Algunas consideraciones generales sobre el uso de los antimicrobianos
Autor: Dra. Reina Genellys Fernández Camps | Publicado:  30/01/2009 | Farmacologia , Medicina Preventiva y Salud Publica , Enfermedades Infecciosas | |
Algunas consideraciones generales sobre el uso de los antimicrobianos.1

Algunas consideraciones generales sobre el uso de los antimicrobianos

 

Autores:

 

Dra. Reina Genellys Fernández Camps.

Especialista de II Grado en Medicina Interna del Hospital Clínico – quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”, Santiago de Cuba. Cuba. Profesor Auxiliar de Propedéutica y Medicina Interna del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Cuba.

MSc. en Enfermedades Infecciosas y Medios Diagnósticos.

 

Dr. Noel L. Moya González.

Especialista de II Grado en Medicina Interna del Hospital Clínico – quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”, Santiago de Cuba. Cuba. Profesor Auxiliar de Propedéutica y Medicina Interna del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Cuba.

MSc. en Enfermedades Infecciosas.

 

 

En el suelo, el estiércol y en el agua habita un enorme número de bacterias, mohos, actinomicetos y otros microorganismos que mantienen de forma permanente relaciones recíprocas. Estas pueden ser de ayuda (simbiosis) cuando las sustancias químicas formadas por un microbio son útiles a otras; o por el contrario, ser antagónicas (antisimbiosis), cuando el microorganismo de una especie es inhibido por otro durante su convivencia.

 

Al inicio del desarrollo de la Microbiología, el sabio investigador francés Luis Pasteur había observado la relación antagónica entre microorganismos de distintas especies; pero fue Metchnikoff quien tuvo la iniciativa de aprovechar dicho fenómeno para impedir el desarrollo de microorganismos patógenos utilizando las bacterias ácido – lácticas de la leche ácida para inhibir el desarrollo de las bacterias nocivas que habitan en el intestino del hombre. Este hecho hace que la historia de los antimicrobianos se remonte al siglo XIX; aunque se reporta que hace 2500 años los chinos utilizaban el moho del frijol de soja como tratamiento tópico en infecciones cutáneas.

 

Manasein, Palotebnov, Gane, Gracia, Dat, etc. fueron algunos de los científicos que se dedicaron al estudio de estas sustancias; sin embargo la preocupación por estos agentes se incrementó de forma extraordinaria al quedar demostrada las propiedades curativas de la Penicilina por Fleming al descubrirla en los cultivos de moho Penicillium Notatum. A partir de este momento y después de su aplicación en 1941 el arsenal terapéutico en la lucha contra las infecciones se ha multiplicado y reforzado ya que las mismas han influido de forma determinante en la evolución de la historia del hombre y son, actualmente, la principal causa de morbilidad y mortalidad en el mundo, a pesar del descubrimiento, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, de decenas de agentes antimicrobianos cada día más potentes, seguros y efectivos, no sólo contra bacterias, sino también contra los virus, hongos y protozoarios. En la actualidad se estima que el 50% de los pacientes ingresados recibe tratamiento con uno o más antibióticos.

 

La terapéutica antimicrobiana moderna no sólo ha reducido considerablemente la morbilidad y mortalidad por infecciones; si no que también ayuda a prevenir algunas enfermedades y ha contribuido al desarrollo de la cirugía moderna, al tratamiento de los traumatismos y al trasplante de órganos. Sin embargo, la aplicación de los antimicrobianos en la medicina moderna no carece de problemas.

 

Algunos de estos medicamentos provocan reacciones adversas importantes en determinados pacientes, interactúan con otras clases de fármacos y, además, ejercen un influjo para la aparición de resistencia antimicrobiana entre las bacterias; sobre todo cuando no se utilizan de forma racional y no se evita su uso indiscriminado y caprichoso. Si hacemos una breve reseña histórica de la antibioticoterapia vemos que la era de estos medicamentos remonta a China hace 2500 años. Sin embargo el mundo moderno lo reconoce en el siglo XX y específicamente en el 1936 cuando Domaqk da a conocer las sulfonamidas lo que le valió 2 años después el premio Nobel de Medicina.

 

Años antes Alexander Fleming en 1928, observó de forma casual que algunas colonias de estafilococos se lisaban cuando el medio de cultivo se contaminaba – en el laboratorio – con un hongo, el Penicillium Notatum, él llamó a esta sustancia Penicilina, acontecimiento que se da a conocer en 1929; sin embargo no es hasta el 1940 en que se logra extraer y purificar la Penicilina a partir de dicho hongo por continuadores de la obra de Fleming; con Florey (también premio Nobel de Medicina), Chain y Heatley.

 

En 1941 se emplea con eficiencia en el tratamiento de una infección por estreptococos y estafilococos comenzándose su producción a escala industrial, hecho que sin dudas marca un hito en la lucha del hombre contra las infecciones.

 

Waksman descubre en el 1944 la Eritromicina y tres años después Burkholder, en 1947, descubre en una muestra de suelo de Venezuela el Cloranfenicol a partir del Streptomyces Venezuelae, produciéndose en cantidades suficientes para uso clínico en 1948.

 

En ese mismo año, Brotzu en la salida de un desagüe en las costas de Cerdeña aísla el Cephalosporium Acremonium, primera fuente de Cefalosporinas encontrándose que los líquidos donde se cultivaba el hongo contenían 3 antibióticos:

 

  • Cefalosporina P (activa contra gérmenes grampositivos)
  • Cefalosporina N (efectiva contra bacterias grampositivas y gramnegativas).
  • Cefalosporina C (igual que la cefalosporina N, pero menos potente).

 

Al poderse aislar el núcleo activo de las cefalosporina C y agregarse cadenas laterales ha dado la posibilidad de compuestos semisintéticos con mayor actividad antibacteriana. Existen en nuestros días 4 generaciones conocidas de estos antimicrobianos.

 

No hay dudas que la aparición de varias generaciones de cefalosporinas marca por su importancia terapéutica un punto de partida en la guerra del hombre contra las infecciones.

 

En el 1952 se aísla la Tetraciclina por primera vez, después de la selección de muestras de suelos de muchas partes del mundo; la misma después de su uso inicial demuestra su eficacia contra Rickettsias, bacterias grampositivas y gramnegativas, Linfogranuloma venéreo y Pitacosis.

 

El grupo Waksman, junto a Lechevalier en 1949 aíslan a un microorganismo del suelo (Streptomyces Fradiae), los que producen la Neomicina que por sus efectos nefrotóxicos y ototóxicos después de su uso inicial se reserva hoy solo para uso tópico o local en el intestino. Sin embargo en el Instituto Nacional de Japón (1957) es donde se descubre la Kanamicina, otros aminoglucósidos aparecen después, la Gentamicina en 1963, Tobramicina en 1967 y Amikacina; una modificación de la kanamicina, en 1972.

 

Es en 1952 que se obtiene la Eritromicina, antibiótico tipo en un grupo denominado por su estructura química, macrólidos. Recientemente aparecen como derivados semisintéticos de la misma; Roxitromicina, Claritromicina y Azitromicina, que tienen un lugar destacado en el tratamiento de enfermedades infecciosas, sobre todo en contra de bacterias intracelulares y en pacientes alérgicos a los beta-lactámicos. Aparece en 1959, el desarrollo de los antivirales, Prussof sintetiza la Idoxuridina y no es hasta 1962 en que se aprueba en EUA su uso tópico en la queratitis herpética. Dos años después se aprueba la Trifluor-timidina con el mismo propósito. No es hasta 1977 en que aparece el Aciclovir; luego han ido apareciendo otros inhibidores nucleósidos y no nucleósidos de la enzima transcriptasa inversa.

 

También en 1959 se introduce el derivado nitroimidazólico en las infecciones producidas por trichomonas vaginalis: el Metronidazol, siendo el precursor de esta familia, con una utilización además contra gérmenes anaerobios.

 

Aunque es en la década de los 80 del siglo XX en que se comienza a trabajar en las quinolonas de segunda generación, que contienen un átomo de flúor (Fluorquinolonas) que son más potentes y con mayor espectro; pero desde 1962 se conoce el Ácido Nalidíxico; un fármaco sintetizado a partir de la cloroquina. Hoy se cuenta con un verdadero arsenal terapéutico (varias generaciones) de estas drogas que incluyen quinolonas bifluoradas y trifluoradas como Norfloxacina, Ciprofloxacino, Enoxacino, Lomefloxacino, Trovafloxacino y otras muy útiles sobre todo por su administración por vía oral y su amplio espectro; que incluye la gran mayoría de bacterias gramnegativas y su efecto postantibiótico (esto es que el crecimiento antibacteriano se mantiene inhibido, aún en ausencia de concentraciones eficaces del antibiótico durante un período determinado de tiempo; entre una y seis horas).

En el 1984, para ser más exactos, se introduce el Ácido Clavulánico en el mercado que en asociación con el Ampicillín, la Amoxicilina o la Ticarcilina se vuelven; por tanto, más efectivas frente a algunas bacterias productoras de betalactamasas.

 

Existen así mismo otros antibacterianos novedosos en la actualidad como es el caso de los cabapenémicos (Imipenem y Meropenem) y los monobactámicos (Aztreonam, Tigemonán y Carumonán).

 

Por todo lo anteriormente expuesto y por la alta frecuencia con que en nuestro medio aparecen un sin número de enfermedades infecciosas es que nos dimos a la tarea de hacer una revisión de algunas consideraciones generales de importancia en el uso de estos fármacos y tratar de hacer más fácil el conocimiento para la mejor utilización de los mismos por todos aquellos que de una forma u otra los emplean para el beneficio de la humanidad.

 

Para adentrarnos en estos aspectos de importancia capital en el manejo de los antimicrobianos comenzaremos con algunos conceptos que creemos son de utilidad.



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