El conejo, un modelo animal para el estudio de la aterosclerosis. Una corta revision
Autor: Dr. Luis Caballero | Publicado:  13/10/2010 | Anatomia Patologica , Cardiologia , Angiologia y Cirugia Vascular , Imagenes de Anatomia Patologica , Imagenes de Angiologia y Cirugia Vascular , Imagenes de Cardiologia | |
El conejo, un modelo animal para el estudio de la aterosclerosis. Una corta revision .2

La información epidemiológica de aterosclerosis no coronaria, se halla menos disponible comparada con la de la enfermedad cardiaca coronaria [Pasternak y col., 2004], y los estudios epidemiológicos, patofisiológicos y terapéuticos en la aterosclerosis no coronaria, ha tendido a focalizarse en territorios individuales más que en el árbol vascular en su totalidad. Aunque es importante entender las diferencias críticas entre los diferentes territorios, es también importante que los investigadores reconozcan los vínculos entre los territorios vasculares, conociendo que la aterosclerosis es una enfermedad sistémica.

Resulta preocupante, que en comparación con las enfermedades notificables, las enfermedades cardiovasculares tienen una relativa baja prioridad en la agenda global de la salud, por lo que esta situación requiere adicional interés [Gersh y col., 2010].

Modelo animal

El modelo animal ideal en la enfermedad cardiovascular deberá reproducir a sujetos humanos, metabólica y patofisiológicamente, para permitir estudios fisiológicos y metabólicos; además deberá desarrollar las etapas finales de la enfermedad comparable a las presentadas en humanos. Dada la compleja naturaleza multifactorial de la enfermedad cardiovascular, ninguna especie animal resultará apropiada para todos los estudios. El conejo requiere de una dieta alta en colesterol para desarrollar la patología cardiovascular, sin embargo no es un animal modelo para investigar el síndrome metabólico [Russel y Proctor, 2006].

La información obtenida a partir de los modelos animales requiere el análisis de su aplicabilidad a la patología humana, y por ello la información obtenida en ambos contextos debe ser complementaria. En la actualidad la experimentación animal es un requisito legal encaminado a garantizar la seguridad antes de introducir fármacos y diversos procedimientos diagnósticos y terapéuticos en la clínica. Conejos alimentados con dietas altas en colesterol, se han empleado ampliamente para analizar la formación y evolución de las lesiones ateroscleróticas, así como su regresión al modificar la dieta o recibir tratamiento farmacológico [Chorro y col., 2009].

Los animales manipulados genéticamente permiten la sobre exposición de un producto génico determinado o su no expresión, y se les identifica como animales transgénicos y knockout, respectivamente [Flores-Pérez y Pérez-Martínez, 2006].

Mediante la transgénesis, se puede alterar el genoma del mamífero así como transmitir las modificaciones a través de la línea germinal. Aunque los procedimientos son técnicamente posibles en grandes animales, por razones de costo, tiempo y consideraciones de manejo, la investigación básica en el área cardiovascular, se ha limitado al ratón y en menor número de casos al conejo [Dalloz y col., 2001].

En la tecnología knockout, se remplaza el ADN endógeno en un punto previamente definido con ADN mutado, valiéndose de la recombinación homóloga para insertar el ADN en regiones específicas de estos genes, ello propicia la inactivación del producto génico. Se obtienen así animales que carecen del producto génico o que poseen mutación; su utilidad está centrada en determinar si un gen posee una función crítica. El ratón es el animal knockout más empleado en los estudios de endotelio [Flores-Pérez y Pérez-Martínez, 2006].

Se han generado conejos transgénicos, en los cuales se han sobreexpresados algunos genes involucrados en el metabolismo de las lipoproteínas del plasma. Ejemplo de ello, líneas que sobreexpresan lipasa hepática (normalmente deficiente en conejos al compararlo con otros animales como la rata), apolipoproteína E, apolipoproteína B, apolipoproteína A [Taylor y Fan, 1997; Sun y col., 2002].

El conejo fue seleccionado por el National Human Genome Research Institute, para secuenciar su genoma completo, y así aumentar nuestro conocimiento de elementos estructurales y funcionales del genoma humano e incrementar el valor experimental del conejo, como un modelo animal para las enfermedades humanas [NCBI, sin fecha].

Se han desarrollado conejos Nueva Zelanda modificados genéticamente, que expresan la Apo A-1 humana, lecitincolesterol-aciltransferasa, lipasa hepática; y cepas de conejos Watanabe con hiperlipemia hereditaria (WHHL), que expresan la Lp (a) humana [Yanni, 2004; Bosze y col., 2003].

Los conejos WHHL tienen una mutación natural (delección de 4 codones) en el gen para el receptor de LDL, que lo convierte en no funcional y provoca altos niveles séricos de LDL y aterosclerosis pronunciada [Kronemberg, 2009].

Se desarrolló un modelo animal (conejos WHHLCA), que presenta las típicas placas ateromatosas en las coronarias, similares a las halladas en humanos. Posteriormente se desarrolló un modelo animal (conejos WHHLMI) para la investigación del infarto cardíaco espontáneo [Shiomi y col., 2003; Ito y col., 2004]. Se espera que estos animales contribuyan al estudio de las enfermedades isquémicas coronarias y al hallazgo de nuevos terapias.

Investigadores hindúes [Madhumathi y col., 2006], ante el elevado costo de conejos WHHL, seleccionaron conejos Nueva Zelanda para inducirles experimentalmente aterosclerosis, resultando un apropiado costo-efectivo modelo animal.

Se obtuvo un modelo de conejo transgénico para la cardiomiopatía hipertrófica [Marian y col., 1999], mediante la mutación en el gen de la cadena pesada de la miosina β. Estos animales desarrollan hipertrofia cardiaca, desorganización en miocitos y miofibrillas, incremento en el contenido de colágeno intersticial y alta incidencia de muerte prematura.

Suplementación con aceites vegetales o colesterol

Se alimentaron durante 9 semanas a un grupo de conejos con una dieta enriquecida con aceite crudo de palma (grupo experimental), y con aceite de maíz (grupo control). En el grupo experimental se halló un aumento no significativo de los triglicéridos y del colesterol total plasmático. El aceite crudo de palma contiene mayor relación de ácido grasos saturados/poliinsaturados, produciendo diferencias en el contenido de ácido palmítico y ácido linoleico de los triglicéridos [Alfonzo y Ortiz, 2001].

Se reportó correlación positiva entre ingesta de ácidos grasos saturados, niveles altos de colesterol en el suero y mayor incidencia de infartos al miocardio en el hombre; pero no todos los ácidos grasos saturados tienen el mismo efecto hipercolesterolémico, el ácido mirístico es cuatro veces más aterogénico que el laúrico y el palmítico [Jeremiach, 1978].

Conejos alimentados con una dieta libre de colesterol, pero rica en grasas saturadas y celulosa como fibra dietética, presentaron severos ateromas que disminuyeron al cambiar la celulosa por alfalfa [Kritchevsky y col., 1977].

Se demostró que conejos alimentados con aceite de palma, presentaban alto grado de aterosclerosis [Vles, 1978].

Un factor a tomar en consideración, al evaluar el efecto de diferentes aceites comestibles en los lípidos de la sangre, es el tiempo durante el cual son alimentados los conejos. Es así como a los dos meses de una dieta enriquecida con colesterol, no se produjeron cambios en el contenido de colesterol total plasmático al comparar una dieta con aceite de palma y otra con aceite de maíz; sin embargo a los seis meses el colesterol total aumentó en ambos grupos [Torrealba y col., 1996].

Resulta interesante conocer que la población de países mediterráneos, especialmente en la isla de Creta, tienen más baja mortalidad por enfermedades isquémicas del corazón, que la población que vive en otras partes de Europa o Estados Unidos. Una diferencia es el alto consumo en los países mediterráneos, y que llega a ser excesivo en la isla de Creta, de aceites monoinsaturados como el aceite de oliva [Simons, 1986].

Una búsqueda sistemática en MEDLINE se llevó a cabo [Mente y col., 2009], para hallar estudios de cohorte prospectivos o ensayos aleatorios que investigaran los niveles de exposición dietaria en relación con la enfermedad coronaria.


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