Intervencion educativa sobre habitos alimentarios a madres de preescolares con diarreas
Autor: Lic. Leonel Puentes Ramos | Publicado:  13/03/2012 | Medicina Preventiva y Salud Publica , Pediatria y Neonatologia , Medicina Familiar y Atencion Primaria , Gastroenterologia , Articulos | |
Intervencion educativa sobre habitos alimentarios a madres de preescolares con diarreas .3

Es necesario no solo conocer el valor nutritivo de los alimentos, sino también estudiar todos los aspectos de la alimentación y las costumbres culinarias, inculcándoles conocimientos prácticos indispensables a las madres para mejorar su propia alimentación y la de sus hijos (19).

Del análisis de la dieta puede inferirse cómo ya en edades tempranas de la vida se manifiestan hábitos alimentarios erróneos; esto se agrava aún más en los países del Tercer Mundo, dado por la pobreza, el analfabetismo, hábitos dietéticos incorrectos, gustos caprichosos, costumbres y tabúes alimentarios; todo esto se traduce en un desconocimiento marcado sobre nutrición y alimentación. Se considera que una alimentación es normal cuando cumple los requisitos básicos: suficiente, completa, adecuada, equilibrada y variada.

La alimentación en la diarrea ha de seguir unas normas dietéticas bastante precisas, con el objetivo de reducir la duración y las molestias de la misma y requiere la prohibición de determinados alimentos y la reintroducción progresiva de otros.

Los alimentos que contienen azúcares complejos pueden continuar utilizándose, tales como arroz, trigo, pan, cereales, lo mismo que las carnes sin grasa, como el pollo o el pescado. La papa, la zanahoria, y en general otras verduras y vegetales deben mantenerse en la dieta de los niños, lo mismo que el yogur.

Es necesario enfatizar que la prioridad en estos casos es evitar que los niños se deshidraten, ya que con mucha frecuencia se presentan vómitos, fiebre y diarrea muy líquida y abundante sobre todo al inicio de la infección, todo lo cual provoca que, al perder más líquidos de los que se ingieren, se presente la deshidratación.

La mayoría de las diarreas infantiles son agudas y autolimitadas, por lo cual la finalidad principal del tratamiento es prevenir la deshidratación y reducir al mínimo las consecuencias nutricionales de la lesión a la mucosa intestinal. La rehidratación oral es considerada como la colaboración más exitosa entre las ciencias básicas y la medicina. Es un método eficaz para restituir la pérdida de sales y agua, y realmente ha sido el mejor instrumento para disminuir la mortalidad infantil por diarrea a través de los años (20).

El tratamiento de la diarrea ha cambiado en forma espectacular desde el decenio de 1970. Se recomienda evitar los líquidos claros con sodio reducido y altos en azúcares simples. Está indicada la reintroducción inmediata de los alimentos sólidos o fórmulas lácteas. Es muy importante proporcionar una hidratación eficaz, así como mejorar la nutrición del niño para reducir la morbimortalidad de la diarrea infantil.

Numerosos son los factores asociados a un mayor riesgo de enfermar e incluso de morir por enfermedades diarreicas agudas; entre ellos vale citar la higiene personal deficiente, la desnutrición proteico energética, la ausencia o prácticas inapropiadas de lactancia materna, el peso bajo al nacimiento, esquema de vacunación incompleto, falta de capacitación de la madre para la higiene familiar, madres adolescentes, contaminación fecal del agua y de alimentos, deficiencia de vitamina A, uso inadecuado de antibióticos, mala técnica alimentaría, intolerancia a disacáridos, alergia a las proteínas de la leche y otros padecimientos (21).

Alrededor de 12 millones de niños menores de cinco años mueren por enfermedades susceptibles de prevención, sobre todo en países subdesarrollados; de ellos 6,6 millones (55%) fallecen por causas relacionadas directa o indirectamente con la desnutrición. Del total de defunciones en menores de cinco años, 2,2 millones (19%) se deben a enfermedades infecciosas intestinales, principalmente por deshidratación y de ellas, alrededor de 600 mil tienen asociados algún grado de desnutrición (22-24).

La OMS define un caso de diarrea como la eliminación de 3 o más evacuaciones intestinales líquidas o blandas en un período de 24 horas. Sin embargo, las madres pueden usar varias denominaciones para describir lo que consideran diarreas, en dependencia de si las evacuaciones son blandas, semilíquidas, líquidas, sanguinolentas o con moco, o si el niño vomita. Se considera como un mecanismo de defensa del organismo frente a la agresión de agentes externos. Incluye todos los procesos mórbidos cualesquiera que sea su origen que presenta entre sus principales síntomas a la diarrea y que puede acompañarse de trastornos hidroelectrolíticos y del equilibrio ácido-base (24-25).

Las personas no pueden sobrevivir sin agua y alimentos, pero estos elementos básicos pueden trasmitir peligrosos organismos que causan enfermedades diarreicas, conocidas desde tiempos inmemoriales (26).

El origen de la palabra diarreas procede de los términos griegos día que significa “A través” y rhein, “fluir”. Hipócrates, el padre de la medicina, hace más de 2400 años, lo definió como “toda anormalidad en la fluidez de las deposiciones” y como un síntoma común a un gran número de enfermedades de causas variadas (23, 27).

La bibliografía médica de los siglos XVIII y XIX ya contiene descripciones de enfermedades diarreicas agudas y su relación con la deshidratación y la malnutrición. Desde la primera mitad del siglo XIX en una pandemia de diarrea que tiene su origen en los deltas de los ríos Ganges y Brahmaputra, en Bangladesh, en el sureste de Asia, aparece el cólera, que constituye una enfermedad diarreica infecciosa que ha tenido una amplia difusión y que ocasiona serias consecuencias en la salud por su contagiosidad, severidad y mortalidad si no se toman las medidas adecuadas (28).
Hace más de 2000 años, los practicantes del sistema Ayurvedic de medicina tradicional en la India recomendaban que las personas enfermas de diarreas tomaran una bebida hecha al disolver piedras de sal y melazas en agua tibia para mejorar el estado del paciente. Por esta época también y hacia el noreste de Brasil los curanderos realizaban un rito tradicional de “levantar la fontanela hundida”; se apoyaba la mano sobre la cabeza del niño, como parte de un tratamiento tradicional y se ofrecían infusiones a base de hierbas; de esta forma se aportaba líquido al paciente y se trataba la deshidratación (29).

Esto se parece mucho a una forma de terapia de rehidratación desarrollada solo en el siglo XX. Las SRO constituyen uno de los avances médicos de este siglo y continúan siendo piedra angular en el éxito del tratamiento de las enfermedades diarreicas agudas (30). Con orgullo podemos decir que gracias a la terapia de rehidratación oral se han evitado miles de muertes por esa causa.

La nutrición es otro aspecto importante en el tratamiento de la diarrea; tradicionalmente el método empleado para tratar la diarrea aguda fue poner en reposo al intestino, es decir, dejar de ingerir alimentos o diluir la leche (31).
Edward A Park (32) ofreció una opinión alternativa, con lo que sugería que en lugar de darle énfasis a la frecuencia de las heces fecales, debería prestarse mayor atención a la nutrición de niños con diarreas y a la habilidad que tienen para absorber nutrientes.

La diarrea y la desnutrición se combinan para formar un círculo vicioso que si no se rompe puede llevar al paciente a un desenlace fatal; este circuito puede interrumpirse con buenas prácticas alimentarias durante y después de un episodio de diarreas. Esto puede lograrse al continuar dando cantidades generosas de alimentos nutritivos durante el episodio, pues los alimentos apresuran la reaparición de la mucosa intestinal y estimula la recuperación temprana de la función pancreática y la producción de disacaridasas en el borde en cepillo del intestino delgado. Esto conduce pronto al retorno de la digestión normal y mejor absorción de nutrientes (33, 34).

Estudios clínicos más recientemente (23, 35) apoyan grandemente la práctica de continuar con la ingestión de alimentos durante la diarrea, pues está asociado a mejores resultados, incluyendo un notable aumento de peso.
La principal polémica en este sentido no es el hecho de si la ingestión de alimentos durante la diarrea está indicada, sino cuáles nutrientes específicos deben suministrarse.

Los alimentos propuestos deben ser nutritivos, fácilmente digeridos y absorbidos, culturalmente aceptados, económicos, sabrosos al paladar y lo que es más importante aún, no deben tener efecto perjudicial sobre la enfermedad (36).
Según estimación de la OMS (37) podrían salvarse más de un millón de vidas infantiles cada año si todas las madres del mundo alimentasen a sus hijos solo con leche materna durante los primeros 6 meses de la vida y la recomiendan como la primera medida para disminuir la diarrea y la malnutrición.

Lutter y Buts (38, 39) concluyen que en la leche humana además de los nutrientes clásicos y las sustancias anti-infecciosas e inmunocompetentes, aparece una tercera clase de sustancias biológicamente activas, llamadas “factores tróficos” o “moduladores del crecimiento” que ejercen directa e indirectamente efectos mitogénicos y metabólicos que regulan el crecimiento y diferenciación del tractus gastrointestinal y además posibilita según estos autores que un niño amamantado tenga coeficiente de inteligencia superior, considerando a la leche materna como el elíxir mágico de la vida.

La ablactación es el proceso mediante el cual el bebé va acostumbrándose de manera gradual a una alimentación más compleja partiendo desde la lactancia materna hasta completar la dieta del adulto; durante este proceso el niño avanza a un nuevo nivel de desarrollo que lo hace más independiente (40).


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