Aplicacion del Modelo de Gail para cancer de mama. Consulta planificacion familiar
Autor: Lic. Regla López Castellón | Publicado:  13/02/2012 | Ginecologia y Obstetricia , Oncologia , Articulos | |
Aplicacion del Modelo de Gail para cancer de mama. Consulta planificacion familiar .4

Las influencias hormonales son importantes, porque estimulan el crecimiento celular.

Tabla 5: Relación del riesgo de padecer cáncer de mama según edad al primer parto. Consulta de planificación familiar del área – I. Noviembre/2007 – Octubre/2008.

modelo_Gail_cancer_mama/tabla5_primer_parto

Al analizar el comportamiento de las pacientes con riesgo según edad al primer parto, observamos que el 93.8% de las pacientes sin riesgo tuvieron el primer parto con menos de 30 años y solo un 56.3% de las pacientes con riesgo se encontraron en este rango. Al aplicar pruebas de significación estadística esto resulto altamente significativo.

Algunos autores plantean que tener el primer hijo antes de los 20 años supone disminución del riesgo en un 50% con relación a la nulípara. Cuando la diferencia de edad entre la primera menstruación y el primer embarazo es muy breve, el riesgo de padecer cáncer de mama disminuye muy significativamente. Desde hace mucho tiempo se tiene claro que el carcinoma mamario ocurre con mayor frecuencia en las mujeres que no han tenido hijos o un numero muy reducido de ellos, o lo han hecho después de los 30 años (63). El embarazo puede actuar como protección contra el cáncer de mama antes de los 30 años de edad, porque estimula a las células mamarias hacia la última fase de la maduración. En el caso de nuestro estudio, obtuvimos resultados semejantes a los descritos en las literaturas, donde observamos que predominó el riesgo de padecer el cáncer de mama en las mujeres que tuvieron el primer parto con 30 años y más, resultando significativo estadísticamente dichos resultados (69).

Tabla 6: Comportamiento de las pacientes con riesgo según antecedentes de cáncer de mama en familiares de primer orden. Consulta de planificación familiar del área – I. Noviembre/2007 – Octubre/2008.

modelo_Gail_cancer_mama/tabla6_antecedentes_familiares

Al relacionar los antecedentes familiares de cáncer de mama con el riesgo predictivo, observamos que en aquellas que presentan riesgo predominan las que tienen antecedentes familiares de cáncer de mama con un 68.7% contra solo 7.1% en las que no presentan riesgo, existiendo diferencia significativa estadísticamente.

Junto a la edad, los antecedentes familiares de cáncer de mama constituyen los dos factores de riesgo más importantes. Desde hace muchos años se conoce la tendencia a repetirse el cáncer de mama en mujeres de la misma familia. Cuando un pariente de primer grado ha tenido cáncer de mama se duplica el riesgo de padecerlo. Si se trata de un pariente más lejano solo aumenta el riesgo ligeramente. Expresado en probabilidades acumulativas, la posibilidad de que una mujer de 30 años llegue a desarrollar un cáncer de mama antes de los 70 años es 8% más probable si su madre o su hermana lo han padecido, 18% si 2 familiares de primer grado lo han tenido y 28% si 2 familiares de primer grado han desarrollado un cáncer de mama bilateral (25). Los genes hereditarios que se han encontrado asociados a cáncer de mama son entre otros, BRACA-1, BRACA-2.

Las personas portadoras de estos genes tienen entre 50% y 90% de posibilidad de desarrollar cáncer de mama a lo largo de la vida, aunque esas cifras han sido reevaluadas hace poco hacia abajo. Se han desarrollado pruebas para detectar los genes alterados, pero no son pruebas usadas para tamizares de cáncer de senos, es decir, para evaluación de riesgo de desarrollar la enfermedad, excepto en grupos de alta probabilidad, como aquellos casos que presentan una historia familiar marcada. Nuestros resultados coinciden plenamente con lo reportado con otros autores donde evidentemente presenta gran peso el antecedente familiar de esta patología (29).

Una enfermedad mamaria benigna previa parece aumentar el riesgo en aquellas mujeres que tienen un gran número de conductos mamarios. Si a esto añadimos la posibilidad con que contamos en el país y en nuestra provincia, en particular, de disponer de mamógrafos, por lo cual las pacientes en las que se sospeche por examen físico una alteración son remitidas, si a ello se suma la preocupación cuando existen los antecedentes familiares, pues el número de mujeres que se realiza el proceder es mayor y la conducta cuando se sospecha por ultrasonido una anomalía es realizar una biopsia. Todo ello puede explicar la relación que hemos encontrado en las pacientes con riesgo, en las cuales se asocia mucho el antecedente de biopsias previas realizadas (59).

Las mujeres con una menopausia tardía (después de los 55 años) tienen mayor riesgo de padecer esta entidad. Una mujer con la menopausia natural, antes de los 45 años, tiene la mitad de riesgo que una de su misma edad con menopausia a los 55. Por cada 5 años de diferencia en la edad de la menopausia, el riesgo de cáncer de mama se incrementa en un 17%. Parece ser que una ovariectomía antes de los 40 años reduce en alrededor el 75% el riesgo de padecer el carcinoma de mama. Nuestros resultados coinciden plenamente con lo descrito en la literatura, haciéndose evidente la asociación que existe entre el riesgo y tener la menopausia tardía, es decir, con más de 55 años.

Varios estudios han mostrado que el haber tenido tumores previos en útero, ovarios o colon y antecedentes de cáncer en la familia, aumentan el riesgo de sufrir cáncer de mama.

Debido a que el cáncer de ovario también se asocia con la exposición a las hormonas, los antecedentes de éste pueden aumentar el riesgo de cáncer de mama. Algunas mutaciones de genes BRACA 1 o BRACA 2 pueden aumentar el riesgo de cáncer de ovario y de mama. En nuestro estudio hallamos que en las pacientes existe una relación entre el antecedente personal de cáncer de otra localización y el riesgo de neoplasia de mama. En la literatura médica han sido documentadas las bases moleculares del cáncer, y su asociación con ciertos genes, siendo el de mama un ejemplo claro. Parece ser que determinados locus se ven estrechamente vinculados, con proteínas reguladoras y supresoras de los oncogenes y genes supresores de tumores, y las disrupciones en esos mecanismos reguladores predisponen a la aparición de tumores malignos. La forma de herencia de estos genes no esta bien aclarada, pero si han sido documentadas a través de estudios de genética poblacional.

Tabla 7: Comportamiento del riesgo según color de la piel. Consulta de planificación familiar del área 1. Noviembre/2007 – Octubre/2008. 

modelo_Gail_cancer_mama/tabla7_comportamiento_piel

Al asociar el color de la piel con el riesgo de padecer de cáncer de mama, según el modelo de Gail, obtuvimos que de las pacientes con riesgo, casi la totalidad fueron blancas con un 93,7%; para las pacientes sin riesgo esta cifra represento el 75.9%.

En este resultado no hubo diferencias significativas, a pesar de existir diferencias clínicas.

Estudios realizados por otros autores confirman que las mujeres blancas son más propensas a padecer de esta enfermedad que las de color negro, siendo más elevada la mortalidad en éstas últimas. En Estados Unidos es más frecuente el cáncer de mama en la raza negra (45.6 vs.40.3 nuevos casos cada año por cada 100 000 mujeres). En nuestro estudio, a pesar que el resultado no fue significativo, vemos un discreto aumento del riesgo en las pacientes de raza blanca; pensamos que guarda relación con el mayor número de mujeres de la raza blanca en nuestra provincia y en la población de nuestra área de salud. (5, 64).

Tabla 8: Comportamiento del riesgo según lactancia materna. Consulta de planificación familiar del área 1. Noviembre/2007 – Octubre/2008. 

modelo_Gail_cancer_mama/tabla8_comportamiento_lactancia

Del total de pacientes con riesgo la mayoría de ellas tenían antecedentes de haber lactado, con 10 pacientes para un 62.5%, contra 82 para un 73.2% en las pacientes sin riesgo. A pesar de existir un ligero incremento clínicamente del riesgo en las mujeres que no lactaron este resultado no resulto significativo al aplicar pruebas estadísticas.

Existen estudios que plantean que la lactancia materna no esta claro que proteja de padecer de cáncer de mama, pero de hacerlo, solo tendría influencias en las premenopáusicas. Hoy se piensa que no existe tal valor protector como se creía. Sin embargo, la mayoría de los autores coinciden con la idea, que las mujeres que no han dado pecho tienen más probabilidades de sufrir esa enfermedad que aquellas que han lactado. La prolongación de la lactancia puede proteger a la mujer premenopáusica del desarrollo posterior de un cáncer de mama. Cada mes que la mujer amamanta a su hijo reduce el riesgo de cáncer de mama. En el presente estudio a pesar de no existir diferencias significativas en el comportamiento del riesgo según lactancia, observamos que existió un ligero aumento del riesgo en las mujeres que no lactaron.


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