Es una transacción entre los deseos edípicos y narcisistas por un lado; y la imposición cultural de inscribirse en ámbitos extrafamiliares, amorosos y culturales diferentes, por el otro. Existen iniciadores laborales, del lenguaje comprensivo, de la sensualidad (masturbación, secretos del sexo o la actividad erótica), iniciadores de la actividad sexual, intelectuales. Debemos tomar en cuenta que en el pensamiento totémico, la desmentida es la regla (recordemos que es sencillo acceder al ideal, saldando la diferencia entre el Yo y el ideal con algún acto de magia), y en el pensamiento mítico, aunque posible, es más difícil. En el caso de nuestro relato, se ve el predominio de la desmentida y la desestimación. El Conquistador blanco, esperado, es tomado como ideal (desmentida mediante). No puede ser reconocido como un extranjero invasor, como sucedió por ejemplo con los mayas y los aztecas, (Inca Titu Cussi Yupanqui, Martín Pardo - 1570- , Luis Millones - 1985- , Victoria de la Jara, Iaccovlev, Larco Hoyle, BurnsGlynn - 1981- ).
Con el predominio de la desmentida, el proceso de iniciación queda interferido. En lugar del iniciador esperado, puede ponerse un salvador; y a veces el salvador puede sustituirse por un corruptor social (como sucedió en el caso que estudiamos).
En el pensamiento totémico, aún no se diferencia entre animal y humano (los españoles se referían al nativo como "bestia") y la falta de escritura los colocaba en el lugar de "bárbaros de segundo grado", según la expresión de Santo Tomás de Aquino.
La lógica necesaria, para que el pensamiento mítico supere al totémico es aquella en que el trabajo empieza a diferenciarse del juego y corresponde al de las operaciones concretas, Piaget, 1942. Ciertamente que en los ideales, se advierte la eficacia de la marca cultural y de las condiciones dominantes. Pero para que esto tenga eficacia, requiere de la disposición psíquica previa, que genera los ideales esperados en la exterioridad. El contenido del discurso ideologizante, es eficaz intrapsíquicamente si se entrama con las metas y los objetivos pulsionales. El valor social pasa a ser expresión, en el interior del Superyó, de la transacción entre la pulsión y la autoridad parental.
En el pasaje de un pensamiento a otro, suelen transcurrir situaciones de injusticia y explotación. Quién es portador de la letra y con la cual marca al iniciado; ostenta orgullosamente el poder, sin advertir que él también quedaría marcado. Y esa marca finalmente retorna.
Las contradicciones. En la narración que analizamos, los dos nativos son objeto de contradicciones por parte del español. Pero antes de estudiarlas en el texto, quiero referirme a las mismas; en particular las contradicciones lógicas, pragmáticas y orgánicas. Intentaré inferirlas a partir de los afectos que se observan en el aborigen, como defensa, ante los efectos sobre su preconciente. Nos dice el texto: "El capataz español advierte que no coman [...]. El otro temeroso [...] pone la carta detrás del paredón". Se nota un discurso persecutorio, paranoico ligado a la vergüenza y a la humillación, con fijación a un goce anal primario. Otro fragmento dice luego que descubrieron la falta de los melones: "Al ver que el amo les dijo lo que habían hecho a escondidas no supieron contradecirlo y salieron diciendo que con mucha razón llamaban a los españoles con el nombre de Viracochas [...] pues alcanzaban grandes secretos..." Discurso con deseos cognitivos ligado a un goce oral primario con afectos del temor y pánico. (Me permitiré hacer una breve construcción: Imaginar que el aborigen cuando fue enviado podría sentirse humillado, avergonzado - sentimientos de la analidad primaria- y cuando descubrieron la "magia" de la carta que denunciaba sus actos, se sintieron aterrorizados- afectos de la oralidad primaria- ). "Comido el primer melón [...] comieron el segundo melón". Está ligado al universo de las adicciones, porque no puede substraerse a la tentación de comer el segundo melón.
Hay un argumento que se refiere al goce creciente de comer el melón, y una amenaza de depresión si no lo come. A su vez, el deseo de goce, está reforzado por la amenaza del amo si lo come, con lo cual se estimula la tentación. Hay refuerzo de la contradicción porque no puede ni fugar, ni dejar de entregar la carta (por sumisión al amo). El mandato tiene eficacia intrapsíquica. La contradicción orgánica implica oposición entre pulsión sexual (ganas de comer), y pulsión de autoconservación, D. Maldavsky, (1988). No discrimina si lo que le gusta es lo que le conviene. Esta contradicción es propia de las adicciones y las enfermedades psicosomáticas con la siguiente diferenciación: el adicto reúne la contradicción orgánica más la lógica, y el psicosomático la orgánica más la pragmática. Y finalmente para agregar algo más al problema de la adicción y el padecimiento psicosomático, señalaré las características de las fantasías primordiales. La seducción es presentada como ser objeto de un deseo especulativo despertado en otro (el español que obtiene provecho); la escena primordial es sufrir la estimulación gozosa de otro (en nuestro caso, comer el melón; formulado por su opuesto); y la castración como ser despojado de algo.
Los aborígenes fueron despojados de su secreto, los melones comidos. La contradicción pragmática ha sido descrita en términos de vínculos interpersonales como mandato paradojal. Hay dos órdenes contradictorias, ambas presentes; una a veces bajo la forma de un supuesto o de una orden recordada anterior, o de una orden general común a toda una sociedad y la otra orden como específica. Se agrega además, una prohibición de alejarse del campo y de comentar la contradicción. La contradicción estriba en una prohibición de comer el melón, dicho de palabra y sin acto prohibitivo; y un supuesto de permiso de comer bajo la forma de tentación y exponiendo los melones al deseo. A la vez debe cumplir lo encomendado; no hay posibilidad de fuga. Cuando el aborigen cede a la tentación y come el primer melón, intenta rectificar, pero desde su lógica numérica. Esta es diferente a la del blanco. Para el nativo, no falta nada en tanto sea de a pares. "Comido el primer melón decidieron que era mejor emparejar las cargas y para ocultar su delito comieron un segundo melón". Desde la lógica de los pares, no puede comprender como el blanco nota la falta. La contradicción pragmática es propia de la paranoia. Y al surgir la contradicción el Yo se escinde, facilitado por un psiquismo de nivel totémico con predominio de la desmentida. El Yo real definitivo del aborigen, al no poder transformar lo sufrido pasivamente en activo, sufre un estado de indefensión. El efecto deriva en una regresión a la analidad primaria; con predominio motriz (el desplazamiento desde los Reyes al en- comendero) y de la mirada (proyectivamente ubicada en la carta que ponen detrás del paredón) con afectos de la gama de la humillación. Se observa asimismo la regresión oral secundaria con los reproches que formula el encomendero y la sanción por el incumplimiento, consistente en el sufrimiento de quién depositó la confianza. En nuestro caso el capataz que confió y fue defraudado en su anhelo.
La contradicción lógica se presenta como la oposición entre una afirmación específica y otra más amplia. Ambos términos están presentes, es posible el contraste, pero una afirmación es genérica y la otra aparece bajo la forma de una presunta percepción; percepción ligada a un juicio de existencia que profiere el Yo de realidad definitivo. En algunos casos existe coincidencia marcada entre las relaciones interindividuales y la organización psíquica; en otros casos no. Importa la tramitación psíquica de cada cual. Cuando un Yo, es tomado como auxiliar para sostener la condición de ideal del otro (en nuestro caso el nativo es usado por el español para sostener su idealización), está particularmente indefenso. El efecto, no es necesariamente inmediato, sino a posteriori, cuando el Yo se va organizando con mayor complejidad. Las órdenes inscriptas como huellas mnémicas, son incompatibles entre sí; y esto hace imposible al Yo el cuestionamiento o la fuga. La paradoja se hace eficaz a medida que el preconciente se organiza.
En el fragmento de Garcilaso, puede observarse la contradicción lógica entre dos registros perceptuales. El registro auditivo en que le dicen al nativo (que la carta dice) que "fueron diez melones y habían comido dos" (en verdad deducción lógica del español), y el registro visual (en que las letras no son reconocidas). Registro visual que contradice la palabra del amo. Desde la lógica del nativo, la explicación pasa por la magia que atribuye al español. Magia de su pensamiento primitivo, anhelada y proyectada como esperanza en el pensamiento ajeno. La contradicción hiere a un Yo, que por su estadío es escindido, y refuerza la desmentida. La escisión, conspira contra la posibilidad de desarrollo hacia nuevas lógicas, que la cultura española le puede brindar. El Yo, escindido, se conecta con la realidad a través del Yo oficial, pero el Yo placer, se conecta con el ideal mágico. Y de ésta manera, no hay aprendizaje porque no hay vivencia. Solo hay seudoaprendizaje, repetición, memorización (¿seudoevangelización?). Los nuevos conceptos, las nuevas lógicas no son asimiladas al Yo. Solo son un barniz. El Yo escindido queda con su nivel profundo unido al pensamiento mágico, y su nivel oficial al pensamiento religioso o científico. Otro modo de resolver la contradicción es con la sublimación. La contradicción del consenso, en lugar de producir una pérdida de la realidad, impulsa un cuestionamiento que se resuelve pasando a un nivel superior y en la creación de un producto, por ejemplo literario, como es el caso del Inca Garcilaso. Y este pasaje permite una profundización en los orígenes, en que final y comienzo se puedan reunir. El Yo, más organizado, puede regresar hacia estructuras psíquicas y familiares que constituyen la contradicción, y de ahí emerger en una nueva lógica. La sublimación, trasciende la necesidad de transformar el trauma de pasivo en activo. La perturbación es mutada y la transgresión aceptada por el Yo y la cultura. El Yo ha logrado conciliar a sus tres amos, tal el caso de los adelantados a su tiempo, como el poeta.
Los tipos de pensamiento. Sintéticamente voy a describir el pensamiento totémico, el mítico y el religioso, porque importan al análisis que nos ocupa. La representación- grupo que tiene cada individuo varía según el tipo de ideal del Yo de cada cual, tanto en su forma como en su contenido. Freud sostuvo que sobre la representación- grupo recae la pulsión social. Esta, es una mezcla de libido homosexual de meta inhibida y pulsión de autoconservación, y la primera se apoya en la segunda. Esta pulsión social inviste grupos pequeños como los vínculos amistosos, luego a la comunidad, hasta convertirse en amor universal hacia la humanidad. Freud da por supuesta la existencia de representaciones grupo con un grado creciente de abarcatividad y complejidad.
El ideal del Yo da cuenta del origen de grupo, de aquello que los hermana y los identifica. Garantiza el destino exitoso de dicho grupo, la unión entre sus integrantes, ofrece amparo y sentido a la vida individual. Los juicios valorativos derivan de dos funciones del Superyó, la autobservación y la conciencia moral y se constituye como consecuencia de la labor de una función, la formación de ideales. Para que ocurra este proceso es necesario que sobrevenga en lo psíquico un aumento de la diferenciación que deriva, en gran medida, de la inclusión en el Yo de nuevas categorías lógicas preconscientes. Estas pueden transformar en contradictorias dos afirmaciones que anteriormente no lo parecían, pueden volver eficaces algunas contradicciones apenas insinuadas, de modo tal que lo anteriormente armónico se torna divergente. Freud, (1910c), sostuvo que la inteligencia, la pulsión intelectual, según la llamaba a veces, queda fortalecida como consecuencia del desarrollo psíquico.