Tuberculosis Pulmonar y Extrapulmonar. Hallazgos Tomograficos
Autor: Dra. Sandra Alba Rodríguez | Publicado:  9/09/2010 | Radiodiagnostico y Radioterapia , Enfermedades Infecciosas , Medicina Interna , Neumologia , Imagenes de Enfermedades Infecciosas , Imagenes de Radiodiagnostico y Radioterapia , Imagenes de Medicina Interna , Imagenes de Neumologia | |
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La hipertensión arterial refractaria es una complicación rara de la tuberculosis renal, pero se puede producir por la proliferación intimal de vasos en áreas cerca de la inflamación granulomatosa, por isquemia segmentaría y por la consiguiente liberación de renina.

Diagnóstico

Se debe sospechar tuberculosis urinaria en pacientes con síntomas urinarios y antecedentes personales de tuberculosis.

La urografía endovenosa puede ayudar al diagnóstico, aunque puede ser normal al inicio de la enfermedad. Los hallazgos radiológicos característicos son erosión de los cálices renales con hinchazón de los mismos (ectasia calicial), necrosis papilar y calcificación del parénquima renal. Estos cambios son similares a los hallados en pacientes con pielonefritis crónica o necrosis papilar secundaria por ejemplo a AINES. A nivel ureteral se puede encontrar estenosis a distintos niveles. La combinación de alteraciones en el tracto renal y en vías urinarias inferiores es altamente sugestiva de tuberculosis urinaria.

La confirmación diagnóstica se realizará con la demostración del bacilo en la orina, bien sea con la basiloscopía de orina, aunque los resultados falsos negativos pueden ser habituales, como con el cultivo de orina para micobacterias. Se pueden encontrar falsos negativos en aquellos casos en que el paciente esté recibiendo tratamiento tuberculostático o antibióticos de amplio espectro que puedan inhibir el crecimiento de la micobacteria.

En los pacientes con estenosis ureteral se recomienda control por medio de urografía endovenosa o ecografía renal cada 6 meses durante los 2 primeros años para detectar una posible uropatía obstructiva.

Amiloidosis secundaria

Una amiloidosis secundaria puede ocurrir en cualquier patología inflamatoria crónica que cursa con niveles elevados del reactante de fase aguda como la proteína amiloide tipo A. Esta patología debe ser sospechada en todo paciente con tuberculosis que comienza con proteinuria generalmente en rango nefrótico. El diagnóstico de confirmación se realizará al objetivar depósitos de amiloide en la biopsia rectal, renal o de la grasa abdominal.

• Tuberculosis genital

Endometritis tuberculosa

La tuberculosis con afectación del tracto genital superior es una patología muy rara en los países desarrollados. Frecuentemente ocurre en mujeres jóvenes procedentes de países endémicos y en mujeres ancianas con tuberculosis previa sin tratamiento tuberculostático adecuado.

La afectación genital generalmente se produce por siembra hematógena de un foco pulmonar. La diseminación genital desde un foco intraabdominal o vía sexual a través de una epididimitis de la pareja es muy infrecuente.

En las mujeres la localización en trompa y en endometrio es más frecuente, aunque el ovario y el cérvix pueden afectarse también. La afectación vulvar y vaginal es muy infrecuente.

Las manifestaciones clínicas pueden aparecer hasta 10 años después de la infección. La infertilidad es el principal motivo de consulta en mujeres jóvenes. La afectación genital sin afectación urinaria es más frecuente en mujeres que en hombres. Otras formas de presentación son metrorragias, amenorrea y sangrado postmenopáusico. El 25% de las pacientes aquejan dolor pélvico crónico insidioso.

Diagnóstico

Un histerosalpingografía realizada como parte de estudio de infertilidad puede mostrar saculaciones, formaciones fistulosas y patrón de pelvis rígida.

El diagnóstico de confirmación se realizará con la histología o la baciloscopia, el cultivo de la muestra del sangrado menstrual o de la biopsia endometrial.

• Pericarditis tuberculosa

A pesar de la disminución de la incidencia global de tuberculosis y por lo tanto de la pericarditis tuberculosa en los países industrializados, la pericarditis tuberculosa sigue siendo un problema importante por su dificultad diagnóstica y las serias consecuencias que conlleva el no tratamiento de la infección.

La pericarditis tuberculosa se estima que ocurre entre 1-2% de los pacientes con tuberculosis pulmonar. Pero existe variabilidad entre países incluso desarrollados.

Patogenia

Puede ocurrir por extensión local de la infección desde el pulmón, bronquios, ganglios linfáticos adyacentes, esternón y por siembra peritoneal. En muchos pacientes la pericarditis tuberculosa constituye una reactivación de la enfermedad sin que en muchos casos se conozca el foco primario. Algunos autores dividen la pericarditis tuberculosa en 4 estadios: estadio seco, estadio de derrame, fase absortiva, fase constrictiva. El estadio seco es de difícil diagnóstico ya que requiere de biopsia o necropsia donde se objetivará granulomas aislados en el pericardio. La fase precoz es un proceso inflamatorio que puede reflejar una reacción de hipersensibilidad al tubérculo proteína.

En el estadio de derrame pericárdico, el derrame es típicamente serohemorrágico con elevadas concentraciones de leucocitos y proteínas pudiendo progresar a inflamación granulomatosa y necrosis caseosa. El 50% de los pacientes que presentan una pericarditis aguda con derrame secundario a tuberculosis reabsorben el derrame y los síntomas se resuelven sin tratamiento en un periodo de 2 a 4 semanas.

Algunos pacientes, en cambio, progresan a la fase constrictiva. En este estadio el engrosamiento del pericardio visceral debido a la fibrosis y a la calcificación produce cambios típicos de constricción, mientras que en la fase de derrame, la presión del fluido pericárdico produce alteraciones típicas de taponamiento cardiaco. La existencia de una pericarditis constrictiva no es patognomónico de tuberculosis, ya que se puede encontrar en otros procesos como la malignidad, la radioterapia, el hemopericardio y muy raramente en la infección viral.

Manifestaciones clínicas

Los síntomas son inespecíficos pudiendo cursar con fiebre, pérdida de peso y sudoración nocturna. Generalmente, estos síntomas preceden a los síntomas cardiopulmonares. En el 20-25% de los casos el inicio es brusco y dramático. La frecuencia de presentación de síntomas 25 según algunas series es de tos 94%, disnea 88%, dolor torácico 76%, sudoración nocturna 56%, ortopnea 53%, pérdida de peso 48%. Sin embargo, la frecuencia de estos síntomas es variable. La mayoría de los pacientes se presentan con síntomas típicos de pericarditis (dolor torácico y roce pericárdico) o directamente con un taponamiento cardiaco. Una minoría de los pacientes presenta como debut una pericarditis constrictiva.

Entre los signos que se pueden encontrar se incluye fiebre, taquicardia, derrame pleural, ingurgitación yugular, hepatomegalia, ascitis y edemas periféricos. El roce pericárdico y los soplos cardiacos son otros hallazgos frecuentes.

En la pericarditis constrictiva se puede objetivar el signo de Kussmaul (la ausencia de disminución de la presión venosa con la inspiración). En caso de taponamiento podremos encontrar el signo del pulso paradójico.


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