Modificacion de los conocimientos sobre infecciones de transmision sexual
Autor: Dra. Ainhoa Rodríguez Izquierdo | Publicado:  15/04/2009 | Dermatologia y Venereologia , Medicina Interna , Medicina Preventiva y Salud Publica , Medicina Familiar y Atencion Primaria | |
Modificacion de los conocimientos sobre infecciones de transmision sexual.3

A partir de los 15 años se encuentran relaciones de tipo promiscuas en la mayoría de los adolescentes, lo que puede deberse entre otros factores a una pobre concepción de la sexualidad y de las infecciones de transmisión sexual (ITS) que los conduce a una falsa percepción de riesgo a contagiarse.

 

La historia de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) se remonta a finales del siglo XV en el que todos los escritores están de acuerdo en que la sífilis hizo acto de presencia en forma epidémica en este siglo después del descubrimiento de América, donde también la llamaron “mal francés” o “mal napolitano” 9,10.

 

Desde tiempos antiguos hasta la época de los 70, del siglo pasado, enfermedades infecciosas, que son transmitidas sexualmente, fueron denominadas enfermedades venéreas (VD, de Venus diosa del amor). El término fue cargado al juicio moral el cual vino a ser visto como inapropiado hacia finales de los años 60, del siglo pasado, cuando el enfoque de la nueva Salud Pública fue desarrollado. En adición, en este tiempo el número de organismos transmitidos sexualmente había sido identificado y fue reconocido, que la descarga vaginal fue frecuentemente causada por un agente infeccioso. Por estas razones el término de enfermedad venérea fue abandonado a favor de Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS).

 

Con la aprobación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta nomenclatura vuelve a ser reemplazado por la de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), la que va a ser usada desde ahora.

 

Este cambio fue debido a que el término enfermedad no es apropiado para hacer referencia a las infecciones asintomáticas, las cuales son el mayor problema en el manejo de las Infecciones de Transmisión Sexual, fundamentalmente en mujeres.

 

Definir las Infecciones de Transmisión Sexual no ha sido fácil; sin embargo pensamos que una definición bastante completa sería: “Las Infecciones de Transmisión Sexual son infecciones causadas por gérmenes que viven en el cuerpo humano infectado, de preferencia en los órganos sexuales masculinos y femeninos, y que se transmiten de una persona a otra casi siempre por relaciones sexuales” 11.

 

Este nuevo término de Infecciones de Transmisión Sexual incluye las infecciones de la vía reproductiva causadas por gérmenes tanto exógenos como endógenos 12.

 

En la actualidad se han identificado al menos 25 microorganismos y 50 síndromes de Infecciones de Transmisión Sexual 13.

 

Durante muchos años las infecciones de transmisión sexual se limitaron a 5 enfermedades venéreas clásicas: Gonocócicas, Sífilis, Chancro blando, Linfogranuloma venéreo y Granuloma inguinal que se denominaron Infecciones de Transmisión Sexual de Primera Generación 13.

 

En la década de los años 70, del siglo pasado, se describieron nuevos patógenos como Herpes, Chlamydias y Ureaplasma urealyticum que se denominaron Infecciones de Transmisión Sexual de Segunda Generación 13.

 

Ya en la actualidad se considera que las infecciones víricas como VIH, Citomegalovirus y Papilomavirus están desplazando a las bacterias clásicas y se les denomina Infecciones de Transmisión Sexual de Tercera Generación 13.

 

Las infecciones de transmisión sexual constituyen un problema de salud en el ámbito mundial, pues en las 2 últimas décadas se ha observado un aumento en el número de pacientes, tanto en los países industrializados como en los en vía de desarrollo, hecho paradójico sí tenemos en cuenta los adelantos científicos que han tenido lugar en casi todo el orbe en la esfera de la salud, particularmente con respecto a las infecciones de transmisión sexual 14.

 

Las infecciones de transmisión sexual son producidas por diferentes agentes etiológicos (bacterias, virus, protozoos, hongos, ectoparásitos y artrópodos) que son responsables de la variabilidad de los síntomas y signos que aparecen en los pacientes. Este hecho les confiere la especial connotación de que para su control se necesite conocer y actuar sobre el comportamiento sexual de las personas, aspectos de la vida en que muchos no aceptan que otros se inmiscuyan 15-18.

 

Por otra parte las relaciones sexuales y las infecciones que se relacionan con las mismas aún están rodeadas de prejuicios y mientras a nadie le resulta penoso reconocer que es portador de otra enfermedad, muchos prefieren que no se conozca que padecen una infección de transmisión sexual 15.

 

La razón para el incremento de las infecciones de transmisión sexual probablemente sea multifactorial y entre estos podemos mencionar: a) la edad de la madurez sexual ha disminuido, b) la edad a la cual los jóvenes tienen su primera relación sexual es menor, y c) más personas tienen relaciones sexuales premaritales que en el pasado.

 

Por otra parte el creciente uso de anticonceptivos orales y los dispositivos intrauterinos (DIU) han eliminado el efecto protector de los medios de barrera tales como los condones.

 

Debido a que las poblaciones son ahora más móviles, tanto nacional como internacionalmente, el comportamiento de ciertas personas con estas enfermedades requiere de acciones de promoción de salud dirigidas a establecer hábitos y conductas sexuales seguras, o de menor riesgo, pero que solo tienen impacto a largo plazo, pues es bien conocido que no resulta fácil modificar estos aspectos conductuales de la vida de las personas 15.

 

Además de las complicaciones que para la salud representan las infecciones de transmisión sexual, es importante destacar las consecuencias sociales dolorosas de una infección de transmisión sexual no tratada, la cual padecen fundamentalmente las mujeres en el mundo en desarrollo, el estigma social, el daño personal y económico secundario a la infertilidad que en ocasiones termina en divorcio, o en trabajo sexual comercial, sin exponer los comportamientos violentos o de abusos ante el descubrimiento de una infección de transmisión sexual, además de las consecuencias emocionales para las personas involucradas incluyendo la depresión y sus efectos biológicos y sociales 19.

 

Dada la ausencia de vacunas y de medidas curativas promisorias, la factibilidad de combatir las Infecciones de Transmisión Sexual y el SIDA radica enteramente en la modificación de la conducta individual a través de la educación y de práctica de prevención eficaz. Los cambios de actitud y el desarrollo de creencias erróneas, se consiguen solo tras un largo y difícil proceso apoyado en parte, por el proporcionamiento de incentivos 20.

 

Se estima que en el mundo, aproximadamente 685.000 personas se infectan con una de las infecciones de transmisión sexual cada día y anualmente se detectan alrededor de 250.000.000 de casos nuevos de Infecciones de Transmisión Sexual, y esto ocurre tanto en países desarrollados como en vía de desarrollo 21.

 

En 1995 se estimó que la incidencia mundial de gonorrea era mayor de 250 millones de casos; la cifra correspondiente a la sífilis era de unos 50 millones de casos 22.

 

En el mundo al cierre del 2003 vivían con VIH/SIDA 40 millones de personas, de ellas 37 millones eran adultos y 2,5 millones menores de 15 años, mientras que el total de nuevas infecciones es de 5 millones, de ellos son adultos 4,2 millones y menores de 15 años 700.000. De los 3 millones de fallecidos 2,5 millones son adultos23.

 

La incidencia de Infecciones de Transmisión Sexual sigue siendo elevada en la mayor parte del mundo, a pesar de los avances diagnósticos y terapéuticos que pueden convertir rápidamente en no contagiosos a los pacientes con muchas infecciones de transmisión sexual y curar a la mayorí­a de ellos.

 

Se estima que la incidencia mundial de infecciones sexualmente transmitidas tanto víricas como bacterianas asciende a 315.000.000 nuevos casos por año. En relación con el SIDA se estima que se diagnostiquen alrededor de 6.820.874 casos anuales universalmente, pero se espera que la incidencia sea mayor en el continente africano, y en segundo lugar en el americano 24.

 

De las infecciones de transmisión sexual más frecuente en Cuba se destacan la sífilis y la blenorragia, cuyas tasas han incrementado de 7,2 y 2,8 respectivamente en 1970, a 85,1 y 33,4 en 1990 y a 130,6 y 411,7 en 1995 por cada 100 mil habitantes, lo que constituye un ejemplo del comportamiento de las infecciones de este tipo 25.

 

El conocimiento, las actitudes y las prácticas se corresponden con las costumbres de cada país, pero los hábitos dependen de la voluntad del hombre, por tanto se impone conocer las actitudes y prácticas de este grupo de edades en relación con las infecciones de transmisión sexual, ya que muchas veces no son adecuadas por carecer de la información requerida y correcta, y en ocasiones a pesar de poseer conocimientos correctos no se practican, ni se actúa en correspondencia con los mismos 26.

 

La educación sexual dirigida a los jóvenes debe ser práctica y no proporcionada solamente por la escuela, sino también a través de los padres en el seno del hogar, que la familia se sienta partícipe y pueda hallarse en condiciones de estimar en que medida se desea asumir de forma estricta los roles sexuales y por tanto disminuir la posibilidad de contraer una Infección de Transmisión Sexual y adoptar una conducta responsable en cuanto a su bienestar físico y mental.

 

Esto coincide con lo planteado por la Sociedad Internacional de Investigación sobre Infecciones de Transmisión Sexual, al señalar que en la adquisición de estas infecciones juega un papel importante una deficiente educación sexual por parte de la escuela y la familia 27.

 

Por todo lo anteriormente expuesto es que nos propusimos actuar en un grupo de adolescentes de la segunda y tercera etapa para mediante la intervención lograr la modificación de conocimientos y por tanto de conducta para de esta forma evitar la infección y transmisión de las infecciones de transmisión sexual y lograr por consiguiente un mejor nivel de salud en la población objeto de estudio.


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