Metastasis y curacion espontanea del cancer
Autor: Dr. P. García Férriz | Publicado:  28/06/2010 | Oncologia | |
Metastasis y curacion espontanea del cancer .1

Metástasis y curación espontánea del cáncer.

García Férriz, P.

Resumen

Después de mucho reflexionar, nos hemos forjado unas ideas que nos han conducido a plantearnos y a aportar diversas hipótesis, teoría y pruebas que en este estudio de investigación ofrecemos.

El tema que aquí planteamos, metástasis y curación espontánea del cáncer, lo enfocamos basándonos en mucho estudio y múltiples conceptos previamente demostrados.

Después de referirnos a la metástasis en general, nos hemos detenido más aún en las metástasis del corazón y del diafragma, junto al yeyuno e íleon, por ser las regiones que menos tumores primarios presentan, así como de metástasis en todo el cuerpo humano.

Tanto en el corazón como en el diafragma ofrecemos un meticuloso estudio basándonos esencialmente en sus células contráctiles y células de conducción nerviosa, siendo en ambos órganos más abundantes las células contráctiles; observaciones a las que les concedemos una singular importancia.

La ley de Maxwell no sólo trata de demostrarnos la etiopatogenia tumoral, sino que también nos ayuda de forma muy valiosa a concebir fundamentalmente cómo y por qué medio se produce principalmente todo proceso metastásico y la curación espontánea del cáncer.

Palabras clave

Metástasis: Ley de Maxwell, principalmente.

Curación espontánea: potenciales eléctricos débiles o ausencia eléctrica.

Metástasis

La metástasis es un proceso de expansión tumoral ejercido principalmente por el sistema nervioso.

Actualmente se conocen cinco vías de proyección: vía sanguínea, linfática, hormonal, conectiva y nerviosa.

Cuando las células se proyectan por la vía sanguínea, al llegar a los vasos capilares se extravasan a través de la barrera subendotelial, pero son muy pocas las que lo consiguen. 1 La capacidad electroquímica de estas escasas células que lo consiguen, lógicamente, está notablemente disminuida. Ya no reciben electricidad alguna como la recibían en su punto de origen, es decir, del órgano del tumor primario. Son como las pilas eléctricas, que poco a poco se van consumiendo, y al agotarse su limitada energía eléctrica, dichas pilas “mueren”. Y esto es precisamente lo que ocurre en el torrente sanguíneo.

Son muy escasas las células que alcanzan la extravasación, cuyo porcentaje no llega ni al uno por cien 1, y las que lo consiguen, sólo actúan en tejidos permisivos 1, es decir, formados de una estructura química similar a la del tejido del tumor primario. Pero en este segundo tumor no experimentan sus células una excitación capaz de proyectarlo por vía nerviosa hacia una tercera diana. Las células implantadas mediante este proceso de extravasación sólo han conseguido el contagio sin producir excitabilidad nerviosa. Las pruebas que hasta ahora se han efectuado, demuestran cuanto acabamos de exponer.

Si la célula extravasa se deposita en tejido de distinta especie, el cáncer no se produce. Su tránsito por la sangre así lo demuestra. Los leucocitos, por ejemplo, no son contagiados.

Tenemos nuestras dudas sobre los experimentos efectuados por Fidler y Kripke (1997)4 tras la inoculación intravenosa en ratones. Consideramos excelente la prueba, pero nos parece incompleta. No se ha tenido en cuenta el proceso de la intravasación, en qué condiciones energéticas invadieron la vía sanguínea o linfática, el tiempo empleado en hacer la intravasación y su duración en la vía sanguínea, el tiempo y vitalidad al efectuar la extravasación y, finalmente, conocer su acción en el nuevo parénquima. (Fig. 1)

Lógicamente, la prueba directa de inoculación intravenosa es más simple y más rápida que cuando se efectúa realmente en nuestro organismo. Con dicho método se emplean células malignas debidamente preparadas y conservadas; de esta forma tendrán más energía eléctrica y química que las células procedentes del tumor primario. Estas últimas penetran en el torrente circulatorio por millones y apenas sin voltaje eléctrico. (Figura 1)

Cuando a una células no se le administra continuamente la electricidad que necesita, forzosamente disminuye el número de mitocondrias y, por tanto, pierde poder energético.

Y aquí surge la siguiente interrogante: ¿Cuánto tiempo puede sobrevivir una célula extravasada? Indudablemente debe existir una notable diferencia entre la célula maligna del tumor primario y la célula maligna debidamente conservada y preparada. Esta última entra en la vía sanguínea con más vitalidad y además hace un recorrido más corto. La célula que procede del tumor primario está más desgastada, tiene que efectuar un mayor recorrido y con mayor dificultad.

Sin embargo, no ocurre igual con la célula maligna debidamente “manipulada” y preparada. Esta célula, por poseer una normal o elevada carga eléctrica y hacer un recorrido más corto, al llegar al segundo parénquima es normal que produzca el contagio. Pero no se proyecta hacia un tercer órgano. Esto es así. En tal sentido, ya se conocen pruebas de laboratorio efectuadas en distinto lugares del mundo científico.

Si la sangre fluye por todo el organismo portando las células malignas, ¿por qué no se depositan estas en el corazón, diafragma, en la piel, músculos, etcétera? Es muy posible que dichas células mueran en la misma vía sanguínea por las causas anteriormente apuntadas y, después de la extravasación, raramente llegan al segundo parénquima con la exigible fuerza electroquímica.

Con la vía linfática pasa exactamente igual. Las células que fluyen por ella tampoco producen tumores linfáticos. La causa es bien sencilla: las células malignas procedentes de cualquier parénquima son de una especie distinta a las de los linfocitos. La rapidez con la que se producen los tumores terciario, etcétera, no puede efectuarse nada más que por la vía nerviosa, que, indudablemente, es la más rápida de las cinco vías. Su velocidad normal puede llegar hasta los 120 metros por segundo.

El electromagnetismo se dirige a distancia y en distintas direcciones, favoreciendo de este modo la producción tumoral metastásica. Existen diversos axones que se dividen en varias ramas, por lo que pueden transmitir la información a varias dianas diferentes. 2 Las ramas de un solo axón pueden establecer 1000 conexiones (sinapsis) con otras neuronas. La electricidad (corriente nerviosa) se establece así de forma ininterrumpida. Pero puede producirse la circunstancia de que la neurona postsináptica carezca de axón y por tanto de dendritas. La conducción nerviosa sufre alteraciones. En tales circunstancias, preguntamos: ¿puede ser esta disposición neuroanatómica la causante de la curación espontánea del cáncer?

Un tumor del sistema nervioso central (SNC) muy raramente puede producir metástasis en el sistema nervioso autónomo. Creemos que la causa es porque no existen relaciones anatómicos entre ambos sistemas. En cambio, la sangre fluye por todo el organismo y no produce metástasis, salvo muy raras excepciones consideradas como patológicas. Tampoco se produce leucemia por un tumor producido en cualquier parénquima. Con la vía linfática sucede lo mismo. La vía hormonal actúa siempre con la colaboración del sistema nervioso.

Los tumores del sistema nervioso central (SNC) producen las metástasis en su propio sistema y en el sistema neurovegetativo no sucede lo mismo. En este sistema predominan las acciones químicas sobre las eléctricas 11, y además, el parasimpático conecta con el encéfalo a través del corredor celular existente en la médula espinal. Esta es la diferencia que existe entre ambos sistemas, pero es posible que también se produzcan determinadas patologías metastásicas.

La mayoría de las células malignas que pasan al torrente circulatorio mueren; no se encuentran en su habitual campo de vida. Algunas consiguen sobrevivir y consiguen su extravasación a otros tejidos de la misma familia en donde se formó el tumor primario. Si la célula se deposita en tejido de distinta especie, el cáncer no se produce. Su tránsito por la sangre lo demuestra.

Tanto la vía linfática como la sanguínea se constituyen en depósito y tumba de las células malignas extravasadas. Normalmente, las células malignas nacen y mueren en sus respectivas vías de conducción. (Fig. 2)

La proyección por vía conectiva (intersticial) sólo abarca a las células correspondientes al mismo órgano, glándula o tejido donde se origina el tumor. No tiene expansión a grandes distancias.


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