Comportamiento de la insuficiencia cardiaca en pacientes ingresados
Autor: Msc. Lic. Eloina Martín Valladares | Publicado:  16/05/2011 | Cardiologia , Articulos | |
Comportamiento de la insuficiencia cardiaca en pacientes ingresados .1

Comportamiento de la Insuficiencia Cardiaca en pacientes ingresados en el Centro Médico de Diagnóstico Integral “General Pedro José Torres Finol “Enero 2009 a Enero 2010.

MSc Lic. Omar Gervacio Rodríguez Domínguez. Licenciado en enfermería, diplomado en cuidados intensivos, profesor asistente de la Facultad de Ciencias Médicas de Cienfuegos

MSc Lic. Lourdes Montenegro Arias. Master en Longevidad satisfactoria, profesor asistente de la Facultad de Ciencias Médicas de Cienfuegos

MSc Lic. Jorge Luis Maceira Brito. Licenciado en enfermería, Máster en Urgencias Médicas, diplomado en cuidados intensivos, Metodólogo de ciencia y técnica, profesor asistente de la Facultad de Ciencias Médicas de Cienfuegos

MSc Lic. Eloina Martin Valladares. Licenciada en enfermería, Máster en Urgencias Médicas, diplomada en cuidados intensivos, profesora instructor de la Facultad de Ciencias Médicas de Cienfuegos.

Republica Bolivariana de Venezuela. Misión Barrio Adentro. Estado Lara

RESUMEN

Se realizó un estudio observacional, descriptivo de corte transversal con el objetivo de describir el comportamiento de la Insuficiencia Cardiaca en 90 pacientes ingresados en el CMDI “General (Gral) Pedro José Torres Finol” perteneciente al Municipio Bararida Estado Lara de Venezuela en el período comprendido desde Enero 2009 hasta Enero 2010, a partir de la revisión de las historias clínicas de ingresos en los servicios de Terapia Intensiva y Observación, donde fue aplicada una ficha de recolección de datos, ver anexo Nº 1. Los principales resultados encontrados fueron: predominó el sexo femenino y los comprendidos entre 60 y 69 años. El factor de riesgo más frecuentemente encontrado fue la Hipertensión Arterial siguiéndole la hipercolesterolemia y el tabaquismo, mientras que entre los factores precipitantes fueron las infecciones, la crisis hipertensivas y el abandono de la dieta.

La enfermedad predisponente que más apareció fue la cardiopatía hipertensiva y clínicamente presentaron disnea, crepitantes y edema en miembros inferiores en la totalidad de los enfermos. Las alteraciones de mayor distribución desde el punto de vista eléctrico, radiográfico y ecocardiográfico: las hipertrofias ventriculares, congestión pulmonar y disminución en la fracción de eyección, respectivamente. Fallecieron 4 pacientes en su mayoría por complicarse con bronconeumonías bacterianas y la estadía promedio osciló en el rango de los 8 a 14 días.

INTRODUCCIÓN

La Insuficiencia Cardiaca Congestiva (ICC) ha presentado un dramático incremento como morbilidad prevalente en la última década de la vida; en su génesis participan el envejecimiento de la población y la mejora en la supervivencia de otras enfermedades cardiovasculares. Además, su alta mortalidad, pronóstico sombrío y deterioro de la calidad de vida originan un alto costo personal y socioeconómico.

La Insuficiencia Cardiaca (IC) va en incremento independientemente de la etiología y se considera que para el año 2020 será la cuarta causa de incapacidad en el mundo. Su incidencia y prevalencia evolucionan proporcionalmente a la de las enfermedades crónicas no trasmisibles y a la tendencia de longevidad de las poblaciones.

Se ha definido clásicamente la Insuficiencia Cardiaca como la situación en la que el corazón no expulsa la sangre suficiente para los requerimientos metabólicos de los tejidos o sólo es capaz de hacerlo a medida que eleva anormalmente su presión de llenado, por lo tanto no son Insuficiencia Cardiaca: la insuficiencia circulatoria por causas no cardíacas como la disminución de la volemia o por aumento del lecho vascular; ni la congestión circulatoria causada habitualmente por el aumento de la volemia como ocurre en la Insuficiencia Renal o en las sobrecargas hídricas (1).

Si atendemos a los aspectos clínicos y se tiene en cuenta que hay un gran espectro de disfunción, también la podríamos definir como las anomalías de la función del ventrículo izquierdo y de la regulación neurohormonal que se acompañan de: intolerancia al ejercicio, retención de líquidos y disminución de la longevidad (2).

Las manifestaciones clínicas típicas de esta enfermedad pueden estar ausentes en el anciano; de esta manera, la disnea y la ortopnea, que suelen indicar fallo ventricular izquierdo o los edemas periféricos, dolor en hipocondrio derecho y ascitis, frecuentes en fallo ventricular derecho, pueden ser sustituidos por síntomas menos específicos, como la fatiga, debilidad muscular generalizada, la anorexia o el delirio; la presencia de otras enfermedades concomitantes (Asma Bronquial, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y la superposición de alteraciones frecuentes en la vejez (edema periférico, pérdida de apetito) pueden dificultar aún más su diagnóstico. (3)

Existen criterios diagnósticos que permiten diagnosticar IC en presencia de síntomas y signos subjetivos unidos a evidencia objetiva de disfunción cardiaca (Ecocardiografía, Resonancia Magnética cardiaca o ventriculografía) y si existe duda relacionado a la respuesta a tratamiento, gravedad clínica del paciente, la relación entre los síntomas y el grado de disfunción ventricular es débil, pero la presencia de síntomas y su intensidad guardan relación con el pronóstico, especialmente si persisten tras el tratamiento, esto significa que pacientes con diferentes grados de disfunción ventricular pueden tener los mismos síntomas y que los síntomas leves no indican disfunción ventricular leve (4).

La clasificación de la New York Association permite una valoración de la capacidad funcional del enfermo desde un punto de vista clínico. La pérdida de reserva cardiovascular es frecuente en enfermos ancianos, y como resultado, cualquier patología aguda, o incluso el empeoramiento de enfermedades crónicas, puede desencadenar o agravar un cuadro (2).

Las mayores dificultades en el manejo de los pacientes con Insuficiencia Cardiaca (IC) surgen por la falta de comunicación entre las distintas partes interesadas, por lo que es aconsejable una coordinación eficaz, tanto entre atención primaria y especializada como entre enfermos, cuidadores y profesionales de la salud. Actualmente existen programas de gestión en los que un personal de enfermería especializado en Insuficiencia Cardiaca (IC) proporciona tal coordinación y continuidad de cuidados (5).

Es responsabilidad del médico proveer al paciente y a sus cuidadores con suficiente información y apoyo para que desarrollen y se adhieran a un plan de autocontrol de su enfermedad. Otras de sus funciones consisten en el seguimiento de guías clínicas, la monitorización del cumplimiento con el tratamiento, el seguimiento de los síntomas y complicaciones, el apoyo social y psicológico y la formación de otros profesionales de la salud. Existe evidencia clínica de que tales programas de gestión mejoran la supervivencia y calidad de vida de los pacientes, reducen los reingresos hospitalarios y acortan la estancia de las hospitalizaciones (1).

El papel del médico es fundamental para identificar a los pacientes con riesgo de desarrollar Insuficiencia Cardiaca, principalmente aquellos con antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares o cardiomiopatías así como enfatizar en la vigilancia y hacer el diagnóstico oportuno en pacientes con Hipertensión Arterial sistémica, Diabetes Mellitus, dislipidemia y síndrome metabólico, ya que son pacientes con alta probabilidad de desarrollar Insuficiencia Cardiaca Congestiva (ICC) (3).

En los pacientes con alto riesgo, debe enfatizarse la adopción de estilos de vida saludables (control del peso corporal, plan nutricional, ejercicio, etc.) y referir al nivel de atención correspondiente para identificar la etiología y daño a órgano blanco; Vigilar el apego del paciente al tratamiento médico para evitar la descompensación, disminuir la mortalidad y mejorar la calidad de vida mediante el establecimiento de citas periódicas, educación al paciente y familiares sobre sus enfermedades y la función de los medicamentos e informar al enfermo y a sus familiares sobre su situación de salud, para alentarlo a seguir el tratamiento, siempre con una actitud positiva (6)

El desarrollo de la Insuficiencia Cardiaca Congestiva (ICC) puede retardarse o prevenirse con un tratamiento temprano de la Hipertensión Arterial sistémica, la Cardiopatía Isquémica coronaria, la Diabetes Mellitus y la dislipidemia. La vigilancia estrecha y periódica del paciente con factores de riesgo para el desarrollo de Insuficiencia Cardiaca favorece su diagnóstico oportuno y mejora el pronóstico a largo plazo (7).

La prevalencia de Insuficiencia Cardiaca se encuentra en aumento en las últimas décadas en los países desarrollados. Esto se debe, probablemente, a varias razones. En primer lugar, por el elevado número de personas ancianas, en las que la enfermedad es más frecuente. En segundo lugar, por la mayor supervivencia de los enfermos con Infarto Agudo de Miocardio y de los hipertensos (las dos principales causas de Insuficiencia Cardiaca) debido a la mejora de los tratamientos y de los cuidados generales que reciben estos enfermos.

Esta mayor supervivencia permite que los pacientes desarrollen Insuficiencia Cardiaca (una vía final común de muchas enfermedades del corazón) y, por tanto, aumente su frecuencia. En cierto modo, la Insuficiencia Cardiaca sería el resultado de la cronificación de los Infartos Agudos de Miocardio y de las complicaciones de la enfermedad cardiaca hipertensiva, gracias a los avances (no curativos) de la Medicina.


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