Perspectivas axiologicas en la nutricion de la gestante durante el I y II trimestre de embarazo en la consulta prenatal
Autor: Lic. Ana Cogollo | Publicado:  31/01/2012 | Ginecologia y Obstetricia , Enfermeria , Articulos | |
Perspectivas axiologicas nutricion gestante durante primer y segundo trimestre de embarazo .5

Es de hacer notar, que en la actualidad, enfermería ha evolucionado desde el punto de vista académico lo que indica que la enfermera dispone de las competencias especificas para cuidar a la gestante fortaleciendo su educación en busca de optimizar la salud de ella y de su hijo (a), por tanto, es importante que se enseñe a la embarazada desde el primer contacto que tiene con ella en la consulta prenatal acerca de la alimentación que debe tener durante todo el embarazo inclusive después del parto para así favorecer la lactancia materna, que le permitirá crecer a su hijo (a) en condiciones óptimas de salud.

Por ello, creo necesario acotar que la dieta de la mujer embarazada debe ser, ante todo, una dieta normal, que dé preferencia a los alimentos que contienen los nutrientes que el feto necesita para desarrollarse. Por tanto describo a continuación como debe ser la alimentación de la embarazada en sus primeros dos trimestres, por lo que cito a la Misión Niño Jesús implementada por el Estado venezolano en pro de la salud de la gestante y su hijo; quien refiere “Las dietas inadecuadas pueden conducir a deficiencias de nutrientes esenciales durante el embarazo, que ponen en riesgo tanto a la madre como la del nuevo ser por nacer” (p.2). Más aun si se trata de una adolescente embarazada, en la cual las necesidades de energía y nutrientes son altas, propias del crecimiento y desarrollo, tanto de ella como de su hijo o hija.

En relación a la alimentación de la embarazada, creo necesario citar a Kramer (2000), quien expresa que a la futura madre se debe enseñar la importancia de su peso habitual, lo que le permite llegar al embarazo con un peso adecuado a su contextura ya que una subnutrición previa al embarazo no corregida, asociada con poca ganancia de peso durante el embarazo, aumenta la morbilidad y mortalidad neonatal. Por otro lado, la obesidad, se asocia con diabetes, hipertensión y macrosomía fetal, la cual también aumenta el riesgo perinatal. Otro aspecto a considerar, es que durante la adolescencia el problema del déficit de nutrientes adquiere especial importancia, pues si se embaraza los requerimientos son mayores que los de una mujer adulta.

Ahora bien, desde lo axiológico me centro en el estudio de los valores de las enfermeras/enfermeros y embarazadas, como autores sociales en esta investigación; por tanto creo, que la enfermera tiene responsabilidad atender y cuidar el bienestar físico, emocional y social de la mujer gravídica y así detectar oportunamente cualquier alteración en el estado fisiológico del embarazo y ofrecer las mejores prácticas desde el punto de vista técnico, de la educación con respeto a la interculturalidad, de tal forma que se asegure el nacimiento del nuevo integrante de la familia en las mejores condiciones posibles, por eso a continuación reflejo concepciones sobre la alimentación de la embarazada que me servirán de sustento al momento de triangular la información que obtenga de las entrevistas a mis informantes.

Alimentación de la embarazada

De acuerdo a lo investigado e interpretado debo aportar que durante el primer trimestre del embarazo, generalmente, no hay incremento de peso corporal e incluso suele disminuir como consecuencia de la anorexia, las náuseas y, en ocasiones, los vómitos. Pero, aún cuando se afirma que lo ideal sería que una gestante con problema nutricional incremente el peso que le permita recuperar el déficit preconcepcional, añadiéndole la ganancia recomendada para su tiempo de embarazo, lo más importante es que al arribar al término del embarazo haya incorporado entre 9 y 12 kilogramos, independientemente de su evaluación ponderal inicial (tomando como punto crítico una ganancia de, al menos, 8 kilogramos para lograr pesos al nacimiento superiores a los 2 500 gramos).

Por todo lo que creo que se le debe recomendar a la embarazada que consuma una alimentación variada y equilibrada que incluya los alimentos del “Trompo de los grupos de alimentos”, la cual deberá suplementarse con nutrientes importantes, para cubrir las necesidades, tanto del feto como de la madre. Es importante mencionar que si la madre tiene bajo peso, es necesario indicar una complementación alimentaria, con la finalidad de que la misma alcance y mantenga un peso adecuado y el niño o niña puedan desarrollarse adecuadamente.

Necesidades de energía y nutrientes durante el embarazo

Durante el embarazo aumentan los requerimientos nutricionales de la madre, debido a los cambios fisiológicos y corporales que ocurren en su organismo y por las necesidades del feto en formación. Las necesidades de energía aumentan en 270 calorías para mantener los requerimientos metabólicos del embarazo y crecimiento fetal llegando hasta 24002500 cal/día. La Energía la obtenemos principalmente de los carbohidratos y las grasas. Las proteínas se usan para la formación de tejidos y órganos. Ahora bien, como enfermera encargada del cuidado de la embarazada, menciono a continuación algunos nutrientes que se le deben recomendar a la gestante ya que le permiten cursar una gestación con bienestar materno/fetal.

Carbohidratos: Los carbohidratos son alimentos que aportan energía, de ellos la embarazada puede obtener aproximadamente la mitad de la ingesta calórica. Pero, se le recomienda limitarlos para controlar la ganancia de peso. Las recomendaciones se estiman entre 50 y 60% de las calorías totales, lo ideal es que esta energía la aporten principalmente carbohidratos complejos provenientes de cereales como arroz, maíz, trigo, avena, cebada, entre otros.

En relación a las Proteínas: las necesidades de ellas aumentan para mantener el estado nutricional de la madre y cubrir los requerimientos de formación de nuevos tejidos maternos y fetales. En el caso de adolescentes embarazadas, las necesidades son más altas, ya que se consideran también las necesidades propias de este periodo de desarrollo. En Venezuela se recomienda un promedio de 66 gramos de proteínas para mujeres entre 18 y 59 años de edad en condiciones normales; durante el embarazo se recomiendan 12 gramos adicionales, lo que da un total de 78 gramos de proteínas al día. Para las menores embarazadas entre 13 y 17 años, las recomendaciones son más altas.

Para las Grasas: se recomienda un consumo de grasas equivalente a 30% de las calorías diarias.

En este sentido, hay micronutrientes de mayor importancia en el embarazo: Es importante recordar que durante el embarazo es necesario aumentar el consumo de alimentos ricos en hierro, calcio, zinc, acido fólico, vitaminas A, B12 y C.

Ácido Fólico: Es importante que la enfermera oriente a la embarazada sobre esta vitamina, ya que el ácido fólico tiene una importancia especial para las mujeres en edad fértil, debido a que si el nivel del mismo es muy bajo puede tener graves consecuencias para el feto. Entre estas consecuencias se incluye un alto riesgo de sufrir defectos del tubo neural, como la aparición de espina bífida. Es de hacer notar que las demandas de esta vitamina aumentan por la formación de eritrocitos durante el embarazo y por el crecimiento del feto y la placenta. La deficiencia se manifiesta en forma de anemia megaloblástica; por lo general, las cantidades necesarias de ácido fólico no pueden ser aportadas solo por la alimentación y se requiere suplementar por vía oral con una dosis de 400 miligramos al día. Desde el primer contacto con la embarazada en el control prenatal la enfermera debe educarla sobre la nutrición que debe llevar durante la gestación; así mismo, le debe informar que el ácido fólico está contenido en: lentejas, caraotas negras y blancas, espinaca, brócoli cocido, coliflor cocido, naranja.

Hierro: Este nutriente es necesario para la producción de hemoglobina, tanto para la madre como para el feto. Las demandas de hierro aumentan significativamente después del segundo trimestre del embarazo y las necesidades no pueden satisfacerse solo con el mineral aportado por la alimentación. La absorción varía según las reservas del organismo, por esto es necesario suministrar suplementos orales de hierro a la embarazada, a fin de evitar la anemia. Se recomienda aumentar en lo posible la ingesta de alimentos ricos en hierro y suplementar con una dosis de 60mg dos veces por semana y en caso de presentarse anemia (hemoglobina menor a 11 g/día).

De allí que la enfermera como personal que tiene la responsabilidad del cuidado de la embarazada le debe informar el hierro está contenido en los cereales: Harina de maíz precocida (arepas, hallaquitas, bollitos, empanadas, entre otros), hojuelas de maíz enriquecidas, harina de trigo enriquecida, harina de arroz enriquecida, harina de cebada enriquecida y otros alimentos enriquecidos; las hortalizas: espinaca, brócoli, coliflor, acelga. En las frutas: naranja, aguacate, cambur, entre otras. También es importante para su consumo las leguminosas: como las caraotas negras, blancas, rojas, garbanzos, lentejas y arvejas. Igualmente se debe fomentar la ingesta de carnes y vísceras: Vísceras (hígado, corazón, riñón, morcilla), chipichipi, guacuco, carnes rojas (lagarto, pulpa negra, solomo entre otros).

Calcio y Fósforo: Son minerales importantes para la formación del esqueleto fetal. Durante el embarazo se recomienda aumentar la ingesta de calcio a 1240mg/día y de fósforo a 700mg/día a través de una alimentación balanceada (que incluya por ejemplo: 1 vaso de leche, 1 vaso de yogurt, 2 rebanadas de queso blanco duro, media pechuga de pollo, 1 taza de caraotas negras, 2 cucharadas de avena en hojuelas, 1 tomate, 1 zanahoria, 1 naranja, plátano, 2 papas cocidas, 1 vaso de jugo de tamarindo y 1 cambur pineo).

Dentro de este contexto, es importante señalar que la unión de calcio y fósforo (fosfato cálcico) formará los huesos del feto y posteriormente los dientes del recién nacido. El calcio es importante para evitar descalcificaciones de la madre (pérdida del mineral en huesos y dientes). Las mujeres embarazadas con intolerancia a la lactosa (azúcar de la leche) o alergia a la caseína (proteína de la leche) que no tomen las raciones suficientes de lácteos, deben complementar su dieta con otros alimentos ricos en calcio. Los derivados de soja enriquecidos (batido de soja, tofu), pescados de los que se come la espina (sardinas en lata, boquerones), son alimentos ricos en este mineral y también los frutos secos y sus extractos (leche de almendras), aunque la absorción de calcio de estos últimos no es tan efectiva.

Vitamina C: Se le debe sugerir a la embarazada que aumente el consumo de alimentos ricos en esta vitamina, tales como las frutas cítricas (naranja, limón, mandarina) guayaba, lechosa, mango y pina; y las hortalizas como el pimentón, pepino, perejil, ají, coliflor. En algunos casos es necesario suplementar con una dosis no mayor de 500mg al día.

Zinc: Se recomienda un consumo de 15mg/día para prevenir malformaciones fetales, a través de la ingesta de alimentos como hígado, granos (caraotas, arvejas, garbanzos), arroz integral, avena en hojuelas, cebada en grano, nueces, almendras, maní y merey.


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