SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida)
El VIH produce infección mediante 3 formas de contagio:
Transmisión sexual (70-80%), Transmisión parenteral (8-15%), Transmisión perinatal (5-10%); este último tipo a través de 3 vías de contagio: transplacentaria, por el canal del parto, por la leche materna. En nuestro país la prevalencia de esta infección en embarazadas se sitúa en el 0,6%. Tras el contagio (adultos) la conversión suele aparecer entre 3 y 14 semanas después. Aproximadamente el 50% de las personas infectadas acabará padeciendo el sida en 7-10 años. Durante el embarazo el virus alcanza circulación fetal, a través de la infección del sincitotrofoblasto y del estroma; ya en el primer trimestre se detecta la proteína CD4 en el tejido trofoblástico.
El riesgo de infección al feto aumenta si los linfocitos CD4 disminuyen por debajo de 150 por ml y cuando se utilizan métodos diagnósticos invasores durante el parto y el embarazo. El porcentaje de transmisión de la madre al feto es de 12-35%. Los efectos obstétricos adversos son el bajo peso y la rotura prematura de membranas.
Diagnóstico
Diagnóstico materno: determinación de anticuerpos de VIH por ELISA (sensibilidad del 98%)
Western blot que determina anticuerpos frente a diferentes antígenos del virus (sensibilidad y especificidad del 99%). Inmunofluorescencia. Identificación directa del virus por cultivo tisular. El diagnóstico de seropositividad requiere al menos 2 ELISAS y un Western positivo.
Durante el embarazo el diagnóstico se realiza en el tejido trofoblástico (biopsia corial) o en el líquido amniótico, y en la sangre fetal (funiculocentesis). El diagnóstico con estos métodos resulta controvertido, no es recomendable. El problema es saber si el niño está verdaderamente infectado, o si sólo está afectado de una seropositividad pasiva materna, y por lo tanto momentánea.
La presencia de IgA e IgM en suero del neonato, indican infección verdadera porque no atraviesan la membrana placentaria. La mejor manera de llevar a cabo el diagnóstico, es mediante la detección del antígeno core p24 mediante ELISA y la detección de secuencias provirales específicas del ácido nucleico, utilizando PCR (1-3 ml de sangre y los resultados en un solo día). Parece recomendable este diagnóstico a todas las embarazadas, sin embargo se debe dar prioridad a gestantes con alto riesgo (drogadictas, prostitutas, pacientes que recibieron una transfusión entre 1978 y 1985…). La detección se hará en la primera consulta, con el consentimiento de la paciente.
Hepatitis
Está producida por 5 tipos de virus. Tras un periodo de incubación variable, aparece un cuadro de malestar general con anorexia, nauseas, adelgazamiento e ictericia más o menos acusada. Si coincide con la gestación aparecen más partos pretérmino. El único tratamiento es mantener una adecuada nutrición y reposo. El 80% son tipo B, el 7% A y el resto, no A no B (sobre todo C, la D sólo aparece con la B). La hepatitis E sirve para definir un cuadro clínico de mayor gravedad de la A.
Hepatitis A
No es muy frecuente durante el embarazo. Lo más frecuente es que la paciente se contagie con alimentos contaminados o por padecerla su compañero sexual. El periodo de incubación es de 2-7 semanas y no hay formas crónicas. El curso clínico es más grave al final del embarazo. Se han descrito malformaciones congénitas si se contrae en el primer trimestre. Diagnóstico: Serológico por presencia de anticuerpos IgM anti-VHA. Tratamiento: En casos de exposición se puede administrar por vía intramuscular gamma-globulina (0,02-0,06ml/kg). También es recomendable su administración a embarazadas que vayan a viajar a zonas endémicas. En el parto se evitaran analgésicos, anestésicos e intervenciones quirúrgicas.
Hepatitis B
Es la hepatitis que más problemas puede acarrear durante la gestación. El contagio se realiza por contacto sexual con portadores o por contacto con material contaminante. El periodo de incubación es de 1-6 meses. Sí existen formas crónicas que se asocian con procesos autoinmunes, enfermedades metabólicas o fármacos. La infección puede transmitirse al feto, bien porque la madre la adquiera durante la gestación o porque sea portadora crónica del antígeno de superficie (HBs-Ag) o antígeno Australia.
Diagnóstico materno: presencia en el suero de Ag-HBs. Si la infección es activa aparecerán anticuerpos IgM frente al antígeno del core anticuerpos-anti HB. El antígeno (Hbe-Ag) aparece durante la replicación del virus, los anticuerpos anti-e permanecen durante años y es un buen índice pronóstico. El virus no es por sí mismo teratógeno (puede provocar bajo peso) pero el feto puede adquirir la enfermedad: 20% si la madre es seropositiva HBs-Ag; 90% si la madre es seropositiva HBs-Ag y HBe-Ag.
El riesgo de transmisión vertical es pequeño durante el primer trimestre (10%) y máximo en tercer trimestre (90%) a través de la placenta y también en el canal del parto. El 90% de neonatos infectados se convertirán en portadores crónicos con riesgo de hepatitis crónica, cirrosis, carcinoma…
Es importante el diagnóstico materno (antígeno Abs) porque la infección neonatal se puede prevenir administrando a los neonatos 0,5 ml de globulina específica a las 12 horas del parto. La vacunación es de 3 dosis, a los 7 días, al mes y a los 6 meses. También se puede vacunar a la madre durante el embarazo o darles Ig (0,06 ml/kg)
Hepatitis C
No se ha demostrado la transmisión vertical.