Contenido de alcohol de las bebidas más comunes*.
Tipo - Contenido de alcohol (gramos - grados) - Volumen de una Consumición - Cantidad de alcohol (gramos/un vaso)
Vinos
Blancos - 11 – 13,6º - 270 mililitros - 23,7 a 29,1 gramos
Rosados - 11,5 – 12º - 270 mililitros - 24,8 a 29,5 gramos
Tintos - 10,9 – 16º - 270 mililitros - 23,5 a 24,5 gramos
Oporto: cocteles, vermut, jerez, etc. - 15 – 16º - 110 mililitros - 13,2 a 14,1 gramos
Cavas - 11,8º - 120 mililitros - 11,3 gramos
Licores
Ron - 40 – 50º - 70 mililitros - 22,4 a 30,2 gramos
Ginebra - 40 – 51º - 70 mililitros - 22,4 a 30,2 gramos
Vodka - 50º - 70 mililitros – 28 gramos
Whisky - 40 – 43º - 100 mililitros - 32 – 34,4 gramos
Coñac - 30 – 40º - 60 mililitros - 17,8 a 19,2 gramos
Cerveza 5 – 7,4º - 300 mililitros - 12 a 17,7 gramos
Otros
Cointreau - 40º - 60 mililitros - 19,2 gramos
Ricard - 45º - 60 mililitros - 21,6 gramos
Licor – 43 - 34º - 60 mililitros - 16,3 gramos
Anís - 44º - 30 mililitros - 10,6 gramos
Anisette - 25º - 60 mililitros – 12 gramos
*Fórmula para calcular el contenido Grados x ml x 0,8 / 100
Así mismo expondremos cuales son los efectos del alcohol sobre algunos sistemas del organismo (26) (Cuadro 7).
Cuadro 7: Efectos del alcohol en el organismo.
Sistema Nervioso
Pequeñas cantidades
Inhibición del dolor
Entorpecimiento de los reflejos
Exceso
Depresión
Desorientación
Disminución creativa e intelectual.
Deterioro de la personalidad
Sistema Cardiovascular
Pequeñas cantidades
No modifica significativamente ni la presión arterial ni el gasto cardiaco
Vasodilatación cutánea (piel caliente y enrojecida)
Exceso
Aumento de la frecuencia de las pulsaciones, el gasto cardiaco y la presión arterial por 30’
Efecto deletéreo sobre el corazón, favorece la miocardiopatía alcohólica
Musculatura
Pequeñas cantidades
Desciende el umbral de sensibilidad a la fatiga
Exceso
Posible alteración muscular
Repetidas rupturas fibrilares, contracturas, etc.
Múltiples intervenciones estructuradas para reducir el consumo de alcohol, o sustituir por alternativas con menor contenido de etanol, tienen un efecto moderado sobre la presión arterial, reduciendo la presión arterial sistólica y diastólica en un promedio de 3 - 4 mmHg en los estudios. Se estima que un 30% de los pacientes pueden reducir 10 mmHg de su presión arterial sistólica o más a corto plazo y hasta un año (28 – 30).
Reducción de la ingesta de café.
Se plantea que la ingestión de café también puede condicionar un aumento de la presión arterial (27), por lo que el consumo excesivo de café (≥ 5 tasas por día) es asociado con un aumento pequeño de la presión arterial (2/1mmHg) en personas con o sin hipertensión arterial (28).
Es por ello que se recomienda moderar el consumo de esta bebida, especialmente entre los fumadores, los que tengan antecedentes de hipertensión, o presenten riesgo de padecerla o la estén empezando a sufrir, aunque sea de forma moderada. Curiosamente, se descubrió una relación más estrecha entre el consumo de café y la subida de la tensión arterial entre los pacientes más jóvenes (27).
Educación nutricional.
La educación nutricional del paciente hipertenso incluye la adición en la dieta de suplementos de potasio, calcio, magnesio y grasas insaturadas (2, 10). Se recomienda la ingesta de 90mmol/día de potasio, pues se ha demostrado que la ingesta del mismo, previene la hipertensión arterial (HTA) y mejora el control en los individuos ya hipertensos (31, 32). Lo cual se logra con la ingestión de alimentos naturales ricos en este elemento que a su vez suelen tener menor contenido de sodio, más que la ingestión de un suplemento nutricional. Su efecto antihipertensivo es debido a un aumento de la natriuresis (9, 32).
Algunos estudios han demostrado la asociación de dietas bajas en calcio con el incremento de la prevalencia de la hipertensión arterial (HTA), de donde se infiere que un incremento en la ingesta de calcio puede teóricamente disminuir la tensión arterial en algunos enfermos hipertensos, pero el efecto resultante es mínimo y no se puede predecir qué pacientes serán beneficiados. Se recomienda como norma ingerir entre 800 – 1200 miligramos/día (2). Otros por el contrario plantean que la ingestión de 1 – 2 gramos/día pueden favorecer la aparición de litiasis y no se deben por ello recomendar de forma universal (31, 33).
El magnesio es el catión divalente predominante en el medio intracelular y su fuente principal se encuentra en las verduras, judías, carnes, cereales y mariscos. Si bien algunas investigaciones han demostrado que una depleción de magnesio produce una elevación de la tensión arterial, no se recomienda la administración de suplemento magnésico en el tratamiento antihipertensivo, aunque resulta beneficioso no permitir una depleción del mismo en los pacientes tratados con diuréticos tiazídicos y de asa, sin embargo no se ha demostrado todavía su eficacia en la reducción de las cifras tensionales (2, 10, 32).
Las grasas contenidas en algunos alimentos de origen vegetal (maíz, soja, girasol) son ricas en ácidos grasos poliinsaturados (grasas no dañinas al organismo); estas también se encuentran en las carnes de algunos peces, los llamados pescados de sangre azul (jurel, macarela, atún, etc.).
En el metabolismo de estos ácidos poliinsaturados se producen prostaglandinas (PG), en especial PGE2, que tiene acción vasodilatadora, y este efecto puede indicar la reducción de las cifras tensionales (2). Estas medidas ayudarían a su vez a controlar otro factor de riesgo importante como es la hipercolesterolemia. Por ejemplo se recomienda la utilización de leche desnatada que tiene la misma cantidad de vitaminas y minerales que tiene la leche entera pero con bajos niveles de grasa y se recomienda una dieta rica en frutas y vegetales frescos (34).
Incremento de la actividad física.
La actividad física sistemática y armónica favorece el mantenimiento o la disminución del peso corporal con el consiguiente bienestar físico y mental del individuo (2). Se plantea que el efecto hipotensor viene dado por diferentes mecanismos: vasodilatación a nivel de la musculatura, reducción o escasa modificación de la presión diastólica, mejora de la resistencia a la insulina y por lo tanto del hiperinsulinismo secundario y mejora el metabolismo lipídico (10, 11).
Por todo ello se recomienda realizar ejercicios aeróbicos de carácter isotónico con movilización de todos los grupos musculares como nadar, ciclismo, caminar de prisa por lo menos 30 – 45 minutos diarios de 3 – 6 veces por semana y evitar ejercicios isométricos, ya que producen elevación de la presión arterial y por tanto elevan el consumo de oxigeno por el miocardio (musculo del corazón) (2, 10, 35). Estos ejercicios isotónicos lo que producen es una reducción de la presión arterial sistólica y diastólica en un promedio de 2 – 3mmHg (36).
Sin embargo se ha demostrado que las intervenciones que combinan de manera activa el ejercicio y la dieta han mostrado reducir la presión arterial sistólica y diastólica en alrededor de 4 – 5mmHg (36).
Les haremos llegar al lector en este folleto las recomendaciones para la realización de caminatas (9) (Cuadro 8).