Todavía no doy crédito. Un neuroléptico prescrito sin ninguna necesidad por dos ginecólogos distintos con muchos años de profesión a sus espaldas, a alguien (yo) que no ha tomado un psicofármaco en su vida. Un neuroléptico en manos de médicos de cabecera de la seguridad social, administrado como caramelos a un montón de mujeres indefensas. ¡CABRONES!