Sexualidad en la adolescencia. Intervencion educativa
Autor: Dra. María Isabel Duran Cala | Publicado:  26/11/2010 | Medicina Preventiva y Salud Publica , Pediatria y Neonatologia , Medicina Familiar y Atencion Primaria , Sexualidad – Sexología | |
Sexualidad en la adolescencia. Intervencion educativa .3

Esta incluye las características biológicas, psicológicas y socioculturales que le permitirán comprender a ese adolescente, tan lleno de incertidumbre, esta nueva condición hasta entonces desconocida aunque presente y en formación desde su origen como ser humano. (13)

Educación de la sexualidad.

Cada cultura y sociedad regulan las conductas sexuales de formas diferentes a través de la familia, las costumbres, la escuela, los grupos de amigos, los medios de comunicación y las leyes. De esta forma es que se lleva a cabo la educación de la sexualidad: la manera de tratar a los niños y niñas según su sexo, los ejemplos de relación de pareja que viven en sus familias; la forma en que los padres aceptan su identidad sexual puede ser percibido por los hijos, cómo se responde a las preguntas relacionadas con la sexualidad.

En la familia, primer grupo social al cual pertenece el ser humano, se adquieren los valores básicos acerca de la sexualidad, se aprende qué es lo bueno y qué es lo malo, lo socialmente aceptable, los “roles” sexuales, los patrones culturales.

La escuela también va forjando modelos y normas de conductas sexuales, la manera en que se organizan los juegos, la manera en que se traten los temas relativos a la sexualidad humana, el ejemplo de los maestros.

Los grupos de amigos es donde muchas veces se canaliza toda una serie de dudas e interrogantes que no son abordados abiertamente en el seno de la familia o la escuela, así como que constituyen modelos de referencia e imitación de conductas sexuales.

Los medios de comunicación trasmiten estereotipos de belleza, normas y valores que también constituyen elementos de referencia para imitar e interiorizar.

El profesor Félix López afirma que la educación de la sexualidad constituye un “proceso de comunicación que trascurre en un intercambio directo o indirecto de conocimientos y actitudes sobre el hecho sexual humano. (…) Es la educación de las relaciones sociales en la vida cotidiana y para la vida cotidiana. Toda conducta sexual tiene consecuencias biológicas, psicológicas y sociales, las cuales tienen una estrecha relación con la salud integral del individuo”. (44)

Relaciones Sexuales Precoces

En los últimos tiempos se observa cómo las primeras manifestaciones sexuales ocurren en edades cada vez más tempranas, en correspondencia con la maduración biológica, que en las últimas décadas -después de la década del 30- ha disminuido también, lo que parece estar relacionado, entre otras razones, con el mejoramiento del modo de vida del hombre, que implica que se amplíe el periodo fecundado de la mujer.

En contraste con este proceso de disminución de la edad de la maduración sexual, encontramos que el período de formación cultural y profesional se prolonga debido a las exigencias que demanda el desarrollo científico-técnico, lo que hace más lento el proceso de madurez psíquica y social. Quiere esto decir que el despertar de la sexualidad ocurre en una persona aún no preparada integralmente para comprenderla ni ejercerla, pero obligada a asumirla como un componente de su desarrollo (Peláez M., 1996). (45)

El comienzo precoz de la actividad sexual va en aumento, particularmente para los varones. Los adolescentes, tanto varones como niñas, que tienen actividad sexual, suelen comenzar con escasos conocimientos sobre la sexualidad, la salud reproductiva, las prácticas sexuales menos riesgosas o sus derechos individuales a negarse y abstenerse de la actividad sexual. (25)

Los adolescentes son sexualmente activos antes del matrimonio, realidad creciente debido a factores asociados, como la maduración sexual temprana, el retraso de la edad en que se contrae matrimonio, el urbanismo, la influencia de los medios de comunicación, el desempleo y la baja escolaridad. (21)

Se calcula que a la edad de 20 años las/los adolescentes de la región de América Latina y el Caribe han iniciado una vida sexual activa, independientemente de su estado civil. En Colombia, el porcentaje de mujeres de 15 a 19 años que han tenido relaciones sexuales es 29.6%, o sea que una de cada tres mujeres ha tenido relaciones sexuales en la adolescencia. (6)

Un tercio de los adolescentes se inician sin prevención, es por ello que los mismos necesitan confrontar con los adultos que los rodean a fin de crecer y desarrollarse autónomamente. El rol de la familia es fundamental en el desarrollo sexual y si bien hablar de sexualidad no siempre es fácil, o aparece como tema tabú, puede surgir más de un riesgo. En aspectos referidos a la sexualidad la consulta en la adolescencia temprana está en general motivada por inquietudes de los padres. (13)

La pubertad y la adolescencia son etapas difíciles para los chicos tanto como para sus padres. Rebeldía y desafíos son arduos de sobrellevar sin una buena comunicación y en general la decisión de tener relaciones sexuales, los adolescentes la toman sin consultar con los adultos. (26-28)

Mucho se ha hablado de la pertinencia o no de la educación sexual. Sus detractores aducen que el efecto de ésta estimula las prácticas sexuales tempranas; sin embargo, no hay ninguna comprobación que lo confirme; por el contrario, sí hay evidencias científicas de que a mejor preparación de los jóvenes para asumir con responsabilidad y conocimiento su sexualidad, menos efectos negativos tendrán.

La educación sexual debe formar parte del conjunto de aspectos que integran la formación multifacético de las nuevas generaciones. El amor no es una cualidad innata, se adquiere y desarrolla en el transcurso de la vida. Es importante que todo el sistema de influencias que recibe el adolescente estimule y propicie el amor en sus diferentes manifestaciones: amor a la patria, a la familia, al maestro, a los amigos y a la pareja.

El afán de ser adultos y el deseo de comprobar la capacidad reproductiva, interpretada como virtud indispensable para demostrar la nueva condición de mujer u hombre, conducen al adolescente a incursionar con descuidos en el fascinante mundo de la nueva sexualidad. (Castro EM., 1995). Algunas de las consecuencias negativas de estas actitudes han motivado investigaciones en diferentes partes del mundo. El embarazo en la adolescencia, el aborto, la maternidad temprana y las enfermedades de transmisión sexual son las que suscitan mayores preocupaciones. (45)

Embarazo en la adolescencia

Una de las consecuencias de inadecuada educación de la sexualidad lo constituyen precisamente los embarazos en las edades de 10 y los 14 años y entre los 15 y los 20 años, pues muchos adolescentes llegan a sus primeras relaciones sexuales íntimas “por curiosidad”, “porque todos lo hacen”, “por impulso sexual”, sin estar preparados, no sólo para concebir un embarazo, sino para disfrutar de forma plena, placentera y responsable de este intercambio amoroso humano. (44)

Se ha descrito un mecanismo común que podría explicar diversas enfermedades propias del embarazo que muestran mayor frecuencia en adolescentes, como son la hipertensión arterial materna, prematuridad, retardo del crecimiento intrauterino, y el desprendimiento prematuro de la placenta. Se ha postulado un fallo en los mecanismos fisiológicos de adaptación circulatoria al embarazo, denominado síndrome de mala adaptación circulatoria, cuyas manifestaciones clínicas diversas pueden presentarse por separado o asociadas entre sí en la madre y el feto, o en uno de ellos.

La iniciativa de la Maternidad Segura y los programas específicos que en la última década han centrado su atención en la prevención del embarazo adolescente, han ahondado en los problemas que de éste devienen para la salud de la adolescente y de su hijo/hija y documentado la incidencia de los mismos en la región. (23)

Sin embargo, aunque casi siempre se mencionan otros factores concomitantes, hace falta insistir en el hecho de que los mencionados riesgos biológicos no actúan aisladamente, sino asociados con factores psicosociales, económicos, políticos, estructurales y de género. De hecho el embarazo en la adolescencia no puede ser considerado solamente como un problema biológico.

Es evidente que, aun reconociendo la desventaja física de las adolescentes para llevar a cabo la gestación y dar a luz, si el embarazo fuese un acontecimiento deseado y vivido en buenas condiciones, es decir con una calidad durante el embarazo, el parto, el puerperio y el primer año de vida del hijo/hija antecedidos por una buena nutrición, salud y desarrollo de la adolescente, los riesgos y consecuencias para la salud física de ésta y de su hijo disminuirán al máximo. Contrario sensu, la pobreza, la desnutrición, el abandono de la escuela, el embarazo no deseado, la expulsión del hogar, la falta de acceso al cuidado prenatal y la ignorancia del proceso reproductivo (factores antecedentes al embarazo) potencian los riesgos biológicos para la adolescente. La vulnerabilidad es entonces, variable de acuerdo con la condición de vida y de género de la adolescente. (29)


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