdisciplinar; Pensamiento complejo; Transdisciplinariedad; Transcomplejidad.

DESARROLLO:

En el siglo XIV Guillermo de Ockham creó el principio filosófico llamado “navaja de Ockham”, “principio de economía” o “principio de parsimonia” según el cual han de preferirse las teorías más simples a las más complejas (Pluralitas non est ponenda sine necessitate o la pluralidad no se debe postular sin necesidad) (1). Estas ideas permitieron grandes avances en el desarrollo de la ciencia de la época, en contraposición a la filosofía escolástica y al platonismo, pero sentó bases para el futuro paradigma de la simplificación.

En 1543 se publican dos obras que producirían un cambio radical en la manera de entender el mundo y su posición en el universo, y el cuerpo humano. De la autoría de Nicolás Copérnico y Andreas Vesalius, De Revolutionibus Orbium Coelestium (Sobre el Movimiento de las Esferas Celestiales) y De Humani Corporis Fabrica (La Fábrica del Cuerpo Humano), respectivamente, contribuyeron a dar un enfoque complejo a la realidad y al pensamiento de la época (2). Casi 40 años después y gracias al trabajo de Christophorus Clavius y Aloisius Lilius, entre otros, bajo la guía del pontífice Gregorio XIII, se instaura el nuevo calendario “gregoriano” en octubre de 1582, que pondría uniformidad en la medición del tiempo en gran parte de los países de la época (3), iniciando en la historia una de las ideas complejas que generarían cuatro siglos después parte de la teoría de la relatividad de Albert Einstein.

Debido a los nuevos descubrimientos que se fueron sucediendo en las diferentes ciencias, cada vez fue menos posible para una sola persona dominar todas las ramas del saber. Se considera al monje jesuita Athanasius Kircher, como el último que “lo sabía todo”. Su gran erudición produjo obras como Mundus Subterraneus en 1664 y Turris Babel en 1679, donde trató de explicar el origen de las lenguas y los procesos telúricos, respectivamente (4-6).

En el mundo del siglo XVII con el surgimiento de hombres como Galileo, Newton y Descartes, se conformó un paradigma reduccionista-mecanicista, en el cual todos los seres humanos se vieron influenciados por este conjunto de valores, en una corriente tecnológica, que se iniciaba de manera frenética, con los cuales se comprometieron independientemente del costo y las consecuencias que esto podía acarrear, olvidándose de los factores relativos a la emoción y el espíritu que forman parte intrínseca de los seres humanos. El surgimiento de este gran paradigma de Occidente propuesto por Descartes, permitió enormes progresos del conocimiento científico y de la reflexión filosófica (7).

El “paradigma de la simplificación”, paradigma cartesiano o de occidente separa al sujeto del objeto con un mundo propio para cada uno: la investigación reflexiva y la filosofía por un lado y la investigación objetiva y la ciencia por otro lado. Esta disociación atraviesa el universo de un extremo otro: sujeto/objeto, alma/cuerpo, espíritu/materia, calidad/cantidad, finalidad/causalidad, sentimiento/razón, libertad/determinismo, existencia/esencia (7).

El paradigma de la simplificación no promueve la simplicidad de las cosas, sino el fraccionar el todo en partes para su mejor estudio y sistematización. Es decir, el todo está formado por la suma de sus partes.

Contra este paradigma reduccionista se elevaron varias voces comenzando el siglo XX. Ludwig von Bertalanffy, biólogo, crea la Teoría General de los Sistemas en 1945, Wiener la Cibernética en 1948. También los trabajos sobre teoría de la información de Shannon y Weaver (1949) y la teoría del juego de Von Neumann y Morgenstern (1949), son algunos ejemplos de teorías, que junto a las anteriores, compartían el interés por desarrollos no reduccionistas. Estas teorías son de naturaleza transdisciplinaria ya que toman en cuenta características generales que comparten sistemas diversos y llevan a comprender la existencia de diferentes enfoques de un mismo objeto con una perspectiva sistémica, como el caso de la cibernética, la teoría de autómatas, de la información, de control, la de conjuntos, la de grafos y redes, la de juegos y decisiones, la matemáticas relacionales, la computación y muchas otras. Estos enfoques se aplican tanto a seres vivos, como al comportamiento individual, familiar o social, a los sistemas de comunicación - incluidos los lenguajes - y en general a todo sistema complejo (8).

La Iglesia Católica se ha pronunciado sobre algunos de los aspectos del paradigma de la simplificación y sus consecuencias. En la Constitución Pastoral “Gaudium et spes”, promulgada el 7 de diciembre de 1965, durante el Concilio Vaticano II, se plantea en el ítem 61: “hoy día es más difícil que antes sintetizar las varias disciplinas y ramas del saber. Porque, al crecer el acervo y la diversidad de elementos que constituyen la cultura, disminuye al mismo tiempo la capacidad de cada hombre para captarlos y armonizarlos orgánicamente, de forma que cada vez se va desdibujando más la imagen del hombre universal” (9).

En el caso particular de la atención médica, bien avanzado el siglo XX el desarrollo progresivo de las sociedades altamente industrializadas, su moderna organización social y las nuevas modalidades de prestación de servicios de salud introdujeron cambios profundos en el ejercicio de la medicina, creando nuevos problemas como la ruptura de la relación médico-paciente, el deterioro de la imagen pública del médico, el surgimiento del paciente como cliente, usuario o consumidor y las complejas implicaciones de la medicina tecnológica. De la medicina hipocrática se pasó a una medicina organizada y gerenciada, a una práctica médica de tipo corporativo, en la cual el imperativo hipocrático fue reemplazado por un mandato burocrático, percibiéndose serias amenazas contra la preservación de la medicina como profesión y como ciencia (10).

Sin duda Abraham Flexner, y su informe de 1910, hicieron que la educación médica de esa época sufriera una profunda revolución. A casi 100 años de su publicación, muchos de sus planteamientos mantienen particular vigencia (10). Flexner viajó a Europa ese año y se nutrió de las experiencias del clínico inmortal Sir William Osler, fundador del Johns Hopkins y profesor - tutor de Harvey William Cushing; visitó varias escuelas de medicina del mundo; y promovió en los Estados Unidos la traducción de la gran obra de Theodor Billroth “Über das Lehren und Lehren der Medicischen Wisseschaften an den Universitäten der Deutschen Nation nebst Allgemeinen Bemerkungen Iniversitäten. Eine Culturehistorische Studie”. En la misma se hacía un análisis histórico y cultural de la enseñanza de las ciencias médicas en las escuelas alemanas de medicina (10).

Entre los postulados del informe Flexner hay algunos de particular importancia que tienen que ver con el paradigma de la simplificación en la educación médica:

• La educación médica es una disciplina técnica y profesional, que requiere la posesión e integración de porciones de otras ciencias estructuradas y organizadas bajo diferentes puntos de vista.
• La educación médica está expuesta a ser fragmentaria.
• El argumento de mezclar las materias clínicas y las preclínicas no es convincente.
• El interés es ciertamente un poderoso factor educacional en cada etapa. Pero no hay nada más perjudicial que una construcción equivocada del plan de estudios o la captación errada de la información. La anatomía, la fisiología y la patología son de por sí suficientemente fascinantes.

Estos elementos condujeron a la sistematización de las ciencias básicas biomédicas y básicas de la clínica, que se impartían en los primeros años del curriculum médico, donde el estudiante aún no tenía contacto directo con los pacientes.


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