Por si algún lector fuera demasiado perezoso para meterse en el blog que mencioné en mi mensaje inmediatamente anterior (https://centromedicoopenhouseopinionesestafayfraude.wordpress.com/) a fin de leer su segunda parte, reproduzco aquí su contenido íntegro, que aun cuando es un poco largo no tiene desperdicio (conservo en mi poder los originales de todos los documentos aquí reproducidos, en caso de que alguien pusiera en entredicho su autenticidad):


Apéndice:
Los Papeles Secretos del Centro Médico Open House
Confesiones Inquietantes de sus Trabajadores


”You can’t criticize the truth unless you yourself are part of the lie or involved in hiding the truth, or you just want to ignore the truth and live in a fantasy world. Like those freaks that refuse to acknowledge the Holocaust really happened or say it wasn’t that horrible.”

“No es posible oponerse a la verdad a menos que uno haya participado en la mentira o tenga un interés personal en ocultar la verdad, o simplemente desee ignorar la verdad y vivir en un mundo de fantasía. Igual que esos seres grotescos que se niegan a admitir que el Holocausto sucedió realmente o dicen que tampoco fue para tanto.”

(Anónimo)





1. INTRODUCCIÓN



Pongo todo este material en conocimiento del público para que se sepan ciertas gravísimas irregularidades concernientes al Dr. Stephen Chapman y su clínica Open House, sita en Madrid (España) en la calle Atocha, nº 117.

El Dr. Chapman entabló un pleito judicial contra mí por injurias; ya se celebró el juicio y fui condenado a pagar una multa de 2.160 euros más las costas, y también a borrar mis comentarios en dos páginas web: https://spalumi.com/f9/open-house-153039.html y https://tns.mforos.com/829799/6814774-la-sifilis-se-descontrola/. Ya he pagado la multa, ya he borrado mis comentarios en la segunda de esas páginas web (los administradores de la primera borraron sin mi permiso mis comentarios vertidos en ella hace varios años) y ya estoy declarado libre de responsabilidades penales.

En el juicio no declaró el Dr. Chapman (da la impresión de que siempre está dispuesto a que sean otros quienes le hagan el trabajo sucio), así que no dio su versión de los hechos, ni defendió personalmente su presunto honor, ni se sometió a las preguntas de mis abogados; se limitó a asistir como espectador mudo; pero hizo declarar, como testigo a su favor, a su amigo y colaborador Pablo Fernández Cañadas, técnico de laboratorio y actual cabeza visible de Open House. El Dr. Chapman presentó pruebas falsas o amañadas, lo cual constituye un delito de estafa procesal; el Sr. Fernández Cañadas mintió durante su declaración en lo relativo a varias cuestiones fundamentales, lo cual constituye un delito de perjurio. Ambos delitos pueden castigarse con multas y con la cárcel. Yo he presentado, en los Juzgados de la Plaza de Castilla en Madrid, pruebas irrefutables de las mentiras, calumnias y tergiversaciones cometidas por estos dos individuos. Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Una persona que comete un delito es un delincuente. Si alguien desea confiar su salud y su dinero en manos de delincuentes a los cuales no les importa recurrir a mentiras, calumnias y tergiversaciones con tal de salirse con la suya, no es muy sensato.

Es posible que Pablo Fernández Cañadas fuera inicialmente un hombre honrado e íntegro, pero en la actualidad se ha convertido en cómplice y encubridor de una de las personas menos dignas que he conocido nunca. Todo un colaboracionista.

Hace un par de años viajé a Barcelona y estuve charlando media hora con Aitor Padilla y con la médica principal de Pyrena: la Dra. Yara Holetz. Ambos convinieron en que el Dr. Chapman es uno de esos seres que “contaminan todo lo que tocan”.

La Dra. Holetz me dijo que el Dr. Chapman la sometió a un bárbaro acoso laboral -no sexual- para averiguar si había mantenido correspondencia conmigo por correo electrónico, y que ese acoso casi le costó su matrimonio y la puso al borde de una crisis nerviosa; ella negó ante él, una y otra vez, haber mantenido esa correspondencia, y si lo negó fue por motivos de seguridad personal; pero la verdad es que sí la había mantenido, y en la misma me manifestó que estaba de acuerdo con todas mis declaraciones sobre el Dr. Chapman publicadas en Internet. Preguntad al Dr. Chapman por este asunto y ya veréis en qué aprieto lo ponéis.

Aitor Padilla, por su lado, me afirmó que no sabía por qué no habían salido todavía a la luz más casos como el mío -aunque es fácil entenderlo, dado que casi nadie quiere revelar públicamente a desconocidos las circunstancias de su vida sexual-, y que él mismo había presenciado varios atropellos perpetrados por el Dr. Chapman; cierta vez, por ejemplo, el Dr. Chapman, aludiendo a un enfermo de TOC, le dijo: “Échalo; es un impresentable”; y Aitor Padilla tuvo que atenderlo A ESCONDIDAS. También me afirmó que, últimamente, el Dr. Chapman andaba “enloquecido” amenazando con llevar a los Tribunales a cualquiera que pudiese constituir un peligro contra la reputación y la prosperidad de Open House; pero que él, Aitor Padilla, estaba muy tranquilo, porque conserva en su poder bastantes e-mails inculpatorios. Antes y después de nuestra entrevista personal en Barcelona, Aitor Padilla y yo mantuvimos también cierta correspondencia por correo electrónico. Preguntad al Dr. Chapman por este otro asunto y volveréis a ver en qué aprieto lo ponéis.

Hace unos cinco años publiqué la crónica de mi experiencia con Open House y con el Dr. Chapman en un foro de “puteros” llamado Spalumi (https://spalumi.com/f9/open-house-153039.html). Posteriormente, todas mis contribuciones a Spalumi fueron borradas por los mandamases de esta página web, sin que ellos quisieran explicarme las razones. Durante un par de años, Spalumi, aunque contaba con numerosos simpatizantes de Open House entre sus miembros, me había permitido siempre una modélica libertad de expresión. No sé si su decisión de censurarme se debió a que recibieron alguna presión o denuncia, o a que les entró algún tipo de “canguelo”, o a otras consideraciones que ignoro por completo.

Pero antes de que ello ocurriera invité a leer esa crónica mía a tres trabajadores de Open House: Nerea Rodríguez Calero (psicóloga), Yara Holetz y Pablo Fernández Cañadas. La primera no me contestó; los dos últimos sí, y aquí adjuntaré la correspondencia que mantuve con ellos. Aclaro que la mayor parte de dicha crónica está recogida en la sección de apertura de este blog.

También adjuntaré aquí la correspondencia que mantuve con Aitor Padilla, el antiguo gerente de la sucursal de Open House en Barcelona, ahora llamada Pyrena y desgajada por entero de la “casa matriz”. A Aitor Padilla le prometí confidencialidad, pero, como nunca me respondió a uno de mis correos en que yo le pedía informaciones fundamentales, lo cual me parece una increíble falta de educación y de respeto, considero invalidado nuestro acuerdo. Más adelante hablamos por teléfono y fue entonces cuando me explicó que nunca le llegó dicho correo (eso me parece rarísimo y yo no me lo creo en absoluto) y también me confirmó que es el centro de salud CAP Drassanes el que repudió tajante y definitivamente al Dr. Chapman después de haber colaborado bastante tiempo con él; y que es en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Barcelona donde lo consideran un “apestado”.

Yo presenté una denuncia contra el Dr. Chapman en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid. Los encargados le remitieron al Dr. Chapman mi relato escrito, íntegro y pormenorizado de la experiencia que sufrí con él, así como las pruebas que aporté para respaldar mi alegato. Le dieron un plazo para que replicara y aportara su propia versión de los hechos, y no lo hizo. Cualquiera pensaría que no halló modo de rebatirme o que calculó qué estrategia le sería mejor para salir impune del embrollo en que él mismo se había metido de tan innoble manera. En lo que él no parecía interesado, desde luego, era en ayudar a esclarecer la verdad y restablecer la justicia. El Ilustre Colegio Oficial de Médicos resolvió finalmente no sancionar al Dr. Chapman porque, según su Comité de Ética, mi solo testimonio no bastaba para menoscabar su presunción de inocencia: me informaron de que había sido desestimada mi denuncia porque por lo visto no presenté suficientes pruebas, o no lo bastante convincentes, y me señalaron que me quedaba la posibilidad de interponer un recurso Contencioso-Administrativo. Me hicieron notar que yo no había proporcionado una declaración de la persona que parecía haber sido paciente y también testigo de referencia en mis diversas consultas con el Dr. Chapman. (Evidentemente, esto hacía alusión a mi ex pareja sentimental.) En algunas de mis comunicaciones anteriores yo les había comentado a los miembros de este Comité de Ética que siempre he vivido muy apartado del mundo y, como nunca hasta ahora había yo denunciado ni sido denunciado por nadie, mi inexperiencia e ignorancia en cuestiones jurídicas y burocráticas es prácticamente absoluta. Yo creía ingenuamente que las declaraciones y documentos que les había aportado eran sólo el preámbulo o preludio para que se abriera una investigación a fondo por parte de ellos, en la que yo colaboraría aportando más datos, citando a más testigos y teniendo entrevistas personales con alguno de ellos para darles más explicaciones. A causa de mi desinformación, que me hacía especialmente vulnerable, nunca supuse que mi caso se dictaminaría exclusiva y definitivamente en función de las declaraciones y documentos míos que obraban inicialmente en poder de ellos. Aun así, luego les supliqué que me orientasen y asesorasen en un problema que se me presentaba, que es el que expongo a renglón seguido.

Si yo interponía un recurso Contencioso-Administrativo, parecía obvio que tendría que añadir una declaración rubricada por mi expareja corroborando mis alegaciones y suministrando su propia versión de los hechos. Tal como ya les hice saber a ellos, yo llevaba casi cuatro años sin ver a mi expareja ni hablar con ella en absoluto; ni tan siquiera sé exactamente dónde reside en la actualidad; pero supongo que, en caso absolutamente necesario, yo podría localizarla e intentar persuadirla para que diera su testimonio. Asimismo, yo podría suministrar pruebas fehacientes de que hay foros de Internet donde alguien de Open House mete publicidad descarada de su empresa, en medio de debates de ciudadanos de a pie angustiados por la posibilidad de haberse infectado de alguna ETS. Tengo entendido que se trata de una práctica que contraviene las normas básicas de la ética profesional médica.

En definitiva, mi pregunta a ellos era: si yo interponía el susodicho recurso Contencioso-Administrativo, ¿qué pruebas se considerarían suficientes y lo bastante convincentes para que prosperara mi caso, teniendo en cuenta -pero dejando aparte- todas las declaraciones y documentos que a ellos les había facilitado ya a lo largo del año 2019? Esta petición que les hice tenía como único objetivo que ninguno de nosotros perdiera inútilmente su precioso tiempo y que al final prevaleciera la Justicia. La respuesta del representante de este Comité de Ética a mi petición fue literalmente: “En contestación a este correo, le informo que no podemos responder a lo que solicita. Para obtener esas respuestas, debe dirigirse al letrado que lo asesore.” Así, pues, los dejé por imposibles, pues me pareció un proceder bastante poco ético... en especial tratándose de un Comité de Ética.

A sus miembros yo les había escrito repetidamente, en muchos e-mails a lo largo de varios meses antes de su decisión final, diversas frases similares a ésta: “Si desearan de mí cualquier otra cosa, les ruego que no vacilen en hacérmelo saber a la mayor brevedad” o “Aunque, naturalmente, hablar personalmente de estos incidentes no es plato de buen gusto, estoy plenamente dispuesto, si así lo desean, a entrevistarme con Vds. (en compañía de alguno de mis abogados, a ser posible), facilitarles cuantos documentos demuestran mis alegaciones, darles los nombres de otros posibles testigos, y proporcionarles todos los destalles adicionales que estimen convenientes” o “Les reitero que aún puedo aportar muchos documentos y testigos de todos los hechos que alego en estos e-mails que les he dirigido a Vds., ahora que les he desvelado mi identidad. Les ruego que, si consideran que falta algún elemento en el material por mí suministrado, me lo comuniquen sin tardanza. Como nunca en mi vida me había visto envuelto en complicaciones judiciales, seguramente cometeré numerosos ‘errores de novato’, que confío en que tendrán Vds. la gentileza de comprender y excusar.” Pero ellos hicieron caso omiso, olímpicamente, de tales frases. Yo diría que esta actitud sólo puede conducir a fomentar la impunidad de las conductas médicas abusivas, y a desanimar a todos los pacientes agraviados hasta el punto de que ya nunca se tomen la molestia de denunciar injusticia alguna.

Durante el juicio oral contra mí, el Sr. Fernández Cañadas afirmó explícitamente que no le constaba que el Dr. Chapman me hubiera negado su atención médica; esta afirmación explícita suya está recogida en la videograbación del juicio. Obsérvese que a lo largo de la correspondencia privada entre él y yo (adjuntada aquí un poco más abajo), el Sr. Fernández Cañadas asegura en varios párrafos, distintos y distantes, que sí le constaba tal cosa y que iba a admitirlo en el juicio. Se le va a “caer el pelo” por eso. Es un individuo a quien ya he demandado legalmente por falso testimonio o perjurio.

Un testigo tiene la obligación legal de decir la verdad y, en el caso de que incumpliese su obligación, podría ser procesado por la vía penal. Toda persona que jure o afirme, testifique, declare, deponga o certifique la verdad ante cualquier tribunal, organismo, funcionario o persona competente y declare ser cierto cualquier hecho esencial o importante con conocimiento de su falsedad o declare categóricamente sobre un hecho esencial o importante cuya certeza no le consta, incurrirá en perjurio. Es perjurio declarar ser cierto cualquier hecho esencial o importante con conocimiento de que es falso. Si el falso testimonio se diera en contra del reo en causa criminal por delito, las penas serán de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses. Si a consecuencia del testimonio hubiera recaído sentencia condenatoria, se impondrán las penas superiores en grado. El Código Penal de España regula el falso testimonio en los artículos del 458 al 462 dentro de los delitos contra la Administración de Justicia.

El juramento de Hipócrates establece que ningún médico puede negarse a atender a nadie; si el Sr. Fernández Cañadas, ante una pregunta de mi abogada, no quiso reconocer que el Dr. Chapman se negó a atenderme, resulta obvio que las razones de semejante negativa del Dr. Chapman no debían de ser muy honrosas. Además, el Sr. Fernández Cañadas escribe en uno de sus correos electrónicos que “conoce todo” lo relativo a mi caso; es inútil que después alegue en otro de ellos que nunca está presente en las consultas y por eso no puede conocerlo todo, ya que su jefe y amiguete, el Dr. Chapman, a quien saludó con dos efusivos besos en la antesala del juicio (en mi presencia y en la de mi abogada), debió de hablarle largamente del asunto, infringiendo la obligación del secreto profesional.

En contra de lo que me escribió Pablo Fernández Cañadas en la correspondencia privada que con él mantuve durante el verano de 2019, el Dr. Chapman no ha “salido definitivamente de Open House” (sic). Obran en mi poder varios documentos, obtenidos legalmente en Internet, que certifican que, con posterioridad a esa época, el Dr. Chapman siguió pasando consulta eventualmente en Open House, y también que en la actualidad es socio accionista y director médico de la empresa, aunque Fernández Cañadas me asegurase que ahora la empresa sólo es de él, habiéndose endeudado hasta las cejas para comprársela al Dr. Chapman, y me arguyese que si yo perjudicaba a Open House lo perjudicaría exclusivamente a él y no al Dr. Chapman.

Por otra parte, cuanto más lo reflexiono, más me indigna la tentativa de Fernández Cañadas de crearme un cargo de conciencia argumentando que yo voy a dañar a un inocente que nunca me hizo daño. Este individuo ha colaborado, aunque sólo fuese con su pusilánime aquiescencia, en las actividades del Dr. Chapman, aunque sabía de sobra que varias de ellas eran delictivas y potencialmente dañinas para la salud y la vida de sus pacientes (desde luego lo sabía inequívocamente a raíz de los correos electrónicos que le envié hace tres años y a raíz de los que le envié durante el verano de 2019); pero, según escribió él mismo, estaba dispuesto a dejarle seguir ejerciendo su profesión en Open House aquel verano durante mes y medio más, y a permitir que quedara libre e impune con la posibilidad de repetir en otros lugares las mismas iniquidades, sin hacer nada decisivo para evitarlo. Eso, a mi modo de ver, es dañar a inocentes que nunca le hicieron daño a él.

Cualquiera que no fuese Fernández Cañadas, y que supiese del Dr. Chapman tanto como sabe él, se cambiaría de acera nada más ver aparecer al Dr. Chapman en el horizonte. Vamos, digo yo.

Además es una horrenda desfachatez haber apelado a mí y no al propio Dr. Chapman. Ya que éste es tan buen amigo suyo y Fernández Cañadas me escribió que le debe el haber crecido humana y profesionalmente, bien podría haberlo abordado para pedirle que me abonase las cantidades que yo exigía como compensación, que retirase sus acusaciones contra mí, que se entregase a las autoridades, etc. De esa manera, el Dr. Chapman les habría ahorrado un buen montón de inmerecidas complicaciones a unos empleados presuntamente inocentes, a los cuales creó un lío demencial con su conducta irresponsable e inescrupulosa. En buena lógica, si él nos metió a todos en apuros, a él y sólo a él le correspondía sacarnos; si no lo ha hecho, el “insolidario” es él y no yo. Él podría haber puesto fin a todo este embrollo con un par de decisiones nobles y altruistas, que serían las propias de quien desea sinceramente enmendar sus faltas y además evitarían que pagaran justos por pecadores.

En vez de eso, Fernández Cañadas intentó engatusarme, escudándose, para justificar su propio proceder presente y pasado, en conceptos idealistas tales como la lealtad y la neutralidad. Sospecho que, en primer lugar, el Dr. Chapman no estaba dispuesto por nada del mundo a cejar en sus tácticas marrulleras, y Fernández Cañadas lo sabía muy bien y por eso no desperdició su tiempo en procurar convencerlo de que actuase con honradez. En segundo lugar, pienso que Fernández Cañadas debe de estar enfangado en asuntos turbios de Open House, aunque sea en grado secundario, y no le conviene en absoluto que el Dr. Chapman “desembuche” ante las autoridades.

Repito que, como ya le escribí a Fernández Cañadas en uno de mis correos electrónicos, no cabe duda de que el Dr. Chapman es uno de esos sujetos que “contaminan todo lo que tocan”. Huelga decir que también considero invalidado mi acuerdo de confidencialidad con Fernández Cañadas.

Para colmo, durante el juicio, celebrado a finales de 2019, Fernández Cañadas admitió que el Dr. Chapman sí seguía trabajando en Open House en calidad de supervisor o asesor o algo por el estilo. Y en el “Calendario Open House de enero de 2020”, publicado en la web de la empresa y que yo fotocopié por si acaso, consta que el Dr. Chapman pasó consulta y realizó pruebas médicas en Open House los días 2, 3, 8, 9, 10, 15, 16 y 17 de ese mes, cuatro horas cada uno de esos días. Repito que Fernández Cañadas me mintió descaradamente al garantizarme que, después del verano de 2019, el Dr. Chapman se esfumaría para siempre de Open House.

Pasemos ahora a la Dra. Yara Regina Holetz. Su comportamiento conmigo ha sido sumamente censurable. Al principio me manifestó su apoyo y su solidaridad, por correo y en persona. Y luego traicionó mi confianza, conduciéndose aún peor que el Dr. Chapman en ciertos aspectos. Últimamente, la Dra. Holetz ha eliminado de su Facebook la sección de Opiniones, donde figuraba su “duelo de comentarios” con Karl Kroll (pseudónimo mío); y el borrar una posible prueba inculpatoria constituye una infracción legal. Ya he emprendido acciones legales contra la Dra. Holetz, por la vía de la Justicia ordinaria, a cuenta de las mismas faltas por las que recientemente la he denunciado ante el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Barcelona. Mis acusaciones formuladas en estas dos denuncias mías contra ella son las siguientes:

1º) Haber violado el SECRETO PROFESIONAL, al difundir en Internet, sin mi consentimiento, datos personales míos que pudieran hacerme identificable públicamente y que pudieran dejar al descubierto partes de mi biografía absolutamente íntimas y privadas. Esos datos sólo los sabe ella a través de las revelaciones que le hice en su correo e-mail médico profesional, en una consulta presencial, y en mi participación en un juicio donde ella, en calidad de testigo, participó también. En todos esos casos, ella tiene legalmente prohibido divulgar nada.

2º) Haber incumplido su deber moral y legal de DENUNCIAR HECHOS DELICTIVOS acontecidos en el Centro Médico donde ella trabajaba cuando tuvieron lugar: unos hechos de los cuales ella había sido testigo y/o tenía información fidedigna. Tales hechos podían poner en peligro la salud y aun la vida de los pacientes, como ocurrió en mi caso.

3º) Haber incurrido en OMISIÓN DEL DEBER DE SOCORRO, al negarse a facilitarme una declaración jurada de hechos verídicos, la cual podría ayudar a enmendar un posible error judicial vinculado a la Medicina.

4º) Haberme difamado perpetrando CALUMNIAS PÚBLICAS contra mi persona, al escribir en su Facebook, de manera absolutamente maliciosa e irresponsable, varias falsedades relativas a mi conducta, con el solo ánimo de escabullirse de sus obligaciones cívicas.

5º) Haber intentado hacerme un CHANTAJE EMOCIONAL, al amenazar con denunciarme por acoso, cuando ella sabe, o debería saber, que lo que yo he hecho es valerme de mi derecho a la libertad de expresión y de crítica, informando yo al público sobre cuestiones concernientes al desempeño de sus funciones -unas cuestiones de la máxima relevancia para la Justicia, la Salud Pública y el Bien Común-, sin mentir, ni revelar innecesariamente intimidades suyas, ni emplear insultos graves.

6º) Haber MENTIDO POR OMISIÓN EN UN PROCESO JUDICIAL (en el que ella había jurado “decir la verdad, TODA la verdad y nada más que la verdad”), con el resultado de alterar decisivamente la sentencia final.

7º) Haber cometido las irregularidades de ENCUBRIMIENTO DE CULPABLES y OBSTRUCCIÓN A LA JUSTICIA, como resultado de todo lo expuesto en los seis apartados anteriores.

Asimismo he demandado al Dr. Chapman por estafa procesal. El tenor de la circunstancia 7ª del art. 250-1 del Código Penal es el siguiente: “Estafa procesal. Incurren en la misma los que, en un procedimiento judicial de cualquier clase, manipularen las pruebas en que pretendieren fundar sus alegaciones o emplearen otro fraude procesal análogo, provocando error en el Juez o Tribunal y llevándole a dictar una resolución que perjudique los intereses económicos de la otra parte o de un tercero.” El delito de estafa procesal se considera como un subtipo de estafa agravada, castigado con pena de prisión de 1 a 6 años y multa de 6 a 12 meses.

El Dr. Stephen Chapman, por intermedio de sus representantes legales, cometió fraude procesal y Estafa Procesal al afirmar que yo publiqué comentarios injuriosos en la página web oficial de Open House (http://openhouse.es/). Sucede que esta página web nunca ha tenido, hasta la fecha de hoy, un mecanismo para que los usuarios depositen opiniones allí, como cualquiera puede comprobarlo fácilmente al primer vistazo. Si el Dr. Chapman adujo supuestas publicaciones mías allí, se trató de falsedades o de textos amañados de uno u otro modo, según podrá demostrarlo una investigación digital rigurosa. Por lo tanto es ESTRICTAMENTE IMPOSIBLE y MANIFIESTAMENTE FALSO que yo publicara comentarios injuriosos en la página web oficial de Open House, ya que, lo repito, esa página web no contiene ni nunca ha contenido ningún mecanismo para que los usuarios dejen comentarios allí; en cualquier caso, yo jamás publiqué allí comentario alguno y, en consecuencia, el Dr. Chapman jamás estuvo ni estará en condiciones de demostrar que sí lo hice.

Según la Ley, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario; la Juez basó su condena parcialmente en el presunto hecho del cual acabo de hablar (pues finalmente figuró en el relato de HECHOS PROBADOS de su sentencia), sin disponer de pruebas fehacientes de que yo lo cometiera, fundándose únicamente en alegaciones fraudulentas del Dr. Chapman. Durante el proceso judicial, el Dr. Chapman (por escrito) y yo (en mi declaración oral que consta en la videograbación) ofrecimos versiones distintas, e incompatibles entre sí, de diversos episodios ocurridos en el curso de nuestra relación médico-paciente y sobre los cuales giraba todo el proceso judicial (desencadenado por algunas publicaciones mías en Internet en las que yo acusaba al Dr. Chapman de prevaricación, trato vejatorio y denegación de auxilio), sin poder ninguna de las dos partes aportar pruebas inequívocas de sus respectivas versiones, dada la naturaleza de dichos episodios; cabe suponer razonablemente que, si la Juez, a la hora de dictar sentencia, resolvió conceder primacía a la “palabra de honor” del Dr. Chapman por encima de la mía, se debió a que el Dr. Chapman condicionó su ánimo por medio de las pruebas falsas ya aludidas.

Por otra parte, el Dr. Chapman, aduciendo para ello exclusivamente un determinado documento, afirmó que yo “me jacté” de no haber acudido a la sesión de Conciliación. Pues bien, yo no “me jacté” de no haber acudido a la Conciliación ya que una lectura atenta y desprejuiciada de ese documento aducido por el Dr. Chapman revela que yo me limité a informar objetivamente de las circunstancias de mi inasistencia y las opiniones de mi abogado de entonces, y que si hubo alguna “jactancia” fue de mi abogado de entonces, Álvaro Remón Peñalver (y aun eso resultaría discutible, e incluso es dudoso que pudiera sostenerse racionalmente), el cual en su día me aseguró estar dispuesto a testificarlo así ante el Juez o el Tribunal correspondientes. Como resultado de esa tergiversación del Dr. Chapman, la sentencia estableció erróneamente como HECHO PROBADO que yo “me jacté” (sic) de no haber acudido al acto de Conciliación; de modo que esa tergiversación debió influir poderosamente en el ánimo de la Juez a la hora de dictar sentencia. Según la RAE (https://dle.rae.es/jactar?m=form), “jactarse” significa “Alabarse excesiva y presuntuosamente, con fundamento o sin él y aun de acciones criminales o vergonzosas”; y en realidad, patentemente, yo no hice nada por el estilo.

Éste es el texto literal del documento aducido por el Dr. Chapman para probar mi supuesta “jactancia”, publicado por mí la página web https://spalumi.com/ en septiembre de 2017 y posteriormente borrado sin mi permiso por sus administradores:

“Hace dos meses recibí una citación judicial donde el Dr. Chapman me reclamaba que borrara de Internet todas mis declaraciones contrarias a él y a Open House, me retractara y pidiera perdón públicamente, y le abonara 6.000 euros por daños y perjuicios.

”En realidad no era una querella en toda regla, sino tan sólo una citación para una sesión de Conciliación con el objetivo de tratar de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes y, así, no tener que ir a juicio.

”Fui a hablar con un abogado y le expuse el caso. (En fin, otra persona más a la que he tenido que contar muchos detalles muy íntimos de mi vida por culpa de Open House y del individuo que la regenta.)

”El abogado me dijo que la demanda del Dr. Chapman no tenía fundamento ninguno, que nadie debe pedir disculpas por comunicar hechos ciertos, y que contamos con suficientes pruebas documentales y testigos, no sólo para ganar el juicio, sino también para obligar al Dr. Chapman a devolverme todo el dinero que me cobró y, casi casi (esto me lo dijo humorísticamente), para obligarlo a él a indemnizar y pedir disculpas a la Seguridad Social por injuriarla alardeando de que él lo hace todo mejor que ella.

”Total, que resolvimos no presentarnos a la Conciliación -y, efectivamente, no nos presentamos- y ahora estamos esperando a su siguiente movimiento, es decir, a ver si presenta una querella para llevarme a juicio, cosa que estamos dispuestos a aceptar y llevar hasta el final.”

De esta manera, tomando en conjunto todo lo anterior, el Dr. Chapman ha expuesto a hacer el más bochornoso de los ridículos a la procuradora Nuria Feliú, a la letrada Beatriz Rodríguez Gallego, a la juez Julia Patricia Santamaría Matesanz, a la Audiencia Provincial (representada por los magistrados José Luis Sánchez Trujillano, Manuel Eduardo Regalado Valdés e Ignacio U. González Vega) y, por extensión, al Sistema Judicial Español, dado que, por culpa de él, todos ellos contribuyeron a que, en la sentencia, unas afirmaciones que cualquiera puede advertir que son ESTRICTAMENTE IMPOSIBLES y MANIFIESTAMENTE FALSAS quedaran establecidas como “Hechos Probados”.

Por otro lado, hay más falacias del Dr. Chapman que fueron incluidas en ciertas páginas de las Diligencias Previas para que fueran aceptadas por la Juez, como por ejemplo el acusarme de haber creado un dominio web en Internet con URL https://www.velp.es/biz/centro-medico-open-house-madrid. Se trata de un dominio web que yo no creé y que además no existe ni existió jamás, como nuevamente puede demostrarlo una investigación digital rigurosa.

Centrémonos ahora en el Sr. Fernández Cañadas. Ya he consignado que durante el juicio, según puede comprobarse en la videograbración, afirmó que no le constaba que el Dr. Steve Chapman del centro médico Open House, violando el principio fundamental de la profesión médica (el juramento de Hipócrates, en virtud del cual ningún médico puede negarse a atender a nadie), se negara a atenderme y me vetara en su clínica, incurriendo así en denegación de auxilio. También afirmó que, por culpa de los comentarios vertidos en Internet por mí, el Dr. Chapman había abandonado tanto la empresa Open House en particular como la práctica médica en general. La sentencia recoge una parte de estas últimas afirmaciones (en la videograbación pueden oírse más): “(El Sr. Cañadas) dice saber que el Doctor Chapman ha dejado de ejercer la medicina en Madrid.”

De acuerdo con las propias palabras del Sr. Cañadas escritas en varios e-mails dirigidos a mí mucho antes de la celebración del juicio, y que figuran en dichos e-mails en no menos de dos párrafos, el Sr. Cañadas sí estaba al corriente de tal denegación de auxilio y además “conocía todo” lo referente a mi experiencia en Open House, pudiendo por lo tanto haber arrojado una decisiva luz sobre los hechos e influido en la calificación procesal de los mismos.

Además, el Sr. Cañadas, en un último y muy reciente e-mail a mí, negó falazmente haber cometido perjurio ni aportado un falso testimonio durante el juicio, y me amenazó con demandarme por haber divulgado públicamente este hecho indiscutiblemente cierto.

Si el Sr. Cañadas, durante el juicio, hubiera reconocido -cuando mi abogada se lo preguntó expresamente- que estaba al corriente de que yo fui expulsado y vetado en Open House, el Sr. Cañadas habría tenido que contestar más preguntas acerca de ello, referidas a los motivos de semejante veto. Si el Sr. Cañadas mintió descaradamente para no tener que contestarlas, resulta obvio que tales motivos no debían ser muy honrosos para el Dr. Chapman; de lo contrario, el Sr. Cañadas las habría contestado con sumo gusto. Esto habría podido modificar la sentencia, pues lo que se dirimía esencialmente durante el proceso judicial era la posible delictividad de la crónica de prevaricaciones, tratos vejatorios y denegación de auxilio que, lo repito, yo publiqué en Internet acerca de mi experiencia como cliente de Open House (en https://spalumi.com/f9/open-house-153039.html , aunque mis comentarios ahí fueron borrados sin mi consentimiento por los administradores de esa página web hace unos tres años, y en https://tns.mforos.com/829799/6814774-la-sifilis-se-descontrola/ bajo el pseudónimo de “taylorgeorge”).

Una intervención sincera y cooperadora, y no de carácter perjuro y falsario, del Sr. Cañadas durante el juicio habría demostrado que tenían una sólida base mis críticas de Open House en varias páginas web de Internet, dejando ver que no eran totalmente infundadas y que sí encontraban apoyo en datos fácticos u objetivos. Entonces, yo habría podido acogerme a la prueba de la exceptio veritatis. La mendaz intervención del Sr. Cañadas impidió esa posibilidad, incurriendo en Obstrucción a la Justicia, modificando decisivamente el resultado del proceso judicial, y desbaratando ilegalmente mi oportunidad más crucial de defenderme legítimamente.

Además, el Sr. Cañadas es una persona que, como se deduce de nuestra correspondencia privada, sabe inequívocamente que el Dr. Chapman es capaz de barbaridades, y cabe sospechar que la finalidad de su falso testimonio era encubrir algunas de ellas.

Aquí ofreceré sucesivamente mis intercambios escritos, vía e-mail o en Facebook, con los tres personajes secundarios de este pequeño drama. Por motivos de discreción sustituiré algunas palabras por el símbolo XXXXX. Además añadiré unas pocas “NOTAS DEL BLOGUERO” para clarificar ciertos puntos. Huelga decir que conservo cuidadosamente los comunicados originales, por si las personas involucradas tuvieran la osadía de protestar acusándome de mentiroso o falsificador. Reproduciré textualmente los comunicados, incluidas las abundantes faltas de ortografía y de sintaxis, en aras de la autenticidad.

Como apéndice, incluiré una amplia selección de fragmentos del relato de mi experiencia con el Dr. Chapman y Open House, que figuraba en mi denuncia contra él ante el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, y que, lo repito, el Dr. Chapman no quiso refutar en modo alguno para defenderse de mis acusaciones.

[No voy a cerrar esta Introducción sin deslizar una breve crítica de la muy deficiente actuación de mi abogada Isabel Elbal:

a) Yo le dejé bien claro que prefería que no hiciéramos declarar a mi expareja en el juicio a menos que ello fuese imprescindible, y que, en tal caso, se pidiera que su declaración fuese a puerta cerrada, dada la naturaleza tan íntima y dolorosa de los hechos en que ella se vio envuelta sin quererlo. No sé por qué, mi abogada me malinterpretó y creyó que yo no quería que mi expareja declarara en modo alguno, así que no solicitó su comparecencia en el juicio aunque al final resultaba obvio que ello era imprescindible; qué lástima, pues su testimonio habría sido irrefutable y decisivo; es verdad que ella habría pasado entonces un rato muy, muy desagradable prestando testimonio, y que yo me porté mal con ella en el pasado; pero ella a su vez se había portado mal conmigo en el pasado, aunque en otros sentidos -sometiéndome a una tensión insoportable al obligarme, sistemática y prolongadamente, a ocultar en público mis padecimientos, sin importarle la circunstancia de que obligar a un enfermo grave a comportarse como una persona totalmente sana sólo puede enfermarlo todavía más-, y a mí no me ha sido nada grato el tener que pagar una fuerte multa y quedar con una inmerecida mancha en mi historial y en mi buen nombre.

b) Yo le proporcioné a mi abogada un abundante acopio de documentos demostrativos de la culpabilidad del Dr. Chapman (aparte de una amplia enumeración de posibles testigos valiosos cuya comparecencia finalmente no pidió) y mi abogada los desaprovechó escandalosamente. No sé si los desdeñó o es que ni tan siquiera se los leyó en su mayoría, o no supo identificar dónde estaban sus puntos fundamentales.

c) En el juicio, por injustificada decisión exclusiva de mi abogada, casi sólo podíamos apoyarnos en las declaraciones de los dos testigos: la Dra. Holetz y el Sr. Fernández Cañadas. Ambos testigos mintieron, ya fuese por acción o por omisión. El deber de mi abogada ante esto era haber sido una tiburona o una leona, acorralándolos y “machacándolos” hasta que soltaran toda la información que retenían; en vez de eso los dejó zafarse fácilmente, tratándolos de una manera tímida y humilde, con una cortesía y un respeto que no se merecían, y sin plantarles cara ni presentarles batalla.

Qué desastre.]



2. MI CORRESPONDENCIA CON LA DRA. YARA REGINA HOLETZ


YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 2 DE DICIEMBRE DE 2017:

Muy Sra. mía:
La invito respetuosamente a leer todo lo contenido en el siguiente enlace (todas las aportaciones, desde el principio hasta el final):
https://spalumi.com/f9/open-house-153039.html
Gracias por anticipado.



ELLA ME ESCRIBIÓ ESTE E-MAIL EL 4 DE DICIEMBRE DE 2017:

Te agradezco mucho por el enlace…Tengo que decirte que no sé como has encontrado esta dirección de correo, pero el contenido me ha resultado fascinante.

“The world is full of monsters with friendly faces and angels full of scars…”

I am quiet, but I am not blind.

Gracias!



YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 8 DE ENERO DE 2020:

Estimada Yara:

Te interesará saber que esta mañana recibí una comunicación de mi abogada, que te transcribo íntegra al final de este mensaje, en un post scríptum. (Aprovecho para darte las gracias por tu retransmitida colaboración.)

Pablo Fernández Cañadas me aseguró en un e-mail que me envió personalmente -y que puedo dejártelo ver si así lo deseas- que, a partir de septiembre de 2019, el Dr. Chapman dejaría Open House y abandonaría definitivamente la práctica de la Medicina, todo por culpa mía. Pues bien, durante el juicio reconoció que el Dr. Chapman seguía vinculado a Open House hasta el día de hoy en calidad de supervisor o asesor o algo parecido.

Además, Pablo Fernández Cañadas me dijo en otro e-mail -también a tu disposición si me lo solicitas- que él sabía perfectamente que el Dr. Chapman me había vetado como paciente; pero durante el juicio negó tener conocimiento de este hecho, así que yo tuve que desenmascararlo públicamente.

No cabe duda de que el Dr. Chapman, como ya os dije el día en que os hice mi visita presencial (y tú y Aitor asentisteis), “es uno de ésos que contaminan todo lo que tocan”.

No sé si Pablo Fernández Cañadas era una persona honrada en los inicios, pero actualmente se ha convertido en cómplice y encubridor de su amiguete Stephen Chapman, que es uno de los seres más XXXXX y XXXXX que he conocido jamás.

Saludos.

XXXXX

P. S.:

“Buenos días, XXXXX. Me acaba de llegar la sentencia. Te ha condenado a pagar una multa de 12 meses a razón de 6 euros cada día, esto es, 2.160 euros.

La condena no es firme, se puede recurrir y, de hecho, habría que hacerlo.

Un abrazo”

Por cierto, echa un vistazo a este enlace:

Como puedes ver, el Dr. Chapman pasará consulta y realizará pruebas médicas en Open House los días 2, 3, 8, 9, 10, 15, 16 y 17 de este mes, cuatro horas cada uno de esos días. Y los días 22, 23, 24, 29, 30 y 31 atenderá un doctor “pendiente de definir”. Habrá que estar al tanto, porque no me sorprendería que el doctor finalmente “definido” fuera Stephen Chapman.



ELLA ME ESCRIBIÓ ESTE E-MAIL EL 9 DE ENERO DE 2020:

Buenos días XXXXX,

Yo no tengo mucho conocimiento de lo que ha pasado en el juicio…pero tampoco he entendido (como creo que has notado) que Steve hubiera dejado la medicina (me he quedado de piedra cuando me dijo la juez)…porque sabia que Steve aún era el director de Openhouse en Madrid y seguía trabajando…al menos era lo que veía cuando yo entraba en la página de la clínica, que hacía esporadicamente…Siento muchisimo que tengas que pasar por todo eso.

Saludos, Yara



YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 9 DE ENERO DE 2020:

Muchísimas gracias, encantadora Yara, por tu respuesta y tu condolencia.

El hecho es que Pablo Fernández Cañadas me escribió una serie de e-mails el pasado verano, haciéndome un chantaje emocional. Me aseguró que Chapman había decidido vender Open House y abandonar la práctica médica para siempre, debido a mis comentarios sobre él en Internet; pero que Pablo Fernández Cañadas le había comprado la clínica e iba a seguir adelante con ella a solas, y Chapman se desvincularía completamente de ella a partir de agosto. Por lo tanto, me suplicaba que retirara voluntariamente mis comentarios en Internet, porque de lo contrario, según él, sólo perjudicaría a un inocente que nunca me había hecho daño.

Yo no me fiaba de su sinceridad y le pedí que me facilitara una serie de pruebas que podrían serme de gran ayuda en el juicio. Él se negó y, en consecuencia, yo le respondí que entonces no esperara ninguna colaboración mía.

Mi abogada me ha dicho que recurriremos la sentencia (deberá ser por escrito, pues legalmente no puede repetirse el juicio y ahora lo máximo que nos dejan hacer es aportar nuevas pruebas de las que no dispusiéramos antes de celebrarse el proceso judicial) basándonos en que podemos demostrar que, durante el juicio, Pablo Fernández Cañadas cometió perjurio cuando aseguró no tener constancia de que Chapman me había vetado como paciente. Y también en que ocurre que, todos estos últimos meses, según testificó Pablo Fernández Cañadas contradiciendo sus e-mails, Chapman ha seguido en Open House como asesor o supervisor, y ahora también como médico.

Te envío tres páginas de sus e-mails donde, en los fragmentos subrayados en rojo por mí, se ve inconfundiblemente su falsedad. Te repito que la totalidad del “intercambio epistolar” entre Fernández Cañadas y yo está a tu disposición, si algún día te interesara leerlo... aunque sólo sea por las elogiosas y poéticas palabras que en él te dediqué a ti y a tu conducta ética.

Saludos.

XXXXX



YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 18 DE JULIO DE 2020:

Yara:

Te hago saber que la Audiencia Provincial ha confirmado mi condena. Y ya ha expirado mi plazo para recurrir ante el Tribunal Supremo, cosa que decidí no hacer. Así, pues, estoy castigado a pagar entre 3.000 y 4.000 euros y borrar los comentarios que escribí contra Open House en determinadas páginas web de Internet; y en mi historial figurarán unos “antecedentes penales” que podrían perjudicar mi futuro laboral y personal; y el Dr. Chapman quedará impune y en condiciones de seguir abusando de otros pacientes y otros empleados.

En mis últimas comunicaciones a ti empleé un tono dulce y agradecido, para ver si así reaccionabas y sentías remordimientos de conciencia y decidías ayudarme voluntariamente en tu última oportunidad para hacerlo; pero no lo hiciste. Ahora que todo ha terminado, puedo decirte la verdad: yo antes tenía una excelente opinión de ti y me parecías una persona totalmente admirable; ahora tengo una opinión pésima de ti y me pareces una persona totalmente deplorable.

Te transcribo literalmente un párrafo que le escribí a mi abogada:

“Recuerdo que durante el juicio se me revolvieron las tripas porque la Dra. Yara Holetz, en lo que parecía un ataque sobrevenido de mieditis, dijo elusivamente, ante una de tus preguntas, que ‘sabía que yo había ido a Pyrena y había estado conversando tres cuartos de hora con Aitor Padilla’, como si ella no hubiera presenciado ese encuentro... cuando lo cierto es que ella estuvo presente de principio a final de dicha conversación y escuchó perfectamente que Aitor Padilla contó cómo Chapman le ordenó no atender a un enfermo de TOC porque le parecía un impresentable, cómo Padilla hubo de atenderlo a escondidas de Chapman y cómo el centro CAP Drassanes se había negado a seguir colaborando con Chapman e incluso a recibirlo, y cómo el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona consideraba a Chapman un ‘ser turbio’ cuyo currículum y supuestas titulaciones médicas podían ser puestas seriamente en entredicho. Nos habría hecho un gran favor confesando todo eso ante la juez, así como hablando del acoso laboral que me dijo haber sufrido por parte de Chapman cuando éste intentó averiguar si ella había recibido e-mails míos.”

Qué bajo has caído. Lo que en esa conversación dijimos Aitor Padilla y yo acerca de Pablo Fernández Cañadas puede aplicarse plenamente a ti también: el Dr. Chapman es uno de esos seres que contaminan todo lo que tocan. Te has corrompido, has traicionado todos tus ideales y te has vuelto una “colaboracionista” de la maldad, aunque aparentaras lo contrario. Has hecho eso que en inglés se llama to eat your cake and have it y que en castellano llamamos “nadar y guardar la ropa”. Espero que, si aún te queda algo de conciencia moral y sentido ético, eso te impida conciliar el sueño por las noches. Puesto que tú has tenido en cuenta sólo tu propio interés, yo a partir de ahora voy a tener en cuenta sólo mi propio interés.

Qué horror.



ELLA ME ESCRIBIÓ ESTE E-MAIL EL 22 DE JULIO DE 2020:

Buenos días,

Con todo el respeto del mundo te digo que lo que dices es realmente injusto. He ido a la audiencia porque me has citado como testigo de algo que no he presenciado y lo he hecho en el día de mi cumpleaños, el 25 de noviembre…cuando podría estar disfrutando junto con mi familia. No tengo nada en contra de ti, y voy a seguir respetando tu opinión. He contestado las preguntas que me ha hecho la juez, y como has visto, y ha dicho incluso la juez, yo estaba alli como testigo y no como experta para juzgar a Chapman. Dejo esto a cargo de la justicia... no te puedo decir más. No tienes el derecho de insultarme. No dejaré que definas tu quién soy. Esto no te lo permito. Que tengas paz, porque la necesitas.



YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 22 DE JULIO DE 2020:

Perdona, Yara, pero lo que yo no te consiento a ti es que tú me definas a mí acusándome de mentiroso. Si alguien miente, aquí y ahora, eres tú. Yo y mi abogada pedimos tu comparecencia en el juicio porque, cuando yo visité la sede de Pyrena en Barcelona y estuve conversando tres cuartos de hora con Aitor y contigo, tú afirmaste explícitamente que estarías encantada de participar en el juicio contra mí, para ayudarme en calidad de testigo de la defensa; mi abogada y yo contábamos con que aportaras hechos y datos ciertos que nos eran fundamentales. NO OPINIONES, SINO DATOS Y HECHOS CIERTOS.

No sé cómo puedes tener la desfachatez -a menos que se trate de otra innoble estratagema- de decir que no presenciaste lo que te dije en mi anterior correo, cuando sabes muy bien que sí lo presenciaste (vuelvo a citar del e-mail que escribí a mi abogada: “lo cierto es que ella estuvo presente de principio a final de dicha conversación y escuchó perfectamente que Aitor Padilla contó cómo Chapman le ordenó no atender a un enfermo de TOC porque le parecía un impresentable, cómo Padilla hubo de atenderlo a escondidas de Chapman y cómo el centro CAP Drassanes se había negado a seguir colaborando con Chapman e incluso a recibirlo, y cómo el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona consideraba a Chapman un ‘ser turbio’ cuyo currículum y supuestas titulaciones médicas podían ser puestas seriamente en entredicho. Nos habría hecho un gran favor confesando todo eso ante la juez, así como hablando del acoso laboral que me dijo haber sufrido por parte de Chapman cuando éste intentó averiguar si ella había recibido e-mails míos”). Cada vez me pareces peor persona, y tú sabes que es estrictamente cierto todo lo que escribí, por mucho que lo niegues ahora.

Aprovecho para aclararte que tú no contestaste a ninguna pregunta de la juez (al contrario de lo que dices en tu correo: “He contestado las preguntas que me ha hecho la juez”); la juez no te hizo ninguna pregunta, y esto consta en la videograbación del juicio; la única persona que te interrogó fue mi abogada, y si no te interrogó más a fondo fue porque se dio cuenta de que no estabas dispuesta a colaborar sinceramente.

Es increíble que tengas el mal gusto de decirme que “me deseas más paz porque la necesito”. Si tú hubieras sido fiel a tu palabra (y sabes MUY BIEN que no lo fuiste), yo tendría ahora toda la paz del mundo. Eres una hipócrita (y esto no es un insulto; sólo es una definición técnica; según el diccionario de la Real Academia Española, “hipocresía” es “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”).

Déjame añadir que, si tú estuvieras en mi posición actual, tendrías muchísima menos paz que yo. Demasiada serenidad estoy demostrando, teniendo en cuenta toda la cadena de traiciones que he sufrido a manos de todos los relacionados, de cerca o de lejos, con Open House... y teniendo en cuenta también todas las gigantescas tragedias que para mí se han derivado de ellas. Después de que Aitor Padilla y tú conseguisteis de mí lo que queríais, me has abandonado a mi suerte sin escrúpulos ni remordimientos, al más puro estilo Chapman. Eres una absoluta egoísta.

Qué vergüenza... y qué desvergüenza.

P. S.: Te adjunto el intercambio de e-mails que mantuvimos Aitor y yo, donde queda inconfundiblemente de manifiesto que sí estuviste en el coloquio entre Aitor y yo; que participaste activamente en el mismo; y que tu experiencia con Chapman había sido escalofriante. También queda demostrado que tanto Aitor como tú opináis que Chapman es un mal profesional y una mala persona.

Lo mantengo y lo repito: eres una COBARDE, una MENTIROSA, una EGOÍSTA y una HIPÓCRITA (una vez más matizo que todo esto no son insultos, sino definiciones técnicas). Y tengo todo el derecho a decirte estas cosas; y me gustaría poder decírtelas a la cara, para comprobar si eres capaz de escucharlas sin sonrojarte y sosteniéndome la mirada dignamente. Has hecho injustificablemente un daño terrible y tremendo a una persona como yo, que te apreciaba y respetaba y que confiaba en ti... y que siempre hice todo lo posible para que no salieras perjudicada de ninguna manera, incluyendo gastarme unos 500 euros en viajar desde Madrid hasta Barcelona para visitar personalmente la sede de Pyrena y llegar a un acuerdo que fuese beneficioso para todos los que yo consideraba buenas personas.

¿Quién te crees que eres? ¿Quién te crees que soy? ¿A quién pretendes engañar ahora? Desde luego, tus indignos trucos no te servirán de nada conmigo. Mientes, y sabes que mientes. Tu hija nunca podrá estar legítimamente orgullosa de ti. Has dejado se ser humana y te has convertido en un monstruo. La mujer que publicó esto en su Facebook ya no existe:

https://es-es.facebook.com/drayarah[....]10/2165911590309753/?type=3&theater



ELLA ME ESCRIBIÓ ESTE E-MAIL EL 22 DE JULIO DE 2020:

No puedo cambiar lo que piensas…Pero te puedo asegurar que sé quién soy y mi hija también.

Lo siento muchísimo que pienses que no he querido ayudarte, porque esto no es verdad. En ningún momento he dicho que no había estado en la conversación con Aitor, incluso he dicho que ha sido la única vez que te he visto.

No voy a dejar que me hagas daño atacando mi dignidad y principalmente mencionando a mi hija. Aquí has perdido todo el respeto que te tenía.Una pena, de verdad!



YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 23 DE JULIO DE 2020:

Vamos a ver, Yara. Puesto que tengo entendido que eres buena lectora, haz el favor de releer con mucha atención este fragmento que ya te he escrito en mis dos anteriores correos:

“lo cierto es que ella estuvo presente de principio a final de dicha conversación y escuchó perfectamente que Aitor Padilla contó cómo Chapman le ordenó no atender a un enfermo de TOC porque le parecía un impresentable, cómo Padilla hubo de atenderlo a escondidas de Chapman y cómo el centro CAP Drassanes se había negado a seguir colaborando con Chapman e incluso a recibirlo, y cómo el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona consideraba a Chapman un ‘ser turbio’ cuyo currículum y supuestas titulaciones médicas podían ser puestas seriamente en entredicho. Nos habría hecho un gran favor confesando todo eso ante la juez, así como hablando del acoso laboral que me dijo haber sufrido por parte de Chapman cuando éste intentó averiguar si ella había recibido e-mails míos.”

Tú me respondiste literalmente en uno de tus recientes e-mails: “He ido a la audiencia porque me has citado como testigo de algo que no he presenciado.”

Esa respuesta tuya es absolutamente errónea. Mi abogada y yo te citamos como testigo de algo que SÍ presenciaste; o sea, te citamos para que en el juicio confirmaras exactamente todo el fragmento anterior; es decir:

1) Que estuviste presente durante los tres cuartos de hora que duró la conversación entre Aitor y yo en Pyrena y participaste activamente en la misma;

2) Que Aitor dijo exactamente lo que he constatado más arriba;

y 3) Que tu experiencia con Chapman fue exactamente la que también he constatado más arriba, y que Chapman con su conducta de “XXXXX” casi arruinó tu matrimonio.

Cualquier persona con un mínimo de inteligencia lo habría comprendido inmediatamente.

Pues bien, ¿qué pasó en el juicio?

Según consta en la videograbación, mi abogada te preguntó: “¿Es cierto que el acusado fue a Pyrena de Barcelona y tuvo un encuentro con Vds.?” Y tú respondiste titubeando: “Bueno, sí, yo sé que vino a Pyrena y estuvo hablando con Aitor Padilla.” Además lo dijiste en un tono como de que tú no hubieras presenciado nuestra conversación y así no pudieras corroborar mis afirmaciones en el juicio; y además no respondiste ninguna otra cosa a esta pregunta de mi abogada.

Mi abogada, debido a su larga experiencia con testigos (y sabedora de que, por lo general, todos los médicos se protegen mutuamente y no quieren meterse en líos denunciando a sus colegas), vio que estabas dispuesta a negar todo lo que yo le había dicho a la juez que me contasteis Aitor y tú; y esta negación habría sido nefasta para mi causa. Así que mi abogada prefirió abandonar el tema y pasar a preguntarte algo diferente.

Entonces mi abogada te preguntó acerca de tu conflicto con el Dr. Chapman; y tú, en vez de hablarle de los e-mails que yo te escribí, de tus contestaciones a ellos, y del acoso a que te sometió Chapman debido en parte a todo esto, lo que hiciste fue lo siguiente (transcribo las palabras escritas por la juez en la sentencia): “Finalmente declaró a instancias de la defensa la doctora Yara Regina Holetz, que lo primero que manifiesta es que su relación con el Doctor Chapman no era buena, siendo ése el motivo de que la clínica en la que ella trabaja en Barcelona se separara de la Clínica Open House de Madrid. La testigo hace algunas consideraciones sobre las relaciones de trabajo entre ella y el doctor Chapman que no vienen al caso y que no interesan al esclarecimiento de los hechos que nos ocupan.”

Luego la juez añade: “La regulación de las injurias en el Código Penal no regula la exención de pena mediante la prueba del hecho imputado (“exceptio veritatis”) como ocurre expresamente en relación al delito de calumnia, salvo cuando las injurias se dirijan contra funcionarios públicos sobre hechos concernientes al ejercicio de sus cargos o referidos a la comisión de faltas penales o de infracciones administrativas (art. 210 C.P.). Sin embargo, a la vista de la jurisprudencia, tanto ordinaria como constitucional, que ha reiterado el interés predominante de la información, en especial cuando se trata de personas públicas, la prohibición de la exceptio veritatis no se ha aceptado de modo rígido y limitado exclusivamente al caso previsto a nivel jurisprudencial, habiéndose admitido generalmente la prueba de la exceptio veritatis en los supuestos en que se trata de imputación de hechos como es el caso que nos ocupa.” Lo cual, dicho en palabras sencillas, significa que yo habría quedado absuelto si hubiera quedado demostrado que era cierta mi crónica de la conversación que mantuve con Aitor y contigo en Pyrena.

Pero la juez decidió condenarme porque, según la sentencia, “Entendemos que las manifestaciones del acusado pretendiendo justificar de alguna manera sus excesos en distintas páginas Web de uso público en Internet no aparecen de ningún modo justificadas por un pretendido derecho “a criticar”, cuando se hacen sin fundamento alguno. Asimismo, consideramos que el acusado, si no con un absoluto conocimiento de su falsedad, pues es posible que creyera que actuaba en su derecho de informar de lo que él consideraba una experiencia negativa, sí que actuó con un absoluto y temerario desprecio hacia la verdad, en tanto que las manifestaciones vertidas resultan totalmente infundadas y no encuentran apoyo por parte del acusado en ningún dato fáctico u objetivo.”

En definitiva, si tú le hubieras respondido muy claramente a mi abogada: “Sí, el acusado vino a Pyrena y tuvo una larga conversación con Aitor Padilla y conmigo”, entonces mi abogada habría seguido interrogándote acerca de eso, habría ahondado contigo en el contenido de dicha conversación, y todas mis afirmaciones hechas durante el juicio habrían quedado confirmadas por un testigo válido. Y si además, ante la segunda pregunta de mi abogada, tú hubieras contado el acoso laboral a que te sometió el Dr. Chapman a causa de mis e-mails, así como que él te parece un “XXXXX” porque es educado y dulce en público y cruel e inescrupuloso en privado, eso ya habría sido la perfección misma. Entonces, yo habría sido absuelto y el Dr. Chapman habría sido apartado legalmente del ejercicio de la Medicina para siempre jamás.

Si no te gusta que aluda a tu hija, estos días deberías haber tenido la valentía de ofrecerte a firmar una declaración jurada en la que afirmaras explícitamente que es verdad todo lo que consta en el segundo párrafo de este e-mail. En tal caso existiría una remota, muy remota posibilidad de reabrir mi causa judicial. Dado que no lo has hecho -y cualquier persona decente y honrada lo haría sin pensárselo dos veces-, deduzco que, como se dice infantilmente en la saga de Star Wars, “te has pasado al Lado Oscuro”. Si sí te hubieras ofrecido a firmar esa declaración jurada, tu hija y también muchísimas otras personas podrían sentirse orgullosas de ti para toda la eternidad; y yo creería en tu sinceridad, y te pediría disculpas humildemente por haberte ofendido, y reconocería que te he juzgado mal y que eres la maravillosa persona que siempre pensé que eras. Pero, repito, no te has ofrecido a firmarla, ni creo que tengas intención de hacerlo nunca.

“The world is full of monsters with friendly faces and angels full of scars.”

I am NOT quiet AND I am not blind.

Yo, a diferencia de ti, al menos tuve el valor de perder por lo que es justo.



YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 24 DE JULIO DE 2020:

Hoy a las 16.00 iré al despacho de mi abogada.

Durante el juicio contra mí, Chapman presentó pruebas falsas o amañadas, y Fernández Cañadas mintió en varios puntos fundamentales. Vamos a intentar demandar al primero por estafa procesal, y al segundo por falso testimonio o perjurio.

Es la única posibilidad que me queda de derrotar a Chapman y a Open House.

Aunque no te lo creas, nos ayudaría inmensamente poder contar con una declaración jurada tuya como la que te describí en mi anterior e-mail.

¿Estás dispuesta a colaborar con nosotros o no?



YO LE ESCRIBÍ ESTE E-MAIL EL 25 DE JULIO DE 2020:

Yara, eres tan sumamente maleducada e incivilizada que ni siquiera has respondido a mis dos últimos correos, en los que yo te ofrecía una oportunidad de redimirte. Eso demuestra que eres una cobarde. Estás muerta de miedo: Chapman te aterroriza tanto como cuando era tu jefe.

Algún día, todo este asunto Open House saldrá a la luz para que todos lo vean. En este mundo, todo acaba por saberse, antes o después, tarde o temprano.

Entonces se conocerá públicamente el papel que tú desempeñaste. Y tu hija y muchas otras personas se avergonzarán profundamente de ti. Y tú lo sabes.

Ahora mismo eres la responsable directa de un gran número de mis tristezas y angustias, pero no estás dispuesta a mover ni un dedo para remediarlas. Eres la deshonra de la profesión médica o, como dicen los ingleses, you give doctors a bad name.

Si te crees que voy a resignarme y a quedarme cruzado de brazos ante la Injusticia y la Falsedad, andas muy equivocada. Estoy HARTO.

Ya no me siento obligado a cumplir la promesa de confidencialidad que os di a Aitor y a ti. No os lo merecéis. Por ejemplo, me reservo el derecho a difundir en Internet todo el intercambio de e-mails que he tenido con vosotros y la historia íntegra de nuestras relaciones.

Es muy, muy peligroso llevar a un hombre hasta un extremo en el que ya no tiene nada que perder.

A partir de hoy me importa un bledo lo que os pase a vosotros y a Pyrena, ya que a ti te importa un bledo lo que me pase a mí... mientras no te salpique la sangre.

El pasado siempre vuelve por más que muchos no lo deseen, sobre todo cuando, como en nuestro caso, nunca ha pasado del todo. La historia de Pyrena y Open House esconde aún demasiados secretos que es necesario desenterrar.

Te deseo mucha paz, porque vas a necesitarla.

La próxima vez que te propongas criticar a alguien, mírate primero al espejo.

¡Qué pena, de verdad!



YO PUBLIQUÉ EN SU FACEBOOK ESTE COMENTARIO EL 1 DE SEPTIEMBRE DE 2020:

La Dra. Yara Holetz es más falsa que un beso de Judas.

Pyrena era antiguamente la sucursal barcelonesa de la clínica Open House de Madrid. Su exdirector, el Dr. Steve Chapman, me puso una demanda por presuntas calumnias cuando yo revelé públicamente sus mentiras y maltratos. Fui a Barcelona a visitar Pyrena y conversé tres cuartos de hora con Aitor Padilla (el director actual) y la Dra. Holetz juntos. Aitor Padilla me dijo que cierta vez el Dr. Chapman le ordenó no atender a un enfermo de TOC porque era “un impresentable” y que él hubo de atenderlo A ESCONDIDAS; también me dijo que con frecuencia habían sucedido episodios de maltrato por parte del Dr. Chapman y no entendía por qué no salían más de ellos a la luz; que en el CAP Drassanes, un centro médico público que en tiempos colaboró con el Dr. Chapman, acabaron negándose a recibir a éste; y que el Colegio Oficial de M