La educación para la salud es una estrategia dentro de la promoción de salud para lograr metas de salud. Como medio, el propósito de la educación para la salud es el de contribuir a construir la capacidad de las personas para que participen activamente en definir necesidades, negociar e implementar sus propuestas para el logro de las metas de salud. Como fin, el objetivo de la educación para la salud consiste en proporcionar a la población los conocimientos, habilidades y destrezas necesarias para la promoción y protección de su salud individual, la de su familia y la de su comunidad (Arroyo H., 2001). En los diversos talleres y reuniones de trabajo sostenidos entre 1993 y 1994 con diversos educadores responsables de los programas de educación para la salud en los países de la región de Las Américas, se recomendó reforzar el desarrollo de un concepto de educación para la salud activo-participativo y práctico como proceso social permanente que sea diseñado para fomentar el análisis y reflexión sobre los problemas y las necesidades de las comunidades para mejorar la salud y la calidad de vida, las acciones intencionales capaces de influir favorablemente en los comportamientos, actitudes y prácticas de las personas para lograr un mejoramiento de la salud individual y colectiva así como las actividades para potenciar y facilitar la participación social en la construcción de acciones para el desarrollo de la salud.
La educación para la salud es una de las principales estrategias que permite generar oportunidades para los procesos de aprendizaje participativo así como crear ambientes positivos para involucrar a personas de todos los grupos a través de los procesos y ofrecerles conocimientos relevantes para mejorar su salud y su calidad de vida. Basada en la comunidad, contribuye a las metas de salud a través de la organización de programas y eventos educativos para fomentar la participación de diversos grupos en el proceso de aprendizaje. De esta forma, las personas adquieren e intercambian los conocimientos esenciales sobre la promoción y protección de su salud, la de su familia y de su comunidad. En cada momento se promueve el análisis crítico, la discusión y reflexión sobre los factores y las condiciones de riesgo para la salud, tanto personal como comunitaria. Los programas educativos facilitan la participación de la comunidad en el cuidado de la salud. Ella como proceso de aprendizaje facilita la participación activa de las personas y el intercambio de la información y las experiencias.
Este intercambio genera conocimientos y habilidades que ayudan a transformar los valores, prácticas y estilos de vida de tal manera que sean favorables a la salud. La educación para la salud es una disciplina académica, un campo profesional y una actividad que destaca la importancia que tiene el mejorar los estilos y prácticas de vida (Arroyo H, 2001) (14). Es por esto que ella constituye una parte de la educación general y como tal debe reunir las mismas características, sobre todo en lo referente a la revisión frecuente de los objetivos educativos y a la participación activa de todos los implicados a nivel de la planificación, el desarrollo del proceso y su evaluación permanente. Los objetivos de la educación para la salud pretenden conocimientos, actitudes y comportamientos. Tratan de desarrollar un saber, saber hacer, saber ser y saber devenir que permita a cada uno y a cada comunidad el logro del más alto grado de salud posible.
La educación para la salud tiene como objetivo el desarrollo de la iniciativa personal que ayudará al ser humano a adaptarse a las diferentes etapas de la vida, a adoptar un comportamiento que le permita subsistir en su entorno, actuar sobre este para hacerlo más favorable y participar de forma responsable en el desarrollo de la comunidad en la que vive. Es una ayuda individual o grupal para mejorar el nivel de salud física, psicológica y social por la acción propia y por los esfuerzos individuales y de todos. (68)
Educación para la salud bucal
El Programa de Salud Bucodental de la OMS y su estrategia mundial reconocen que la salud bucal es un componente integral del enfoque de Atención Primaria de Salud. En la región de Las Américas, la OPS apoya los planes de salud bucal basados en metas cuantificables, que se lograrán en gran parte mediante la puesta en práctica de métodos preventivos y el apoyo a los esfuerzos de los gobiernos para fortalecer sus propios sistemas de atención (OPS, 2003). (7)
Las enfermedades bucodentales constituyen uno de los problemas de salud de mayor prevalencia en la comunidad. Una vez establecidas son persistentes y no tienen curación espontánea, sin embargo, la mayoría son prevenibles con hábitos correctos de higiene, alimentación y actuación (García B., 2002). El Programa Nacional de Atención Estomatológica Integral a la Población tiene dentro de sus objetivos elevar el nivel de educación para la salud de la población, garantizar la uniformidad de las actividades educativas en los servicios estomatológicos, incrementar los conocimientos de los miembros del equipo de salud en la metodología adecuada para la realización de actividades educativas y proporcionar la temática fundamental por desarrollar en cada uno de los grupos poblacionales (PNAEI, 2002).
En este documento, en su anexo 19, se prioriza la salud infantil con acciones preventivas y curativas, pues una boca insana y antiestética puede debilitar la autoestima del niño y alterar sus relaciones sociales. A todo esto habría que añadir las elevadas repercusiones económicas de estas enfermedades, que generan unos costos muy superiores a los gastos que representaría su prevención (11). Son muchas las afecciones que pueden alterar la salud de la boca, tales como caries, periodontopatías, malformaciones y malposiciones dentarias, traumatismos, malformaciones congénitas y tumoraciones. La prevención de las alteraciones bucodentales representa uno de los mayores retos sanitarios de la sociedad actual. Es sabido que muchas patologías bucales pueden llegar a desencadenar alteraciones cardiovasculares, cerebrales, articulares e incluso trastornos de carácter psicológico (Varela M, 2003).
La educación para la salud bucal es el primer y el más importante pilar de la prevención en Estomatología. El éxito de esta educación no reside en el conocimiento de las pautas de salud, sino en la adopción y mantenimiento de hábitos saludables. El equipo de salud, los padres y maestros juegan un papel fundamental como inductores a la higiene bucal de los niños y son los principales responsables de su asistencia al estomatólogo (69). En relación con los problemas de salud bucal, la Dra. Varela (2003) planteó: “aunque pueda parecer lo contrario, los niños dan mucha importancia a los problemas estéticos. Desde los 6-7 años, cuando tienen una deformidad dentofacial, son conscientes de ser diferentes a los demás niños”. "Este tipo de deformidad", explica, "afecta mucho a los niños, los aísla y les dificulta su integración social y escolar.
En la actualidad, llevar un aparato en la boca es señal de estar en un país avanzado que se preocupa de estos problemas estéticos y los resuelve. Tratamos estos problemas con tranquilidad, con sentido del humor y convenciendo a los niños de que esto no debe alterar su vida" (70). Pérez M (2003) (71) en su artículo “Educación para la salud dental” propone una serie de aspectos a tener en cuenta para planificar un programa de salud bucodental: adopción de un enfoque integral flexible, integración del Programa Educativo de Salud Dental dentro de los programas de educación para la salud y compatibilidad con la cultura local, el sistema educativo y las metas sociales, uso de mensajes seguros científicamente, consistentes internamente y compatibles con otros mensajes y realidades prácticas de las vidas de los sujetos, diseño de programas para las necesidades específicas de subgrupos de la población con mayor riesgo, inclusión de gran parte de actividad y participación del sujeto, tomar en cuenta las influencias de las "personas significativas" como la familia, líderes del grupo, vecinos, etc. para conseguir un cambio de comportamiento de los sujetos, selección de un material educativo apropiado para cada tipo de audiencia, revisión periódica de los programas de educación para la salud dental por un comité asesor e integración de la educación sanitaria bucal en las comunidades.
El estomatólogo debe ser una persona profundamente comprometida con su profesión y su país, tanto para conocerla y vivirla intensamente como para plantear alternativas de soluciones. Debe comprender que su principal deber ético y moral es conservar sana a la comunidad y que no corresponde con la nobleza y dignidad de la profesión el aferrarse a un ejercicio que condena a las personas a permanecer enfermas (Alfonso R., 2002). (66)
Aspectos por considerar en la higiene bucal
Según informes, las enfermedades bucales son las bacteriosis más frecuentes en humanos. Aunque en años recientes se informó de una disminución de la incidencia de caries dental, millones de niños y adultos están afectados por la enfermedad periodontal, dientes faltantes y maloclusiones, gran parte de lo que se evitaría si pusieran en práctica un programa diario de prevención y recibieran cuidados odontológicos de manera periódica. Las enfermedades dentales son prevenibles y el dolor bucal innecesario. Una generación sin enfermedades bucales podría ser realidad. El plan comienza poco después de la concepción, antes de que comiencen las enfermedades dentales, y no termina. No tiene final, porque la boca y sus partes deben durar toda la vida.
La caries y la enfermedad periodontal tienen su inicio en la constante aposición sobre la superficie del diente de glicoproteínas que forman la placa bacteriana y, por tanto, la remoción de esta es la premisa principal en la prevención de aquellas.
Placa microbiana
La placa bacteriana se origina por la formación de una película salival que se adhiere a las piezas dentarias, donde comienzan a proliferar bacterias. En 24 horas la placa toma el aspecto de una pasta blanquecina y las bacterias comienzan a producir ácidos que descalcifican el esmalte y dañan las fibras periodontales que soportan el diente al hueso. De persistir la placa bacteriana en los tejidos periodontales, comenzará a reabsorberse el hueso que sostiene a las piezas dentarias. Con el tiempo, el paciente sentirá que los dientes se mueven y comenzarán a aparecer manchas en el esmalte que luego evolucionarán a caries. Si la placa microbiana se deja sobre la superficie dentaria, sin ninguna interferencia, puede mineralizarse y formar cálculos. Al ser la superficie de los depósitos calcificados áspera, favorece la continuación de la colonización bacteriana y, además, la presencia de cálculos imposibilita el control y la eliminación de la placa, por lo que es muy perjudicial.