Hola
Primero de todo, felicidades por tu exposición y por todo el trabajo personal que has realizado.
Voy a prestarte otro punto de vista. Te invito a que si quieres lo analicemos con posterioridad.
A mi me gusta atender la ansiedad como algo distinto a lo que tu expones. Primero: ¿Qué pasaría si no nos planteáramos la ansiedad como una enfermedad? Podríamos plantearlo más bien como una entidad que forma parte de nosotros, de nuestra realidad interna y que nos está avisando de que hay alguna cosa de nosotros mismos que no estamos atendiendo bien. Segundo: si lo planteamos de esta manera ¿qué sentido tiene la lucha? ¿Contra quién luchamos? ¿Contra nosotros mismos?.
Supongamos que la ansiedad es como el indicador de la gasolina de un coche. Cuando nos dice que hace falta gasolina y se pone la luz roja, evidentemente no intentamos luchar contra eso, o tapar la luz para no verla. Simplemente ponemos gasolina y continuamos. El indicador nos avisa de una necesidad, que en este caso es muy clara (hace falta más gasolina), y nosotros simplemente la atendemos si queremos continuar circulando con el coche.
En el caso de las personas esto puede ser más complejo. La ansiedad actúa como indicador, alertándonos de que alguna necesidad no está bien atendida. La dificultad radica en responder a la pregunta ¿qué no estamos atendiendo bien? Esto evidentemente nos obliga a realizar un proceso de introspección y análisis para que nuestra mente escuche y se ponga al servicio de nuestras necesidades reales. A medida que la persona va atendiendo más las necesidades reales de su mundo interior (cuerpo – instinto – emociones – mente), la ansiedad se desvanece hasta desaparecer. No hacen falta medicamentos, no hace falta lucha, hace falta aprender a escuchar y ponerse al servicio de las necesidades personales.
Si quieres hablar más sobre el tema puedes hacerlo por e-mail: raimon@trevol.net
Saludos cordiales. Raimon Negre