Estoy de acuerdo contigo en que hay grandes intereses económicos en lo que al tabaco se refiere, que los problemas de vivienda y de trabajo en este país son muy preocupantes y causan gran desmotivación en los jóvenes. En cualquier caso, no apoyo la subvención del gobierno a las plantaciones de tabaco, y sí me preocupo por la salud. No quiero fumar.

No cabe duda, hoy en día, de que el tabaco perjudica la salud de los que fuman, incluso la de los que lo hacen involuntariamente, como es el caso de los fumadores pasivos. Hay estadísticas de la OMS que cifran en cientos el número de personas que mueren anualmente en España a causa del consumo involuntario del tabaco.

Ha hecho falta mucho tiempo para que exista una ley que trate de proteger, aunque sea de modo insuficiente, la exposición al humo de tabaco de aquellos que no desean fumar. Sin embargo, no alcanzo a comprender cómo, algunas personas pueden seguir negándonos este derecho a la salud, basando sus argumentos en la mala gestión de las autoridades, el beneficio que obtienen del tabaco, la gran tradición de fumar que ha existido en España, el supuesto derecho de quienes fuman a hacer lo que les venga en gana, etc. Ninguno de esos argumentos, en mi opinión, justifica en absoluto el enorme perjuicio que se ocasiona a personas inocentes, en contra de su voluntad. Más alarmante me parece aún esta actitud, cuando este perjucio afecta directamente a los niños. ¿Cómo podemos seguir tolerando, por ejemplo, que continúe la tradición de fumar en celebraciones tales como una boda? ¿Acaso no hay niños y mujeres embarazadas que también respiran en las celebraciones? ¿De verdad consideráis algunos que la tradición de fumar en las bodas debe prevalecer por encima del derecho de los niños (vuestros hijos, nietos, sobrinos) a la salud?

No cabe duda de que en este conflicto median intereses varios (salud, adicción, política, economía, etc.). ¿De verdad debemos tolerar que otros intereses se antepongan al de nuestra salud en este caso?