Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Tercera parte
Autor: Dr. Alberto Ochoa Govin | Publicado:  9/10/2009 | Psicologia , Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas. | |
Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Tercera parte.4

Consideramos entonces, luego de analizadas las ocho preocupaciones básicas de la nueva hipnosis, que debo retomar su precepto: continuidad o ruptura, para de cierta forma intencionada esta­blecer una comparación, lo más racional posible, entre estos presuntos atributos de la nueva tendencia y determinar si les son inherentes o, muy por el contrario, comunes a toda acción esen­cialmente terapéutica.

 

Desde los trabajos de Harry Stack Sullivan, enmarcados en el contexto de un psicoanálisis culturalista, se manifestó un cre­ciente interés - y así quedó sentado - por determinadas categorías esenciales a tener en cuenta para lograr una buena relación médico-paciente o, en un plano más amplio, terapeuta-paciente. Veámoslas:

 

Como señala el profesor J. A. Bustamante (10) en el segundo tomo de su Psicología médica, Sullivan insistía en destacar en la relación médico-paciente, la función que desempeñan:

 

  1. La personalidad
  2. Los roles y Status
  3. La comunicación
  4. Las defensas
  5. La situación

 

Partiendo del hecho de que en la relación terapéutica se enfrentan personas con comportamientos diferentes, ya que ninguna personalidad es idéntica a otra (en ello radica su carácter de irrepetibilidad), se impone entonces determinar cómo ha de ser la conducta de cada miembro de la relación ante el mismo fenómeno terapéutico.

 

Si nos basamos en el criterio de que la personalidad es una estructura psicológica muy compleja (expresión de la combinación armónica de determinantes biológicos y sociales), que permite al hombre su funcionalidad psicológica y social ante todos los eventos de su vida, representada por rasgos de carácter, temperamento, inteligencia, aspiraciones y motivos, manejados todos ellos por el nivel consciente que posibilita su conocimiento, interiorización y uso a voluntad y placer, y que esta funcionalidad refleja un sistema de valores espiritua­les y morales socialmente asimilados por él según las condi­ciones de su existencia, podemos entender que sean perfecta­mente dables las distintas formas de proceder de cada miembro de la pareja terapéutica.

 

¿Cómo se interpreta esto? Es fácil de explicar mediante un ejemplo.

 

-       Terapeuta de 36 años de edad, inteligente, de modales refina­dos, poseedor de una cultura elevadísima, de carácter noble, equilibrado, con rasgos anancásticos y cierta tendencia a ser autoritario y conservador a ultranza de los valores de la sociedad.

-       Paciente de 21 años, sexo femenino, estudiante de una escuela tecnológica, liberal, un poco histérica, muy locuaz, con rasgos coléricos y proveniente de un medio socio cultural desfavorable.

 

En ambos casos se describen formas de ser y hacer muy diferentes, de modo que como tendencia esperada, los códigos de expresión serán también distintos y se pondrán en juego al establecerse la relación terapéutica.

 

El principal objetivo del terapeuta debe ser siempre lograr una relación exitosa, por lo cual está obligado a regular y amoldar su comportamiento para llegar al paciente pues solo así será reciprocado por este, quien además suele preocuparse por lo que piensa el médico acerca de él y por su propia estimación; de ahí que corregirá sus tendencias para mostrarse conservador, adecua­rá su lenguaje y buscará información sobre el terapeuta, particu­larmente si le dan alguna referencia al respecto o si ha de continuar relacionándose con él.

 

Ya aquí aparece un fenómeno de regulación consciente en la conducta de ambos, que implica hacer funcionar sus respectivas personalidades y adecuarlas a la situación, que se crea entre uno y otro al producirse el encuentro. En ese contexto, la comunica­ción estará en función de sus necesidades, primordialmente por la conciencia que tiene el uno de su posición como técnico y guía del proceso terapéutico y el otro de su demanda como participante; y de ahí se derivan las funciones concretas que cada cual desempeña en esa relación recíproca.

 

Si esto es así -y constituye un hecho aceptado casi unánimemente en la literatura médica y psicológica-, cómo es posible que un elemento tan abordado y usado históricamente con plena conciencia, devenga entonces una preocupación persistente para la nueva hipnosis y no para otras tendencias afines.

 

Al responder hipotéticamente al respecto, pienso que la nueva hipnosis lo que hace es retomar aspectos universales para conferirles un valor especial y trascendente entre sus propósitos, mucho más dialéctico y contemporáneo, con la finalidad de diferenciarse de la hipnosis clásica y tradicional del mundo europeo, más autoritaria, dogmática e impositiva. Sólo de esa forma nos explicamos que preocupaciones generales sean individualizadas con tanta fuerza, ensalzadas como suyas y colocadas en un nivel harto superior.

 

MILTON H. ERICKSON. UN NUEVO Y REVOLUCIONARIO ENFOQUE DE LA NUEVA HIPNOSIS.

 

El norteamericano Erickson está considerado como el mejor hipnotizador contemporáneo. Muchas de sus curaciones con pacientes ya desahuciados y de personas que no encontraron solución a sus problemas con nadie, la obtuvieron con Erickson; de ahí su fama y el interés por sus métodos.

El fue un antiteórico. De hecho apenas dejó material escrito y en gran parte conocemos sus métodos gracias a sus alumnos. Para Erickson paciente y terapeuta son un tándem que establecen una alianza en la que juntos deben desbaratar las resistencias del inconsciente en “desaprender” los viejos comportamientos que nos limitan y nos acaban produciendo enfermedades o alteraciones psico-somáticas y aprender comportamientos más adaptados que nos permitan seguir la vida con verdadera eficacia y felicidad. A sus alumnos les enseñó que el terapeuta debe estar convencido de que los recursos necesarios para resolver los problemas, residen en la historia y la vida del propio paciente; ante cada problema, las soluciones se encuentran en el propio interior.

 

Sin duda alguna no se podría hablar de nueva hipnosis sin su máximo exponente: Milton Erickson (1901-1980), quien para León Chertok ha sido el más grande hipnólogo de todos los tiempos (4).

 

Nacido en los Estados Unidos, estudió Medicina y se especializó en Psiquiatría. Fue un tenaz investigador y ninguna de sus limitaciones personales le llevó a perder el interés por descubrir nuevas conexiones y dimensiones psicológicas, particularmente relacionadas con la hipnosis.

Presentó diversas dolencias a lo largo de su vida, entre ellas dislexia, incapacidad para distinguir los colores y arritmia; pero ni esas ni otras dificultades debilitaron nunca su espíritu voluntarioso y de búsqueda.

 

A los 17 años contrajo poliomielitis y quedó temporalmente invá­lido; sin embargo, según sus biógrafos, este fue un momento importante para él, pues logró a través de profundas lecturas descubrir la autohipnosis. Su afán por la práctica y experimen­tación constantes, así como su capacidad para abordar los problemas de forma no rutinaria, le permitieron aportar solu­ciones generalmente nuevas y originales; de hecho, esto significó para Erickson la adopción de un pragmatismo incesante, mediante el cual vio a la hipnosis como un fenómeno más allá de la mera sugestión, donde el papel del inconsciente adquiría una nueva dimensión. Sobre esa base, la hipnosis debía ser considerada como una entidad conceptual, como una actitud especial del sujeto al que se llevaba hasta un trance hipnótico.

 

Para Erickson fueron muy importantes determinadas categorías, que trataremos de abordar lo más cercano posible al valor que tenían para él en su sistema teórico-práctico.

Hablaremos de actitud, actitud hipnótica, inconsciente, síntoma, psicoterapia, metáfora, simbolismo y aprendizaje inconsciente.

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