Pedagogias enfermantes
Autor: Dr. José Cukier  | Publicado:  24/09/2009 | Psicologia , Psiquiatria | |
Pedagogias enfermantes.5

Algunas de las lógicas con que se articulan las huellas mnémicas. La analogía implica diversas inscripciones simultáneas con un núcleo en común y un conjunto de predicados (1895). La unificación se hace por medio de la palabra, y conlleva un mayor alejamiento de la experiencia directa con el objeto. Permite discriminar la identidad y la semejanza. La primera significa que la totalidad de las cualidades y de las funciones de uno, se corresponden con las de otro. La segunda implica reconocer el semejante (para lo cual debió haberse establecido el núcleo del Yo), y se da por los predicados. Cobran importancia los sentidos distales (vista y oído), que son los organizadores porque hay mayor capacidad para soportar la pérdida.

 

Corresponde al pensamiento preoperatorio de Piaget, (1942. 57. 59). A ésta continúa en orden lógico, la inscripción por causalidad intrapsíquica. El Yo liga huellas con núcleos diferentes, lo cual alude a las diferencias de los sexos. Se agregan como organizadores, a los anteriores, (el olfato, gusto, tacto, vista, componentes cinéticos y oído), el componente visual como organizador. Surge el complejo fraterno, la diferencia de sexos, las teorías sexuales infantiles, el narcisismo de las diferencias, el complejo de castración, la capacidad de deducción y el Complejo de Edipo. La palabra permite intelegir el origen del padre, (1939ª), un alejamiento de la inmediatez perceptual con la ganancia de una mayor autonomía psíquica. En éste momento, como decíamos antes, se hace evidente la diferencia entre pulsión de saber y de investigar.

 

* Los tipos de pensamiento. El pensamiento mítico. Es necesario deslindar el origen de los nuevos tipos de lógica con que opera el preconsciente. Freud, (1918b), distinguió dos orígenes para el pensar: uno, inconsciente, es inherente a la especie, y el otro, preconsciente, corresponde a una conquista cultural de la humanidad y es alcanzado por cada yo mediante el aprendizaje. Es necesario distinguir algo en común a todos estos procesos de complejización psíquica: cada nueva forma de pensamiento surge en los intersticios lógicos del pensar previo, debido a las imposibilidades internas con las que éste se enreda. El nuevo pensamiento es empujado por la necesidad psíquica de expresión de los procesos pulsionales y se expresa con un mayor grado de refinamiento.

 

¿De qué manera se introduce el pensar cultural en el yo? El mismo se introduce como un imperativo categórico, es decir, bajo la forma de un orden constituyente del superyó, (1923b), orden cuyas razones no son explicitadas porque es imposible que el yo las entienda. Precisamente, el imperativo categórico es el tipo de la frase contenida en el superyó, que luego, cuando el yo logra conquistar la intelección de las razones por las cuales la frase fue dicha, el pensar correspondiente pasa a estructurar el preconsciente. En este caso, la concordancia con el superyó tiende a sustituir a la obediencia ciega del yo al superyó, cuyo ideal el yo tiene la ilusión de realizar. En principio los imperativos categóricos suelen provenir de padres o equivalentes, pero luego son atribuidos a figuras cada vez más distantes, que van desde los educadores hasta los autores con quienes el contacto se reduce a lo escrito, a la palabra ausente. El carácter imperativo, hereda algo del mandato que antes tenían las pulsiones para el yo, a las cuales éste respondió con actos. Ante estos imperativos el yo carece de capacidad analítica, crítica, de la misma manera como ante la pulsión; y abarcan el terreno de la sexualidad, el del trabajo y el de la muerte. En el plano de la sexualidad, una serie de órdenes prohíben la masturbación, imponen la necesidad de la maternidad o la paternidad.

 

En el plano laboral la orden sería “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, y en cuanto a la relación con la muerte, la orden consiste en reconocer la necesidad del fin de la vida personal. Cada uno de estos imperativos categóricos parece ser una transformación del vínculo con la pulsión: la sexual, la de autoconservación, la de muerte, respectivamente. Estudiar los tipos de pensar con que opera el preconsciente (por la introducción de nuevas lógicas, conquistadas mediante el aprendizaje) no difiere excesivamente del análisis de la constitución de los tipos de superyó. Podemos discriminar diferentes tipos de superyó, lógicamente sucesivos: totémico, mítico, religioso, de las cosmovisiones y científico-ético, (1980,86). De allí derivan tipos distintos de preconsciente, que incluyen un modo particular de deseos y de representaciones-grupo exteriores. Cuando afirmamos que estos tipos de superyó son lógicamente sucesivos queremos decir que existe un requisito interno en la secuencia. Para que aparezca uno, el mítico, por ejemplo, es necesario que haya emergido el totémico. A los efectos de nuestro desarrollo, la educación escolar como agente de cambio, nos interesa el ideal mítico. Este implica un deslinde entre animal y humano. Distingue dos tiempos: el de la gesta heroica, origen del grupo, y el de lo cotidiano. La oposición entre el ideal y el yo es de tipo espacial y también temporal. El espacio mítico suele superponerse en apariencia al espacio del grupo que sostiene este tipo de creencia, pero está distribuido con otra lógica, en cuanto a las investiduras de objetos y lugares, como por ejemplo ciertos ámbitos en que irrumpe la producción de lo sagrado.

 

El tiempo del mito, es el de un presente honrado y sostenido por las generaciones posteriores del grupo supuestamente generado por el héroe. Esta oposición entre dos temporalidades (el presente mítico renovado por el pasaje de sucesivas generaciones de individuos), coincide con ese tipo de lógica que Piaget, (op. cit), describe como inteligencia de las operaciones concretas. Esta, entre otros procedimientos, incluye la posibilidad de actividades intelectuales conjugadas de seriación y clasificación. El tiempo del mito se expresa léxicamente como “presente épico”, es decir, aquél que alude a un corte en la sucesión, en la trayectoria fijada por el destino, y perpetúa este cambio para las generaciones surgidas a partir de entonces. Este presente épico implica un tipo de inmortalidad que se sostiene gracias al recuerdo constante exigido al grupo, alude a un acto que no cesa de ocurrir: la independencia de la Nación, la jura de la bandera, la derrota de los invasores, por ejemplo. Estos al ser repetida en las generaciones sucesivas, educación escolar mediante, produce ese vínculo social que Freud llamó camaradería, que incluye la dimensión laboral. La temporalidad de la inmortalidad, es sostenida por la memoria (por el alma) de un pueblo originado gracias al héroe. El recuerdo del héroe significa una menor dependencia de la percepción del objeto visual y su sustitución por una imagen. En cuanto a la diferencia entre la percepción de un objeto y la percepción de una imagen, recordemos que Freud, (1909b), (1918b), (1926d), distingue la zoofobia de Juanito de la del Hombre de los lobos, afirmando que la segunda derivó de percibir una lámina del animal temido, mientras que la primera surgió ante la percepción de la caída del caballo. El alma, como doble del cuerpo, surge según Freud, (1912-13), en el intento de resolver la contradicción entre percepción y memoria, entre la ausencia sensorial y la vívida presencia de un objeto anhelado, en los recuerdos.

 

La ausencia del cuerpo se complica entonces con la presencia de su espíritu, de su imagen. La sustitución de un tótem por una imagen, ofrece cierta autonomía al yo con respecto a la percepción directa del objeto. Esto lleva a reflexionar acerca de la lectoescritura, apartado que desarrollaré más adelante. La diferencia entre el ideal y el yo es menos superable, porque los requisitos para acceder a la categoría de héroe implican ya un esfuerzo personal y un reconocimiento social difícilmente alcanzable. Por lo tanto para cada individuo la desmentida del juicio que distingue entre el ideal y el yo resulta más costosa. El grupo supuesto como consecuencia del mito es más amplio, y la representación-grupo propia del pensar mítico posee un mayor grado de abarcatividad, reúne algo así como un conjunto de clanes, en un vínculo de camaradería. En el origen del grupo es puesto un líder con rasgos humanos, aunque separado del resto de la comunidad ya no en términos espaciales, sino temporales

 

*. La lectoescritura. A los efectos de éstos desarrollos solo esbozaré algunos conceptos de lectoescritura desde la perspectiva psicoanalítica. Prescindo deliberadamente de otras formas de expresión y de enseñanza como la pintura, la expresión corporal, la música, el cine o la televisión. Cada una es una expresión retórica con sus propias leyes, que se pueden intercambiar o combinar, y en cada transformación pierde algo de su origen para poder figurarse acorde a las leyes de la nueva forma de expresión. Leer no es sólo leer las letras escritas. ¿No leemos a veces el rostro del otro? ¿y de los rasgos inferimos un nombre?; ¿o no leemos dibujos?; ¿o jeroglíficos? -Derivar un nombre de unos rasgos, es leer, porque deriva de lo que se ve (no hay consideraciones estéticas ni afectivas). Repasaré algunos conceptos acerca de lectoescritura. Freud decía “[...] la escritura es el lenguaje del ausente [...]”, (1930ª). La complejización del psiquismo, produce ausencias más radicales; y esta es solucionada por la escritura.


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