Morbimortalidad por quemaduras. Hospital Vladimir Ilich Lenin. 2004-2008
Autor: MrC. Raquel Rojas Bruzón  | Publicado:  12/01/2012 | Medicina Interna , Cuidados Intensivos y Cuidados Criticos , Medicina de Urgencias , Articulos , Imagenes de Medicina Interna , Imagenes de Cirugia Plastica Estetica y Reparadora , Imagenes | |
Morbimortalidad por quemaduras. Hospital Vladimir Ilich Lenin. 2004-2008 .5

Tabla 4. Comportamiento de la morbimortalidad por quemaduras

morbimortalidad_quemaduras_mortalidad/tabla_cuatro_morbimortalidad

En la tabla 4 analizamos el índice de supervivencia de nuestros pacientes, el cual es alto en los pacientes desde leve hasta muy grave. Luego, naturalmente, va descendiendo a medida que aumenta el índice de gravedad.

Tabla 5. Comportamiento de la supervivencia en el Hospital General Universitario Vladimir Ilich Lenin en relación con la clasificación cubana de pronóstico

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Fuente: Libro de registro estadístico de quemados.

En la tabla 5 pudimos darnos cuenta que nuestros pacientes superaron las expectativas de supervivencia con respecto a la tabla cubana de pronóstico, pues incluso en el grupo de pacientes clasificados como pacientes críticos sobrevivió el 75,40%.

Discusión

Al observar la tabla 1 podemos llegar a la conclusión de que las quemaduras predominaron en el sexo femenino, en los grupos de 30 a 44 años y secundariamente en el grupo de 45 a 59 años. Este resultado se corresponde con otro estudio (7) relacionado con el paciente quemado por electricidad, en el que se obtuvo como resultado que el grupo de 31 a 40 años fue el más afectado. No se comportaron de forma similar respecto al sexo, pues como el estudio antes citado se refería exclusivamente a quemaduras eléctricas, solamente se recogió una casuística mayor en los hombres, que son los que están más expuestos a este riesgo, y la mortalidad en este estudio osciló entre el 3 y el 9%.

Este resultado se debió fundamentalmente a que en estas edades hay una mayor actividad de la población, tanto doméstica como económica, por lo que este sector está muy susceptible a accidentes y se someten a las agresiones del medio en que viven; en ocasiones, el alto consumo de alcohol y la violación de las normas viales y de convivencia son los responsables de estos daños a nivel mundial. (7)

Particular interés revisten las quemaduras en pacientes ancianos. Se describen cambios importantes desde el punto de vista físico, psíquico, fisiológico y social capaces de influir en la incidencia de accidentes en este grupo etario. (7) (8). La jubilación, la pérdida de la capacidad funcional, las enfermedades propias de la edad, como el Parkinson, sordera, disminución de la visión, fractura de cadera, etc., influyen negativamente, y son causas comunes de accidentes por quemaduras. Si sumamos nuestra casuística de los dos últimos grupos en los cuales se encuentran incluidos los mayores de 60 años, veremos que es una cantidad no despreciable.

En la tabla 2 analizamos la casuística general atendida en el cuerpo de guardia del quinquenio, donde se incluyen aquellos casos que por ser quemaduras menores no requirieron ingreso en sala y fueron posteriormente seguidos por consulta externa. La casuística se incrementó en los años 2007 y 2008 a expensas de estos casos.

Al analizar un resultado de la misma autora en 1999 (Castro A.Z. “Quemaduras por accidentes. Hospital V I Lenin Enero a Diciembre 1999”), encontramos que en aquel momento, debido al impacto del período especial, surgieron múltiples inventivas artesanales dirigidas a suplir la falta de combustibles para la cocción de los alimentos: cocinas de kerosene con presión o sin esta, eléctricas o reverberos, etc., ninguna de las cuales reunía los requerimientos mínimos de seguridad. Además, la escasez de kerosene contribuyó a que la población utilizara mezclas con otros combustibles (p. ej. gasoil o con gasolina). Asimismo, se elevó el abastecimiento de gas licuado mediante un programa de desarrollo de la industria básica, pero no estuvo al alcance de todos, lo que provocó la aparición de lesionados por traspaso inadecuado de gas licuado de unos balones a otros sin medidas de protección. Además del almacenamiento inadecuado de combustible con fines de lucro o personales, todo lo anterior produjo un incremento de lesionados por quemaduras debido fundamentalmente a accidentes en el hogar.

En 1995, la prevalencia por quemaduras accidentales en la provincia de Holguín se comportó en 0,19, cifra que disminuyó en los años siguientes debido al desarrollo del plan Médico de Familia, a la educación para la salud a través de las organizaciones de masa y programas en los medios de difusión. A pesar de las estrategias utilizadas para prevenir los accidentes por quemaduras, estos continuaron ocurriendo, aunque no con la frecuencia que se manifestaron en años anteriores. La prevalencia por quemaduras accidentales en el año 1999 fue de 0,14, cifra que se esperó que continuara decreciendo si se tomaban todas las medidas indicadas en el programa de prevención de estas.

Estos resultados antes expuestos hoy los comparamos con los años transcurridos posteriormente y vemos que, aunque la revolución energética ha llevado un salto cualitativo importante en la calidad de vida de la población cubana, esta última no ha escapado de los accidentes, pues en estos 2 años pasados se incrementó el pequeño quemado por imprudencia de la población y mal uso de la tecnología adquirida. La mayoría de estos casos fue debido a vapor de agua y agua hirviente al destapar imprudentemente y antes de tiempo las ollas reina y arrocera.

En estudios realizados se describe que el incremento en la producción de accidentes se debe al desequilibrio que existe en los avances técnicos, el estilo de vida y las medidas de prevención encaminadas a evitarlo. (23). No obstante, aunque no satisfechos, podemos decir que se ha ganado en lo que respecta a los casos graves, críticos y críticos extremos, los que disminuyeron paulatinamente en estos años, pues como antes dijimos, los accidentes por mala manipulación de esta nueva tecnología produjo en su mayoría quemaduras leves, menos graves y graves, pero sin peligro inminente para la vida. Sin embargo, la tecnología rudimentaria creada por el pueblo antes de este hecho producía grandes quemaduras por explosión de alcohol inflamado y kerosene.

En el gráfico 1 podemos ver cómo se comportó la morbilidad por quemaduras accidentales en los pacientes ingresados en el quinquenio (tabla 3). En la misma tabla se plasman los resultados de la morbilidad por suicidios y homicidios de forma individual. Arribamos a la conclusión que a pesar que la morbilidad por suicidios ha disminuido considerablemente con relación a los años en que el Servicio de Quemados del Hospital aún era joven, se mantiene la producción de casos de forma inestable y constituyen el 23,7% de los casos ingresados (gráfico 2 y tabla 3). La gravedad que encierra este hecho consiste en que el paciente suicida es doblemente enfermo: en primer lugar porque por la etiología del hecho sus quemaduras son generalmente graves y, en segundo lugar, porque es importante señalar que este resultado está en correspondencia con que en la década del 40 ya se está convencido de que no vamos a ser un triunfador, como quisimos cuando adolescentes, del amor, las artes, la ciencia. Si a esto se le une algún inconveniente de la etapa actual, si además se carece de mecanismos compensatorios, entonces se está muy propenso a cometer un intento suicida. El paciente suicida sufre un estrechamiento de la conciencia que lo hace anular toda posibilidad de seguir viviendo.


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