Más que un hábito el tabaquismo es hoy la adicción a una droga (7), con una serie de alteraciones ampliamente conocidas que provoca su consumo: enfermedad coronaria, enfermedad cerebro vascular; cáncer pulmonar, de la cavidad oral, de laringe, esófago, estómago, renal, pancreático y de cuello uterino; enfermedad pulmonar obstructiva crónica; enfermedad gastrointestinal; enfermedad periodontal y enfermedad materna-infantil como muerte neonatal, aborto espontáneo y bajo peso al nacer) (4).
La prevención debía empezar con el ejemplo de los padres, con el control mundial de la propaganda del tabaco (una de las más desarrolladas del mundo) y por el desarrollo de una actitud de rechazo al hábito que debía sustentarse sobre todo, en la existencia del fumador pasivo, quien podría plantear; si decide usted dañar su salud hágalo, pero por favor no fume donde pueda dañar a otros. La invitación a fumar por parte de adultos a personas jóvenes es otro mecanismo que debía evitarse, aunque incuestionablemente el recurso más efectivo al nivel mundial ha sido la elevación del precio del tabaco y la continua campaña de información y persuasión con la población. Aquí repetimos lo señalado sobre la actividad física
¿Cómo liberarse del hábito una vez establecido?
Se trata de un hábito que demanda un esfuerzo personal importante para ser superado y a veces requiere del esfuerzo simultáneo del fumador y del equipo médico, pero a los profesionales de la salud nos resulta muy doloroso ver que muchas veces la interrupción total del consumo sólo se logra después de haberse instalado una complicación como el infarto al miocardio, ya que aunque esto es fundamental para evitar nuevos infartos, lo ideal es dejar de fumar a tiempo; con el propósito de ayudar a quienes tomen esa decisión, revisaremos los aspectos esenciales de algunas técnicas para eliminar esta peligrosa costumbre.
El primer aspecto es reconocer que no existe tóxico alguno que sea más fuerte que la decisión firme de un ser humano. El segundo, reconocer que los efectos nocivos no sólo deben valorarse en lo referente a la pérdida de la salud y la posibilidad de muerte, sino también en lo que significaría una muerte temprana para nuestros seres queridos (sobre todo los hijos), ya que es bueno recordar que el consumo de sustancias tóxicas es a fin de cuentas una conducta a la que tenemos que oponer nuestro sentido de responsabilidad.
Muchas personas logran interrumpir el consumo brusca y definitivamente, pero puede también usarse el método de la reducción progresiva de los cigarrillos fumados (Becoña E. 1991). Para ello debe establecerse el nivel de consumo de la última semana y a partir de aquí ir reduciendo un cigarrillo semanal, es decir, comenzar un sábado y mantener esa nueva cantidad toda la semana, al sábado siguiente reducir otro y así sucesivamente hasta eliminar el consumo.
No acumule nunca cajas de cigarros en su casa y utilice sólo una cajetilla o depósito donde estarán todos los cigarrillos comprometidos para el día; establezca rígidamente que dicha cantidad no podrá ser superada bajo ninguna circunstancia. Vaya a lugares, como el cine, donde no podrá fumar. Cuando esté en su casa tenga los cigarrillos en un lugar en el que le resulte incómodo ir a buscarlos y establezca como regla que sólo fumará (mientras esté en su casa) en una silla poco cómoda y colocada frente a una esquina donde no tenga posibilidades de realizar ninguna otra actividad recreativa mientras fume, es decir, no podrá leer ni ver televisión, sino que estará sentado frente a una esquina de la habitación.
Evite estar —cuando no sea imprescindible— en compañía de fuma dores egosintónicos (fumadores que aceptan su hábito de fumar y no luchan contra él, como sí hacen los egodistónicos) y después de eliminar el hábito esté preparado para aceptar, durante 1 año aproximadamente, que podrá sentir atracción por el tabaco cuando vea a alguien fumando (Dawley H; 1987). Tenga presente que si consume otra vez un primer cigarrillo o tabaco las posibilidades de caer nuevamente en el hábito son muy altas (Mothersill K; 1988).
Tabaquismo e infecciones respiratorias
- Resfrío común
Varios estudios epidemiológicos sugieren que los fumadores tendrían mayor número de resfríos en el año y éstos serían más severos (35,38). Peters y Ferris (35), comunicaron mayor número de consultas por síntomas respiratorios agudos compatibles con resfrío en escolares fumadores, lo cual ha sido confirmado por otros autores (36). Otro estudio realizado en la comunidad encontró que los fumadores era más probable que refirieran síntomas del tracto respiratorio inferior, que estos síntomas fueran más prolongados y presentaran mayores anomalías en la auscultación pulmonar (37).
Cohen y cois, expusieron a alrededor de 400 sujetos sanos a virus respiratorios en las narinas, observando en los fumadores mayor riesgo de infección objetivado por cultivo viral o producción de anticuerpos séricos y síntomas de resfrío (odds ratio (OR): 2,23: IC95%:1,03-4,82)38. Este efecto del tabaco ha sido atribuido a un defecto en la respuesta inmune que limita la replicación viral o aumento del proceso inflamatorio que determina la producción de síntomas.
-Otitis media e infección respiratoria baja
Existe una relación bien establecida entre el tabaquismo parental y el riesgo de infecciones respiratorias bajas en infantes. Estudios realizados en el hospital y la comunidad muestran que los hijos pequeños de padres fumadores tienen el doble de riesgo de padecer infecciones respiratorias bajas (OR: 1,72; IC95%: 1,55-1,91)39. El riesgo relativo es 1,57 (IC95%: 1,42-1,74) cuando uno de los padres fuma y asciende a 1,72 (IC95%: 1,55-1,91) cuando es la madre quien fuma en el hogar.
Esta asociación se mantiene cuando se controla por otras variables confundentes, y la mayoría de los estudios han demostrado que existe una relación dosis-efecto. Los niños asmáticos y portadores de enfermedades respiratorias crónicas serían más susceptibles a este daño.
Existe una relación entre el tabaquismo parental y el riesgo de otitis en el niño pequeño. La nicotina y otros productos del humo de tabaco favorecen la invasión del oído medio por microorganismos que colonizan la nasofaringe (22,40). La exposición prolongada a humo de tabaco se ha asociado a mayor riesgo de otitis media recurrente en niños pequeños (OR: 1,88; IC95%: l,02-3,49) (41). Parece existir una relación dosis-efecto en el riesgo de otitis recurrente. Los principales mecanismos involucrados en este proceso serían la inflamación y congestión de la vía aérea superior e inferior, disfunción mucociliar y bloqueo de la trompa de Eustaquio, aumento de la adherencia de microorganismos al epitelio respiratorio y disminución de la respuesta inmune local (producción de IgA).
- Enfermedad periodontal
En el fumador activo aumenta 2,5 a 6 veces el riesgo de desarrollar enfermedad periodontal comparado con los no fumadores (OR: 2,79; IC95%: 1,9-4,1 para fumadores < 9 cigarrillos/día y OR: 5,88; IC95%: 4,0-8,5 para fumadores > 31 cigarrillos/día)42. La gravedad de la enfermedad periodontal es mayor en los fumadores y la respuesta al tratamiento quirúrgico es más pobre (43). El riesgo disminuye progresivamente en el curso de los años al suspender el consumo de tabaco.
- Influenza
Varios estudios han examinado la relación entre tabaquismo e infección por virus influenza (44-46). En una cohorte de 250 mil veteranos americanos, Rogot y Munay (44), encontraron en los fumadores un aumento de la mortalidad por influenza (OR: 1,78). Otros han confirmado hallazgos similares en sujetos más jóvenes sin factores confundentes, en reclutas israelíes se han reportado episodios más frecuentes y graves de influenza en los fumadores (OR: 2,42; IC95%: 1,5-3,8), y el 31,2% de los casos de influenza han sido atribuidos al consumo de tabaco (45). En escolares que fuman se han encontrado mayores tasas de infección por virus influenza y mayor incidencia de infección subclínica objetivada mediante determinación de anticuerpos séricos (46).
En los fumadores, los títulos de anticuerpos séricos disminuyen más rápidamente, cambios inmunológicos que pueden explicar al menos parcialmente la mayor susceptibilidad a la infección viral (47). La eficacia de la vacuna antigripal sería superior en los sujetos que fuman, porque estarían expuestos a un mayor riesgo de infección que los no fumadores.
- Tuberculosis
El consumo de tabaco se ha asociado a mayor incidencia de reacción de tuberculina (PPD) positiva y tuberculosis activa (48,52). En un estudio de caso y control en presidiarios, los fumadores presentaron mayor riesgo de viraje tuberculínico en la cárcel comparado con los no fumadores (OR: 1,78), especialmente aquellos que fumaron por tiempos más prolongados (48). En otro estudio de caso y control, los niños expuestos pasivamente a humo de cigarrillo que eran contacto de un paciente con tuberculosis pulmonar activa presentaban mayor riesgo de desarrollar tuberculosis activa (OR: 5,39; IC95%: 2,4-11,9)(49).
Además, existe una fuerte asociación entre tabaquismo activo y el desarrollo de tuberculosis pulmonar en adolescentes y adultos jóvenes que cohabitan con un enfermo de tuberculosis (OR: 3,8 para los fumadores activos ajustado para los factores confundentes) (50). Varios estudios epidemiológicos poblacionales realizados en el Reino Unido, India y China han comunicado hallazgos similares: el tabaquismo activo y pasivo se asocian a mayor riesgo de desarrollar tuberculosis activa (51,52). La incidencia de tuberculosis aumenta (2-4) veces en los fumadores activos (> 20 cigarrillos/día) comparado con el grupo que nunca ha fumado (Tabla 3).
- Neumonía bacteriana
El tabaquismo activo y pasivo constituyen factores de riesgo para neumonía bacteriana) (56,59). La exposición prolongada a humo de tabaco favorece la colonización del tracto respiratorio y modifica la bacteriología de la neumonía adquirida en la comunidad. El consumo de tabaco asociado a enfermedad pulmonar obstructiva crónica es un factor de riesgo de neumonía indiscutible, sin embargo, el efecto del tabaquismo ha sido más difícil de precisar porque requiere controlar la variable confundente de la función pulmonar.