Capitulo 4. Homeopatia. La Farmacopea Homeopatica Corregida por Juver
Autor: Diego Bejarano Wallens | Publicado:  25/08/2010 | La Farmacopea Homeopatica Corregida por Juver , Medicina Alternativa | |
Capitulo 4. Homeopatia. La Farmacopea Homeopatica Corregida por Juver .8

Empero la esfera de actividad para el médico natural no se limita a la extensión del plano meramente físico.

Si asciende un escalón más puede emplear no sólo los productos de la vida, sino la actividad vital misma, en una forma más elevada. Las fuentes de las cuales recibe los remedios físicos, son los productos físicos de la naturaleza; los manantiales de los cuales saca poderes vivos, son organismos vivos. A este departamento pertenece el uso del "magnetismo animal"; la transmisión de la vida (Mumia); la trasplantación de las enfermedades y otras cosas semejantes perfectamente descritas por Paracelso, Cornelio Agrippa y otros, pero que no existen para nuestra ciencia médica oficial,

Aún los que se sirven de los principios materiales groseros, emplean también sin tener conciencia de ello, los principios superiores que están en ellos; pues toda substancia física, cualquiera que sea el reino al cual pertenezca, es una expresión no sólo de uno de los cuatro elementos sino de los cuatro, y contiene todos los principios superiores. Por ejemplo, se ha demostrado que la acción de ciertas drogas corresponde a la de los colores que producen en el espectro solar cada estado de materia corresponde también a cierto estado de tensión eléctrica; cada partícula de alimento prueba con ser nutritiva que en ella está presente el principio vital; cada droga venenosa que obra sobre la mente, prueba así lo que el principio mental en ella está en un estado de actividad elevado. En el universo no hay "materia muerta"; cada cosa es una representación de un estado de conciencia en la naturaleza, por más que difiera este estado de conciencia del nuestro, y está por lo tanto, fuera del alcance de nuestra percepción; cada cosa es una manifestación de la "mente", aunque no presenta funciones inteligentes, o lo que seamos capaces de reconocer como tal.

Es por completo imposible comprender esto desde el punto de vista tomado por la ciencia natural moderna, pues se necesitan los conocimientos filosóficos que constituyen el primer pilar en el templo de la medicina. La ciencia médica moderna tiene todavía un vastísimo campo que explorar; y si no conocen hoy día ciertas ciencias conocidas de los antiguos, no es porque no hayan existido tales ciencias, sino porque han cesado de ser comprendidas en razón de las tendencias materialistas de la época actual.


2. Específico

A esta clase pertenecen todos los médicos que en determinadas circunstancias emplean ciertos remedios que, según saben por la experiencia, han dado buenos resultados en circunstancias idénticas. A este sistema, por lo tanto, puede llamársele "Empirismo", y constituye la mayor parte de la terapéutica moderna, pues lo poco que se sabe actualmente con referencia a las acciones fisiológicas y terapéuticas de los medicamentos, no es después de todo, más que el resultado de la observación, y no del conocimiento de las leyes fundamentales de la Naturaleza por las cuales los medicamentos obran tal como lo hacen.

El calor es un remedio específico para el frío, y la humedad para la sequedad, pero aún los remedios opuestos tienen el mismo efecto específico. Así, por ejemplo, el dolor ocasionado por una inflamación, y la inflamación misma, pueden curarse tanto por medio de aplicaciones frías como calientes a la parte inflamada, porque en un caso se contraen las venas, con lo cual disminuye la cantidad de sangre que se agolpo en ellas, mientras que en el otro caso se dilatan estos vasos haciéndose el aflujo de sangre con facilidad y sin dolor. La acción específica de las substancias químicas, es debida a sus afinidades (armonías) químicas. Así, por ejemplo, la acción fortificante que resulta de la inhalación de aire fresco, es causada por la afinidad que tiene el Oxigeno con el carbono en la sangre, y por el principio vital del aire sobre el principio vital del cuerpo. De esta manera los bacilos de la tuberculosis en los pulmones pueden ser destruidos por medio de la acción específica de ciertos gases, los cuales, al ser inhalados, forman ciertos compuestos químicos con determinados elementos contenidos en estos microorganismos, y así causan su destrucción. En el universo cada cosa tiene lugar por cierta razón y tiene una determinada acción específica que depende de ciertas condiciones. Si conocemos las leyes, la experiencia viene a ser una ciencia; pero sí nuestra ciencia está ciega, la experiencia no puede guiarnos.

Lo semejante conoce a lo semejante. Los sentidos físicos conocen solamente las cosas físicas; pero todas las cosas visibles son una expresión del alma, y ¿Qué podemos saber acerca del Alma de las cosas, si no conocemos nuestra propia alma? No puede haber movimiento sin emoción que lo produzca, sea directa o indirectamente. Todos los movimientos son manifestaciones de energía; la energía es una manifestación de conciencia; la conciencia es un estado de la mente; la mente es un vehículo para la manifestación del espíritu; el espíritu es el "Aliento" por el cual fue creado el mundo.

Si se estudiasen los colores de los Tattwas y su naturaleza, se abriría un nuevo campo a la ciencia médica. Entonces se podría explicar por qué un loco furioso se sosiega cuando se le encierra en un cuarto lleno de luz azul, y una persona melancólica mejora en un cuarto tapizado con lienzos colorados o amarillos; por qué se enfurece un toro a la vista del rojo, y una muchedumbre se vuelve rabiosa a la vista de la sangre. Cuando no se conocen las leyes por las cuales ocurren ciertos efectos, sólo podemos registrar los hechos. Si reconocemos una verdad por la experiencia podemos servirnos de ella, dejando a la ciencia escéptica avanzar hacia la misma apoyada en las muletas de la observación exterior y de la inferencia.

Estas inferencias se sacan con frecuencia de premisas falsas; los efectos se toman por causas; se administran drogas cuando las fuentes de las enfermedades existen en condiciones en las cuales no tienen efecto las drogas, etcétera. La aplicación de los remedios específicos requiere, por lo tanto, no solo el conocimiento de que éste o aquel remedio han efectuado tales o cuales curaciones, sino también el conocimiento de las circunstancias en que volverá a producir semejantes efectos. El verdadero Arcano es la comprensión de la relación que existe entre la causa y el efecto. Para esos médicos miopes que no ven en cada enfermedad nada más que la manifestación de una causa puramente química o física, y para quienes los términos "mente", "alma" y "espíritu" no tienen significado alguno o denotan meramente funciones fisiológicas de la materia inconsciente, los Arcanos de tales curaciones permanecerán para siempre misterios incomprensibles, porque no pueden ser conocidos sino de aquellos que comprenden la naturaleza interna del hombre. Los fenómenos producidos por la vida son incomprensibles en tanto que se considera la vida como producto de formas sin vida; pero aquel que es capaz de ver en cada cosa una manifestación de la Vida Una que compenetra toda la Naturaleza, o sea una función de la voluntad universal, ha entrado en el dominio de aquella ciencia superior que no se puede explicar por medio de palabras, sino es conocida del corazón.


PARÁGRAFO LXXIII de 100

3. Característicos

Pertenece a esta clase el médico cuya presencia misma inspira en el enfermo la confianza y la esperanza firme de restablecerse. Consciente e inconscientemente semejante médico actúa sobre dos grandes facultades de la constitución del enfermo, a saber, su voluntad y su imaginación. Aquel que puede devolver la tranquilidad del alma inspirando confianza, crea las condiciones necesarias para curar el desorden de los elementos que produce la discordancia.

Todos los procesos que tienen lugar en el cuerpo físico, se originan en la acción consciente o inconsciente de la voluntad y de la imaginación, a la cual preciso es añadir el poder de la memoria; porque la existencia de impresiones antiguas, ya consciente, ya inconscientemente, produce ciertos estados en la imaginación, los que a su vez determinan la dirección de la voluntad. El médico ordinario emplea a menudo estos poderes sin saberlo; el médico de la clase superior puede emplearlos con inteligencia. Una fuerte emoción repentina puede curar en un momento una afección paralítica de mucho tiempo; un peligro súbito despierta a la voluntad inconsciente. Es probable que, en la mayor parte de los casos, lo que efectúa la curación no es lo que toma el enfermo, sino lo que él se imagina le ha de curar; y sin este poder de la imaginación muy pocas medicinas tendrán resultados benéficos.

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