La globalizacion. Su influencia negativa en el sistema de valores y en el sector de la salud. El papel del personal de salud en la arena internacional
Autor: Dr. Ernesto González González | Publicado:  31/01/2011 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
La globalizacion. Influencia negativa en el sistema de valores y en el sector de la salud .1

La globalización. Su influencia negativa en el sistema de valores y en el sector de la salud. El papel del personal de salud en la arena internacional.

Dr. Ernesto González González. Especialista de Primer Grado en Medicina Interna. PPU: Louis Pasteur.
Dra. Yolanda Delgado Ramos. Especialista de Primer Grado En Medicina Interna
PPU: Louis Pasteur.
Dr. Justo Kuok Loo. Especialista de Primer Grado en Medicina Interna. Hogar de Ancianos; 28 de Enero

INTRODUCCIÓN

El campo de la Ética Aplicada es sumamente vasto e interdisciplinario, y se relaciona estrechamente con las ciencias del hombre o ciencias sociales. El sujeto del conflicto moral es el individuo concreto; pero por ser un ser social y formar parte de una estructura social determinada, independientemente del grado de conciencia que tenga de ello; se inserta en un tejido de relaciones sociales de ámbitos interpersonales, donde su modo de comportarse moralmente no puede tener un carácter meramente individual, sino social (1).

La forma de expresar las relaciones entre Ética, Sociedad y Política desde la antigüedad hasta la actualidad, varía según la época, la óptica y las circunstancias. Por lo tanto, la Ética no puede ser comprendida, sino a través de su historia, puesto que de otra forma cegamos nuestra visión, o la acomodamos consciente o inconscientemente a nuestros intereses. Esta visión objetiva no puede soslayar la identificación y la comprensión de aquellos valores trascendentes, inherentes y fundacionales, que trascienden a la sociedad porque son dados a la persona humana, o son su rasgo distintivo tras una evolución biológica y social, pero en definitiva son propias de la persona (1).

Los valores éticos no pueden ser separados de los hechos biológicos” (2).

“La humanidad necesita urgentemente de una nueva sabiduría que le proporcione el conocimiento de cómo usar el conocimiento para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de vida” (2).

Para esta nueva ciencia, construida sobre la propia biología, e incluyendo además la mayoría de los elementos esenciales y humanísticos, incluyendo la Filosofía, propuso Potter el nombre de Bioética para resaltar los dos elementos más importantes: el conocimiento biológico (bios) y los valores humanos (ethos) (2). Por lo tanto la Bioética consiste en el diálogo interdisciplinar entre vida y valores morales; es decir trata de hacer juicios de valor sobre los hechos biológicos, en el amplio sentido del término, y obrar en consecuencia (2).

El estudio de los valores constituye una de las tareas más urgentes y fecundas de la filosofía moderna. Es un tema poco explorado y sugestivo. El “ a priori” de lo emotivo está constituido por los valores: son los objetos intencionales del sentir, no son propiedades de las cosas, sino fuerzas o capacidades y disposiciones que en sujetos dotados de sentimientos, causan estados volitivos, que llevan a conductas objetivas. El individualismo jerarquiza al tener sobre el ser; en los valores está la clave de la identidad, de la esencia de la persona; el predominio del ser sobre el tener (3).

Los nuevos cambios sociales (tecnología, modernización, automatización, globalización), han traído al mundo una cultura que se funda en el tener para ser, y no exclusivamente en el ser; entendido este como aquello que cualifica al hombre, que lo dota de valores en y por sí mismos. Tener, implica definitivamente una cultura de la competencia, en lo que se legitimiza como bueno la astucia, inteligencia, individualismo, la lucha por el poder adquisitivo, lo cual se contrapone con valores de todos los tiempos como: colaboración, solidaridad, la lucha por el bien común, el cuidado de las relaciones personales y con el ambiente, etc. Esta es la crisis de valores (4).

¿Qué son los valores?

“Valor es el carácter de las cosas, que consiste en ser más o menos apreciados o deseados por un sujeto, o más comúnmente por un grupo de sujetos determinados” (5).

El valor tiene que ver con lo que es aprobado socialmente como positivo. Los valores humanos son imprescindibles por la armoniosidad de la vida. Una sociedad sin valores está en proceso de autodestrucción. (4). Desde el punto de vista psicológico, el valor tiene dos dimensiones de expresión; una externa que se refiere a la asunción del valor como asignación determinada desde fuera, que se cumple, pero sin personalización; y una subjetivo – interna, que da cuentas de una apropiación individualizada, reflexionada de dicho valor. En este caso los sujetos que se mueven en esta dimensión, además de conocer la norma y comportarse congruentemente, “ la hacen suya, la viven, la recrean, y la hacen crecer, convirtiéndose en principio axiomático de su vida” (5), en verdadero valor.

La crisis, tal y como ocurre con la propia formación de los valores, no se da en individuos aislados, ni en la sociedad. Son las instituciones socializadoras las encargadas de formar valores; y a su interno se dan también los procesos de crisis. Las instituciones se quedan, en no pocas ocasiones rezagadas en relación con las demandas objetivas de la realidad; mientras que la conciencia individual cambia con mayor rapidez, y ello determina desestructuración en los sistemas de valores coherentes con el ideal del hombre como verdadero ser humano (4). Lo social se objetiviza en los diferentes espacios socializadores, donde la familia y la escuela ocupan un lugar primordial. La formación de valores es un problema actual en el mundo, donde la crisis económica y política desembocan en guerra e inestabilidad vital y espiritual; su reflexión y análisis, así como las vías a seguir para lograr un hombre que no tenga más opción que la de actuar éticamente, no sólo es objeto de pedagogos, sociólogos, psicólogos y filósofos; sino de políticos y economistas; todos bajo un mismo objetivo: lograr una sociedad que no sólo se distinga por el desarrollo alcanzado en la producción, sino por el desarrollo de valores espirituales, lo que favorecería a la humanización plena de todos los procesos sociales y el perfeccionamiento humano (6).

¿Cuál es el origen de la crisis de valores?

En los diferentes sistemas sociales aparece cierto desfasaje, lógico y cultural entre el sistema de valores institucionalizados, y los valores asumidos por la sociedad; pero al aumentar notablemente la aceleración de la dinámica social en períodos de cambios abruptos, este desfasaje sobrepasa sus límites normales, generando cambios bruscos en los sistemas subjetivos de valores, provocando la aparición de la crisis (6).

Se entiende que la crisis actual está asociada a diversos factores que provocan lo que conocemos como crisis de valores, y el sector de la Salud no escapa ante esta emergencia social.

El “Siglo breve”, o XX, fue un período marcado por un conflicto religioso entre ideologías laicas. Por razones más históricas que lógicas, fue dominado por la contraposición de dos modelos económicos -e incluso dos modelos excluyentes entre sí-: el “Socialismo”, identificados con economías centralmente planificadas de tipo soviético, y el “Capitalismo”, que cubría todo el resto (7).

¿Cómo influyó todo eso sobre los países que en el pasado eran devotos del modelo “socialista”? Bajo el socialismo, se encontraron con la imposibilidad de reformar sus sistemas administrativos de planeamiento estatal, incluso cuando sus técnicos y sus economistas fueran plenamente conscientes de sus principales carencias. Los sistemas -no competitivos a nivel internacional- fueron capaces de sobrevivir hasta que quedaron completamente aislados del resto de la economía mundial (7).

Ese aislamiento, por lo tanto, no pudo ser mantenido en el tiempo, y cuando el socialismo fue abandonado -sea inmediatamente de la caída de los regímenes políticos como en Europa Oriental, sea por el propio régimen, como en China o en Vietnam- sin ningún preaviso, ellos se encontraron inmersos en aquello que para muchos parecía ser la única alternativa disponible: el capitalismo globalizado, en su forma entonces predominante de capitalismo de libre mercado.

Ese período está casi a nuestras espaldas, así como el del predominio global del liberalismo económico extremo de matriz anglonorteamericana, incluso cuando no sepamos cuales cambios implicará la crisis mundial en curso -la más grave desde los años 30- cuando los impresionantes acontecimientos de los últimos dos años consiguieran superarse. Una cosa, en efecto, es desde ya muy clara: está en curso una alternancia de enormes proporciones de las viejas economías del Atlántico Norte al Sur del planeta y principalmente al Asia oriental. Las reacciones contras los excesos de la era neoliberal llevaron a un retorno, parcial, a formas de capitalismo estatal acompañadas por una especie de regresión a algunos aspectos de la herencia soviética. Claramente, la simple “imitación de Occidente” dejó de ser una opción posible (7).

En todo caso, delinear la economía del mañana es tal vez la parte menos relevante de nuestras preocupaciones futuras. La diferencia crucial entre los sistemas económicos no reside en su estructura, sino más bien en sus prioridades sociales y morales, y éstas deberían ilustrar dos de sus aspectos de fundamental importancia a ese propósito.

Lo primero es que el fin del comunismo comportó la desaparición repentina de valores, hábitos y prácticas sociales que habían marcado la vida de generaciones enteras, no sólo en los regímenes comunistas en sentido estricto, sino también los del pasado pre comunista que, bajo esos regímenes, en buena parte se habían protegido. Debemos reconocer cuán profundos y graves fueron el shock y la desgracia en términos humanos que fueron padecidos como consecuencia de ese brusco e inesperado terremoto social.


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