Frecuencia de hipertension arterial y algunos factores de riesgo presentes en los pacientes de 20-75 años, que acuden a la consulta de Medicina Interna
Autor: Dra. Maryam Elisa Carreño Zavarce | Publicado:  31/03/2011 | Cardiologia , Medicina Interna , Articulos | |
Frecuencia hipertension arterial factores de riesgo presentes en pacientes 20-75 años Medicina .3

Así mismo, Segnini, N. describió que en los estudiantes del Decanato de Medicina de la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”, la edad promedio de aparición de la hipertensión arterial fue 24,12 + 2,85 años, predominando en el género masculino con 61,26% (20).

En concordancia con lo anteriormente dicho, Barazarte, A. y colaboradores en el estudio realizado en el Ambulatorio Santa Rosa, encontraron que la prevalencia de hipertensión arterial fue mayor en el grupo de 75 a 84 años con 87,50%, en segundo lugar se encontró el grupo de 65 a 74 años con 61,11%, y por último, el grupo de 55 a 64 años con 53,33% (21).

Por último también, se ha visto mayor prevalencia de hipertensión arterial en la raza negra que en la blanca, debido a que poseen una mayor captación de Calcio a nivel endotelial que condiciona un aumento de la resistencia vascular periférica, que se acentúa con la edad. Sin embargo, Barbosa, A. et al no encontró asociación de la raza con la presencia de hipertensión arterial en personas de raza negra, en el análisis no ajustado de los resultados de su estudio (14).

Dentro de los factores modificables encontramos que se ha observado en diversos estudios una relación entre el peso y la presión arterial tanto sistólica como diastólica, ya que, una pérdida de peso de 9,5kg (sin restricción sódica) puede determinar una reducción de presión de unos 20 mmHg en pacientes con hipertensión ligera (9). Tal como lo indica Carrión, M. y colaboradores, en el trabajo titulado Índice de Masa Corporal, Circunferencia Abdominal y su Impacto en Niveles de Presión Arterial, encontraron que un incremento de una unidad de Índice de Masa Corporal (IMC), se asociaba a un incremento de 1.3 mmHg. y 1.2 mmHg para la presión arterial sistólica (PAS) y presión arterial diastólica (PAD) para los varones, y de 1.3 y 0.8 mmHg para las mujeres (22). Entendiéndose por Índice de Masa Corporal (IMC) el índice que relacione el peso del individuo (expresado en kilogramos) con su altura (expresada en metros) elevada al cuadrado (23).

Así mismo, se ha descrito que la circunferencia abdominal guarda una estrecha relación con el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, encontrándose que el riesgo va aumentando, en varones y hembras con una circunferencia abdominal mayor o igual a 102cm y 88cm respectivamente, de acuerdo al índice de masa corporal (IMC) que presenten. 

hipertension_arterial_riesgo/Riesgo_peso_circunferencia

(24)

Así mismo, por cada incremento de 5 cm en la circunferencia abdominal, la presión arterial se incrementa en 2.4 mmHg para la PAS y 2.0 mmHg para la presión arterial diastólica (PAD) en los varones. En las mujeres este incremento fue de 2.9 y 1.5 mmHg respectivamente (22).

Es reconocido que la actividad física disminuye las cifras tensionales a través de varios mecanismos, entre ellos, la potenciación de la activación de los barorreceptores, disminuyendo la frecuencia cardíaca como reflejo de una menor actividad nerviosa simpática, aumento de las prostaglandinas vasodilatadoras, disminución de la actividad renínica plasmática y disminución de la rigidez de las arterias al incrementar la sensibilidad del endotelio vascular a la insulina. Así mismo, se ha descrito que el ejercicio disminuye la concentración sérica de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y aumenta la de las lipoproteínas de alta densidad (HDL) (25).

La actividad física aeróbica constituye uno de los principales pilares del tratamiento no farmacológico en pacientes hipertensos. Hay evidencias que demuestran que con la práctica regular de ejercicios aeróbicos, como por ejemplo 30 ó 40 minutos de caminata a paso vivo, 3 ó 4 veces por semana, se puede disminuir la presión sanguínea. Con la práctica de actividad física isotónica, progresiva y sistemática, de 20 minutos diarios, se ha observado una disminución de la mortalidad por causa cardiovascular de un 30%. Por el contrario, individuos sedentarios normotensos tienen entre un 20% y un 50% más de riesgo de desarrollar hipertensión arterial, cuando se los compara con aquellos que se mantienen entrenados (26).

Por otra parte, la cantidad de alcohol consumido va a determinar su concentración en sangre, también llamada alcoholemia, aunado a su frecuencia condiciona a una estimulación del sistema nervioso simpático, lo que lleva a un aumento de la resistencia vascular periférica. Si, dicho consumo es alto y prolongado en el tiempo, se favorece a una estimulación simpática permanente que condiciona a la aparición de hipertensión arterial (27).

Cuando existen concentraciones en sangre de 0,5gr/L, habitualmente se llega a un estado de embriaguez, con 2 gr/L, se presenta intoxicación grave, y con 3 a 4 gr/L, se llega a concentraciones potencialmente mortales. En relación a la cantidad de consumo, se considera que consumir 5 o más bebidas por ocasión aumenta el riesgo de problemas relacionados con el alcohol. Para conocer la cantidad de alcohol que contienen las bebidas de consumo habituales, se utiliza la siguiente fórmula:

Gramos de etanol= (Gº de alcohol x mL x 0,80)/100

En la fórmula anterior la variable Gº, representa los grados de alcohol de la bebida, éste puede visualizarse en la etiqueta de la misma; la variable mL, es la cantidad de bebida consumida expresada en mililitros; el 0,80, es la densidad del alcohol (27).

En base a lo anteriormente dicho, la cantidad de alcohol que resulta recomendable para que no perjudique al organismo se mide en Unidades de Alcohol, siendo una unidad igual a 10 gr de etanol, que es la cantidad de alcohol que se encuentra en una copa de vino, en una botella de cerveza o en una onza de licor. Se recomienda que los hombres no superen 21 unidades/semanales, y las mujeres 14 unidades/semanales.

Es bien conocido que dentro de las formas usuales de presentación del alcohol se tiene la cerveza, que contiene 5% de alcohol, el vino, que contiene 11 a 15% de alcohol, y los licores destilados (pisco, aguardiente, ron y whisky) contienen hasta 45% (28).

Según Castillo, F. y colaboradores en el estudio llevado a cabo en el 2006, en el Ambulatorio Urbano tipo II “Cerro Gordo”, la nicotina produce un aumento súbito de la presión arterial y frecuencia cardíaca, lo que incrementa el volumen latido, directamente relacionado con la presión arterial, además de daño endotelial que lleva al aumento del depósito de HDL-Colesterol en el mismo, agravando aún más el cuadro de hipertensión arterial (29). Así también lo corroboran Arraez, E. y colaboradores en el estudio realizado en el Ambulatorio Urbano tipo II “Cerro Gordo”, en el año 2006 aseveraron que inmediatamente después de fumar un cigarrillo se produce un aumento de la adrenalina, vasoconstricción arterial, elevación de la presión arterial, aumento de la resistencia vascular periférica y de la frecuencia cardíaca. A esto se agregan alteraciones a nivel del endotelio vascular de los fumadores, observándose una disminución de las prostaglandina endoteliales, aumento del número, agregación y adhesión plaquetaria, incremento en la producción de tromboxano A2, disminución de HDL, aumento de la oxidación de LDL, aumento de la adhesión de monocitos y su migración a la subíntima, disminución de la fibrinólisis y aumento del fibrinógeno plasmático (30).

En concordancia con lo anteriormente dicho, Almao, O. y colaboradores afirmaron que una simple bocanada de cigarrillo aumenta la frecuencia cardíaca en 5 latidos por minuto, es decir, que el corazón bombea más sangre, pero la nicotina hace que los vasos sanguíneos se contraigan de tal modo, que la sangre no puede fluir fácilmente, elevando 3 veces el riesgo de sufrir infartos al miocardio, en comparación con los no fumadores. Fumar de 1 a 4 cigarrillos diarios duplica el riesgo de ataque al corazón, y fumar más de 25 cigarrillos al día aumenta el riesgo en 50% (31).

De igual manera el uso de anticonceptivos orales (ACO), se asocia a hipertensión, cuando se trata de anticonceptivos de dosis altas, encontrándose una prevalencia de 5% entre las usuarias de los mismos (32). Se ha descrito también que el uso de anticonceptivos orales (ACO) con estrógeno-progestágeno produce hipertensión manifiesta, aún cuando la presión arterial regrese a sus niveles basales al suspender el fármaco. Se ha demostrado, que en respuesta al estrógeno, ocurre un aumento de los niveles plasmáticos del angiotensinógeno a niveles cercanos a los observados durante el embarazo en todas las mujeres que consumen anticonceptivos orales (ACO), sin embargo, la mayoría no desarrolla hipertensión (33).

Se ha observado un aumento de 6 a 8 veces en la prevalencia de hipertensión en sociedades que consumen dietas ricas en sodio respecto a aquellas con dietas bajas en sodio. Además, se ha dicho que los individuos hipertensos de raza negra tienen una mayor sensibilidad a los efectos del sodio de la dieta en los niveles de presión arterial (34).

En relación a lo dicho previamente, en un estudio realizado en Estados Unidos en 2005-2006, se determinó que la principal fuente de sodio en la comida es la sal de mesa, siendo el consumo de ésta por las personas de 2 o más años de edad de 3463mg/día. Por lo que para 2005 el Departamento de Salud y Servicios Humanos y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos recomendaron que debía consumirse no más de 2300mg/día de sodio, lo que equivale aproximadamente a 1 cucharadita de sal, pero para aquellos en grupos específicos, tales como, personas hipertensas, adultos de edad media y adultos mayores y todas las personas de raza negra, no deberían consumir más de 1500mg/día de sodio (4).


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