Caracterizacion Epidemiologica, Clinica y Humoral del paciente hipertenso
Autor: Dr. Ricardo René Núñez Barrera | Publicado:  15/04/2009 | Cardiologia , Nefrologia , Medicina Interna , Medicina Preventiva y Salud Publica | |
Caracterizacion Epidemiologica Clinica y Humoral del paciente hipertenso.1

Caracterización Epidemiológica, Clínica y Humoral del paciente hipertenso.

 

 

Dr. Ricardo René Núñez Barrera

Especialista de Primer Grado de Medicina Interna del Hospital Clínico - quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”, Santiago de Cuba, Cuba.

 

Dra. Genellys Fernández Camps.

Especialista de II Grado de Medicina Interna del Hospital Clínico – quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”; Santiago de Cuba, Cuba. Profesor Auxiliar de Propedéutica y Medicina Interna del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, Cuba. MSc en Enfermedades Infecciosas y Medios Diagnósticos.

 

Dr. Juan Carlos Sánchez Moráguez.

Especialista de I Grado en Medicina Interna del Hospital Clínico - quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”, Santiago de Cuba, Cuba. Jefe del Servicio de Cerebrovascular del Hospital Clínico - quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”, Santiago de Cuba, Cuba. MSc en Enfermedades Infecciosas.

 

Lázaro Ibrahím Romero García.

Especialista de I Grado en Bioestadística Hospital Clínico - quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”, Santiago de Cuba, Cuba. Instructor en Bioestadísticas y Computación del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, Cuba. MSc en Epidemiología.

 

 

Resumen

 

Se realizó una investigación observacional, descriptiva y longitudinal para caracterizar a la población hipertensa desde el punto de vista epidemiológico, clínico y humoral en la consulta especializada de dicha patología, en el Hospital Provincial Clínico-Quirúrgico Docente “Saturnino Lora” de la ciudad de Santiago de Cuba, en el periodo comprendido entre el 1º de julio de 2006 al 31 de julio de 2007, la muestra fue de 120 pacientes seleccionada por muestro aleatorio simple. En el estudio hubo un franco predominio de las edades comprendidas entre los 30 – 59 años y del sexo femenino, la raza negra prevaleció en la población seguida por la mestiza. La presencia de familiares de primer orden hipertensos caracterizo a nuestra población, siendo la cefalea el síntoma más importante, seguido de los acufenos y los trastornos gastrointestinales. La elevación de los valores de la creatinina y de la tasa de filtración glomerular son elementos a tener en cuanta en el momento de evaluar a todo paciente hipertenso, además de precisar la presencia o no de microalbuminuria la cual constituye un factor predictor de daño renal mínimo y factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares.

 

Introducción

 

La Hipertensión Arterial (HTA) tiene alrededor de un siglo de edad. Nace junto a la invención del esfigmomanómetro por Riva Rossi en 1895 y unos años más tarde, incorporada la medida de presión diastólica por Korotkoff, se comienzan a identificar pacientes con cifras más altas que las usuales a los que se denominó hipertensos (1).

 

La hipertensión arterial es la enfermedad que se produce cuando las cifras de tensión arterial se encuentran por encima de 140mmHg de tensión arterial sistólica (TAS) y 90mmHg de tensión arterial diastólica (TAD), medidas como promedio, en tres tomas realizadas en condiciones apropiadas, con intervalos de tres a siete días entre cada toma para los pacientes mayores de 18 años (2).

 

La hipertensión arterial (HTA) puede considerarse una enfermedad cosmopolita, se encuentra distribuida en todas las regiones del mundo atendiendo a múltiples factores de índole económicos, sociales, ambientales y étnicos; en todo el mundo se ha producido un aumento de la prevalencia evidentemente relacionado con factores diversos que van desde la alimentación inadecuada hasta los hábitos tóxicos y el sedentarismo (3).

 

Su prevalencia ha aumentado significativamente en todas las latitudes, lo cual se explica en parte por los nuevos valores tensionales que en la actualidad se aceptan. También varían de un lugar a otro y dicha variabilidad está en dependencia de las particularidades genéticas y ambientales que caracterizan a cada región (4).

 

Se estima que mundialmente 691 millones de persona padecen esta enfermedad (5).

 

Se plantea que de los 15 millones de muertes causadas por enfermedades circulatorias, 7,2 millones están relacionadas con enfermedades coronarias y 4,6 millones son producidas por enfermedad vascular encefálica.

 

En la mayoría de los países la prevalencia se encuentra entre el 15 - 30%. La frecuencia de la hipertensión arterial (HTA) aumenta con la edad, demostrándose que después de los 50 años el 50% de la población padece de hipertensión. En muchos países es la causa más frecuente de consulta médica y de mayor demanda de uso de medicamentos.

 

En cuanto a su etiología, la hipertensión arterial es desconocida en el 95% de los casos, identificándose como esencial o primaria. El restante 5% es debido a causas secundarias. (6)

 

La prevalencia estimada en nuestro país está alrededor de los 2 millones de hipertensos, considerándose la misma en un 30% en zonas urbanas y 15% en zonas rurales. (7)

 

En la provincia de Santiago de Cuba, se muestra una prevalencia de un 15.3%, mientras que en el municipio se concluye el año 2000 con una prevalencia de un 15.6%. (8)

 

La presión arterial aumenta con la edad en ambos sexos, se plantea que hasta los 6 años de edad el incremento es similar en ambos sexos; luego se eleva en los niños hasta los niveles del adulto, mientras que desciende ligeramente en las niñas durante la pubertad. Las presiones arteriales sistólica y diastólica medias son mayores en varones jóvenes que en mujeres, mientras que esta situación se invierte por encima de los 50 años en relación con la aparición de la menopausia. Mientras que la presión diastólica tiende a estabilizarse a partir de los 50 años, la presión sistólica continúa aumentando progresivamente, excepto en ciertas poblaciones primitivas. El aumento de la presión arterial sistólica con la edad determina un incremento de la presión del pulso (presión diferencial) y justifica que la prevalencia de "hipertensión sistólica aislada" supere el 10% por encima de los 65 años. Los escasos estudios longitudinales muestran que los aumentos de presión con la edad son más pronunciados en individuos con mayor presión arterial inicial a cualquier edad (9–12).

 

La elevación de la presión arterial con la edad es mayor en la etnia negra que en la blanca, por lo que la prevalencia de hipertensión entre la población negra es más elevada, ello ocurre en ambos sexos y en todos los grupos de edades. Este hecho determina un aumento de la mortalidad por accidente vascular cerebral y coronariopatía isquémica en dicha etnia. La hipertensión acelerada o maligna es particularmente frecuente en ella (13).

 

La Hipertensión arterial de los familiares de primer grado se correlaciona de forma significativa; la prevalencia de hipertensión es superior entre los familiares de hipertensos, fenómeno denominado "agrupación familiar de la hipertensión" (14). Esta agrupación familiar se ha observado con los hijos naturales, pero no con los adoptados. En gemelos homocigotos existe una mayor correlación entre la presión arterial sistólica y diastólica que en gemelos dicigotos. La herencia depende de varios genes todavía no identificados, cuya expresión resulta modificada por factores ambientales (15).

 

Se ha sugerido múltiples veces que el estrés es un factor importante de la hipertensión. También se han implicado el tamaño de la familia, el hacinamiento, la ocupación, factores dietéticos, etc. Algunos estudios (16-18) sobre poblaciones rurales han demostrado cifras de presión elevadas, incluso superiores a las de poblaciones urbanas genéticamente similares. La exposición durante mucho tiempo a ambientes psicosociales adversos puede ser importante y originar hipertensión permanente, con independencia del área rural o urbana. Los estudios en poblaciones emigrantes apoyan esta hipótesis, aunque los cambios no son sólo socioeconómicos, sino también dietéticos, psicofísicos, etc. (19-21) La prevalencia de hipertensión es mayor cuanto más bajo es el nivel socioeconómico y educativo. Los factores de personalidad son importantes y entre ellos se han citado la tendencia a la ansiedad y la depresión, los conflictos de autoridad, el perfeccionismo, la suspicacia y la agresividad (22).

 

La mayoría de los estudios epidemiológicos (23-26) señalan la relación existente entre sobrepeso y presión arterial, tanto sistólica como diastólica. Esta relación es más intensa en individuos jóvenes y adultos de mediana edad, y más en mujeres que en varones, pero se observa también en niños y en todas las culturas. Se ha observado que una pérdida de peso de 9,5 kg (sin restricción sódica) puede determinar una reducción de presión de unos 20 mm Hg en pacientes con hipertensión ligera. El que la presión arterial sea más elevada en obesos puede obedecer, en parte, a mediciones erróneas debidas a la desproporción entre el tamaño del manguito y del brazo (27).

 

En cuanto a la ingesta de cloruro sódico, los datos epidemiológicos (28-32) demuestran una relación menos potente que con el exceso de peso. Se ha observado una alta prevalencia de hipertensión en áreas con abundante ingesta de sal y una baja prevalencia en civilizaciones primitivas (esquimales de Alaska) con una ingesta de sal muy escasa (menos de 4 g/día). Además, la restricción salina reduce las cifras de presión arterial en la mayoría de los hipertensos. (33) No obstante, la relación entre consumo de sal y presión arterial no es homogénea en todos los sujetos por la existencia de una susceptibilidad genética individual al efecto presor de la sal. Aproximadamente la mitad de los hipertensos son "sensibles a la sal" y elevan su presión ante una sobrecarga salina en la dieta, lo que no sucede en los llamados "resistentes a la sal". (34) Se ha invocado también que la proporción entre sodio y otros iones (potasio, calcio y magnesio) en la dieta puede tener cierta importancia. (35) La restricción salina moderada en la población hipertensa reduce la presión arterial, siendo más evidente en la sistólica que en la diastólica, sobre todo en los hipertensos de más edad, grupo donde se encuentra la mayor proporción de pacientes "sensibles a la sal". Además, la reducción de la ingesta de sal facilita, en gran medida, el efecto de los medicamentos antihipertensivos y el control de la hipertensión (36).


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