Caracterizacion de pacientes con enfermedad cerebrovascular
Autor: Dr. Yuri Álvarez Magdariaga | Publicado:  23/02/2012 | Neurologia , Articulos | |
Caracterizacion de pacientes con enfermedad cerebrovascular .5

El trabajo, publicado por la revista 'Stroke', se basa en infarto cerebral en fase aguda, es decir, no tuvo en cuenta aspectos a largo plazo, como la rehabilitación, las bajas laborales o los tratamientos crónicos. Los costes oscilaban entre los 500 y 30.000 euros. En el análisis inicial se fijaron en aspectos como la edad del paciente, la causa de la trombosis, el tiempo que estuvo en el hospital y la mortalidad.

Se relacionó el índice de gravedad del ictus, medido según la escala de los Institutos Nacionales de Salud Americanos, con el costo de la enfermedad. Tuvieron en cuenta el nivel de conciencia del paciente, si era capaz de responder a preguntas o de obedecer órdenes, si tenía alteraciones en el campo visual, en la movilidad de la musculatura facial o las extremidades, alteraciones en la sensibilidad, el lenguaje o la marcha.

En España se producen 100.000 nuevos casos de ictus al año. La mayoría son en pacientes mayores, aunque también puede afectar a individuos jóvenes. Además de la mortalidad, hay que tener en cuenta que es una causa importante de discapacidad en el adulto.

En Madrid, el ictus o infarto cerebral, una de las principales causas de muerte y de incapacidad a largo plazo en la mayoría de los países industrializados, tiene entre sus secuelas más importantes la depresión, que llega a afectar, al menos, a un 33% de los supervivientes. Un pequeño trabajo, publicado en Stroke, revela que la combinación de terapia psicosocial y antidepresivos es más eficaz que sólo los medicamentos en el tratamiento de este trastorno.

La depresión se ha vinculado a un mayor riesgo de sufrir posteriores problemas vasculares e, incluso, a un incremento de la mortalidad tras el infarto cerebral. Según Richard C. Veith, uno de los autores del estudio y profesor de Psiquiatría y Ciencias del comportamiento de la Universidad de Washington (Seattle, EEUU), "la depresión después de un ictus es un problema de salud pública. Un tercio de los pacientes que sufren un ictus la desarrollan.

Esto les hace menos capaces de recuperarse, empeora su funcionalidad cognitiva y social y se relaciona con otras consecuencias adversas" (33).

Por otra parte, otro estudio publicado en la misma revista y desarrollado por investigadores de la universidad de Utrecht, en Holanda, ha analizado el riesgo de sufrir fracturas de cadera o fémur entre los supervivientes de un ictus.

El trabajo tomó una muestra de 6.763 pacientes con fractura de fémur o cadera, un 3,3% de los cuales tenía un historial de infarto cerebral. Este conjunto fue comparado, teniendo en cuenta género, edad y procedencia, con un grupo de control formado por 26.341 individuos libres de fracturas y de los cuales un 1,5% había sufrido este accidente cerebrovascular.

Los autores llegaron a la conclusión de que los supervivientes de un ictus cerebral tienen el doble de posibilidades de romperse la cadera o el fémur que el resto de la población. Esta propensión se vio incrementada entre los más longevos (70 años o menos) y las mujeres, que presentaron más del doble de riesgo que los hombres.

Además, el peligro aumentó hasta tres veces más en los que habían sufrido el episodio de forma reciente, sobre todo durante los primeros tres meses. También se observó que la mayor parte de las fracturas tuvo lugar a partir de los 50 años de edad.

¿Es distinto el infarto cerebral en hombres que en mujeres? ¿En cuál de los dos sexos son peores los efectos de sufrir un ictus? Éstas son algunas de las cuestiones que tratan de resolver los investigadores desde hace tiempo y que se
Debatieron en la última conferencia sobre esteroides sexuales y diferencias de género en la enfermedad cardiovascular que se celebró en Colorado (EEUU).

Las estadísticas oficiales de EEUU indican que esta patología, causada por la obstrucción de las arterias que suministran oxígeno y sangre al cerebro, afecta a los varones en una proporción de dos a uno con respecto a las mujeres. Sin embargo, según ha explicado en este foro la doctora Patricia Hurn, de la universidad estadounidense de Oregón, las consecuencias que el infarto tiene en las mujeres suelen ser más graves (su ingreso hospitalario, por ejemplo, dura más), tal vez porque a ellas les afecta a unas edades más tardías que a sus compañeros.

Según la Asociación Americana del Corazón (AHA, según sus siglas en inglés) la incidencia del ictus es superior en los varones hasta los 75 años, similar en ambos entre los 75 y los 84 y superior en ellas a partir de los 85. Además, según la Federación Mundial del Corazón, la tasa de mortalidad por esta causa supera el 11% en mujeres, frente al 8,4% de los hombres (34).

A pesar de que los especialistas parecen aceptar que el ictus podría comportarse de una manera diferente entre ambos sexos, las razones de estas disparidades no están muy claras hoy por hoy. Cuando las arterias que llegan hasta el cerebro se ven bloqueadas, las células cerebrales carecen de oxígeno suficiente y mueren, causando los daños neurológicos típicos de esta patología. El ictus, como reconoce la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), no es sólo una enfermedad de hombres de mediana edad como mucha gente piensa, sino que afecta también a un gran número de mujeres, aunque ellas sean un poco mayores. "Erróneamente muchas mujeres piensan que tienen más riesgo de cáncer de mama que de un ictus", señala la agencia sanitaria de Naciones Unidas.

Otra posibilidad que están empezando a valorar investigaciones más preliminares es que el ictus se comporte de manera diferente en ambos cerebros a nivel celular o molecular. Además, en trabajos animales se ha observado que las hormonas femeninas (los estrógenos) tienen un cierto efecto protector a nivel cerebral; aunque estas conclusiones no se han podido extrapolar a los humanos hasta el momento con claridad.

De hecho, los anticonceptivos orales y la terapia hormonal sustitutiva son dos elementos que aumentan el riesgo en mujeres. La menopausia, por el contrario, no parece tener ningún efecto, como aclara la OMS. (20, 21,35).

Los científicos de la Organización Panamericana para la Salud, reclaman que se necesitan acciones [...] en todos los países de América Latina para establecer una alerta sobre los riesgos de la hipertensión y mejorar su identificación, manejo y control". El último estudio sobre uno de los principales factores de riesgo cardiovascular en el sur del continente americano no deja lugar a las dudas: la amenaza de la hipertensión en la zona es real y empeorará a menos que se tomen medidas inmediatas. Según los datos de esta investigación, que en realidad ha recopilado y contrastado información de numerosos trabajos previos, la prevalencia de este trastorno no ha dejado de aumentar en la mayoría de países latinoamericanos.

Un cambio en la dieta caracterizado por un mayor consumo de productos precocinados, la migración hacia zonas urbanas que se asocia con la adopción de hábitos menos saludables- y la incidencia de la obesidad son algunos de los factores que están detrás del aumento del número de hipertensos. Este incremento, unido al aumento de otras enfermedades crónicas y al esperado crecimiento de la población, preocupa especialmente a los expertos.

Según explican, "Se estima que de 1990 a 2020 la mortalidad asociada a los trastornos isquémicos y enfermedades cerebrovasculares aumentará alrededor de un 14.5% en América Latina", comentan en su trabajo Adolfo Rubinstein, del Hospital Italiano de Buenos Aires, Antonio Chagas, de la Universidad de Sao Paulo y Luis Alcocer, de la Universidad Autónoma de México, principales autores del trabajo.

Estos investigadores remarcan que sufrir hipertensión (presentar niveles superiores a los 140/90 mm/HG) es el principal factor de riesgo para trastornos graves como los anteriores; pero es un factor modificable, es decir, que puede controlarse y tratarse. Tan sólo cinco gramos de sal, es la cantidad que recomienda tomar la Organización Mundial de la Salud (OMS) por persona y día. ¿Lo cumplen los españoles? Es lo que va a tratar de averiguar el Ministerio de Sanidad y Consumo a través de su nuevo plan, destinado a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.

Según ha anunciado el ministro Bernat Soria durante la III Convención NAOS (Nutrición, Actividad física y prevención de la Obesidad) "queremos conocer cuál es el consumo medio de sal en España y cuáles son sus principales fuentes".

"Más de la mitad de los casos de la enfermedad isquémica cardiaca y de la enfermedad cerebrovascular se deben a una presión arterial elevada. Y uno de los principales factores que influyen en la hipertensión es la dieta", ha explicado el ministro, quien ha recordado que la prevalencia de la hipertensión arterial entre los españoles se sitúa en torno al 35%, aunque aumenta en con la edad. El principal propósito de este plan de acción contra la sal es combatir estas patologías. (25, 26,36).

Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo, aunque "al menos el 80% de los fallecimientos prematuros por esta causa podrían prevenirse a través de dieta, ejercicio y evitando el tabaco". Ésta es una de las principales conclusiones que pueden extraerse del informe sobre salud global que acaba de presentar la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Este documento, elaborado con los datos de las muertes producidas en 2004, muestra las grandes diferencias sanitarias que dividen al planeta. Mientras que en el primer mundo, además de los problemas de corazón, son los infartos cerebrales, el cáncer de pulmón, la neumonía o el asma las principales causas de fallecimiento, en los países más pobres siguen muriendo millones de personas.

Actualmente, según este especialista, tres situaciones están frenando la posibilidad de prevenir y evitar las secuelas: por un lado, el desconocimiento de la población en general sobre qué es el ictus; por otro, la ausencia de Unidades de Ictus en los hospitales; y, finalmente, la falta de control de la enfermedad por parte de los profesionales médicos.

En cuanto al desconocimiento de la población, existen unos síntomas que hay que conocer porque "el ictus no duele", por tanto, la gente no suele interpretar sus síntomas (pérdida de fuerza, y/o visión, debilidad en las extremidades, vértigo o alteración del habla) como urgentes.


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