Artrosis de rodilla. Aplicacion de la Medicina natural y tradicional y su relacion con la bioetica
Autor: Lic. Arelys Morales López | Publicado:  31/01/2012 | Articulos , Reumatologia , Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
Artrosis rodilla. Aplicacion de Medicina natural y tradicional y su relacion con la bioetica .4

E. Kant: “Es bueno hacer lo que se debe” (es la voluntad de obrar por deber, por conciencia del deber, no cumplir formalmente el deber estipulado en la norma- imperativo categórico).

S. Mill: “Se debe hacer lo que es bueno” (la obligación moral se determinará en función de las consecuencias previsibles de la acción, de acuerdo a la correlación de perjuicios y beneficios (utilidad, que esta puede reportar) utilitarismo de acto.

Premisas Científico- tecnológicas:

• Desarrollo de la RCT y su aplicación indiscriminada en el holocausto de Hiroshima y Nagasaki generó serios cuestionamientos.
• Revolución en los Ciencias Biológicas iniciada en la década de los 50 descubrimientos de la estructura del ADN, posibilidad de descifrar el código genético y la aplicación de la ingeniería genética molecular crea la posibilidad de riesgos potenciales de manipulación de las funciones vitales.
• Deterioro progresivo del medio ambiente que pone en peligro la asistencia humana.
• Creación de terapias intensivas a fines de los 50, el desarrollo de los trasplantes de órganos a partir del 60, la aparición de las nuevas tecnologías reproductivas, la fragmentación y despersonalización de la atención medica generándose nuevas terapias y actualizándose viejos problemas éticos para los cuales la deontología medica no tendría una respuesta elaborada.

En el mundo actual se manifiestan tendencias en el campo de la bioética entre las que podemos destacar la concepción de Potter, es el núcleo central de la bioética está en la identificación de la necesidad de una ética que cuestione el conocimiento como valor absoluto y alerte sobre la nocividad potencial del conocimiento dejado a su libre arbitrio. La bioética potteriana exige la reconciliación del saber con la moralidad como entidad única; que lo moral sea incorporado al conocimiento como componente importante de la objetividad y la legitimidad del saber. Establece además, un nexo entre la revolución científico-técnica en el campo de la biología y la Medicina, el medio ambiente y la ética.

Lo global de la bioética potteriana no emana de su orientación al tratamiento de asuntos globales, ambientales, que preocupen al género humano o resulten de su interés; su globalidad se expresa en la construcción de un saber nuevo como unificación de conocimiento científico y moralidad orientados al futuro, a la solución del problema de la supervivencia humana. Este planteo del problema distingue el enfoque bioético global de Potter con respecto a las manifestaciones posteriores de la ética ambiental y de la bioética biomédica, y permanece como su legado filosófico más profundo —en gran medida todavía incomprendido—, a una bioética genuinamente global.

Las ideas más importantes de la concepción potteriana de la Bioética como una ética global pueden resumirse en las siguientes:

1. La preocupación por el futuro y las consecuencias a largo plazo de las acciones humanas. La orientación de la ética hacia el futuro y hacia la naturaleza
2. La necesidad de adoptar una conducta de humildad ante el conocimiento y el progreso material.
3. La constatación de una contradicción entre el conocimiento y el progreso material del hombre, de una parte, y la falta de una sabiduría para manejarlo. En consecuencia, la delimitación del problema de la Bioética como búsqueda de una sabiduría para manejar el conocimiento.
4. La suposición de que las ciencias biológicas tienen potencialidad como fuentes de moralidad.
5. La crítica a la ética tradicional por considerarla inadecuada para responder por la preocupación por el futuro. La orientación de la bioética a atender el problema de la supervivencia humana.

La idea original de la Bioética en los textos de Potter vincula la preocupación por el futuro y por las consecuencias a largo plazo de las acciones humanas con la noción de humildad. A su juicio el hombre, y en especial el científico debe adoptar una posición de humildad ante el futuro. La humildad significa apertura a la reflexión crítica y autocrítica, integración del saber científico multidisciplinario, inclusión y consideración de los criterios de científicos y no científicos, del hombre, del ciudadano. Si recordamos la escisión de los saberes en el pensamiento clásico, la legitimación del conocimiento científico como verdadero, y la preponderancia de esos criterios en la mentalidad de los científicos, podremos comprender la gigantesca ruptura que el reclamo de humildad ha significado en los ambientes académicos educados en el modo clásico de concebir el lugar de la ciencia en el sistema del saber y la vida.

La medicalización de la bioética

Simultáneamente con la propuesta de Potter, el Hastings Center, el Instituto Kennedy de Ética y la mayoría de los biotecistas norteamericanos comenzaron a centrar sus investigaciones en los problemas éticos que se planteaban en la esfera de la asistencia y las investigaciones médicas con la aplicación de las nuevas tecnologías y el predominio de nuevas concepciones y patrones morales en las relaciones entre los médicos y los pacientes, sin prestar atención a las problemáticas ecológicas.

La bioética médica se impulsa por un movimiento conformado por personas provenientes de grupos sociales con acceso a los servicios de salud. Su objetivo, por tanto, no era el del mejoramiento del estado de salud de la población en general mediante el logro de niveles superiores de acceso de ésta a éstos (justicia macrodistributiva), sino uno mucho más limitado: el de proteger al consumidor de las prácticas deshumanizadas que se apreciaban en la prestación de dichos servicios, y aspirar a garantizar de este modo su bienestar.

Este movimiento no se manifestaría en contra de la mercantilización desmesurada de los servicios de salud, ni señalaría a ésta como causa inmediata de la referida deshumanización. Más bien, por el contrario, partía de la aceptación de tales relaciones mercantiles y sólo buscaría, desde la posición del consumidor, modificar las condiciones de su inserción en ellas, intentando hacer valer la fórmula liberal burguesa, nunca antes aceptada en Medicina, de que el que paga manda (psicología consumista del bienestar). No obstante su carácter reformista estrecho (sólo dirigido a producir reformas en la práctica mercantil hospitalaria), constituiría una propuesta humanista, quizás la única que tendría posibilidades de prosperar en dicho contexto: introducir el criterio del individuo-paciente- consumidor en el proceso de toma de decisiones clínicas a modo de escudo protector contra las prácticas hospitalarias deshumanizadas e instrumento de presión para la moralización del ambiente de los hospitales, el cual había sufrido, por las causas ya analizadas, un significativo deterioro.

Las instituciones de salud, comenzando por la Asociación Americana de Hospitales, cogerían favorablemente el movimiento, aunque algunas de ellas mostraran al principio cierto recelo. Este, finalmente, sería asimilado e incluso estimulado con criterio mercantil por los poderosos intereses económicos que se mueven en la esfera de la salud, al vislumbrar en él potencialidades (que en nada tienen que ver con los propósitos que lo animaron) para generar ganancias suplementarias mediante su contribución a la oferta de servicios hospitalarios de excelencia mucho mejor cotizados en el mercado de la salud.

Las instancias de poder -primero el judicial, después el legislativo y más tarde el ejecutivo-, no tendrían dificultad alguna para, sin dejar de responder a los intereses de los grupos dominantes de la sociedad, atender a los reclamos de la opinión pública y del movimiento de consumidores de servicios de salud. La atmósfera de reformas que se había generado sería incluso aprovechada para favorecer dichos intereses.

El poder judicial, al juzgar casos clínicos, mostraría, desde muy temprano, predilección por decisiones de corte liberal-burgués cada vez más extremo (que irían mucho más allá de los objetivos que se propondría el movimiento) caracterizadas por su pragmatismo e individualismo crecientes. Dichas decisiones, no sólo armonizarían con la orientación neoliberal de la sociedad norteamericana de la época, sino que además contribuirían a consolidarla.

El poder legislativo, por su parte, ante la presión de la opinión pública, de los electores, se vería obligado a tomar medidas tendientes a la protección de los sujetos humanos de investigación.

Por último, el poder ejecutivo ratificaría las posiciones adoptadas por el legislativo y se manifestaría además, al aprovechar las polémicas en torno a la aplicación del principio de justicia a la distribución de recursos en la esfera de la salud, por la reducción de las asignaciones presupuestarias a ésta, y considera necesario el garantizar sólo un ambiguo "cierto nivel" de asistencia sanitaria a cada ciudadano, lo cual nunca sería cumplido plenamente, para imponer, a la postre en la práctica, las políticas neoliberales en salud.

El interés por procurar el bienestar humano, fundamento moral primero de la profesión, se encontraba mediatizado por los intereses que se habían generado en el cuerpo médico norteamericano como consecuencia de su inserción en un sistema de relaciones profundamente mercantilizado.

Ello facilitaría a la Asociación Médica Americana la renovación de sus principios éticos, de modo tal que se hiciera factible la satisfacción de los intereses del consumidor, mediatizados, como ya se encontraban, por los intereses de las instituciones de salud y de los poderes públicos.

Como resultado, el principio de autonomía y su aplicación, el consentimiento informado, estarían llamados a adquirir en la práctica el estatus de reguladores fundamentales de la conducta profesional. La protección del paciente cedería terreno ante la protección de su autonomía. La proyección beneficentista del profesional de la salud que se pretendía revalorizar, corría el peligro de resentirse aún más con la absolutización del citado principio y su aplicación.

Los intereses profesionales, ahora fuertemente imbricados con los intereses antes enumerados, tenderían a teñirse de pragmatismo, pudiendo primar incluso sobre los intereses del paciente. Así, por ejemplo, el consentimiento informado podría ser empleado como escudo protector, no sólo del paciente, sino de los profesionales de la salud ante posibles demandas judiciales.

El carácter mercantil de las relaciones que el movimiento de consumidores de salud trataba de corregir, representaría a la postre la más seria amenaza para que sus aspiraciones humanistas pudiesen plasmarse plenamente en la práctica.


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