Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. Septima Parte
Autor: Dr. Alberto Ochoa Govin | Publicado:  10/09/2009 | Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. , Neurologia , Neurocirugia | |
Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. Septima Parte.4

Electroencefalograma (EEG): en ausencia de depresores del sistema nervioso central (SNC) o hipotermia, un trazado isoeléctrico sostenido, recogido con alta amplificación (2 micro v/mm) sugiere muerte cerebral.

 

Signos vitales:

 

  1. La tensión arterial (T.A.): La elevación de la presión sistólica sobre 200 mm de Hg en los traumatismos encefalocraneales (TEC), está en relación con una mortalidad del 70%. Por otro lado, el descenso progresivo de la tensión arterial, asociado con los signos de coma sobrepasado, es señal de muerte próxima.
  2. La temperatura corporal: La inestabilidad térmica es signo de mal pronóstico en el traumatismo encefalocraneal (TEC) y la hipotermia sostenida, sobre todo si se acompaña de hipotensión arterial es, como muchos refieren, heraldo de muerte.
  3. La respiración: Las alteraciones del ritmo respiratorio, respiración de Cheyne Stokes, hiperventilación, polipnea superficial y ataxia respiratoria, pueden relacionarse con agravamiento de las lesiones del tronco cerebral y con el pronóstico vital.

 

En relación a la evaluación pronóstica y de los resultados, se acepta, la escala propuesta por Jennett y Bond, conocida como Escala de Glasgow de resultados. Se recomienda evaluar al paciente a los 3, 6 y 12 meses después del traumatismo, para clasificarlo en esta escala en:

 

  1. Fallecido
  2. Estado vegetativo permanente o persistente
  3. Incapacidad grave. Consciente pero incapacitado. Requieren asistencia para sus necesidades diarias, por incapacidades físicas, mentales o ambas. No es imprescindible el cuidado institucional.
  4. Incapacidad moderada. Incapacitado, pero independiente. Son independientes en lo relativo a sus necesidades diarias. Capaces de viajar en transporte público. Sólo pueden asumir trabajos con limitaciones importantes. Posible disfasia, hemiparesia, ataxia, déficit intelectual o de memoria y cambios de personalidad.
  5. Buena recuperación. Normales o con deficiencia mínima. En general regresan a sus trabajos o estudios habituales. Realizan todas las tareas del hogar sin dificultad.

 

Otro elemento importante a tener en cuenta en el pronóstico de los pacientes con traumatismo encefalocraneal (TEC) es la escala de salida de Glasgow, que es la misma escala de evolución vista anteriormente pero resumida, la cual goza de buena aceptación por parte de los neurocirujanos como un instru­mento importante para medir la evolución y pronóstico del paciente con TEC. Se expresa en la tabla número 19.

 

Tabla número 19. Escala de resultados o de salida de Glasgow.

 

Grado 5. Buena recuperación.

Grado 4. Moderada discapacidad, pero es independiente.

Grado 3. Consciente pero muy discapacitado. No es independiente.

Grado 2. Estado Vegetativo

Grado 1. Muerte

 

Esta escala es versátil y ágil y permite tener una idea del resultado, no sólo con fines clínicos, sino también para estudios o investigaciones que requieran unificar la valoración del paciente.

 

Sería ideal conocer en cuál de estos grados va a quedar incluido el paciente con traumatismo encefalocraneal (TEC); sin embargo, esto es difícil de predecir, particularmente en las primeras dos semanas y, por tanto, el valor de la escala de salida de Glasgow es más significativo si se la aplica entre los tres y seis meses de ocurrido el trauma. No obstante lo anterior, el tipo de trauma, el estado inicial del paciente y la edad son los factores que quizás orientan más hacia cuál puede ser el resultado final del paciente.

 

Otros dos elementos con gran significado para determinar el resultado clínico final son la valoración pupilar y el compromiso del tallo cerebral. En un paciente con traumatismo encefalocraneal (TEC), si hay recuperación rápida de la reactividad pu­pilar o de una anisocoria, la mortalidad es de un 15%, mientras que si esto no ocurre la mortalidad puede llegar a 82%. Algo semejante acontece con la lesión del tallo cerebral.

 

 

EXPLORACIÓN RADIOLÓGICA EN LOS TRAUMATISMOS ENCEFALOCRANEALES (TEC).

 

En el traumatismo encefalocraneal (TEC) las exploraciones complementarias quedan reducidas a la tomografía axial computerizada (TAC) y a la radiología simple de cráneo. La resonancia magnética nuclear (RMN) no tiene todavía un papel relevante en la fase aguda del TEC.

 

El TAC de cráneo es la exploración radiológica de elección en el diagnóstico inicial de los pacientes con un traumatismo encefalocraneal (TEC) moderado o grave. La radiología simple de cráneo, en sus tres proyecciones (anteroposterior, lateral y Towne) continúa teniendo un papel relevante en la valoración del TEC leve (Glasgow de 14 y 15 puntos).

 

La tomografía axial computerizada (TAC) permite un diagnóstico rápido de las lesiones intracraneales y el seguimiento secuencial de las mismas. Según los hallazgos, se puede diferenciar entre lesiones focales (contusiones cerebrales, laceraciones o hematomas) y difusas. Entre estas últimas, se incluyen las alteraciones axonales y/o vasculares difusas, las lesiones cerebrales por hipoxia y la tumefacción cerebral postraumática.

 

Recientemente, el Traumatic Coma Data Bank, de los EE.UU., ha propuesto una nueva clasificación de las lesiones cerebrales traumáticas fundamentada en la presencia o ausencia de determinados parámetros radiológicos en la tomografía axial computerizada (TAC) (desplazamiento de la línea media, compresión de las cisternas de la base y volumen de las lesiones focales).

 

Aunque presenta algunos problemas y limitaciones, en la actualidad es la más utilizada y difundida. De acuerdo con ella, se distinguen 6 tipos de lesiones. Lesión difusa tipo I: pacientes en los que no existe lesión cerebral visible. Lesión difusa tipo II: las cisternas mesencefálicas están presentes y la línea media se halla centrada o moderadamente desviada (menos de 5 mm); aunque pueden existir lesiones focales (hiperdensas o de densidad mixta), su volumen debe ser inferior o igual a 25 mL. Lesión difusa tipo III (tumefacción): las cisternas basales están comprimidas o ausentes, pero la línea media presenta una desviación igual o inferior a 5 mm. Lesión difusa tipo IV: existe una desviación de la línea media superior a los 5 mm, pero en ausencia de lesiones focales de más de 25 mL de volumen. Lesión focal evacuada: cuando existe cualquier lesión evacuada quirúrgicamente (hematoma epidural, subdural, contusión), y lesión focal no evacuada: cuando existe una lesión hiperdensa o mixta de volumen superior a los 25 mL, que no ha sido evacuada quirúrgicamente.

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