Estrategia de comunicacion educativa que modifique estilos de vida nocivos en trabajadores hipertensos
Autor: MsC. Lic. Madeline Pequeño Colas | Publicado:  13/09/2010 | Cardiologia , Medicina Laboral , Medicina Preventiva y Salud Publica | |
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TABACO

El tabaco, originario de América, es una planta de la familia de las solanáceas cuyas hojas secas y arrolladas, utilizadas en forma de tizón que se encendían por un extremo y se chupaba por el opuesto, llamaron la atención de los colonizadores.

La denominación de la planta en el lenguaje nativo era cohíba y su uso no era exclusivo del behíque (sacerdote de la tribu), sino de todos los integrantes del grupo primitivo. La forma de consumo podía ser fumado, masticado y otras veces aspirados, y el nombre del tizón era tabaco. A principios del siglo XV, Carlos V recibió semillas de la planta, que sembró y cultivó; medio siglo después Juan Nicot, embajador francés en Portugal, la llevó a la reina de Francia, quien recomendó su aplicación para la curación de las heridas y la usó también en forma de polvo. En reconocimiento a Nicot, la planta fue llamada nicotina, y su producto activo, que veremos a continuación, se denominó nicotina.

El consumo actual de tabaco, en el mundo desarrollado, se tipifica en Estados Unidos de América, donde anualmente se producen 600 000 millones de cigarrillos y donde existen 55 millones de dependientes del tabaco.

MECANISMOS DE ACCIÓN DEL TABACO

El tabaco actúa también elevando la cantidad de neurotransmisores, en forma similar al café, pero al mismo tiempo disminuye la circulación de la sangre por el cerebro y corazón y bloquea los impulsos nerviosos de la médula espinal. Estudios científicos muy serios permiten establecer que cada cigarrillo consumido por un fumador habitual, reduce en 9 minutos su vida, ya que los fumadores como promedio viven 15 años menos que los que logran alcanzar las personas no fumadoras.
Además de la nicotina, que constituye sin lugar a dudas el veneno fundamental del tabaco, existen otros factores dañinos como: El alquitrán, de alto significado como causante de cáncer pulmonar y de la garganta. El monóxido de carbono, que se libera durante la combustión del tabaco (este es el mismo tóxico del escape de los motores de combustión, con el que ocurren en todo el mundo accidentes mortales).

Finalmente, las personas que fuman con la creencia de que esto les ayuda a controlar los nervios (Lester D; 1988) deben saber que la nicotina es un excitante del sistema nervioso (Lipton M; 1982) y, por tanto, aumenta notablemente el nivel de ansiedad en aquéllos que padecen problemas emocionales, quienes buscan el tóxico por su efecto relajante muscular secundario a la acción medular que antes señalamos, sin saber que los efectos sobre el sistema nervioso son justamente los opuestos a los perseguidos. (Thompson R; 1988).

En el caso de las afecciones cardiovasculares el factor de mayor importancia es el efecto de la nicotina que libera sustancias como la cortisona (que eleva la presión arterial, aumenta la frecuencia con que late el corazón y contrae todas las arterias del organismo) y, como si esto fuera poco, la nicotina bloquea el consumo de oxígeno por el músculo cardíaco y aumenta el nivel de grasas en la sangre, grasas que después se acumulan en las paredes de las arterias estrechándolas y endureciéndolas.

ALCOHOL

El alcohol, del árabe alkuhi (esencia o espíritu), es el producto de la fermentación de sustancias vegetales. Su utilización por el hombre, en forma de brebaje, se supone que data de los albores de la humanidad cuando nuestros más remotos antepasados tuvieron la experiencia de beber el líquido resultante de la colección de agua de lluvia en alguna irregularidad del tronco de un árbol, luego de haber caído en dicho depósito natural alguna fruta desprendida que sufriera, posteriormente, el proceso de fermentación. La capacidad de observación del hombre primitivo le permitió reproducir dicho fenómeno y obtener el preparado, aunque éste sólo pudo ser utilizado en cantidades importantes a partir de la cultura del neolítico, 10.000 años atrás, cuando fue posible la utilización de recipientes adecuados gracias al desarrollo de la alfarería.

La ingestión inicial con finalidades religiosas dio paso a su consumo colectivo con fines festivos, en ocasiones muy especiales, y finalmente alcanzó mayor potencialidad dañina cuando su utilización dependió de la decisión personal; desde entonces se establecieron 2 grandes categorías de consumidores, representadas por quienes beben dentro de las normas sociales de responsabilidad y aquéllos que desgraciadamente no pueden lograr ese objetivo y se convierten en bebedores irresponsables.

El vino y la cerveza fueron conocidos desde la época de los egipcios (unos 5 000 años atrás). Hipócrates, médico griego, habló hace unos 2 400 años de la locura alcohólica y en el año 800 de nuestra era, Rhamses, un químico árabe, descubrió lo que a el postre aumentaría notablemente el poder dañino del tóxico: la destilación. Hasta ese momento, las únicas formas conocidas de producción no superaban la concentración de 12 a 14 grados de alcohol, ya que a partir de esa cifra el propio contenido del tóxico neutraliza el proceso de fermentación. Surgieron así, en la historia de la humanidad, las bebidas destiladas, llamadas también fuertes o espirituosas como el aguar diente, el ron, el cogñac y otras.

Hoy en día existe un alcohólico por cada 10 personas que han consumido bebidas alcohólicas alguna vez en su vida, y la cifra de estas últimas llega aproximadamente al 70% de la población mundial si excluimos los países islámicos (González R. 1987).

En América Latina, esta toxicomanía afecta la población adulta en pro porciones que varían entre el 4 y el 24%, y se calcula que existen en esta región del mundo unos 25 millones de alcohólicos, además existe el triste vaticinio de que en el año 2000 la cifra llegue a 38 millones. (OPS, 1989).

En forma aproximada podemos decir que la mitad de los fallecidos en accidentes del tránsito (MC Millen D; 1987), de los homicidios (García T; 1991), violaciones (De Quesada R; 1987) y actos de violencia hogareña, se producen bajo los efectos del alcohol (Breier S. 1987).

Está demostrado que el alcoholismo como enfermedad disminuye en 12 años la esperanza promedio de vida de la población (De la Fuente R; 1987).

Finalmente queremos comentar una cifra que para nosotros resultó sorprendente. Si se calcula el daño económico producido por el consumo irresponsable de alcohol (Doernberg D; 1987) (accidentes, ausentismo laboral [González R. 1991], daño a la propiedad y asistencia médica, tanto en alcohólicos como en no alcohólicos). En otros términos, esto se explicaría diciendo que el consumo irresponsable de alcohol provoca tanto daño económico como el que determinan todas las drogas ilegales juntas y que este daño en sólo 1 año representa, en dicho país, aproximada mente la cuarta parte del monto de toda la deuda externa de América Latina y casi el doble de los gastos militares de la reciente guerra del Golfo Pérsico, cifras que pese a su magnitud significan menos que el sufrimiento de millones de niños, esposas, padres y hermanos a los que les toca la amarga experiencia de convivir con un alcohólico.

El alcohol etílico (también llamado etanol) cuando se ingiere pasa a la sangre a través de las paredes del estómago y el intestino delgado y circula libremente por todo el organismo, donde por su condición de tóxico dañará a diferentes órganos hasta que resulte neutralizado por oxidación en los tejidos (sobre todo en el hígado). Este mecanismo de desintoxicación, que alcanza a lo sumo para neutralizar un trago fuerte por hora, se encarga del 90% del alcohol contenido en dicho trago; el 10% restante se elimina a través de los pulmones (de ahí el aliento etílico), la orina, el sudor y la saliva.

El organismo humano está dotado de unas sustancias llamadas enzimas que van degradando el tóxico en los tejidos y esa degradación lo lleva primero a acetaldehído (todavía más tóxico que el alcohol) y después a acetilcoenzima A y ácido acético.


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