Una crisis en silencio. La crisis de la sexta decada de la vida. El climaterio masculino
Autor: Dr. José Cukier  | Publicado:  21/10/2008 | Psicologia , Geriatria y Gerontologia | |
Una crisis en silencio. La crisis de la sexta decada de la vida. El climaterio masculino.7

Freud, (1920g), sostiene que la pérdida del amor y el fracaso dejan como secuela una cicatriz narcisista, que es el más poderoso aporte al frecuentemente "sentimiento de inferioridad". Las pulsiones de autoconservación, imponen el camino de ir obedeciendo de una manera particular, a la tendencia al retorno a lo inorgánico. El camino de este retorno, es el camino de lo tóxico, por la imperfecta eliminación de las sustancias nocivas que se acentúa con el tiempo. De todas maneras, éstas discusiones sobre los mecanismos de envejecimiento, son los conceptos actualmente disponibles pero no darían aún "explicación" cierta sobre el envejecimiento.

 

II. b. El problema de la éstasis de autoconservación.

 

La éstasis de la pulsión de autoconservación es resultado de la falta de procesamiento motriz y psíquico de la misma. El procesamiento motriz tiene lugar con la acción específica, y el procesamiento psíquico con el juicio de atribución, el de existencia o el juicio que diferencia interno de externo. Freud, (1926d), establece una relación entre el dolor orgánico y la éstasis. A raíz del dolor corporal se genera una investidura narcisista elevada del lugar doliente del cuerpo. Esa investidura aumenta cada vez más y ejerce sobre el yo un efecto de vaciamiento.

 

El paso siguiente y extremo, sería la inversión de la autoconservación, Freud, (1940a), sostiene que hay personas en quienes la pulsión de autoconservación ha experimentado un trastorno (la traducción más acertada podría ser inversión, (Verkehrung), y parecen no perseguir otra cosa que dañarse y destruirse a sí mismos. El dolor, es entendido por Freud en términos cuantitativos; grandes magnitudes de excitación irrumpen en el aparato psíquico. Cuando la cantidad, supera la posibilidad de ligadura, queda abolida la conciencia. Para que surja vivencia de dolor, la tensión irrumpiente debe ser soportable. Ciertamente que gritar, implica una tendencia expulsiva, pero el dolor es anterior, y la libido narcisista se desprende en un esfuerzo por realizar una contrainvestidura, que se da automáticamente y conduce a un empobrecimiento pulsional global.

 

Freud sustituye el concepto de "descarga interna" por el de "hemorragia interna" que alude a un estado de pasividad, y de inermidad del yo real primitivo. La energía de reserva que se pierde, es energía del yo destinada a la realización de acciones específicas. Las perturbaciones en las pulsiones de autoconservación derivan de una tentativa de defensa ante una herida narcisista. Merced a la hemorragia de autoconservación, la capacidad desintoxicante y trófica va siendo desgastada por el dolor.

 

Freud, (1926d), dice que en la infancia son característicos el desvalimiento motor y psíquico. Ante la situación traumática, frente a la cual uno está desvalido, coinciden el peligro externo y el interno. Acá se liga desvalimiento con situación traumática, sea que el yo vivencie en un caso un dolor que no cesa, o en otro una éstasis de necesidad que no puede hallar satisfacción. La situación económica es, en ambos, la misma. El desvalimiento motor encuentra su expresión en el desvalimiento psíquico. Resumiendo, hay situaciones traumáticas que producen dolor, que llevan a la éstasis de autoconservación. Con ello, y al mermar la posibilidad desintoxicante, se constituye en otro factor más de envejecimiento. Envejecimiento entendido como la crescencia de residuos cada vez más difíciles de procesar, que alteran la ecología intracorporal. Secundariamente la libido sufre alteración en su tramitación y surge el desvalimiento psíquico. No hay investimiento de nuevos proyectos, alternativas para la identificación, el goce en el amor y en el trabajo.

 

Algunas pocas palabras acerca del dolor psíquico, que en éste período tiene una peculiaridad. Se expresa como la disminución del sentimiento de sí. El dolor psíquico requiere previamente una investidura de nostalgia de un objeto que no coincide con el registro perceptual. Esta ausencia, se constituye como una herida para la libido narcisista. Hay un aumento de tensión libidinal, que inviste el lugar del registro de la ausencia, y por cuya herida se pierde tensión. Se genera una especie de recogimiento, Freud, (1887, Manuscrito G), debido a una hemorragia interna. Esta pérdida puede predisponer a la enfermedad psicosomática, por pérdida de autoconservación con vaciamiento yoico y con ello se pierde la capacidad de desintoxicación, coadyuvando como otro factor más de envejecimiento.

 

II. c. La memoria inmunitaria.

 

Esta memoria se vincula con los procesos económicos interpulsionales. Permite categorizar, cual de todas las secreciones internas, tienen que ser tomadas como externas al sistema. Implica un saber, referido a las propias modificaciones intracorporales. Se vincula a la hipótesis de Freud, (1920g), por la cual el cuerpo está constituido por células que tienen afinidad entre sí, sin ser idénticas. Su relación está basada en la lógica de la recíproca neutralización de toxinas, acompañada de la creación de la coraza antiestímulo que protege de un mundo potencialmente arrasador. La neutralización de toxinas se realiza por células que vigilan contra la irrupción de deyecciones. Estas células, regulan las condiciones económicas totales para que puedan operar las pulsiones.

 

El sistema inmunitario, funciona en la medida que la representación del propio sistema orgánico y su equilibrio se encuentran representados en la memoria. Se entiende como propio aquello transmitido de una generación a otra por la procreación, mediante el plasma germinal y que toma al resto del cuerpo, que es perecedero, como su instrumento para la reproducción. Costosamente y de manera lábil, la memoria puede recordar aquello que no sea familiar. Gracias a la memoria, las células deciden entre lo que es interior o exterior a ellas. Pueden haber productos de secreción interna que la célula debe tomar como exterior a ella, (las toxinas sexuales y no sexuales), y productos de secreción interna que han de ser tomados como interiores, (hormonas, enzimas, ácidos, jugos).

 

Así, entonces las toxinas aunque internas, deben eliminarse como si fueran externas. Sólo hay percepción y memoria, si se crean diferenciaciones de función y de estructura en el sistema nervioso; por lo cual algunas neuronas, retienen más energía que otras. La éstasis de libido y de autoconservación, producida por la ley interna y por el dolor, opera como un trauma que determina el desalojo de las huellas mnémicas de lo anímico, y con ello un carácter repetitivo.

 

La invasión de cantidad, no permite la cualificación de las vicisitudes libidinales. El desplazamiento de una representación a otra, sigue criterios que le son propios y anteriores al acceso a la palabra, independientes de la diferenciación ello-yo o inconsciente-preconsciente.

 

Pueden coexistir representaciones con singularidades propias, expresión de las complejizaciones diversas. El despliegue posterior, puede quedar interferido por el trauma, (éstasis), y la huella entonces queda desinvestida a merced de la pulsión de muerte en un estado de desvalimiento, Maldavsky, (1991a.b).

 

Pensemos éstas especulaciones con un ejemplo clínico. Frente a una situación traumática que genera una descarga endógena productora de hipertensión, la memoria inmunitaria en condiciones operantes es la encargada de neutralizar las toxinas en exceso. Esta fracción es categorizada como externa. Puede suceder que la cantidad sea tal, que no haya procesamiento posible, o que, (y acá viene el envejecimiento por causas tóxicas), por una éstasis previa, se afecta la memoria inmunitaria y así la capacidad de neutralizar o inhibir.

Con éstos fundamentos, quiero dejar abierto un interrogante vinculado al climaterio masculino.

 

Sabemos que es una etapa donde comienzan a observarse signos de intoxicación por causas internas. Coexiste con una doble servidumbre intergeneracional, la atención a los padres y a los hijos, que potencia las exigencias de la triple servidumbre, (Superyó, ello y realidad). Se produce la conjunción de estímulos dispares frente a los cuales el yo es pasivo. Las estructuras y funciones yoicas preexistentes y el déficit para la desintoxicación adecuada, causada por la ley interna, favorecen la falencia de la memoria inmunitaria.

Disponen el terreno para la patología psicosomática, Cukier, (1993c.d.e) H. Generación intrapsíquica de un espacio para la muerte.

Anteriormente me referí al tema de la preocupación que Freud tenía por la muerte en la cincuentena, a partir del "Tema de la elección del cofrecillo", y de "Un trastorno de la memoria...".

 

En el manuscrito de "La escisión del yo...", (1940e [1938]), que fue terminado el 2 de Enero, y preguntándose sobre el costo de la desmentida recurrió a un dicho "[...] como se sabe solo la muerte es gratis [...]", referencia al territorio final de la vida individual. (S.E. 23. p.276.). El 22 de Agosto de 1938, en "Conclusiones ideas y problemas", (1941f [1938]) dice; "[...] Mística, la oscura percepción de sí del reino que está fuera del yo, del ello [...]". (S.E. 23. p.300). El 16 de Noviembre de 1938, escribió "Antisemitismo en Inglaterra", (1938c), y cita un dicho en francés; "El ruido es para el fatuo/la queja es para el tonto/el hombre honesto engañado/se va sin decir palabra." (S.E., 23. p.301). Referencia a las posibles alternativas de despedirse de la vida; engreimiento, rezongo, honesto silencio. Se inicia, en la época de la quinta década de la vida, el contacto del yo con su núcleo en el ello, el acceso al componente letal, a la pulsión de muerte.

 


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