Historia de la Fiebre Amarilla en Cuba y en las Americas. ¿Quien fue Carlos J Finlay?
Autor: Dr. Marco J. Albert Cabrera | Publicado:  14/02/2007 | Medicina Interna , Medicina Tropical , Enfermedades Infecciosas | |
Historia de la Fiebre Amarilla en Cuba y en las Americas. ¿Quien fue Carlos J Finlay?

La Fiebre Amarilla (FA) es una enfermedad infecciosa aguda de etiología viral de duración breve, transmitida por mosquitos, potencialmente epidémica, muchas veces gravísima, que se caracteriza por un inicio brusco, con fiebre de grado variable, ictericia, hemorragia y albuminuria en ocasiones intensa. Es una de las arbovirosis más extendidas, por lo que es de declaración mundial obligatoria. (1, 2, 3)

 

Sinonimia: vómito negro, fiebre jaune, typhus amaril, typhus icterode, haemogastric pestilence, gelbes fiebr, yellow fever, fiebre gialla, febris flava (4)

 

La fiebre amarilla ha desempeñado un papel de enorme importancia en la historia de las islas caribeñas y las costas de tierra firme, después del arribo de los conquistadores y los esclavos.


Etapa precolombina


Los datos que se refieren a los primeros 150 años después del descubrimiento de América son escasos, pero nos permiten establecer una relación entre las primeras epidemias de fiebre amarilla descritas por Du Tertre y Cogolludo en la 4ta década del siglo XVII y las anteriores descritas con los nombres de "plaga", "pestilencia" y "fiebres malignas" que atacaban a los españoles recién llegados a Santo Domingo, Tierra Firme y Veracruz desde la conquista de Méjico en 1519 y así como la relación de tales fiebres con la "enfermedad de la modorra" o la "modorra pestilente" registrada en circunstancias semejantes en Santo Domingo y Darién los primeros 25 años después del descubrimiento.

 

Parece ser que antes del descubrimiento de las Américas se conocía ya la fiebre amarilla: entre los mejicanos con el nombre de cocolitzle; entre los mayas de Yucatán con el de xekik (vómito de sangre) y entre los caribes con el de poulicantina. (4)

 

La primera epidemia de fiebre amarilla sufrida por los europeos ocurrió en la Española (Santo Domingo), en el año 1494, propagándose la enfermedad hasta la propia población indígena y continuando su acción mortífera hasta el año 1496, cebándose sobre todo en los individuos que en condiciones de mayor receptividad aportaban las nuevas expediciones. En ocasión de esta epidemia se le dió a la enfermedad el nombre de modorra pestilencial. (4)

 

El Historiador Fray Diego López de Cogolludo, en su Historia de Yucatán, libro XIV, dejó una descripción testimonial de la epidemia, la primera escrita por un europeo, que es una de las más completas que existen, donde se aprecia que era una enfermedad totalmente desconocida para los españoles: "no vista otra vez desde que se conquistó esta tierra en la nación española". (5)


Pero a su vez esta enfermedad no era desconocida para los habitantes de la región yucateca, pues el eminente historiador, filólogo y Obispo de Yucatán, doctor Cresencio Carrillo y Ancona, en una carta al

Doctor Carlos J. Finlay le comentó que en sus traducciones correspondientes a las citas de los Códices Mayas de Chumayel y Tizimin, se demostraba que la primera epidemia de fiebre amarilla vista por los españoles en 1648, era la 4ta que estaba registrada en dichos documentos y que por tanto, tres de ellas correspondían a fechas anteriores al descubrimiento.

 

También en los códices mayas, en la parte correspondiente a los recetarios de los indios, se hacían referencias sobre la "medicina para el vómito de sangre", y en otra parte se señalaba: "medicina del vómito de sangre para personas que la arrojan no propiamente encarnada, que no parece verdadera sangre, sino como un líquido mezclado de hollín". (5)

 

Etapa colonial


Desde el punto de vista social la fiebre amarilla representó un freno, para el incremento poblacional urbano en las islas antillanas, al atacar preferentemente a inmigrantes entre los que causaba un número creciente de víctimas todos los años, pero nunca tanto como en las pequeñas Antillas, en las costas del Golfo de México o en el territorio sureño norteamericano. Aunque no se ha pretendido minimizar su importancia, sin embargo, es inexplicable que no se hayan fijado los límites que abarcó, ni revelado sus cifras de morbi-mortalidad en comparación con otras endemias tropicales, aceptándose en términos absolutos como la más terrífica y mortal de todas las infecciones, lo que no es una verdad estricta. Es probable que en ello haya sido determinante su corto período de gravedad, y que la muerte sobreviniera en el transcurso de unos días, tras un cuadro pavoroso de vómitos de sangre negra, amarillez facial y delirios violentos. En los primeros tiempos se desconocía que gracias a una condición especial, la fiebre amarilla no era tan temible, porque existían formas benignas que conferían inmunidad de por vida, lo que no excluye que la mortalidad de los enfermos fuera alta, elevándose incluso en algunos brotes hasta el 65 % de los afectados, como sucedió con la epidemia de Río de Janeiro de 1893. (6)


Por regla general, se producía un brote de la enfermedad con toda su fuerza en los meses del verano y tras un adormecimiento en la estación mas fresca se volvía a producir otro brote en el verano siguiente, hasta que todos los recién llegados hubieran sufrido un ataque quedando en adelante inmunes contra la enfermedad.  (4)


Se hizo endémica en los trópicos donde los mosquitos podían adaptarse y permanecer en todos los cambios estacionales y llegaban periódicamente, gentes propensas por no haber padecido la enfermedad. No obstante haberse manifestado de inicio preferentemente urbana no puede descartarse que también pudo acaecer en comunidades rurales en las que se desarrollaron condiciones peculiarmente favorables para la diseminación continua del virus amarílico. Es obvio que debido a mutaciones motivadas por la genética poblacional, se hayan creado especies de mosquitos con hábitos diferentes, que los incitó por necesidad de supervivencia a cambiar su forma de vida y entrar en contacto directamente con el ser humano. (6)


Se cuentan numerosos episodios atribuibles a esta enfermedad en el siglo XVI, como la ocurrida en la captura de Puerto Rico en 1598, por Lord Cumberland. (6)


En La Española, después de referirse a otro brote del flagelo habitual (1502-1503) que se había producido en la isla y al color amarillo que presentaban los pacientes por varios días, Herrera pasa a describir la fauna de Santo Domingo y menciona incidentalmente: "los mosquitos que son allí muy molestos".


Por el contrario en la Isla de Cuba los primero cronistas no hacen mucho hincapié en la abundancia de mosquitos y sucede que en esta isla el primer brote de fiebre que tuviera alguna semejanza con la fiebre amarilla se produjo en 1620, en los meses de verano solamente y no se repitió hasta 1649, pero en esta oportunidad tuvo un carácter mas permanente. De estos datos se debe inferir que el mosquito de la fiebre amarilla no perteneció originalmente a la fauna de la isla sino que poco a poco se fue desarrollando en Cuba una raza de esta especie capaz de acomodarse al clima que es más fresco que el de Santo Domingo o el de Veracruz. (4)


En el área del Caribe, en especial las islas de Barbados, St. Kitts y Martinica mantenían encendido el morbo amarílico desde 1646 en que según Ligon apareció, por primera vez, en ella. Cuando en 1655 la fiebre amarilla se hizo imperceptible y aislada en la Isla de Cuba, alcanzó notoriedad en Santo Domingo y Jamaica. En 1693, simultáneamente con La Habana, apareció en Boston una pestilencia que algunos presumieron que fuera fiebre amarilla, la cual sobrevino tras la llegada a este puerto de la flota británica que venía de Barbados y que arribó en el mes de julio.

 


Revista Electronica de PortalesMedicos.com
INICIO - NOVEDADES - ÚLTIMO NÚMERO - ESPECIALIDADES - INFORMACIÓN AUTORES
© PortalesMedicos, S.L.
PortadaAcerca deAviso LegalPolítica de PrivacidadCookiesPublicidadContactar