Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Septima parte
Autor: Dr. Alberto Ochoa Govin | Publicado:  9/10/2009 | Psicologia , Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas. | |
Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Septima parte.3

El autocontrol y la confianza en sí mismo son aspectos importantes para el éxito, además de tener un buen dominio de los pasos de la técnica hipnótica que se vaya a seguir.

 

El hipnotizador debe saber disimular ante el paciente los errores que cometa, de modo que éstos no sean notados por el mismo.

 

Existen muchos profesionales que comienzan con la aplicación de las técnicas hipnóticas y rápidamente alcanzan buenos resultados. Sin embargo, es necesario advertir que estos éxitos no deben producir en el hipnotizador algo así como un sentimiento de poder sobrenatural, una voluntad irresistible o un don especial, pues incluso sin que el hipnotizador tenga o manifieste esa autovaloración, el paciente verá en él a la persona que domina el poder de la voluntad.

 

En realidad, cualquier médico, odontólogo o psicólogo puede ser un buen hipnotizador en la medida en que domine la técnica y aprenda la teoría y práctica indispensables.

 

Un adecuado control de los impulsos emocionales es una de las características que debe poseer un buen hipnotizador. Nunca debe tener expresiones de disgusto, incomodidad, cuando no aparezca enseguida el estado hipnótico, pues estas expresiones provocan inseguridad en el paciente y lo pueden hacer pensar que no existe dominio de la técnica. No se debe olvidar que el sujeto idealiza un poco al hipnotizador, por lo que no podemos desaprovechar esta relación deontológica positiva.

 

El hipnotizador debe cuidar de su presencia, de sus hábitos higiénicos y estéticos. La presencia de halitosis, conjuntivitis o enfermedades contagiosas establece una influencia inhibidora negativa en el paciente, por lo que consideramos que cuando estén presentes estas condiciones no es conveniente proceder a utilizar técnicas hipnóticas, pues se tiene gran posibilidad de fracasar.

 

Existen tres cualidades que deben estar presentes en todo hipnotizador:

 

  1. Ser objetivo; es decir, que en ningún momento se puede dejar llevar por la acción emocional, hay que tener dominio de los impulsos emocionales.
  2. Poseer cierta flexibilidad, que evite tener una conducta rígida que no facilite modificar estilos de trabajo, programas y actitudes ante situaciones que lo requieran.
  3. Ser capaz de establecer relaciones de empatía con los sujetos que le faciliten la relación interpersonal como técnica de ayuda.

 

En conjunto, la personalidad del hipnotizador debe tener la característica de ser capaz de inspirar confianza al sujeto para que éste se entregue libremente al proceso de inducción hipnótica.

 

El hipnotizador puede expresar sentimientos de consideración, respeto, comprensión y afecto, pero en ningún momento dejará que esto se pueda relacionar con un sentido de posesión.

 

Independientemente de que las cualidades personales del hipnotizador, su actitud, mímica, gestos y el control de la afectividad tienen importancia, lo fundamental radica en el dominio que se tenga de la técnica.

 

EL TONO DE LA VOZ.

 

Son varias las características que debe tener la voz del hipnotizador y dependen de la situación y del fenómeno que se quiera producir.

 

Cuando se desea profundizar en el sueño, el tono debe ser bajo y preferiblemente en forma de susurro, mantenido y monótono.

 

No es recomendable aplicar sugestiones que lleven implícita una misma acción con distinta tonalidad de voz. Por ejemplo, cuando se le va a indicar al sujeto que duerma, que va a sentir sueño y que está cansado, como son acciones similares, siempre debe existir en la voz el hipnotizador el mismo tono.

 

Todas las indicaciones verbales deben ser de forma imperativa y nunca se brindará la posibilidad de que el paciente pueda tomar conciencia de que el hipnotizador tiene inseguridad. Por eso la voz de éste debe ser pausada, firme y segura; es decir, que la posibilidad de éxito aumenta en la medida en que existe un mejor dominio de la voz.

 

Cuando se emplace al sujeto a que trate de ir en contra de una sugestión mediante la consigna Intente..., ésta debe darse en voz baja, y, automáticamente, de forma imperativa, y con una tonalidad de voz más fuerte, sugerir No puede... imposible... no puede... para contrarrestar el efecto.

 

Un medio de provocar una mayor participación del sujeto o de darle un papel activo es bajar la voz, ya que esto lo obliga a concentrar más su atención para poder captar las consignas del hipnotizador.

 

En algunas oportunidades es necesario alzar el tono de la voz para llamar la atención del sujeto, sobre todo cuando se da una sugerencia verbal que indique una acción motora.

 

La utilización de un murmullo bajo que se haga algo ininteligible por parte del paciente provoca profundización en el sueño hipnótico; por el contrario, una voz clara con intensidad normal o incluso mayor se utiliza cuando se va a sugerir que se termine el sueño hipnótico.

 

El entrenamiento y la práctica van indicando las distintas tonalidades que en cada momento se necesitan, pero repetimos que el reforzamiento del reflejo condicionado que deseamos formar en el sujeto se consolida dando siempre el mismo tonó de voz a las sugestiones verbales que lleven implícitas la misma acción o fenómeno.

 

LA PALABRA COMO ELEMENTO CLAVE.

 

La palabra es el elemento clave para realizar la sugestión hipnótica, y si se emplea algún otro objeto, ella potencializa su acción sugestiva, por lo cual seguirá predominando.

 

Las orientaciones sugestoras deben ser precisas, ordenadas y bien definidas, pues la coherencia de la intención verbal y de su propio contenido, permite que lo captado por el sujeto sea bien interpretado y que este comprenda qué se persigue, pudiendo establecer en si mismo los mecanismos de cooperación en función de sus necesidades y adoptando una actitud igualmente hipnótica.

 

Aunque hay autores que emplean frases con intervalos rápidos, la experiencia nos revela que mientras más pausadas son las sugestiones, es mucho mejor, porque se convierten en estímulos monótonos que provocan una tendencia generalizada a un estado de modorra y luego el sueño.

El timbre ha de ser estable y no muy agudo, pues los estímulos con estas características suelen ser contraproducentes con los estados físicos.

 

Actualmente se discute si se debe ser imperativo o no. En la hipnosis empleada en Europa, que es bien directiva -y la que más ha influido en Cuba- se utilizan normas de inducción imperativas, al igual que en los adultos; sin embargo, hay modelos menos directivos como el ericksoniano, que hacen que el paciente sienta al terapeuta más cerca de él.

 

La experiencia asistencial en nuestro caso demostró que con niños se debe aplicar una hipnosis suave, tierna, y en ello tiene mucho que ver el empleo de métodos no autoritarios, sino más bien fantasiosos, melódicos, y que se correspondan con las características psicológicas de los infantes.


Este proceder debe ser idéntico en adultos con antecedentes de ser personas que se subvaloran o han recibido maltratos y humillaciones. Ello facilita un clima de confianza para que éstos no se sientan "inferiores".

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