Tratamiento no farmacologico de la hipertension arterial
Autor: Dra. Reina Genellys Fernández Camps | Publicado:  6/11/2008 | Endocrinologia y Nutricion , Medicina Interna , Cardiologia | |
Tratamiento no farmacologico de la hipertension arterial.2

Epidemiología

 

La hipertensión arterial (HTA) constituye un problema de salud pública en casi todo el mundo (se calcula que 691 millones la padecen), no sólo porque es una causa directa de discapacidad y muerte, sino porque ella constituye el factor de riesgo modificable más importante para la cardiopatía coronaria (primera causa de muerte en el hemisferio occidental), enfermedad cerebrovascular, insuficiencia cardiaca congestiva, nefropatía terminal y la enfermedad vascular periférica (2 – 4).

 

Su prevalencia ha aumentado significativamente en todas las latitudes, lo cual se explicaría en parte por los nuevos valores tensionales que en la actualidad se aceptan. También varían de un lugar a otro, y dicha variabilidad está en dependencia de las particularidades genéticas y ambientales que caracterizan a cada región.

 

En España se estima que padece hipertensión arterial (HTA) entre el 5 - 10% de la población en la infancia y edad escolar, el 20 - 25% en la edad media de la vida y el 50% o más en la ancianidad.  En cuanto al sexo vemos que antes de la menopausia, la hipertensión arterial (HTA) es más frecuente en los varones, invirtiéndose posteriormente en favor de las mujeres. Y según los niveles de tensión arterial diastólica (JNC-V) la distribución porcentual para la población general es la siguiente: hipertensión arterial (HTA) ligera 70%, hipertensión arterial moderada 20%  e hipertensión arterial severa 10% (10).

 

En México, por ejemplo la hipertensión afecta no sólo al adulto mayor, sino también a la población de menor edad, como lo reporta una reciente encuesta nacional, donde el 75% de los pacientes hipertensos tenían menos de 54 años (1). Nuestra población presenta una importante prevalencia de entidades consideradas factores de riesgo cardiovascular, por ejemplo, pacientes hipertensos con diabetes con prevalencia del 31%, hipertensos con hipercolesterolemia en 36%, e hipertensión coexistiendo con sobrepeso y obesidad, es un importante 75% (11 – 13).

 

En Cuba la prevalencia de s de 30% para zonas urbanas y 15% para zonas rurales, por lo que en nuestro país existen alrededor de 2 millones de hipertensos (2).

 

Como se trata de una enfermedad crónica que evoluciona en forma silente durante muchos años, no resulta fácil establecer un número de personas que se convierten en hipertensos cada año, por lo que la incidencia de hipertensión arterial (HTA) es difícil de precisar. No obstante, según datos el estudio Framingham, la incidencia aumenta con la edad tanto en varones (3,3 a 6,2) como en mujeres (1,5 a 6,8) para los rangos de edad de 30 – 39 y 70 – 70 años, respectivamente (10).

 

Clasificación.

 

Clasificar la hipertensión arterial (HTA), no ha sido una tarea fácil, y se ha realizado en base a múltiples aspectos, nosotros sólo nos limitaremos a clasificarla en base a las cifras de tensión arterial y al daño de órgano diana (daño de órganos importantes en el cuerpo humano).

A continuación le presentamos la clasificación dada por la Sociedad Europea de hipertensión arterial (HTA) y Cardiología y el Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure (V JNC) (10, 14, 15).

 

tratamiento_farmacologico_HTA/presion_sistolica_diastolica

 

Sin embargo en la última reunión del Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure

 

(VII JNC) [Comité Nacional de Detección, Prevención y Tratamiento de la Hipertensión Arterial],  en mayo del 2003 (4), esta clasificación cambió, desapareciendo las categorías de tensión arterial óptima, normal alta y los grados 3 y 4 de hipertensión arterial (HTA), quedando de la siguiente forma:

 

tratamiento_farmacologico_HTA/clasificacion_hipertension_arterial

 

Ahora expondremos la clasificación según el daño de órgano diana (corazón, sistema arterial, cerebro, riñón y fondo de ojo) (10).

Estadio I: Sin signos aparentes de repercusión visceral, sólo aumento de la tensión arterial.

Estadio II: Debe presentar alguno de los siguientes signos:

Hipertrofia ventricular izquierda demostrable en el examen físico, telecardiograma, electrocardiograma (ECG) o ecocardiograma.

Retinopatía grado II en el fondo de ojo.

Proteinuria y/o aumento de la creatinina plasmática.

Estadio III: Aparecen síntomas y signos de afectación visceral severa:

Insuficiencia cardíaca o coronaria.

Encefalopatía.

Hemorragia retiniana. Papiledema.

Insuficiencia renal manifiesta.

 

Diagnóstico

 

El diagnóstico de la hipertensión arterial (HTA) es eminentemente clínico, pero requiere de la valoración integral del paciente, donde es necesario además de la toma rigurosa de la tensión arterial (3 como mínimo), estimar el daño de los órganos diana, identificar la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular, descartar causas de hipertensión arterial (HTA) secundaria y caracterizar al enfermo (2).

 

Es por ello que la anamnesis (interrogatorio) debe ser muy cuidadosa e incluir datos generales como (edad, sexo, raza), historia familiar y personal de enfermedades cardiovasculares  y renales, presencia de factores de riesgo, uso de medicamentos (esteroides, anticonceptivos orales, antiinflamatorios, etc.), enfermedades asociadas o concomitantes, estilo de vida y otros factores que pudieran tener relación con el proceso hipertensivo (consumo de aguas blandas, alcoholismo, tabaquismo, consumo de estupefacientes). Es necesario también indagar sobre la duración del proceso hipertensivo, las circunstancias de su descubrimiento y los tratamientos utilizados (2, 10).

 

La toma correcta de la presión arterial es uno de los pilares para el correcto diagnóstico de la enfermedad la cual describiremos a continuación (2 – 4, 7 – 13) (Cuadro 3).

 

Cuadro 3: Requisitos para la toma correcta de la tensión arterial.

 

Paciente


Descansará 5 minutos antes de la toma.

No café, ni cigarro 30 minutos antes de la toma.

Paciente sentado o en decúbito supino, brazo desnudo, apoyado, y tórax elevado (30 – 45o).


Equipo.


Manguito de goma flexible, que debe de cubrir 2/3 del brazo.

Técnica.

En la primera visita se debe tomar la tensión arterial en ambos brazos.

Inflar el manguito hasta 20 – 30mmHg después de la desaparición del pulso radial.

El primer sonido (Korotkoff 1) corresponde a la tensión arterial sistólica y la desaparición del quinto (Korotkoff 5) a la tensión arterial diastólica (algunos recomiendan el cambio de tono para la embarazada o anotar ambos).

 

Por todos es conocido que la tensión arterial tiene un ritmo circadiano (variaciones de la tensión arterial en el día), el cual ha sido posible estudiar gracias al monitoreo ambulatorio de la tensión arterial (MAPA) en las 24 horas del día. En la actualidad se sabe que las cifras más bajas de la tensión arterial “el nadir”, se alcanza durante el sueño profundo, de 3 a 4 am; luego comienza a subir ligeramente a partir de esa hora, aun con la persona dormida. De 7 – 8 am, cuando la persona empieza a levantarse, la presión continúa elevándose hasta alcanzar su cifra más alta, “el cenit”, entre las 12am y la 1pm, después comienza una fase de meseta la que persiste hasta las 7 – 8 pm, que comienza de nuevo a descender, para alcanzar su cifra más baja en el sueño de la madrugada. Es por esta razón que un individuo normal puede tener durante las horas de sueño profundo cifras de 60mmHg de tensión arterial sistólica y 40mmHg como cifras de tensión arterial diastólica (2, 4, 10).

Otro aspecto importante a tener en cuenta en el diagnostico de la hipertensión arterial (HTA) es la realización de estudios complementarios (2 – 4, 10 – 14), que incluyen:

 

Exámenes paraclínicos básicos: hemograma completo, glicemia, creatinina, lipidograma (estudio de la grasa en sangre), ácido úrico y examen de orina (incluyendo microalbuminuria que permite la detección temprana de alteraciones renales), los cuales pueden ser normales y presentar o no alteraciones en dependencia de si existen complicaciones o no.

 

Estudios radiológicos (telecardiograma y ecocardiograma, siendo este ultimo el estudio especifico para determinar hipertrofia ventricular izquierda) y ECG (electrocardiograma) en el que aparecerán las alteraciones cardiacas secundarias a la hipertensión arterial (HTA) (trastornos de la conducción, enfermedad de las arterias coronarias e hipertrofia ventricular izquierda), se impone la realización de un ultrasonido renal y suprarrenal que puede orientar hacia la presencia de daño renal o suprarrenal.

 

Estudios encaminados a determinar la presencia de hipertensión secundaria tales como: gammagrafía renal con Tc 99, dosificación de renina plasmática, arteriografía renal (convencional o por sustracción digital), dosificación de catecolaminas libres, prueba de supresión de clonidina, prueba de fentolamina, entre otros. 



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