Teoria y clinica de las patologias generadas por el desamparo
Autor: Dr. José Cukier  | Publicado:  16/05/2012 | Otras Especialidades , Medicina Preventiva y Salud Publica , Medicina Familiar y Atencion Primaria , Articulos | |
Teoria y clinica de las patologias generadas por el desamparo .2

El resultado podría ser una variación aún más severa del clima, con demasiada agua en algunas regiones y escasez en otras. Entre los efectos, habrá tormentas y huracanes más fuertes, inundaciones y sequías más prolongadas y más desprendimientos de tierras. En muchas regiones el aumento de la temperatura ha alargado la estación de deshielo y los glaciares se están derritiendo. El ritmo al que subió el nivel del mar en el último siglo fue 10 veces más rápido que el promedio de los últimos tres milenios. También está la globalización militar, que consiste en las redes de interdependencia en las que se utiliza la fuerza o la amenaza del uso de la fuerza. Las guerras mundiales del siglo XX son un ejemplo. La anterior era de globalización económica llegó a su cúspide en 1914 y las dos guerras mundiales significaron un retroceso. Pero si bien la integración económica global no recuperó el nivel que tenía en 1914 hasta medio siglo después, la globalización militar creció a medida que la económica se contraía.

Durante la guerra fría, la interdependencia estratégica global entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue aguda y clara. No sólo produjo alianzas que abarcaban todo el mundo, sino que cualquiera de los bandos pudo haber utilizado misiles intercontinentales para destruir al otro en menos de 30 minutos. Éste fue un rasgo distintivo no porque fuera totalmente nuevo, sino porque la magnitud y la velocidad de un potencial conflicto derivado de la interdependencia militar eran enormes. Actualmente, Al Qaeda y otros actores transnacionales han formado redes globales de agentes y desafían los enfoques convencionales de la defensa nacional mediante lo que se ha dado en llamar la “guerra asimétrica”. Por último, la globalización social consiste en la propagación de pueblos, culturas, imágenes e ideas. La migración es un ejemplo concreto. En el siglo XIX, alrededor de 80 millones de personas atravesaron los océanos para buscar un nuevo hogar, muchas más que en el siglo XX. Al inicio del siglo XXI, 32 millones de los residentes en Estados Unidos (el 11,5% de la población) habían nacido en el extranjero. Además, aproximadamente 30 millones de personas (estudiantes, empresarios, turistas) entran cada año a este país. Las ideas son un aspecto igualmente importante de la globalización social.

La tecnología hace que la movilidad física sea más fácil, pero las reacciones políticas locales contra los inmigrantes ya estaban creciendo antes de la actual crisis económica El peligro actual es que las miopes reacciones proteccionistas a la crisis económica puedan contribuir a asfixiar la globalización económica que ha distribuido crecimiento y ha sacado de la pobreza a millones de personas en el último medio siglo. Pero el proteccionismo no frenará las demás formas de globalización. La tecnología moderna significa que los patógenos viajan más fácilmente que en periodos anteriores. Las facilidades para viajar aunadas a los tiempos de dificultades económicas implican que las tasas de migración podrían acelerarse hasta el punto de que las fricciones sociales superen el beneficio económico general.

De manera similar, las dificultades económicas pueden empeorar las relaciones entre Gobiernos y los conflictos internos que podrían llegar a la violencia. Al mismo tiempo, los terroristas transnacionales seguirán beneficiándose de la tecnología de la información moderna como Internet. Y si bien la depresión de actividad económica puede desacelerar en cierta medida el ritmo de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, también desacelerará el tipo de programas costosos que los Gobiernos deben aplicar para abordar las emisiones ya existentes. Así pues, a menos que los Gobiernos cooperen para estimular sus economías y se resistan al proteccionismo, el mundo podría encontrarse con que la crisis económica actual no significa el fin de la globalización sino sólo de la del tipo positivo, con lo que quedaríamos en la peor de las situaciones posibles. La clínica actual plantea una problemática compleja.

PATOLOGÍAS ORIGINADAS POR DESAMPARO DE ORIGEN EXÓGENO- SOCIAL- .

El desvalimiento (Freud, 1926) puede originarse en dos fuentes, las exógenas que corresponden a los estímulos provenientes del mundo exterior, y las endógenas provenientes de esos estímulos internos a los que llamamos pulsiones.

Ambos tipos de desamparo suelen imbricarse ya que la indefensión ante el mundo exterior provoca un estado de dolor que determina el drenaje de la energía pulsional con el consiguiente debilitamiento psíquico, que puede llevar a una alteración de la autoconservación que culmine en la muerte.

LA MIGRACIÓN. TRANSCULTURACIÓN

Como fenómeno universal presente desde los inicios en la historia de la humanidad ha sido estudiado en la multiplicidad de niveles que abarca, en cuanto a sus causas, características y formas. Desde el punto de vista de los fenómenos psíquicos aparejados, uno de los aspectos más relevantes es el estado de desvalimiento o vulnerabilidad que padecen algunas de las personas involucradas en los movimientos migratorios.

Sabemos que existe un amplio abanico de posibilidades en cuanto a la tendencia migratoria que manifiestan los individuos, dentro del mismo se puede incluir tanto a aquellos que experimentan la más fuerte necesidad de permanecer ligados a espacios conocidos y vidas rutinarias como a los entusiastas a ultranza de cambios de lugar físico y contactos interpersonales. Sin embargo la mayoría de los estudiosos del tema están de acuerdo en que aún en el mejor de los casos, cuando la migración se resuelve en nuevos proyectos y realizaciones y aunque el individuo no lo registre, esta situación implica atravesar una crisis, siempre dolorosa y en ocasiones traumática.

La diferencia entre una posibilidad y la otra depende tanto de las condiciones externas que hacen al proceso migratorio mismo, (ecológicas, socio- políticas, e histórico- culturales) como a condiciones internas vinculadas con el estado de organización del psiquismo alcanzado por el individuo. Cuando se trata de grupos familiares es necesario agregar al nivel individual de los componentes del grupo, el de estructuración de los vínculos interpersonales de la familia misma. Consideramos que una migración se vuelve traumática cuando la persona, la familia o el grupo se encuentra en estado de desvalimiento o vulnerabilidad. Ambos tipos de desamparo suelen imbricarse ya que la indefensión ante el mundo exterior provoca un estado de dolor que determina el drenaje de la energía pulsional. En estos casos parece ocurrir una catástrofe, una situación traumática equivalente a las que aparecen en las neurosis de guerra. Para definir en que consiste el trauma en esta “ neurosis de migración“ deberíamos describir una constelación de elementos bastante compleja que podemos sintetizar en torno a tres: Pérdida de contexto, sentimiento de autoexpulsión y pérdida de idioma originario. (Maldavsky 1996).

Pérdida de contexto. En la literatura sobre el tema se ha destacado el papel del duelo por la pérdida de objetos, espacios y tiempos. En los casos en que predomina el desvalimiento es importante destacar que la pérdida fundamental no es la de objetos sino la de un contexto (la casa, el barrio, los olores, la comida, el futbol, el bife de chorizo, el tango,….).

Definimos al contexto como un conjunto de incitaciones monótonas, rítmicas, no diferenciadas ni investidas, de enorme valor en la economía libidinal ya que su establecimiento permite conciliar el sueño y dormir de un modo reparatorio. (Freud, 1940).Este tipo particular de estímulo neutro se despliega en un marco familiar, en un clima afectivo tierno caracterizado por la ternura, como opuesto a los desbordes afectivos de cualquier índole, eróticas u hostiles. Ternura y monotonía parecen esenciales para el que el dormir, asociado con la autoconservación (rescatado de la pulsión de muerte y también de la sexualidad) represente un descanso reparador de energías y no un peligro de retorno a lo inerte.

En los casos en que la función del dormir aparece trastocada ésta puede transformarse en una forma de dejarse morir o de vivir en estado de sonambulismo, carente de vida psíquica. En tales circunstancias junto con el letargo y el sopor puede aparecer el insomnio como derivado tanto de un exceso de sensualidad que no se doblega ante la necesidad de dormir y no encuentra una tramitación a través de los sueños, como por una falta de energía tan acentuada que dormirse puede transformarse en un dejarse ir, en un camino hacia la muerte y el insomnio pasa a constituirse en la última barrera contra esa muerte. El despertar pleno también requiere de un contexto monótono que progresivamente pierda ese carácter y se vuelva diferencial. Si ello no ocurre y los estímulos se vuelven disruptivos o faltan por completo el despertar se produce en estado de pánico y aturdimiento al que le sigue una vigilia aletargada una pesadilla en vigilia de la que no se puede despertar. (Maldavsky 1995).

La combinatoria entre somnolencia e intrusión puede derivar en afecciones tóxicas del tipo de las psicosomáticas, las adicciones o la violencia, en las que cobra especial relieve un universo numérico que muestra la tentativa de organizar un universo rítmico, monótono que dé lugar a un contexto. Una característica de estos cuadros es que cuando este intento falla, el paciente queda a merced de números ajenos (suelen aprovecharse de él) y sobreviene el síntoma orgánico, la adicción o el golpe. Sentimiento de autoexpulsión. La ingesta de alcohol o droga puede considerarse una vía de acceder a la pérdida de conciencia como entrega a la muerte. En tales casos el espacio familiar protector es reemplazado por un ámbito dominado por un sujeto hostil que toma a sus habitantes como intrusos a los que pretende expulsar.

La relación con este personaje despótico, deriva de una convicción que puede aparecer en el que emigra quien se supone borrado de la memoria de los que permanecen, arrojado fuera de ella.

De ese modo la migración semeja una expulsión padecida desde un otro y pasa a ser concebida como una verdadera autoexpulsión mediante la cual el propio yo ejecuta la acción impuesta por el déspota que desea suprimirlo. (He aquí que no es que me fui por mi propia voluntad sino que me echaron).

La situación a la que me refiero remite a la significación que puede tener la pérdida de contexto en alguien que lo padeció en los momentos fundantes de su aparato psíquico. Debemos suponer una situación previa en que el desvalimiento propio del ser humano no fue sostenido por un contexto tierno en los comienzos de la vida. La carencia de un primer vínculo empático genera una incapacidad para sentir, ya que la captación de los propios sentimientos solo es posible en el encuentro con un otro que otorgue un determinado matiz afectivo en lo que para el niño es un puro desborde pulsional. Los afectos propios, independientemente de su carácter placentero o displacentero son el testimonio de la vitalidad de cada persona. A partir de ellos surge la actividad psíquica, y luego la posibilidad de registro de percepciones que generan un mundo exterior.


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