Busca ayuda hay asociaciones de familiares de alcoholicos que te pueden ayudar mucho.
Los familiares de alcoholicos estamos tambien enfermos, esto es como un virus y hay que curarse.
Te copio parte de la pagina de esta asociación.
Si tienes facebook busca familiares de alacoholicos a mi me han abierto los ojos, no veia lo que esto me estaba afectando.
Suerte y rompe con el circulo
http://www.al-anonespana.org/
Hijos Adultos de Alcohólicos
¿Eres un hijo adulto de un alcohólico? A continuación hay catorce preguntas que puedes descubrir si te atañen en tu vida y en tu personalidad.
1. ¿A menudo te sientes aislado de la gente y sientes temor de ella, en especial de las figuras de autoridad?
2. ¿He observado en mí mismo que busco la aprobación de los demás, perdiendo mi propia identidad en el proceso?
3. ¿Me asustan excesivamente las personas enojadas y la crítica hacia mi persona?
4 ¿A menudo me siento víctima en mis relaciones personales y profesionales?
5. ¿A veces siento que tengo un sentido de la responsabilidad desarrollado en exceso, lo cual facilita que me preocupe de los demás más que de mí mismo?
6 ¿Encuentro difícil ver mis propias fallas y las responsabilidades que tengo para conmigo mismo?
7. ¿Me siento culpable cuando me salgo con la mía en vez de ceder ante los demás?
8. ¿Me siento adicto a la emotividad?
9. ¿Confundo el amor con la lástima y tiendo a amar a la gente a la que podría tenerle lástima y rescatar?
10. ¿Me es difícil sentir o expresar mis sentimientos, incluyendo sentimientos tales como gozo o felicidad?
11. ¿Me juzgo a mí mismo duramente?
12. ¿Tengo una baja autoestima?
13. ¿A menudo me siento abandonado en el curso de mis relaciones interpersonales?
14. ¿Tiendo a reaccionar, en vez de actuar?
Adictos al drama.
Muchos codependientes se vuelven lo que la gente llama adictos al drama o a la crisis. Por extraño que parezca, podemos volvernos adictos a los problemas. Si vivimos con la suficiente cantidad de desdicha, crisis y disturbios durante un tiempo suficiente, el miedo y el estímulo provocados por los problemas pueden convertirse en una experiencia emocionalmente cómoda. En su excelente libro, Getting Them Sober, volumen II, Toby Rice Drews se refiere a este sentimiento con el término “desdicha emotiva” . Luego de un tiempo, si nos acostumbramos tanto a involucrar nuestras emociones con problemas y crisis que podemos llegar a apropiarnos de problemas que no nos conciernen y permanecer involucrados en ellos. Incluso podemos comenzar a hacer líos o a hacer los problemas más grandes de lo que son para crearnos una situación estimulante. Esto es verdad especialmente si hemos descuidado mucho nuestras propias vidas y sentimientos.
Cuando estamos involucrados en un problema, sabemos que estamos vivos. Cuando el problema se resuelve, podemos sentirnos vacíos y sin sentimientos. No tenemos nada que hacer. Estar en crisis se convierte en algo cómodo, y nos salva de nuestra monótona existencia. Es como volverse adicta a las telenovelas, excepto que las crisis diarias se suceden en nuestras vidas y en las de nuestros amigos y familiares. “¿Dejará Imelda a Pedro?”, “¿Podremos salvar el empleo de Orlando?”, “¿Cómo sobrevivirá Enriqueta a este dilema?”
Luego de que nos hemos desapegado y comenzamos a ocuparnos de nuestros propios asuntos y nuestras vidas finalmente se serenan, algunos codependientes podemos extrañar en ocasiones un poco del antiguo alboroto. A veces podemos encontrar que nuestro nuevo estilo de vida es aburrido. Simplemente estamos acostumbrados a tantos disturbios y excitaciones que la paz al principio nos parece blanda. Nos acostumbraremos a ella. A medida que desarrollemos nuestras vidas, que fijemos nuestras metas, y encontremos cosas por hacer que nos interesen, la paz nos parecerá cómoda, más cómoda que el caos. Y ya no extrañaremos más el estado de desdicha emotiva.
Debemos aprender a reconocer cuándo estamos buscando nos esa “desdicha emotiva”. Comprender que no hay por qué causarnos problemas ni involucrarnos con los problemas de los demás. Encontrar maneras creativas de llenar nuestra necesidad del drama. Conseguir empleos que disfrutemos. Pero mantener fuera de nuestras vidas la desdicha emotiva.

Expectativas.
Las expectativas pueden ser un tema confuso. La mayoría de nosotros tiene expectativas. Tenemos algunas nociones, en algún nivel de nuestra conciencia, acerca de cómo esperamos que se desenvuelvan las cosas o cómo queremos que se comporte la gente. Pero es mejor que renunciemos a nuestras expectativas para que podamos desapegamos. Es mejor abstenernos de forzar nuestras expectativas sobre los demás o de abstenemos de tratar de controlar el resultado final de los eventos, ya que hacerlo causa problemas y, además, por lo general es imposible. De modo que, ¿adónde vamos con nuestras expectativas?
Algunas personas luchan por abandonar todas sus expectativas y viven el momento presente. Eso es admirable. Pero yo creo que la idea importante aquí es asumir responsabilidad por nuestras expectativas. Sacarlas a la luz. Examinarlas. Hablar acerca de ellas. Si estas implican a otras personas, hablar con esas personas implicadas. Descubrir si ellas tienen expectativas similares. Ver si son realistas. Por ejemplo, esperar una conducta sana de gente enferma es futil; esperar resultados diferentes de las mismas conductas es enfermizo, de acuerdo con Earnie Larsen. Entonces, dejémoslas ir. Veamos cómo se desarrollan las cosas. Dejemos que las cosas sucedan, sin forzarlas. Si constantemente estamos desilusionados, quizá tengamos un problema por resolver, ya sea con nosotros mismos, con otra persona o con una situación.