Diseño de un programa de Musicoterapia por parte de los estudiantes de Enfermeria de la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado” dirigido a niños en edad escolar con deficit de atencion e hiperactividad
Autor: Naibelys López | Publicado:  13/02/2012 | Otras Especialidades , Enfermeria , Psiquiatria , Pediatria y Neonatologia , Neurologia , Articulos | |
Programa de Musicoterapia deficit de atencion e hiperactividad edad escolar.8

Síntomas del DSM-IV (1995) y DSM-IV-TR (2002) para la hiperactividad

• A menudo mueve en exceso manos o pies o se remueve en su asiento.
• A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado.
• A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud).
• A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
• A menudo “está en marcha” o suele actuar como si tuviera un motor.
• A menudo habla en exceso.

Síntomas del DSM-III (1980) para la impulsividad

• A menudo actúa antes de pensar.
• Cambia con excesiva frecuencia de una actividad a otra.
• Tiene dificultades para organizarse en el trabajo (sin que haya un déficit cognitivo).
• Necesita supervisión constantemente.
• Hay que llamarle la atención en casa con frecuencia.
• Le cuesta guardar turno en los juegos o en las situaciones grupales.

Síntomas del DSM-III-R (1991) para la impulsividad

• Dificultad para aguardar turno en los juegos o situaciones de grupo.
• Frecuencia de respuestas precipitadas antes de que se acaben de formular las preguntas.
• Frecuentes cambios de una actividad incompleta a otra.

Síntomas del DSM-IV (1995) y DSM-IV-TR para la impulsividad

• A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
• A menudo tiene dificultades para guardar turno.
• A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de los otros (por ejemplo, se entromete en conversaciones o juegos).

Fuente: Calderón C. (2003). Trastorno por déficit de atención con hiperactividad: programa de tratamiento cognitivo-conductual.

Tratamiento para hiperactividad y déficit de atención

García (2001), citado por González E. (2006), “sostiene que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno heterogéneo, que se manifiesta de formas diversas en quienes lo presentan, por lo que no es posible pensar que existe un tratamiento psicológico único para todos los casos que se pudiera aplicar indiscriminadamente”. Por lo tanto, si el trastorno es heterogéneo, el tratamiento también lo será. El autor sugiere que el tratamiento tiene que ser interdisciplinario o multimodal: la mitad del tratamiento es psicológico, mientras que la otra es médico.

Desde hace varias décadas, el tratamiento de la hiperactividad consiste básicamente en la administración de fármacos, especialmente estimulantes, así como en la aplicación de métodos conductuales y cognoscitivos. Ambas modalidades de tratamiento han obtenido éxito al mejorar el comportamiento del niño en distintos aspectos. Las terapias que combinan medicación, métodos conductuales y cognoscitivos pretenden que los efectos conseguidos por los fármacos y técnicas que trabajan con la conducta por separado se sumen para lograr que el niño mejore globalmente, y su conducta es estable y mantenida a través del tiempo, Orjales (2002), citado por González E. (2006).

Alonso y Benito (2004), citado por González E. (2006), mencionan que el tratamiento farmacológico tiene sus beneficios, los cuales pueden ser observados a corto plazo del 70 al 80% de los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Los beneficios a los que los autores se refieren se relacionan con una reducción significativa en la falta de atención, la impulsividad e hiperactividad y una mejoría en el funcionamiento motor, social y emocional del niño con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Años de investigación permiten pensar que la utilización de fármacos estimulantes produce un incremento de las catecolaminas, lo que provoca que los niños hiperactivos aumenten su nivel de atención y se reduzca su hiperactividad motriz. Los estimulantes, por otro lado, son los medicamentos más utilizados en el tratamiento farmacológico del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Se estima que en los Estados Unidos un millón y medio de niños y adolescentes reciben estimulantes como parte de su tratamiento para la condición “haber”, (2003) mencionado por González E. (2006)

González E. (2006) cita a Walen y Henker (1991), quienes “defienden el postulado de que un tratamiento multimodal es la mejor respuesta a las problemáticas trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)”.

Del mismo modo, Orjales (2002), mencionado por González E. (2006), sostiene que:

“El marco de intervención para el niño con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) debe contener como parte de sus estrategias los siguientes enfoques o técnicas cognitivas: las autoinstrucciones, las autoafirmaciones, la toma de conciencia de los procesos mentales y las técnicas comportamentales, que están fundamentadas en el control de los acontecimientos que provocan las conductas negativas o positivas”.

La misma autora argumenta que las técnicas cognitivas hicieron su aparición en el ámbito de la intervención de la hiperactividad infantil recientemente, no obstante, su validez ha sido probada en muchas investigaciones. Los enfoques que enfatiza la autora como parte de los modelos de intervención con el niño con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se estarán mencionando en esta parte del trabajo de investigación dedicado a los tratamientos psicológicos con énfasis en la modificación de conducta.

Asimismo, Casanova (1992), citado por González E. (2006), “define modificación de conducta como la aplicación de los principios de aprendizaje para favorecer un cambio de conducta. Los principios de la modificación de conducta pueden aplicarse a situaciones de aprendizaje de un gran número de personas”. La autora expresa que la modificación de conducta se ha utilizado con eficacia en el manejo de una gran variedad de síntomas y con diversas personas: niños, adolescentes, adultos y con niños excepcionales.

Promoción de la salud y el papel del personal de Enfermería en la salud escolar

Para poder hablar de promoción de la salud se debe definir primeramente qué es salud. De este modo, en la Carta de Constitución de la OMS (1948) citado por el Glosario de Promoción de la Salud, OMS (1998), se define a la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (Gouveia A. et al, 2011).

Así también, Herbert L. (1959) refiere que la salud es un alto nivel de bienestar, un método integrado de funcionamiento orientado hacia maximizar el potencial de que el individuo es capaz, al comprender tres dimensiones: orgánica o física, psicológica y social. El ser humano ocupa así una máxima posición en las tres dimensiones para gozar de buena salud o tener alto grado de bienestar, lo cual dependerá en gran medida del ambiente que lo rodea. Es por ello que según la Carta de Ottawa (OPS, 1987) la promoción de la salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre esta (Gouveia A. et al, 2011).

Es por ello que para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente. Asimismo, las condiciones para que haya salud son descritas en esta carta como paz, habitación, educación, alimentación, renta, ecosistema estable, recursos sostenibles, justicia social y equidad.

Respecto a la educación para la salud, Modolo (2000) explica que el objetivo de la educación para la salud se expresa en términos de un valor de la comunidad que le ofrece la capacidad de enfrentarse individual y colectivamente a comportamientos, estilos de vida y medio ambiente en un sentido participativo y amplio. De este modo, la OMS (1978) define la educación para la salud como un proceso mediante el cual se reconocen los factores que ponen en riesgo la salud y se opta por tomar las acciones que eviten estos riesgos y que propicien la manifestación óptima del bienestar físico, mental, espiritual y social así como el bienestar de las demás personas de la comunidad (Gouveia A. et al, 2011).

La educación para la salud del escolar tiene por finalidad inculcarle actitudes, conocimientos y hábitos positivos de salud que favorezcan su crecimiento y desarrollo, el fomento de su salud y la prevención de las enfermedades evitables de su edad. Además, debe intentar responsabilizarlo de su propia salud y prepararlo para que al incorporarse a la comunidad general, al salir de la escuela, adopte un régimen o estilo de vida lo más sano posible que favorezca la consecución de la salud positiva según Salleras S. (1991).

Por lo tanto, la enfermera cumple un rol esencial en la promoción de la salud en la escuela según Ortiz V., et al (2009). La enfermera(o) escolar es un profesional que cuenta con un título oficial universitario de Enfermería y con una formación adicional académica y/o profesional de posgrado sobre enfermería escolar, realiza su desempeño en el ámbito escolar, presta atención y cuidados de salud a la comunidad educativa y recibe para ello una formación específica y complementaria en su proceso formativo. Tiene como objetivo el contribuir al pleno desarrollo y máximo bienestar físico, mental y social de dicha comunidad, y debe estar integrada en esta y, en consecuencia, presente en el centro educativo durante todo el horario escolar (Gouveia A. et al, 2011).


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