Importancia de la lactancia materna en el establecimiento del vinculo afectivo materno-filial
Autor: Dra. Liliana Serni G. | Publicado:  15/11/2011 | Psicologia , Pediatria y Neonatologia , Articulos | |
Importancia de la lactancia materna en el establecimiento del vinculo afectivo materno-filial .9

Experiencias in vitro han demostrado que la leche humana in vitro es activa contra muchos patógenos, (May, 1988:42), demostrando su actividad antibacteriana contra: Escherichia coli, Clostridium tetani, Corynebacterium diphteriae, Klebsiella pneumoniae, Salmonella (6 grupos), Shigella, Streptococcus, S. mutans, S. sanguis, S. salivarius, S. pneumoniae, Haemophilus influenzae y otros. La actividad antiviral contra: poliovirus tipos 1, 2, 3, Coxsackie tipos A9, B3, B5, echovirus tipos 6, 9, rotavirus, citomegalovirus, reovirus tipo 3, virus rubeola, herpes simplex, parotiditis, influenza, sincitial respiratorio y otros.

Actividad antiparasitaria contra: Giardia lamblia, Entamoeba histolytica, S. mansoni, Cryptosporidium. La inmunoglobulina M (IgM) y la inmunoglobulina G (IgG) in vitro actúan contra los lipopolisacáridos de Vibrio cholerae, Escherichia coli, virus rubeola, citomegalovirus, virus sincitial respiratorio. La inmunoglobulina A (IgA) se mantiene estable. Otros componentes de la leche que tienen un rol inmunológico. La Lactoferrina compite por el hierro con microorganismos dependientes del hierro, especialmente Escherichia coli. Es resistente a la actividad proteolítica. La Lactoperoxidasa in vitro presenta actividad contra Streptococcus, Pseudomonas, Escherichia coli, S. typhimurium.

El Factor bífido es un Carbohidrato específico (que contiene nitrógeno), en presencia de lactosa promueve la colonización intestinal por el lactobacilo acidófilo. El bajo pH resultante en el lumen intestinal, dificulta el desarrollo del Escherichia coli y hongos como Candida albicans. Un pH bajo en el estómago puede ser de gran importancia para el prematuro y el recién nacido de bajo peso, con la alimentación artificial, carente de estos factores específicos, se pueden desarrollar gérmenes patógenos en el estómago que contaminan los alimentos que llegan al intestino, aumentando el riesgo de enterocolitis necrotizante que rara vez ocurre en los niños amamantados.

Los ácidos grasos insaturados y monoglicéridos: in vitro han demostrado actividad contra: S. aureus, virus Herpes simplex, Semliki Forest, influenza, dengue, virus Ross River, encefalitis japonesa B, virus Sindbis y West Nile, G. lamblia, Entamoeba histolytica, T. vaginalis (May, J, 1988:114). El ciclo bronco-entero-mamario representa un mecanismo de inmunidad que permite la producción de anticuerpos específicos, principalmente inmunoglobulina A (IgA). Se ha encontrado fragmentos virales en la leche humana que no han podido ser replicados, pero se sabe que estimulan la respuesta de anticuerpos en los lactantes.

1.5.1. Propiedad antialérgica de la leche materna

La inmunoglobulina A (IgA) del calostro y de la leche madura, recubre la mucosa intestinal y previene la absorción de macromoléculas extrañas cuando el sistema inmune del niño aún es inmaduro. A 56°C durante 30 minutos y se destruye por el hervor.

La inmunoglobulina M (IgM) se destruye a 62,5°C durante 30 minutos y la inmunoglobulina G (IgG) disminuye a un tercio su actividad. Las proteínas de la leche materna son específicas de la especie humana, por lo que los niños amamantados no desarrollan anticuerpos contra ellas (Lawrence,R.2005:120)

1.6. Potencial alergénico de la leche de vaca

La beta-lactoglobulina, porción proteica más importante del suero en la leche de vaca, tiene un gran potencial alergénico. La hipersensibilidad a la leche de vaca es responsable de al menos el 20% de las alergias infantiles, debido a que la mucosa intestinal del lactante no tiene un mecanismo que impida el paso de proteínas enteras a la sangre. Se ha encontrado anticuerpos en la sangre y en las deposiciones de niños alimentados con leche de vaca. Los síndromes alérgicos asociados con la leche de vaca incluyen gastroenteropatías, dermatitis atópica, rinitis, enfermedad pulmonar crónica, eosinofilia, alteración del crecimiento y muerte súbita. Se ha atribuido a una reacción anafiláctica a la leche de vaca como una de las causas de la muerte súbita, los síntomas gastrointestinales incluyen cólicos, diarrea, sangre en las deposiciones, vómitos, pérdida de peso, malabsorción, colitis y alteración del crecimiento. Todas las fórmulas lácteas (excepto la de soya) son preparadas a partir de la leche de vaca, su formulación ha sido modificada progresivamente a medida que los estudios científicos aportan nuevos antecedentes sobre los distintos componentes específicos de la leche humana, pero ésta nunca podrá ser imitada. La leche es un fluido vivo, y al igual que el plasma o la sangre, contiene elementos bioactivos irreemplazables. (Berhman, R, 1988:215)

1.7. Comparación de la leche humana con la leche de vaca

Los componentes de la leche varían cuantitativamente de una especie a otra, dependiendo de las necesidades nutricionales y de la duración del período de lactancia. Como forma básica de alimentación. Sin embargo, los tipos de moléculas y el mecanismo de secreción de los elementos son más constantes en todas las especies.

Diferencias más importantes entre la leche humana y la de vaca: las proteínas y aminoácidos son específicos para cada especie, tanto las del suero como las de la porción proteica no líquida (caseína); además de la menor cantidad de caseína, la leche humana forma micelas pequeñas y blandas en el estómago; esto determina que el tiempo de vaciamiento gástrico sea mucho más rápido, aproximadamente 1,5 horas (Berhman, R, 1988:316)

En la leche de vaca, la porción caseína de las proteínas es más abundante que las proteínas del suero. Esto hace que la leche de vaca forme en el estómago del niño coágulos más grandes y de difícil digestión; permanecen en él un mayor tiempo y por lo tanto se vacían más lentamente, demorándose aproximadamente 4 horas. La lactosa y otros oligosacáridos se encuentran en pequeña cantidad en la leche de vaca. La osmolaridad de la leche de vaca (350 mosm) es significativamente mayor que la de la leche humana (286 mosm). En el niño que la ingiere genera una mayor carga renal en un período de la vida en que la función renal es inmadura. La baja osmolaridad de la leche materna determina que el niño amamantado no necesite una ingesta suplementaria de agua, en cambio el niño alimentado con leche de vaca debe recibir agua como complemento de su dieta. El contenido total de proteínas en la leche humana es de 0,9 g/100ml, lo que cubre los requerimientos del lactante sin producirle una sobrecarga renal de nitrógeno. En la leche de vaca el contenido de proteínas es superior, 3,1g/100ml.

La leche humana tiene mayor cantidad de nitrógeno no proteico que la leche de vaca. Este nitrógeno no puede ser procesado en presencia de glicina, un aminoácido que está presente en la leche de vaca. Al suplementar la leche materna con leche de vaca, se interfiere este delicado mecanismo de transformación del nitrógeno no proteico en proteínas. La alfa-lactoalbúmina es la proteína del suero más abundante en la leche humana; en la leche de vaca sólo se encuentra en trazas. La beta-lactoglobulina, proteína más abundante en la leche de vaca, ha demostrado tener un gran potencial alergeno para el niño. La lactoferrina constituye el 26% de las proteínas del suero de la leche humana y su concentración varía según la edad del niño y sus requerimientos de ésta. El contenido de lactoferrina en la leche de vaca es mínimo. La lisozima, que en la leche humana constituye el 8% de las proteínas del suero, en la leche de vaca sólo se encuentra en trazas. la taurina, aminoácido esencial para el prematuro, no está presente en la leche de vaca, pero se adiciona a algunas fórmulas para lactantes.

La fenilalanina y la tirosina se encuentran en pequeña cantidad en la leche humana, mientras que en la leche de vaca se encuentran en mayor concentración. (Bautista, L, 1997:89)

El recién nacido no dispone de las enzimas suficientes para una adecuada metabolización de estos aminoácidos, los que si se acumulan pueden llegar a ser tóxicos, la cistina-metionina están en relación 2:1 en la leche humana, semejante a las proteínas de los vegetales. La leche de vaca contiene alta concentración de metionina y muy baja de cistina. La metionina puede ser tóxica para el niño. El niño de pretérmino carece de la enzima que transforma la metionina en cistina, por lo que es importante que en la leche materna se encuentre disponible como cistina. (Akre, 1996:116). La leche de vaca tiene mayores concentraciones de ácidos grasos de cadena corta y mediana y más cantidad de la porción caseína que de lactoalbúmina. Esta combinación la hace ser difícil de digerir por el lactante, por lo que el vaciamiento gástrico es significativamente más prolongado en un niño que recibe leche de vaca que el que recibe leche materna (4 horas vs.1 hora), la leche materna contiene más de 70 diferentes ácidos grasos poli-insaturados de cadena larga, de gran importancia para el desarrollo del sistema nervioso, actualmente se adicionas algunos de ellos a ciertas fórmulas para lactantes. La leche de vaca tiene escasa cantidad de ácidos grasos esenciales, linoleico y linolénico. La grasa de la leche materna es absorbida más eficientemente que la grasa de la leche de vaca debido a que las micelas que la constituyen son más pequeñas y a la lipasa, presente en la leche humana, que se activa en presencia de sales biliares, mecanismo que facilita a digestión de las grasas en el recién nacido, cuyas enzimas pancreáticas no están plenamente desarrolladas (Hänson, L, 1975:76)

La lipasa no se encuentra en la leche de vaca y la lactasa está en menor cantidad y es inactivada al procesar la leche. Los minerales están en distinta proporción y osmolaridad en la leche de vaca y humana. Son más concentrados en la de vaca, lo que significa un riesgo de sobrecarga renal al recién nacido. Los niveles de calcio-fósforo son más bajos en la leche humana, pero la relación calcio-fósforo es mayor (2:4) que en la leche de vaca (1:3) lo que determina que los niveles plasmáticos de calcio en los recién nacidos amamantados sean mayores y quienes se alimentan con leche de vaca tengan riesgo de presentar hipocalcemia. El contenido de hierro de la leche materna es variable (10 a 160 ug/100ml) y en la leche de vaca es de 70ug/100ml. El hierro de la leche humana se absorbe mejor que el de la leche de vaca o de las fórmulas enriquecidas con hierro. Esto determina que la anemia sea mucho menor en los niños amamantados, incluso con lactancia exclusiva por 6 meses (Hänson, L, 1975:98)

Por otra parte la leche de vaca puede producir microhemorragias en el tubo digestivo del lactante, condicionando una pérdida adicional de hierro. La leche de vaca contiene demasiado sodio y puede provocar hipernatremia si no se modifica para darla al lactante. Las vitamina A como beta-caroteno no existe y la vitamina E es escasa en la leche de vaca. La inmunoglobulina A (IgA) es la principal inmunoglobulina de la leche humana y su concentración alcanza de 100 a 140mg/100ml.


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