Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Primera parte
Autor: Dr. Alberto Ochoa Govin | Publicado:  8/10/2009 | Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas. , Psicologia | |
Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Primera parte.7

EL MÉTODO DE MESMER.

 

El método consistía en pases magnéticos que, según su creador, se formaban por movimientos de las manos prescritos cuidadosamente, que se unían a la sugestión (aunque él no utilizaba este término), dominaban al sujeto y producían las crisis magnéticas, que a la luz de los cono­cimientos actuales, constituyen solamente estados especiales de la hipnosis.

 

Mesmer disertó en la Universidad de Viena en 1766 acerca de su teo­ría y esto creó cierto interés científico en ella.

 

Es famoso el caso de la primera paciente atendida por Mesmer, una joven de 29 años que se registra con el nombre de Oesterline en los años 1773 y 1774.

 

Mesmer aplicó imanes en el estómago y en las piernas de la paciente y se refiere que ésta sintió automáticamente en su interior corrientes dolorosas de una materia sutil, que después de varios intentos por adop­tar una dirección, se dirigieron hacia la parte baja, es decir, hacia los genitales.

 

La paciente padecía desde hacía varios años de crisis convulsivas, con dolores de cabeza, muelas y oídos, precedidos de delirios, con agre­sividad, vómitos y desmayos, que mejoraron considerablemente con el tratamiento.

 

A partir de este caso, Mesmer consideró efectivo su método y co­menzó su campaña para publicarlo y oficializarlo.

 

En 1775 lo visita un médico inglés para testimoniar la efectividad de su tratamiento, pero no queda convencido del mismo y trata de persuadirlo para que no publicara su método ni los resultados obtenidos. Esto provocó una discusión que trajo como consecuencia la acusación por parte del inglés, de que Mesmer cometía un fraude deliberado.

 

Posteriormente la joven Oesterline fue informada del ataque que el médico inglés hacía al doctor Mesmer y se vio comprometida, por lo que recayó en su anterior estado, pero complicado y agravado por una fiebre nerviosa.

 

Mesmer continuó tratando a la paciente y en un par de semanas, según refiere se recuperó totalmente y hasta llegó a casarse y tener varios hijos.

 

El segundo caso de Mesmer también le trajo complicaciones por las controversias y discusiones con sus críticos, las cuales culminaron con su salida de Austria en busca de un clima científico más favorable.

 

Después que regresa a Viena, sus amigos le convencen y lleva a cabo el tratamiento de María Teresa de Paradis, de 18 años de edad, cuyos padres eran personas de mucho prestigio, incluso ella misma era muy conocida de la Emperatriz, quien le había asignado una pensión por encontrarse totalmente ciega desde que tenía cuatro años. Su diagnóstico era amaurosis completa, con convulsiones oculares (ceguera por neu­rosis histérica de conversión) acompañado de un cuadro melancólico, con obstrucciones en el bazo y el hígado, y en ocasiones presentaba crisis de excitación psicomotriz y delirios (crisis disociativa histérica).

 

El tratamiento de la paciente fue un éxito, pues rápidamente mejoró en el uso de la vista y desaparecieron las crisis de agresividad. Los padres, en agradecimiento, difundieron la noticia, y esto provoco que lo visitaran muchos personajes para convencerse de los resultados obte­nidos; entre ellos se incluían los dos directores de la facultad de medicina y el Doctor Stoerk, quien había atendido durante 10 años a la paciente sin éxito alguno.

 

El señor Paradis expresó su gratitud mediante escritos que se difundieron por toda Europa en los principales periódicos.

 

Sin embargo, los enemigos no tardaron mucho en convencer a Para­dis, por medio de las intrigas características del siglo XVIII, y éste le planteó a Mesmer retirar a su hija del tratamiento. Fue tanta la insistencia, que Mesmer se vio en la necesidad de aceptar la situación, pero durante una discusión con el padre le planteó la responsabilidad que implicaba llevarse a la muchacha, quien aún no estaba curada, y dijo que no contaran con él si ocurría algún problema.

 

Coincidentemente la paciente estaba escuchando la conversación y recayó rápidamente en su cuadro psicopatológico, pero unido a crisis de vómitos y de excitación, desencadenadas por el sonido de campanas o cualquier otro ruido.

 

Mesmer aceptó tratar de nuevo a la paciente poniendo como condición que los padres no podían visitar su casa. Al cabo de 15 días declaró que la paciente ya había recuperado su salud, pero los padres negaron esto, diciendo que estaba en iguales condiciones.

 

De nuevo Mesmer abandona el país y se traslada a París, donde aumentó considerablemente su fama y comenzó con aplicaciones colec­tivas de magnetismo. Sentaba a los pacientes alrededor de una cubeta de madera llena de agua que él había magnetizado, y se acompañaba la sesión de música suave como fondo. Los ayudantes de Mesmer se situaban al lado de cada enfermo con unas varillas de hierro, que pasaban por el cuerpo de los pacientes, principalmente por las partes enfermas; esto provocaba fuertes crisis de temblores, sudoración, palpitaciones y convulsiones, espasmos de la región epigástrica, entre otros.

 

Mesmer comenzaba entonces sus rituales. Se presentaba vestido con una túnica de color lila y le daba a sus sesiones un matiz de poderío sobrenatural.

 

Es importante señalar que aquellas sesiones colectivas traían como consecuencia un aumento considerable de la sugestión; tanto es así, que un simple cambio de la tonalidad de la música interpretada al piano provocaba el desarrollo de fuertes crisis colectivas que de forma individual presentaba cada paciente; unos comenzaban a reír hasta caer totalmente relajados y extenuados, otros lloraban, algunos saltaban, pero siempre el final era un desplome total con manifestaciones de relajación profunda.

 

Eran diversas las enfermedades que presentaban los sujetos atendidos por Mesmer, quien incluía en estas sesiones a pacientes que padecían de asma, cólicos, fiebres, corea, entre otras.

 

Mesmer solicitó la creación de una comisión científica para darle validez al magnetismo animal. Esta comisión fue nombrada por la Aca­demia Francesa de Ciencias y por mandato directo de Luis XVI, en marzo de 1784. Los integrantes eran miembros de la Academia de Ciencias y de la Facultad de Medicina, y se reforzó con cinco miembros de la Real Sociedad de Medicina. Entre los participantes estaban: Guillotin Lavoisier, Benjamín Franklin y otras famosas figuras de la época.

Los resultados fueron desfavorables para Mesmer, pues la comisión declaró que lo que allí ocurría no tenía nada que ver con fluidos mag­néticos, sino que era la imaginación y la fantasía de los pacientes lo que provocaba aquellas crisis.

 

Vuelven de nuevo a caer en una situación crítica los métodos de Mesmer, que mostraban un fenómeno hasta entonces desconocido, pero argumentado con una teoría seudocientífica que reflejaba conceptos mágicos y astrológicos de la época precedente, lo que trajo como con­secuencia la prohibición absoluta del mesmerismo, incluso con penas de perder las licencias para ejercer, a toda persona que se relacionara, discutiera o practicara las teorías de Mesmer.

 

El médico austriaco continuó sus investigaciones y creó una sociedad secreta, que llamó Sociedad de Armonía. Uno de sus miembros, Armand M. Chastenet, Marqués de Puységur (1751-1825), pone, énfasis en la inducción del sueño y lo considera como un sonambulismo artificial.

El Marqués de Puységur es quien descubre el fenómeno del sonam­bulismo provocado y de la amnesia posthipnótica, y fue el primero en sugerir a sus pacientes paz, reposo, ausencia de dolor y sensación de bienestar.

 

Los pacientes de Puységur no presentaban las crisis espectaculares y convulsivas de los pacientes de Mesmer, sino que pasaban a un estado de sonambulismo donde las sugestiones del magnetizador creaban gran efecto.

 

En su método también se utilizaban pases pero en realidad le dio un impulso científico al hipnotismo.

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