Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Tercera parte
Autor: Dr. Alberto Ochoa Govin | Publicado:  9/10/2009 | Psicologia , Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas. | |
Hipnosis terapeutica. Teoria, metodos y tecnicas aplicadas. Tercera parte.5

LA ACTITUD.

 

Para Erickson era una categoría clave en el desarrollo de la terapia hipnótica y un elemento muy útil para comprender los fenómenos de hipnotismo. De acuerdo con su criterio -recogido por Godín en 1992 (4)-, "todo modo de funcionamiento físico particu­lar no es más que el producto de una actitud mental, es decir, el hecho de concentrar la atención en una dirección determinada". De ese concepto se desprenden varios corolarios:

 

  1. Resulta indispensable que el paciente acepte o desee ser tratado con terapia hipnótica, según sus mecanismos de actuación (consciente o inconsciente).
  2. Se hace imprescindible que el paciente aprenda o experimente el hecho de una actitud convincente para que pueda ser colocado en un trance hipnótico.
  3. La actitud es la resultante de una serie de conocimientos y preocupaciones de los protagonistas y reviste gran importancia en el sistema psicoterapéutico.
  4. La hipnosis, más que sugestión es una actitud.

 

Al analizar los aspectos anteriores nos percatamos del valor metodológico y práctico que tenía la actitud para Erickson, y ello nos invita a valorarla en su justa medida para ganar en nitidez.

 

Cuando la actitud es consciente, el sujeto determina si admite o no ser hipnotizado, si vale o no la pena prestarse para ello; pero cuando el individuo actúa mecánicamente, siguiendo un patrón estereotipado, se halla en un plano inconsciente, o lo que es igual, su actitud tiene un carácter inconsciente. La actitud se basa en la disposición que permite poner en juego los mecanismos de aprendizaje y cooperación por parte del sujeto, en tanto perceptivo y analítico, que a nivel de lo consciente interactúa como autorregulador, y automodelador de su conducta.

 

LA ACTITUD HIPNÓTICA.

 

La actitud puede funcionar, y de hecho lo hace, como un interruptor que cierra o da acceso a la corriente.

 

Es un proceso al que se accede en correspondencia con el manejo que del paciente se haga; si es adecuado, su actitud también lo será, salvo algunas manifestaciones de cierta incongruencia afectiva, tal vez condicionadas por causales ajenas.

 

Este principio puede operar a la inversa, pero debe quedar claro que la actitud es positiva o negativa en función de factores tales como: dinámica de esa relación (que incluye la comunicación y las defensas) y respeto a la integridad del paciente.

 

Las defensas constituyen una expresión obligada de las actitudes. Estas regulaciones a favor o en contra están dadas paralelamente, por la percepción que tenga el sujeto acerca de qué cosa es la hipnosis y de las pretensiones que se persiguen en su caso, de modo que el sentido y el contenido ético de las acciones del terapeuta no deben jamás permanecer implícitos, sino que han de ser necesariamente explicados de manera tal que el paciente los perciba y valore. La no observancia de estos requisitos condu­cirá al fracaso terapéutico, puesto que las tensiones aumentarán y las defensas del paciente se pondrán en guardia, pero esta vez con marcadas reservas y un nivel de cuestionamiento de la capacidad profesional de su terapeuta.

 

EL INCONSCIENTE.

 

Para Erickson, el inconsciente es una enorme computadora que trabaja en función de cada sujeto al cual pertenece y sin el consentimiento de este, que es capaz de funcionar con los datos que les son proporcionados por la experiencia cotidiana del sujeto, ayudándolo a elaborar verdaderos procesos de síntesis.

 

Es interesante este planteamiento, porque se asemeja a la valoración que del inconsciente hace Uznadzé quien lo ve como expresión del set, que permite reflejar los procesos cambiantes del nivel consciente al inconsciente. Veamos:

 

En defensa de la validez de los criterios de Uznadzé, el propio Bassin (8) expone en su libro el problema del inconsciente (que tomo textualmente por su importancia), lo siguiente:

 

Al caer, el hombre efectúa casi instantáneamente una serie de movimientos de defensa, formulados inconscientemente. Estos movimientos son distintos en las diferentes direcciones de la caída y tienen en cuenta la situación en que se produce esta. Ha quedado demostrado que si al caer tiene en la mano algo precioso o frágil, ello cambia de manera profunda todos los movimientos de defensa que se producen en él "automáticamente". En estos actos realizados de modo o manera no consciente o inconscientemente, se puede manifestar con claridad la voluntad del que cae, no sólo de protegerse a si mismo, sino de proteger la carga. Ello indica con claridad que las acciones automatizadas como las conscientes, pueden reestructurarse de modo complejo y con orientación fina­lista según la situación, lo cual evidencia con amplitud aquello que bien puede llamarse capacidad de adaptación o plasticidad funcional, y la rapidez y precisión de estas transformaciones inconscientes superan casi siempre las de las modificaciones que se producen de modo consciente.

 

Erickson opinaba que "nuestro inconsciente, que es distinto del postulado por Freud, actúa inteligentemente con vista a un obje­tivo y organiza nuestro comportamiento sin nuestro consenti­miento" (11).

 

Conviene detenerse aquí para buscar las confluencias entre Erickson y Uznadzé, lo cual no es difícil. Analizando nuevamente el ejemplo de Bassin cuando se mostraba a favor de Uznadzé, tenemos que:

 

Está la actuación inteligente, dada por el hecho de que cuando el sujeto cae y tiene algún objeto valioso en su mano, no sólo busca protegerse, sino proteger también el objeto de valor.

Esto lo hace automatizadamente, con precisión, rapidez y gran plasticidad o capacidad adaptativa, sin intervención de los procesos conscientes. Ello, además de ser una conducta inteligente, se logra organizando el comportamiento sin autoriza­ción de la consciencia al no esperar por su consentimiento.

Se trata sin duda alguna de transformaciones inconscientes, a través de las cuales el sujeto se permite realizar sus propias síntesis.

Si para Erickson el inconsciente no está establecido de una manera inalterable, significa que no es un patrón rígido, sino dinámico; de ahí la elevada coincidencia con lo que dice Uznadzé, lo que también refuerza nuestro planteamiento inicial.

 

EL SÍNTOMA.

 

Para Erickson, este concepto tenía un alto significado, sobre todo de carácter pragmático, pues entendía que podía ser resuelto mediante una labor tal, que el sujeto casi nunca se percataba de que el síntoma había desaparecido, tanto en su manifestación misma como en el proceso de desarrollo, ya que el trabajo del terapeuta se hace casi imperceptible para el paciente.

 

Erickson valoró el síntoma psíquico en sus múltiples conexiones, es decir, no abstraído del entorno del sujeto, puesto que también este ocupa un lugar en el equilibrio social del enfermo. Así mismo, asumió a la par una posición crítica hacia los terapeutas que solían tratar solamente el síntoma sin tener en cuenta la realidad concreta del individuo afecto, que es donde se genera y desarrolla verdaderamente el proceso desencadenante. Por eso planteó: "Quieren calmar a sus pacien­tes tratando de sacarlo de la realidad de sus síntomas, en lugar de trabajar con esa realidad" (4).

 

Al partir de una posición filosófica consistente en ocuparse más del paciente que en la ciencia del paciente abrió la perspectiva de abordar al enfermo con un enfoque ideodinámico, sin que el sujeto supiera por qué, interesándose más por la noción de desarrollo personal en el marco ecológico de un sistema más abierto; y esto es muy importante, porque significa que el tras­torno o desorden se manifiesta cuando hay condiciones que lo favorecen como caldo de cultivo. Entre esas condiciones incluyó a las propias personas, la familia y la sociedad, cuando no son capaces de propiciar por si mismos el cambio y alteran "intermitentemente" su equilibrio psíquico, unido a las programaciones o autoprogramaciones inadecuadas que hacen que el individuo pierda el contacto inteligente con su yo, lo cual puede traducirse en las múltiples afectaciones que los siste­mas familiares y sociales provocan en el sujeto y en su inca­pacidad para responder o enfrentarlas exitosamente.

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